miércoles, 30 de abril de 2008

En tiempos de penuria


Texto completo del discurso pronunciado por el poeta Juan Gelman al recibir el Premio Cervantes 2008 en Madrid.



Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señor Ministro de Cultura, Señor Rector de la Universidad de Alcalá de Henares, autoridades estatales, autonómicas, locales y académicas, amigas, amigos, señoras y señores: Deseo, ante todo, expresar mi agradecimiento al jurado del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, a la alta investidura que lo patrocina y a las instituciones que hacen posible esta honrosísima distinción, la más preciada de la lengua, que hoy se me otorga. Mi gratitud es profunda y desborda lo meramente personal.

En el año 2006 se galardonó con este Premio al gran poeta español Antonio Gamoneda y en el 2007 lo recibe también un poeta, esta vez de Iberoamérica. Se premia a la poesía entonces, "que es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa" para don Quijote, doncella que, dice Cervantes en "Viaje del Parnaso", "puede pintar en la mitad del día la noche, y en la noche más escura el alba bella que las perlas cría... Es de ingenio tan vivo y admirable que a veces toca en puntos que suspenden, por tener no se qué de inescrutable". A la poesía hoy se premia, como fuera premiada ayer y aun antes en este histórico Paraninfo donde voces muy altas resuenan todavía. Y es algo verdaderamente admirable en estos "Dürftiger Zeite", estos tiempos mezquinos, estos tiempos de penuria, como los calificaba Hölderin preguntándose "Wozu Dichter", para qué poetas. ¿Qué hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de 5 años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza?
Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte. Safo habló del bello huerto en el que "un agua fresca rumorea entre las ramas de los manzanos, todo el lugar sombreado por las rosas y del ramaje tembloroso el sueño descendía", Mallarmé conoció la desnudez de los sueños dispersos, Santa Teresa recogía las imágenes y los fantasmas de los objetos que mueven apetitos, San Juan bebió el vino de amor que sólo una copa sirve, Cavalcanti vio a la mujer que hacía temblar de claridad el aire, Hildegarda de Bingen lloró las suaves lágrimas de la compunción, y tanta belleza cargada de másvida causa el temblor de todo el ser. ¿No será la palabra poética el sueño de otro sueño?

Santa Teresa y San Juan de la Cruz tuvieron para mí un significado muy particular en el exilio al que me condenó la dictadura militar argentina. Su lectura desde otro lugar me reunió con lo que yo mismo sentía, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el país del que fui expulsado para mí. Y cuánta compañía de imposible me brindaron. Ese es un destino "que no es sino morir muchas veces", comprobaba Teresa de Avila. Y yo moría muchas veces y más con cada noticia de un amigo o compañero asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra "desaparecido" es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto. El Quijote me abría entonces manantiales de consuelo. Lo leí por primera vez en mi adolescencia y con placer extremo después de cruzar, no sin esfuerzo, la barrera de las imposiciones escolares. Me acuciaba una pregunta: ¿cómo habrá sido el hombre, don Miguel? Conocía su vida de pobreza y sufrimiento, sus cárceles, su cautiverio en Argel, su Lepanto, los intentos fallidos de mejorar su suerte. Pero él, ¿quién era? Releía el autorretrato que trazó en el prólogo de las Novelas Ejemplares: "Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada", que nada me decía, salvo la mención de sus "alegres ojos". Comprendí entonces que él era en su escritura. Me interno en ella y aún hoy creo a veces escuchar sus carcajadas cuando acostaba al Caballero de la Triste Figura en el papel. Sólo quien, desde el dolor, ha escrito con verdadero goce puede dar a sus lectores un gozo semejante. Cómico es el rostro de la tragedia cuando se mira a sí misma.

Declaro que, en verdad. quise recorrer ante ustedes, con ustedes, los trabajos de Persiles y Sigismunda, o la locura quebradiza del licenciado Vidriera, o compartir la nueva admiración y la nueva maravilla del coloquio de los perros, o el combate verdaderamente ejemplar entre los poetas malos y los buenos que tiene lugar en "Viaje del Parnaso" y en el que cualquier buen poeta podía caer herido por un pésimo soneto bien arrojado. Pero tal como la lámpara alimentada a querosén que los campesinos de mi país encienden a la noche y alrededor de la cual se sientan a cenar, cuando hay, y luego a leer, cuando hay y cuando hay ganas, y a la que mosquitos y otros seres alados acuden ciegos de luz y la calor los mata, así yo, encandilado por don Alonso Quijano, no puedo sustraerme a su fulgor.

Muchas plumas hondas y brillantes han explorado los rincones del gran libro. Por eso, parafraseando al autor, declaro sin ironía alguna que, con seguridad, este discurso carece de invención, es menguado de estilo, pobre de conceptos, falto de toda erudición y doctrina. Sólo hablo como lector devoto de Cervantes, pero quién puede describir los territorios del asombro. Con mucha suerte y perspicacia, es posible apenas sentarse a la sombra de lo que siempre calla.

Cervantes se instala en un supuesto pasado de nobleza e hidalguía para criticar las injusticias de su época, que son las mismas de hoy: la pobreza, la opresión, la corrupción arriba y la impotencia abajo, la imposibilidad de mejorar los tiempos de penuria que Hölderlin nombró. Se burla de ese intento de cambio y se burla de esa burla porque sabe que jamás será posible terminar con la utopía, recortar la capacidad de sueño y de deseo de los seres humanos. Cervantes inventó la primera novela moderna, que contiene y es madre de todas las novedades posteriores, de Kafka a Joyce. Y cuando en pleno siglo XX Michel Foucault encuentra en Raymond Roussel las características de la novela moderna, éstas: "el espacio, el vacío, la muerte, la transgresión, la distancia, el delirio, el doble, la locura, el simulacro, la fractura del sujeto", uno se pregunta ¿qué? ¿No existe todo eso, y más, en la escritura de Cervantes?

Su modernidad no se limita a un singular universo literario. La más humana es un espejo en el que podemos aún mirarnos sin deformaciones en este siglo XXI. Dice Don Quijote: "Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que sin saber cómo o por dónde, en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala (disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar la maldita máquina) y corta y acaba en un instante los pensamientos y la vida de quien la merecía gozar luengos siglos".

Desde el lugar de presunto caballero andante quejoso de que las armas de fuego hayan sustituido a las espadas, y que una bala lejana torne inútil el combate cuerpo a cuerpo, Don Quijote destaca un hecho que ha modificado por completo la concepción de la muerte en Occidente: es la aparición de la muerte a distancia, cada vez más segura para el que mata, cada vez más terrible para el que muere. Pasaron al olvido las ceremonias públicas y organizadas que presidía el mismo agonizante en su lecho: la despedida de los familiares, los amigos, los vecinos, el dictado del testamento ante los deudos. La muerte hospitalizada llega hoy con un cortejo de silencios y mentiras. Y qué decir de los 200.000 civiles de Hiroshima que el coronel Paul Tobbets aniquiló desde la altura apretando un simple botón. Piloteaba un aparato que bautizó con el nombre de su madre, arrojó la bomba atómica y después durmió tranquilo todas las noches, dijo. Pocos conocen el nombre de las víctimas cuya vida el coronel había segado. La muerte se ha vuelto anónima y hay algo peor: hoy mismo centenares de miles de seres humanos son privados de la muerte propia. Así se da en Irak.

Creo, sin embargo, como el historiador y filósofo Juan Carlos Rodríguez, que el Quijote es una gran novela de amor. Del amor imposible. En el amor se da lo que no se tiene y se recibe lo que no se da y ahí está la presencia del ser amado nunca visto, el amor a un mundo más humano nunca visto y torpemente entrevisto, el amor a una mujer que no es y a una justicia para
todos que no es. Son amores diferentes pero se juntan en un haz de fuego. ¿Y acaso no quisimos hacer quijotadas en alguna ocasión, ayudar a los flacos y menesterosos? ¿Luchando contra molinos de aspas de acero, que ya no de madera? ¿Despanzurrando odres de vino en vez de enfrentar a los dueños del dolor ajeno? ¿"En este valle de lágrimas, en este mal mundo que tenemos -dice Sancho-, donde apenas se halla cosa que esté sin mezcla de maldad, embuste y bellaquería"?

He celebrado hace dos años, con ocasión de la entrega del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, mi llegada a una España que no acepta las aventuras bélicas y que rompe clausuras sociales que hieren la intimidad de las personas. Hoy celebro nuevamente a una España empeñada en rescatar su memoria histórica, único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro. Ya no vivimos en la Grecia del siglo V antes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto. Esa clase de olvido es imposible. Bien lo sabemos en nuestro Cono Sur.

Para San Agustín, la memoria es un santuario vasto, sin límite, en el que se llama a los recuerdos que a uno se le antojan. Pero hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre están ahí y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, de cada compañero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: ¿cómo murieron? ¿Quiénes lo mataron? ¿Por qué? ¿Dónde están sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ¿Dónde está la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes y la convierten en impunidad dos veces.

Enterrar a sus muertos es una ley no escrita, dice Antígona, una ley fija siempre, inmutable, que no es una ley de hoy sino una ley eterna que nadie sabe cuándo comenzó a regir. "¡Iba yo a pisotear esas leyes venerables, impuestas por los dioses, ante la antojadiza voluntad de un hombre, fuera el que fuera!", exclama. Así habla de y con los familiares de desaparecidos bajo las dictaduras militares que devastaron nuestros países. Y los hombres no han logrado aún lo que Medea pedía: curar el infortunio con el canto.

Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si es presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular.

Pero volviendo a algunos párrafos atrás: hay tanto que decir de Cervantes, de este hombre tan fuera del uso de los otros. De sus neologismos, por ejemplo. Salvo él, nadie vio a una persona caminar asnalmente. O llevar en la cabeza un baciyelmo. O bachillear. Don Quijote aprueba la creación de palabras nuevas, porque "esto es enriquecer la lengua, sobre quien tienen poder el vulgo y el uso". Hace unos años ciertos poetas lanzaron una advertencia en tono casi legislativo: no hay que lastimar al lenguaje, como si éste fuera río coagulado, como si los pueblos no vinieran "lastimándolo" desde que empezaron a nombrar. Cuando Lope dice "siempre mañana y nunca mañanamos" agranda el lenguaje y muestra que el castellano vive, porque sólo no cambian las lenguas que están muertas. La lengua expande el lenguaje para hablar mejor consigo misma.

Esas invenciones laten en las entrañas de la lengua y traen balbuceos y brisas de la infancia como memoria de la palabra que de afuera vino, tocó al infante en su cuna y le abrió una herida que nunca ha de cerrar. Esas palabras nuevas, ¿no son acaso una victoria contra los límites del lenguaje? ¿Acaso el aire no nos sigue hablando? ¿Y el mar, la lluvia, no tienen muchas voces? ¿Cuántas palabras aún desconocidas guardan en sus silencios? Hay millones de espacios sin nombrar y la poesía trabaja y nombra lo que no tiene nombre todavía.

Esto exige que el poeta despeje en sí caminos que no recorrió antes, que desbroce las malezas de su subjetividad, que no escuche el estrépito de la palabra impuesta, que explore los mil rostros que la vivencia abre en la imaginación, que encuentre la expresión que les dé rostro en la escritura. El internarse en sí mismo del poeta es un atrevimiento que lo expone a la intemperie. Aunque bien decía Rilke: "[...] lo que finalmente nos resguarda/es nuestra desprotección". Ese atrevimiento conduce al poeta a un más adentro de sí que lo trasciende como ser. Es un trascender hacia sí mismo que se dirige a la verdad del corazón y a la verdad del mundo. Marina Tsvetaeva, la gran poeta rusa aniquilada por el estalinismo, recordó alguna vez que el poeta no vive para escribir. Escribe para vivir.

miércoles, 16 de abril de 2008

Sesenta poetas conversaron en General Roca



NEUQUÉN.- Con un homenaje a poetas y escritores desaparecidos durante el período 1975-1983,coordinado por el chubutense Jorge Spíndola, culminó el domingo 13 de abril la tercera edición de las Conversaciones de otoño, un encuentro que se realiza cada dos años desde 2004 en General Roca organizado por el grupo Cienvolando integrado por Silvia y Luciana Butvilovsky y Chelo Candia entre otros artistas.

Durante encuentro participaron sesenta poetas de la región Comahue y del resto de la Patagonia, de Buenos Aires, Salta y otras provincias, y de Chile. En la clausura, el domingo al mediodía, se presentó la segunda edición de “Palabra viva”, el volumen realizado por la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina, SEA, junto con varias instituciones oficiales, y que recopila la producción literaria de desaparecidos en el período correspondiente a la pasada dictadura militar.

El encuentro comenzó el jueves pasado y se desarrolló fundamentalmente en la Casa de la Cultura de la ciudad rionegrina. Fue organizado en torno de lecturas y recitales poéticos que incluyeron a casi la totalidad de los participantes y en paralelo se coordinaron talleres de lectura y escritura creativa. El domingo en la madrugada, apenas pasada la medianoche del sábado, se inició una serie de espectáculos que, vertebrados en torno de la poesía, incluyeron otras disciplinas y técnicas –música, dramaturgia, danza-. Así estuvieron los neuquinos integrantes de Celebriedades, comandados por Tomás Watkins y Raúl Mansilla; Silvia Castro –una poeta roquense que reside en Buenos Aires- con su “La selva fría”; La Pelela Títeres, un elenco de San Martín de los Andes; Compañía Charivari, con una opereta; el salteño Carlos Aldazábal con canciones y Cachi Banacici, con un monólogo, entre otros.

Además de las lecturas, que repasaron la producción de los asistentes –algunos muy jóvenes; otros con mayor trayectoria- que permitió exhibir diferentes estéticas y posturas frente al hecho poético.

Además de los mencionados, participaron Mariela Silva de Ancud; Jacqueline Lagos, de Osorno; Lucía Orellana, de Valdivia y Alfonso Sánchez, de Concepción entre otros representantes de Chile. De la Patagonia, asistieron también Bruno Di Benedetto –Puerto Madryn-; Majó Abeijón –Rada Tilly-; Raúl Artola –Viedma-; Miguel Oyarzábal –Trelew-; Melissa Bendersky –San Carlos de Bariloche-, y Liliana Campazzo –Viedma- entre otros. El grupo de bonaerenses estuvo integrado por Sergio Rigazio; Dante Sepúlveda; Mary Zúñiga y Paula Yende.

En paralelo hubo presentaciones de libros, espectáculos de cine y dos exposiciones de arte, una de poemas y obras de artistas plásticos y otra de fotomontajes.

La organización estuvo a cargo del grupo Cienvolando –es la tercera edición de un encuentro que se realiza cada dos años desde 2004- y tuvo auspicios oficiales –organismos de cultura provincial y municipal- y de pequeñas y medianas empresas privadas.

lunes, 14 de abril de 2008

Lo nuevo, lo viejo, lo actual

Formas modernas de última tecnología se combinan con los hábitos tradicionales premodernos en la organización del trabajo rural. A pesar de las tendencias globales, no se puede hablar de un rumbo hacia la uniformidad total en los procesos de producción agrícola. De eso se trata “Reestructuraciones sociales en cadenas agroalimentarias”, un libro editado por el Grupo de Estudios Sociales Agropecuarios, GESA, de la Universidad del Comahue.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

El escritor británico John Berger apuntó, en su libro de ensayos, relatos y poemas “Puerca tierra”, que “el campesino ha sobrevivido más tiempo del que le habían pronosticado. Pero durante los últimos veinte años, el capital monopolista, mediante sus empresas multinacionales, ha creado una nuev estructura del todo rentable, la ‘agribusiness’ por medio de la cual controla el mercado, aunque no necesariamente la producción, y el procesado empaquetado venta de todo tipo de productos alimenticios. La penetración de este mercado en todos los rincones de la tierra está acabando con el campesinado”.

Eso dice Berger. Sin embargo, en un análisis del impacto de la aplicación de tecnologías de punta en la producción, empaque y comercialización; la transformación de las unidades productivas y el implacable proceso de reconversión que vivieron las explotaciones agropecuarias –fundamentalmente frutihortícolas- en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, el Grupo de Estudios Sociales Agropecuarios de la Universidad del Comahue ensaya una posición intermedia: “no hay imagen de polarización; hay productores que se pudieron reconvertir, algunos se autodenominan productores y otros chacareros que se desempeñan en la histórica actividad pluriagraria el Alto Valle”.

Esa afirmación pertenece a Mónica Bendini, prologuista del volumen “Reestructuraciones sociales en cadenas agroalimentarias”, perteneciente a la colección Cuadernos que edita el GESA de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNCo. Es el sexto título que publica el grupo (ver aparte), en este caso compilado por Martha Radonich y Norma Steimbreger.

Bendini explicó que el libro reseña la cadena agrícola “ubicada en contextos más amplios”, y describe las relaciones “entre la reestructuración económica y las reestructuraciones sociales”. Como resultado, en el Alto Valle y en el Valle Medio se observa “un impacto heterogéneo”.

Se trata de analizar el impacto de las nuevas formas de producción “sobre las organizaciones sociales y de los trabajadores y sus efectos sobre el territorio, cómo se incorporan nuevas áreas para exportación” en el proceso de globalización creciente, indicó Steimbreger.

Para Graciela Landriscini es importante señalar cómo se modifican las relaciones de intercambio, es decir, cómo se determina qué hay que producir; qué capacidad de decisión sobre la producción tienen los productores; cómo influyen las cadenas de híper y supermercados y cómo y quién “da la orden de qué producir, cómo hacerlo en cuanto a control de calidad, fijación de precios y variedades” que deben comercializarse.

Otros elementos a tener en cuenta son las inversiones que se exigen; los sistemas de fertilización y de poda, y así se puede observar “cómo se modifica la forma de trabajar, en cuanto a cantidad y a calificación”, indicó Landriscini.

También mencionó los cambios en el empaque; los costos salariales para los pequeños productores que se desempeñan de manera multifuncional y las grandes explotaciones.

Bendini se refirió también al proceso de transnacionalización que modificó las relaciones sociales y de producción. Pero indicó que “no existe una imagen de polarización, pues hay productores que se pudieron reconvertir y otros no”.

Señaló la distinción que se hace en el sector en relación con la actividad histórica en la zona rural del valle entre productores y chacareros, que se debe, dijo, a la coexistencia entre áreas tradicionales y nuevas en la misma zona.

También puntualizó la “unidad temática” del volumen editado, por su contenido.

En efecto, los procesos descriptos abarcan regiones de la Argentina, México y Brasil. Se analiza cómo “transforman el escenario productivo y el espacio social, construyen nuevas formas de territorialidades que coexisten con hábitos tradicionales de producción tales como la precariedad laboral en las zonas rurales”. Se trata de una “agricultura flexible” –término de la especialista Sara Lara Flores- que se propone lograr competitividad mediante la combinación de nuevos y viejos procesos de trabajo, tecnologías y formas de uso de la fuerza de trabajo que tornan al empleo más intermitente e itinerante.

En el prólogo, Bendini señaló que el sector frutihortícola es, “desde hace algunas décadas, uno de los sectores más dinámicos de la agricultura, tal como se manifiesta en las regiones estudiadas del Norte de la Patagonia, Litoral y Cuyo en Argentina; Baja California, Sonora y Sinaloa, entre otras, en México; valles del río San Francisco en Sergipe, Bahía y Pernambuco de Brasil, donde el mayor dinamismo se genera en la producción destinada a la exportación”.

Ese dinamismo está expresado en la movilidad del capital, la transferencia y la venta de empresas regionales o nacionales a firmas extranjeras. Ese proceso de desnacionalización de la producción, que reproduce lo ocurrido en el país y en América Latina, está analizado pormenorizadamente por Landriscini y Osvaldo Fleiss.

En ese contexto, Bendini mencionó las “empresas modernas radicadas en la región (que) lograron insertarse con éxito en el mercado mundial: uso de tecnologías de punta; organización a escala y descentralizada de sus procesos productivos; control de los segmentos de distribución y de comercialización y movilización de complejos flujos migratorios para disponer de mano de obra barata y abundante.

... formas combinadas de concentración económica y de persistencias adaptativas de pequeños y medianos productores que provoca la continua reestructruación de las relaciones técnicas y sociales de producción. Uno de los efectos más importantes de los procesos de revalorización de tierras para la actividad agrícola orientada a productos de calidad es la transformación de los mercados de trabajo, de las relaciones intersectoriales y de las propias comunidades locales. Así, las nuevas formas de organización de la agricultura redefinen las posiciones productivas de trabajadores, productores y empresarios; reestructuración que responde, por una parte, a tendencias mundiales de la reestructuración productiva e inserción flexible pero, por otra, a especificidades regionales y a redes locales de actores.

El espacio es una cadena de lugares interconectados: para los productores, el territorio no es sólo ellugar (o los lugares) en íse vende la producción, para los trabajadores no es sólo el lugar en donde se reside sino son los lugares adonde se migra para trabajar (desplazamientos múltiples, nuevas configuraciones familiares, redes sociales).

Las políticas neoliberales de fuerte impacto en la región durante los años ochenta y noventa transformaron profundamente la agricultura. Atendiendo a la flexibilidad de su producción y su adaptación a las condiciones cambiantes del mercado, algunos autores la caracterizan como una agricultura postfordista, mientras para remarcar la combinación entre la flexibilidad productiva y el uso del trabajo precario oros autores hablan del surgimiento de una agricultura flexible; tal el caso de las empresas del sector agroexportador frutihortícola que se reestructuraron, combinando el uso de tecnologías sumamente sofisticadas con el uso de una abundante mano de obra migrante temporal y precaria para obtener productos de calidad internacional y lograr su máxima rentabilidad en el mercado global.

Al surgir una nueva división internacional del trabajo en los sistemas agrícolas a nivel mundial, la agricultura de los países periféricos se integra más y más a las actividades de las empresas agroindustriales, las que han ido conformando crecientemente conglomerados transnacionales, y al mismo tiempo la reestructuran. Los complejos agroindustriales fueron profundizando su integración vertical mediante el desarrollo de cadenas productivas extendiendo su control en los distintos eslabones o segmentos, dese la producción al consumo final de los productos agrícolas. Este proceso ha sido acompañado, en las últimas décadas, de una creciente concentración e internacionalización del capital a través de complejas estrategias de descentralización geográfica productiva/centralización de gestión; creación de redes de abastecimiento; requerimientos crecientes de mano de obra transitoria mayoritariamente extra local, entre otros.

OTROS TÍTULOS

NEUQUÉN (AN).- “Reestructuraciones sociales en cadenas agroalimentarias” es el sexto cuaderno GESA, y fue editado por La Colmena en Buenos Aires, con una tirada de 500 ejemplares. El grupo publica dos colecciones, la de los cuadernos y las que realiza en colaboración con otras instituciones, como es el caso del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA. Entre otros títulos, el catálogo de ediciones está constituido por “Campesinado y ganadería trashumante en Neuquén”; “Trabajo y cambio técnico. El caso de la agroindustria frutícola del Alto Valle”; “El campo en la sociología actual”; “De golondrinas y migrantes”; “Crianceros y chacareros. Territorio y organización social de la agricultura”; “Con las puras manos. Transformaciones agroindustriales y laborales en nuevas y tradicionales zonas frutícolas del norte de la Patagonia”.

Los artículos del presente cuaderno están compilados por Martha Radonich y Norma Steimbreger. Sus autores, entre los integrantes del GESA y los invitados, son Amalia Kreiter; Graciela Landriscini; Osvaldo Preiss; Marta Ciarallo; Mónica Bendini; Nidia Tadeo; Hubert de Grammont; Adriana Bocco; Sara Flores; Josefa Barbosa Cavalcanti; Dalva da Mota; Verónica Rama y Belén Álvaro además de las compiladoras.

Doce artistas en diálogo estrenan sala

Maestros y discípulos proponen una recorrida dialogada por sus obras: reflejos, puntos de partida, caminos retomados. La exposición está habilitada hasta el martes próximo en el subsuelo del nuevo edificio de Sosunc, que propone un acceso desde la estética y la reflexión sobre la producción artística regional.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

NEUQUÉN (AN).- Doce artistas plásticos regionales, seis parejas de maestro y discípulo en diálogo, en discusión, en camino que se inicia y rumbo que se retoma, en reflejos y chispazos. Quizás una conversación artística que no finalizará jamás; o una discusión que se plantea ante el público, que mira, interviene, toma partido. Un público que se quiere cómplice de la muestra que sirve también para una inauguración, la de la sala de Sosunc, en el subsuelo del nuevo edificio que la obra social ocupa sobre la avenida Argentina, en uno de los extremos del terreno que ocupa la Universidad del Comahue en esta ciudad.

Las parejas unen estilos diferentes, estéticas distintas, posiciones ante la vida, el arte y el universo que no siempre coinciden pero que enriquecen la visión de la producción artística regional.

Así confluyen en la sala los doce artistas, que estarán en exhibición hasta el martes próximo. Gabriela Erazun con Rosario Cufari en un clima de abstracción; Ana Zitti invitó a Carolina Guajardo para ocupar –las dos- el punto de vista de la modelo, con diferente tratamiento técnico y de contenido; luego Ana María Alcalde y Analía Herbel dialogan desde la figuración y Stella Provecho con su discípula casi adolescente, Ailín Tornatore, instalan objetos separados del uso cotidiano para cuestionar el pensamiento.

La exposición continúa con una litografía de Marcelo Sewald que discute en tema y en estilo con su alumna Ivana Alan y concluye con dos esculturas, obras de Lucía Seijo y Silvina Signe con materiales diversos pero una ocupación del espacio que no permite miradas indiferentes.

Por caso, Stella Provecho plantea una serie de objetos –copas de pie quebrado, de cáliz roto- con palabras desarmadas que inducen al juego anagramático. Así “nada” puede ser “Adán” y “anda” y así sucesivamente. Mientras, Ailín Tornatore convoca al sentimiento con una estética hiperrealista y rayana en el humor negro. En realidad, un guiño irónico que plantea interrogantes sobre la propia existencia.

El curador de la muestra –y de la sala- es Marcelo del Hoyo, que anunció la próxima exposición de Javier Lodeiro, artista de Cipolletti, a partir del viernes 18 de este mes.

La sala, dijo del Hoyo, “propone un proyecto curatorial que tiene que ver con el ámbito de la región Comahue y con los docentes e investigadores de la Universidad”. En efecto, esta suerte de “doble curaduría”, consiste en una visión desde lo artístico, a su cargo, y un abordaje desde la cosmovisión de los investigadores y docentes convocados.

Para el caso de Lodeiro, la co-curaduría está a cargo de Raúl Caldús, del departamento de Filosofía de la facultad de Humanidades, quien “se refiere a la obra del artista y su vinculación con lo metafísico”.

La idea, concluyó del Hoyo, es lograr “interacciones” entre ambos curadores y al mismo tiempo generar “un espacio abierto a la producción artística regional”.

La sala permanece abierta al público de martes a viernes entre las 10 y las 14 y sábado, domingo y feriados de 18.30 a 20.

Veinte años de mujeres en poesía

Es una antología que recopila la producción de 53 poetas del país, nacidas entre 1960 y 1980. En la selección hay tres patagónicas, y una neuquina, Macky Corbalán. El volumen será presentado en Buenos Aires el 25 de marzo.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

NEUQUÉN (AN).- Son 53 poetas argentinas nacidas entre 1960 y 1980. Son sobrevivientes de un minucioso proceso de selección que en una primera instancia superó el centenar. Ahora, el libro publicado por ediciones del Dock, el ya legendario sello de Carlos Pereiro para todo lo concerniente con la poesía, será presentado el 25 de este mes en Buenos Aires, en la Casa de la Poesía que dirige Susana Villalba.

El arduo trabajo de selección estuvo a cargo de Andi Nachón, que también escribió un prólogo donde establece los criterios que guiaron la antología y las conclusiones que obtuvo después de su tarea. En la recopilación hay tres patagónicas, y una sola de ellas es neuquina. Se trata de la casi infaltable Macky Corbalán, una cutralquense nacida en 1963, con una obra breve, condensada, profunda y sorprendente. Las otras dos son Claudia Prado, de Puerto Madryn, y Ana Porrúa, nacida en Comodoro Rivadavia y residente en Mar del Plata.

Ellas integran un panorama que completan otras 50 poetas, casi la mitad de la ciudad de Buenos Aires, seis de esa provincia y 24 del resto del país. Ésa es la primera –y saludable- sorpresa que uno se lleva: al menos numéricamente, parece que la poesía argentina no sólo se escribe en la Reina del Plata. Una aclaración: hay tres poetas que exceden los requisitos y están en el volumen por tratarse de “escrituras nuevas que están llegando”.

Esta antología sucede a una que abarcó las dos décadas inmediatamente anteriores y con las cuales la presente tiene “una cierta filiación”. Sin embargo, tiene razón Andi Nachón cuando expresa que “el recorrido propuesto en esta oportunidad se vuelve más difuso e indudablemente asienta su potencia en un ahora volcado hacia delante”. Y añade de inmediato cuál es el universo presentado: las más jóvenes tienen entre 25 y 27 años, algunas están aún inéditas y otras cuentan con sólo un libro publicado.

El segundo punto, que uno también comparte con la autora de la antología, es que este elenco de poetas ocurre en un contexto especial de la literatura –y de la poesía, particularmente- en la Argentina. Luego de la brutal transnacionalización de la industria editorial y su consecuencia más inmediata, la escritura con recetario más o menos expreso, surgieron numerosos proyectos sectoriales, colectivos, aislados o más o menos compartidos que hicieron crecer en forma vertiginosa la edición en pequeñas tiradas, fuera de los circuitos comerciales habituales. Así, a los sellos “históricos” –Último Reino; La danza del ratón; Tierra Firme-, se agregaron otros –siesta; La luna que; del Dock; Limón; Adriana Hidalgo y otros- que robustecieron la posibilidad de acceso a la lectura y a la circulación de la poesía novísima.

En este caso, se trata de una notable muestra de la poesía luego de Juana Bignozzi, Alejandra Pizarnik, Glauce Baldovín, Celia Gourinski, Olga Orozco, Irene Gruss y otras tantas que, como considera Nachón, tenían “en su haber poéticas ya constituidas en obra”. De ellas se perciben rastros, datos genéticos que continúan y perpetúan algo que ya se constituye en un objeto de estudio en sí mismo. Es decir, la poesía de mujeres argentinas es, quizá, una de las materias más importantes a abordar por parte del crítico literario, pues acaso en este segmento se den la renovación, la indagación, el reencuentro de la poesía con la búsqueda y el conocimiento, lejos del adocenamiento de tanta poesía-cháchara que se constituye sin lirismos, sin pasiones, sin sorpresas. Sin sangre.


Una astilla del roquismo


Pedro Navarro Floria

Las alternativas de la construcción de la Patagonia como un espacio donde política y ciencia dibujan la imagen que tendrá la futura nación, luego de la campaña de Roca, se narran en el volumen “Paisajes del progreso”, que será presentado la semana próxima en la Universidad del Comahue. El trabajo es responsabilidad del Centro de Estudios Patagónicos, que dirige Pedro Navarro Floria.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

Un nuevo retorno a los orígenes, ahora con un protagonista: el territorio, donde la ciencia del positivismo y la política liberal –el proyecto del roquismo- dirimen cómo será el futuro de la nación recién nacida. Un largo período que comienza apenas se disipa el humo de los Rémingtons en los cañadones, valles y mesetas de Río Negro y Neuquén y culmina en pleno gobierno de Hipólito Yrigoyen.

Es un país que comenzó con la inmigración y sus hijos proscriptos y la resistencia de la otrora orgullosa nación mapuche quebrada. Es un país que, al finalizar el período está por asomarse a las más fieras luchas obreras de anarquistas y socialistas. En fin, es un territorio que ocupan galeses fugitivos de un Reino Unido perseguidor y que asuelan los bandidos rurales locales y foráneos –Vairoletto, Butch Cassidy, Sundance Kid- y que empiezan a colonizar chilenos y argentinos por partes desiguales.

La búsqueda de una identidad tras esas nubes de arena y sangre empecinó a Pedro Navarro Floria: “Paisajes del progreso. La resignificación de la Patagonia norte. 1880-1916” trata la construcción de la Patagonia como desierto –explica Perla Zusman en el prólogo- “antes de la campaña de roca de 1879”.

La imagen de ese desierto “desarrollada tanto discursiva como cartográficamente” intentó demostrar que era un ámbito despoblado o “esterilizado por sus habitantes originarios”.

Sobre esa base se utilizaron dos imágenes: desierto y vergel, que constituyen el paisaje como “dispositivo cultural” de aproximación a lo desconocido o distante.

Con Navarro Floria, este corresponsal dialogó sobre las ideas que construyeron la posibilidad del desierto integrado al estado liberal propugnado por el roquismo, una de cuyas vertientes, el reformismo liberal, fundamentó la institucionalización de los territorios.

El historiador, integrante del Centro de Estudios Patagónicos, dijo que el reformismo liberal “es una de las líneas políticas que aparecen en el campo de la oligarquía liberal de la época, a partir de la crisis de 1890 y de la percepción de que hay cosas que no funcionan. Con los territorios nacionales es visible: fueron conquistados por las armas, pero no hubo una sociedad constituida. Los principales referentes del reformismo liberal fueron (Estanislao) Zeballos y Joaquín V. González, funcionarios del Estado nacional. Entre los presidentes enrolados en esta tendencia, se puede mencionar a (José) Figueroa Alcorta y (Roque) Sáenz Peña. El reformismo liberal es un desprendimiento más lúcido, una astilla del palo del roquismo. Ellos mismos plantearon la reforma electoral a partir de las tensiones del sistema pero con el convencimiento de que ganaban las elecciones. Se sorprendieron cuando triunfó el radicalismo”.

Respecto de los pioneros y de las sociedades de los territorios, hay una cierta invisibilidad de los extranjeros, en especial de los chilenos. ¿Qué pasa con las mujeres; también son invisibilizadas?

- La situación de la mujer no se exploró. El pionero es un sujeto del discurso modernizador, y la mujer aparece con el pionero, formando familia. Además, la mujer fue considerada como elemento biológico clave para la renovación de la sangre. La figura del pionero es a priori masculina porque (por ejemplo, en Gabriela Nouzeilles) el pionero es el hombre que somete a la naturaleza, que aparece feminizada, violada por el pionero. La imagen es de William Henry Hudson en “Días de ocio en la Patagonia”. En el siglo XIX es fuerte la imagen del sometimiento de la naturaleza.

¿Cómo ocurre ese proceso?

- Existe una rápida dinámica de construcción del territorio; una operación material de conquista que alimenta la imagen del territorio. Vanni Blengino utiliza una imagen sobre la carrera con las palabras y acontecimientos. A veces las palabras van antes que el conocimiento: conquistaban y descubrían; en cuanto a la Patagonia, tenían una noción muy vaga del interior, conocían sólo la costa. Un ejemplo son los mapas náuticos ingleses del siglo XIX: conocen la costa pero no el interior.

En cuanto a la política en los territorios “se redefine según el Estado absolutamente unitario”. La actitud es diferente con las provincias preexistentes: en esos casos, el Estado nacional “es bastante más federal que con los territorios. Es más federal porque tenía que negociar con las oligarquías provinciales; en esas jurisdicciones había congresos, legislaturas, hay otra circulación de poderes. Con los territorios no ocurre eso, es puro y duro unitarismo. Eso genera el discurso de la minoría de edad, de la adolescencia que considera a los territorios y sus sociedades como incapaces”.

Las élites tienen un papel preponderante en la conformación del “paisaje del progreso”: se trata de una élite conquistadora, que participa de las acciones de “conquista, se reparte las tierras y el botín”.

En una segunda instancia, aparecen “élites locales que empiezan a instalarse o generarse y así se establece un determinado diálogo entre las élites nacionales y las locales. Hay en 1899 hasta la época de Roque Sáenz Peña una serie de viajes de presidentes y ministros, y es importante ver con quiénes se reúnen, a quiénes consideran como el pueblo de los territorios. Por ejemplo, Roca viaja a encontrarse con el presidente chileno, Errázuriz, y los Braun, los Menéndez y los Nogueira. Los aliados estratégicos del roquismo son los grandes empresarios patagónicos”, indicó Navarro Floria.

Cuando hablan del interés del pueblo de los territorios “y cuando hablan de que el territorio nacional debería tener representación en el Congreso, hablan básicamente de ellos”.

Entonces, “el rol de la élite es el de la construcción de la élite local. La élite nacional elige al interlocutor, lo construye”.

PRESENTACIÓN

“Paisajes del progreso” se presentará el próximo 16 de abril en el Aula Magna de la Universidad del Comahue. Desde las 19, Andrés Dimitriu se referirá al libro y a la articulación de la comunicación como elemento constitutivo del imaginario sobre el área cordillerana. Según Pedro Navarro Floria, la colaboración entre el Centro de Estudios Patagónicos y Dimitriu confirma “una idea de hacer historia: no para los historiadores; sino que lean la historia los no historiadores, es decir, quienes se dedican al turismo, al medio ambiente, a la comunicación”.

La tirada del libro es de 100 ejemplares y se distribuirá a través de “Manuscritos”, la librería universitaria ambulante de Alejandro Gamero. La presentación se repetirá en mayo en Buenos Aires –en dependencias de la Universidad de esa ciudad, y de la Católica- y posteriormente en las jornadas de historia de la Patagonia, cuya tercera edición se desarrollará en San Carlos de Bariloche en noviembre próximo.

El volumen está coordinado por Pedro Navarro Floria; su prólogo estuvo a cargo de Perla Zusman y contiene ensayos de Pablo Azar, Alberto Garrido, Carla Lois, Gabriela Nacach y Leonardo Salgado.


domingo, 6 de abril de 2008

Una mujer, la ciudad, el erotismo


Concha García en Ushuaia, durante su estadía en la Argentina.







Para la poeta española Concha García el poema es un intento de destacar lo fragmentario de la realidad. En su poesía “no hay episodios, sino escenas incompletas, fragmentos mínimos de una vida”. Los seres anónimos angustiados por el vacío de su existencia protagonizan sus textos: ella encuentra en esas mujeres, en esos hombres la falta de espíritu que caracteriza estos días.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

NEUQUÉN.- El poema expresa sólo fragmentos de la realidad: ése es el límite del lenguaje cuando se trata de percibir la existencia. Así, el poema “acaba siendo un intento de destacar partes de la realidad en su aspecto más fragmentado”.

La poeta catalana Concha García cita a Rosa María Belda, la prologuista de su más reciente libro –“Ya nada es rito y otros poemas”-, cuando señala que en su poesía “no hay episodios, sino breves escenas incompletas, fragmentos mínimos de una vida, porque no reproducen escenas identificables, sino sensaciones, gestos, una geografía de los sentidos que a veces transmite momentos de placer. Pero abundan más los episodios cotidianos del ser anónimo, que se angustia por el vacío de su propia vida. Quizás lo que más me preocupa es la falta de espíritu que padecemos en estos tiempos”.

De la dispersión de lo cotidiano habla García, de esa grisura que a veces campea en todo y de la cual, sin embargo, pueden extraerse imágenes, metáforas, nuevas formas de conocimiento si se les aplica el método de la poesía. El erotismo como medio de revelación de los cuerpos en relación –con el medio, con otros cuerpos; con el tiempo- y como premio a la búsqueda de un más allá que por momentos está al alcance de la mano, es un dato de su poesía.

En una entrevista realizada vía electrónica, Concha García se refirió a su oficio de poeta, una labor que requiere de aprendizajes y rupturas, de seguimiento de las tradiciones y de apartamiento de esas normas cuando se convierten en rígidos esquemas.

Por eso, Concha García admite que su poesía fue, durante un tiempo “incomprendida por haber hecho caso omiso de las formas imperantes de la convención clásica”. Es que, añade, “se tiene una idea del ritmo, como de la forma, muy pautada, muy preestablecida, sobre todo en el poema de tradición española”.

¿Podría describir cómo escribe, con qué técnica?

-Si rompo el verso con encabalgamientos o remates aparentemente caprichosos es porque el poema así lo exige. No pretendo embellecer, sino dar relieve, contrastar, hacer evidente que si algo no funciona con la lógica de la realidad en la vida de alguien, el ritmo de ese relato poético también debe darlo a entender. Además siempre me he preguntado qué es lo real. Concibo el poema como una metáfora en su contenido y en su forma.

Una visión de la realidad. Un dolor en la relación con la pareja. Los pequeños detalles denuncian esas carencias, esas ausencias. ¿Cuál es el abordaje de la realidad?

-Durante mucho tiempo el punto de mira de mis poemas ha sido una mujer, habitante de una gran ciudad, que en su anonimato hacía visible lo absurdo, el dolor y la gratuidad del deseo. Pero que vivía lo sagrado en una traducción ennoblecida del erotismo. Sobre todo, en mis primeros libros. El erotismo era el antídoto contra la angustia: era el consuelo de la existencia; una de las maneras más hermosas de estar viva. Pero nunca desde la mirada narcisista, ni siquiera del otro, sino del propio cuerpo y de la conciencia de su ilimitada fragilidad.

¿Podría señalar influjos, rastros de otros poetas, escritores, artistas o pensadores en su poesía?

-Siempre me ha impresionado el desconsuelo lúcido y no exento de sentido del humor de (Fernando) Pessoa (en Alvaro de Campos), de (Witold) Gombrowicz, o de Felisberto Hernández. La sorprendente elocuencia de los haikús, el ritmo vital de algunos poemas de Adrienne Rich, la sensación de soledad que transmite la poesía de Antonio Machado, la elocuente capacidad de nombrar la muerte de Blanca Varela, el interrogante sobre la femineidad que plantea Ingeborch Bachmann, la extraordinaria capacidad de nombrar el mundo desde los pequeños acontecimientos de Szymborska, y la inteligencia de Marguerite Yourcenar. Aquí lo dejo. Leer es una experiencia que abre las puertas de al percepción y te hace más feliz. En España los adolescentes carecen cada vez más de comprensión lectora, y eso precisamente es lo que no he visto en este país, ni en la Patagonia. Los jóvenes aman la lectura, tienen curiosidad, se leen los unos a los otros con respeto.

Señale poetas españoles actuales, contemporáneos suyos en cuanto a generación.

-Lamentablemente no conozco todo lo que se escribe actualmente, así que no voy a entrar en la poesía más joven. En España se publica mucho, y eso hace que la poesía haya entrado en el mercado, aunque paradójicamente sale perjudicada porque un libro de poemas debe permanecer mucho tiempo en el anaquel y ahora eso no es posible. Pero no puedo dejar de pensar en poetas de mi generación como Chantal Maillard, Juan Carlos Suñén, Angeles Mora... ¿Sabes? Me siento afín a muchos poetas que no voy a nombrar porque la lista sería mucho más larga, y las afinidades están más relacionadas con haber compartido espacios, tiempos y lecturas que con otra cosa.

DATOS

Concha García nació en La Rambla, en 1956, pero residió prácticamente toda su vida en Barcelona, adonde su familia se trasladó siendo ella muy pequeña. Estudió filología hispánica y fundó el Aula de Poesía y la Asociación de Mujeres y Letras, dos organizaciones dedicadas a difundir la poesía escrita por mujeres tanto en España como en el resto del mundo.

Codirige la revista “Ficciones”, publica críticas literarias en los suplementos culturales de los diarios Avui y ABC, y es colaboradora de revistas especializadas, entre ellas Barcelona Review y Lateral.

Obtuvo varios premios, entre ellos el de poesía Aula Negra, por “Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas”, el primer premio de poesía Barcarola, con “Ya nada es rito”, y el primer premio Gil de Biedma, con “Ayer y calles”, publicado por la Editorial Visor.

Trabajó durante un año entero, auspiciada por la Fundación Antorchas y Espacio Hudson –el proyecto literario dirigido por el poeta Cristian Aliaga en Chubut- en la coordinación de talleres de producción y análisis de poesía en la Patagonia. Como resultado de su trabajo editó una antología de poetas de la región, y tiene en preparación una nueva edición crítica.

Además, su obra poética incluye los siguientes títulos “Rabitos de pasas”, 1981; “Trasunto”, “Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas” y “Diálogos de la hetaira” publicados en 1986; “Otra ley” 1987; “Ya nada es rito”, 1988; “Desdén”, 1990; “Pormenor” 1993; “Ayer y calles”, 1994, “Cuántas llaves”, 1998; “Árboles que ya florecerán”, 2001 y, el año pasado la recopilación de casi toda su obra en la reedición “Ya nada es rito y otros poemas”.

TEXTUALES

* “Mi poesía no es desgarradora, es algo pesimista, y un tanto fatalista. He apuntado en casi todos mis poemarios, excepto en los dos últimos, a reflejar experiencias dolorosas, que pasan también por el cuerpo de mujeres, eso es cierto. Pero lo que más me ha interesado, cuando me releo, veo que ha sido retratar los instantes feos de la vida, la soledad, el fraude cultural: no hay nada para siempre. La fugacidad es la gran lección. Ahora sé que sólo se vive de los instantes y éstos son los que me hacen gozar y sufrir. No hay nada detrás ni delante. Los recuerdos acaban siendo selectivos. La experiencia no. Con eso te respondo a que la poesía tiene que ver con todo. La expresión TODO es muy compleja, alberga también lo que no se sabe”.

* “No hay cuerpo sin alma, sin intelecto y sin piel. Somos una unidad. Como dicen los orientales, con algo de yin y algo de yang. Quizás los hombres, generalmente, se han preocupado más de la estética a la hora de cultivar la poesía, no olvidemos que el poema se libera de las tiranías de las modas en este siglo pasado. La mujer, sobre todo, muchas poetas norteamericanas nacidas en los años veinte, como Sylvia Plath, Anne Sexton, Sharon Olds, Adrienne Rich, tuvieron muy en cuenta su cuerpo, porque era un cuerpo que había sido maltratado a causa de las imposiciones morales que tuvieron que aguantar, desde ser madre a tener un compañero, sin posibilidad de elegir qué era lo que realmente querían, entonces el cuerpo deviene en víctima de esa fatalidad histórica y cultural que nos ha tocado vivir a las mujeres. Yo leí a esas poetas y me influyeron mucho. Habría que intentar para superar todo eso de lo estético y del cuerpo, ser más flexible, captar la mirada en ambos lugares, que del alma se pase a una mano que sacude el polvo a una chaqueta. Eso es lo que me interesa de la poesía actualmente, que me de esa versatilidad, esas miradas desde dentro y desde fuera bajo una mirada única”.

SELECCIÓN DE POEMAS

De "Otra ley"

Cansancio

Sentada es como si bebiera largos tragos de playa,

pócimas de tonterías y me cortase las uñas,

sin compañía. Es un cuento más, una residencia

cara. Piso el suelo con bocados de ansiedad

y me lleno de reliquias el cuerpo, salgo

asustando. Repito en larguísimo silencio

abulias y taconeo deslizándome sin prisa

por las avenidas buscando un no sé qué, aquello

que no se nombra porque no se sabe y acapara

gran parte del día ponerme bajo una sombra.

La que sea, a estas alturas elijo la que sea.

De "Ya nada es rito"

Amaneciendo en soledad

Sí que es ser de día vestirme

cuando no tengo un sosiego enfrente

ni nada en el costado, chupada

de lástima voy vertiendo el traje

en mis brazos y lo encajo

como un sueño deseando un desnudo

más constante. Más siempre.

Dejando de amar

Ya no le digo te quiero a nadie,

he perdido el sur del vestido y las

costuras se abren, parezco una tela

inflexionada, una rota lana.

Me río de tanta lluvia, a veces

el aliento es iracundo y lunático,

la frescura y el atrevimiento

se han hecho detritus, pondero

por eso todo amor deshilachado,

me aceito de madrugadas pasivas

y al mirar por la ventana se va

aquel dramatismo de antaño,

aquella ira romántica que

ponía un precio a la aventura.

Vasta sed

Me ansía cuando se le seca la boca

bebiendo tragos, en los genitales le irrumpo

de mentira y se trajea con la tarde

que nunca vine. Meditando en montañas

de aguardiente elige cómo olvidarme.

De "Pormenor":

Anomalía

No paseo. Ni ando. Voy a casa.

Cayó del monedero el bono-bus

y tengo cinco duros. Ni para

cerveza me queda. Te amé

escrupulosamente. Iba

a charcuterías y te invitaba

a cenar. Eso era una muestra

evidente de mi ternura. No

tengo nada. Nada.

Empezar

Todavía no he bebido lo suficiente.

No digo mucho, digo lo suficiente.

Así que ahórrate la otra vez

y próximas. Nunca dije: atada soy.

Ni me horroricé por un beso

en cualquier parte. Adoro

sólo lo adorable. Un día, u otro

siempre puede asomarse una

a la ventana y ver tejados.

Adoro los tejados y beber.

Bebo para la tirria, para

comprender. No te entiendo,

me levanto, está bien,

no me quedo.

Lo que se sabe

Toda mi vida la pasión soterrada

en el bajo fondo de la placidez.

La idea de la pericia escapa. Un lento

proceso al amanecer. La quinta vez

que reescribo. Te lo dije. No creo.

La fe ha resbalado como la resina joven,

como el trazo de una oruga,

la fe se ha derretido en la baba

de varios caracoles. Toda tu vida

escapa o huye. No negué lo que vi.

No vi nada. Sombra en un pacto

toda mi vida: la ventana, arrullando

el más puro sonido del silencio, un crac

rompe la desidia, un sonido leve de rotura

precipita el único acontecimiento imposible

e indeseable. Soy tu túnica, tu vajilla

y tu despecho. Me voy irritada. Sé que ahora

el velo del día es un espeso manto,

una capa del rey Recaredo. Una enagua.

De "Ayer y calles"

Alegoría del tiempo

Somos moderadamente felices,

los dos vivíamos en una afinidad

absoluta: las palabras

no pueden expresar la experiencia.

Yo tampoco.