jueves, 13 de abril de 2017

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por Alejandro Flynn



Se oye como música a lo lejos. Un raro sonido que va acercándose a la ciudad de Buenos Aires. Los defensores sabrán luego que son gaitas, del cuerpo de Highlanders escoceses y que animan al batallón británico que está a las puertas de Miserere.

Luego entrarán como olas rojas por cada calle; ya nadie duda de que son ellos invadiendo de nuevo, aunque muchos más esta vez. El poblado espera; desde las azoteas con sus enormes fuentes que lloverán agua hirviendo, tras los improvisados parapetos, asomados reja a reja de las casas. El negro Miguel Nadal, que morirá en esa jornada y que sigue amontonando piedras -que serán como flechas certeras contra el león imperial-, dice, risueño, a su patrona: “son empeñosos los gringos, amita, que se vayan viniendo nomás al baile…”