martes, 20 de diciembre de 2016

De Bahía Blanca al Valle: Osvaldo Costiglia y Álvaro Urrutia

Texto leído en la presentación de ambos poetas en la Casa de las Culturas de la ciudad de Neuquén, en diciembre de 2016

Osvaldo Costiglia - Álvaro Urrutia


Veamos: leer los poemas de Osvaldo Costiglia y Álvaro Urrutia nos (me) ponen ante dos vertientes o tradiciones en la poesía argentina. Voy a hablar sobre la base de algunos poemas que leí de ambos.

Costiglia, que compone sus textos como si dentro de ellos circulara el aire, un aire, entre la luz y la sombra, no pertenece a ninguno de los enclaves municipales en que se agrupan los poetas en el país. No es de las grandes metrópolis. Es -y esto lo dijo hace tiempo Raúl Mansilla, cuando hizo que yo lo encontrara, como los grandes poetas que optaron por ese centro dislocado que es el margen. Y pienso en Juanele Ortiz, En José Leónidas Escudero, en Bustriazo Ortiz. También en Irma Cuña, que al final volvió a la querencia y aquí terminó de bordar su obra, donde la había empezado. Ésta es, entonces, una de las grandes vertientes, asociada quizás -y esto es una opinión- a Antonio Porchia, a Roberto Juarroz, dos poetas que también hoy están fuera o lejos de los centros.


La poesía de Urrutia viene y se inscribe en otro andarivel: él es bonaerense, de la pampa amplia que es puro horizonte a veces cortado por árboles, por montes aislados. Y soja y maizales y trigales y vacas, vacas y vacas. Pero, sobre todo, es una extensión, eso que Sarmiento veía como un gran problema nacional. Y esta cita no resulta ociosa, ya que la poesía de Urrutia me refiere a ese gran invento rioplatense del siglo XIX que fue el dato de originalidad más grande de las incipientes Provincias Unidas: la poesía gauchesca. Los poemas de Urrutia no son como los de Hidalgo, o los de Hernández, no. Pero tienen un trasiego de Lamborghini, y ese dramatismo que recoge el habla de la gente que monologa -o imaginamos que lo hace- y permite así que nos asomemos a una forma de ver las cosas distinta. A una forma distinta de padecer. Eso hace Urrutia.

Un poeta bahiense, eso es Costiglia: en su universo están el mar y el puerto, su ciudad es esa bisagra entre dos extensiones -la pampa y el océano- y en medio están él y su poesía. Como en los italianos que se empeña en traducir -Eugenio Montale, Valerio Magrelli, Umberto Saba, entre otros- y como
en sus numerosos libros, en su copiosa obra que permanece inédita con una testarudez equivalente a su voluntad de trabajo.




Un poeta de la pampa bonaerense, eso es Urrutia. Y en sus poemas están el habla de la gente que conoce en la escuela rural donde trabaja, cerca de Villalonga, ciudad donde nació. Y, como los poetas gauchescos, no es un poeta rural: no lo era Hernández y tampoco Del Campo. Y menos Lamborghini. Pero él está en esa línea, y con eso rompe una costumbre que por su residencia en Bahía Blanca estaba casi destinado a reproducir: el objetivismo. Ni Urrutia ni Costiglia lo son. Tampoco neorrománicos. Son algo diferente, son dos voces que asoman en el panorama de la poesía que se hace -o en el panorama que la poesía hace- en el país. Así ocurre en el norte y en la Mesopotamia; así ocurre en el centro y en Cuyo, así también en Buenos Aires y en el Litoral, y así ocurre, gracias a dios, en Patagonia.


Muchas gracias.

Poemas de Osvaldo Costiglia

UNA HISTORIA

Una historia que no podrìa contar porque no la recuerdo
sin embargo sube ligera ante mis ojos como un globo
tiene cierta capacidad de felicidad que me hace reír
sin ruidos en la garganta sin làgrimas en los ojos
tal vez porque transmite la serenidad de los paisajes vistos a la
                                                                                                (distancia
y asì sube en el dìa que huye
mientras me quedo mirando el cielo
viendo como las nubes la toman y se la llevan
quieto. y ya sin historia, disponible.

B.B., 12/03/14



AGUAS DE VIDA

Siempre hay vida en el agua
navegando en el barco en que vives
los suspiros serán húmedos
húmeda la flor de tu corazón
y el lento río de los pensamientos
un manzano florido que riegas en el sueño
el cuerpo que te habla bajo la noche
el agua que golpea en esa playa donde reposan tus sienes
y los ojos que en la niebla se licúan
la húmeda respiración en el espejo
de esos viajeros que hacen que gires hacia ellos
porque cuando pasan te llega un mar de risas
y así te quedas con tu curiosidad a cuestas
esperando la lágrima
que sabiamente te rehúyen.


B.B., 16/06/14





LA HABITACIÓN DE AL LADO

Alguien dijo, en medio del bullicio general
que debíamos reconsiderar las razones
del silencio que reinaba en la habitación de al lado
donde una flor había dejado caer sus pétalos
hoy nos preguntaríamos que habitación era aquella
en un mundo tan vasto y a través de tantas estaciones
que hemos olvidado hablar de ello
cada uno por razones propias
rehuimos volver a poner en escena
lo que quedó escondido en aquella habitación.


B.B., 23/06/14



Poemas de Álvaro Urrutia

Poema de Natividad (fragmentos)

I
mucho santos hay allá
acá en la iglesia no hay muchos
pero en bolivia   muuuuucho santos
                 llena la iglesia   esta
yo vine en el ochentaitres
               pero   siempre era que yo me iba
venía a la caña a tucuman
después venia a la uva de mendoza
a salta veníamos a cosechar tabaco…

alguien venia y te decía
       en tales lugares se está ganando bien
y todos se iban para allá y así…


II
mama vivía en ledesma de donde el azúcar
se enfermo    no sé qué es lo que tenia
le dolía acá            
                      donde es los riñones
en seis meses se murió    nomas
cuarenta y tres años tenia
antes los doctores no eran tan profesionales
                             antes no había los análisis
yo nunca escuchaba            nunca sabia de los análisis



III
ahora   en sucre   me hicieron la tomografía
acá no  no me hicieron lo que es  nada
    apenas    me dieron los calmantitos
me llevaron a bahía   a mí no me dijo el doctor            
parece que le dijo al ambulenciero  
                          que no era nada
hasta que fui a bolivia      
                me curaron con un poco de yuyo
                  me hicieron un poco de vapor
un naturista me baño con eso  

alguien venia y te decía
       en tales lugares se está ganando bien
y todos se iban para allá y así…

sábado, 3 de diciembre de 2016

Poemas de Jorge Isaías - selección

Selección de poemas del santafesino Jorge Isaías, contemporáneo nacido en 1949



XII

Anduvo el aire
metido en erupción
alegre de calandrias
anduvo la calandria
persiguiendo torcacitas.
Anduvo el aire claro
deflagrando eneros y silencios.




XXXV

¿Habrá algo
en este día
que me cubra
de la miseria
de los hombres?

¿Y un poco
más
como un esfuerzo
extra
que me salve
de sentir miserias
personales?

de “El vuelo de la abeja”, 2008.


1

Era mayo
cuando brotó
la savia viva
de tus pechos?

O me confunde
el oro altivo
de los plátanos
y de este bello
sueño
soy el único culpable?


2

Nos amamos
en la rescindida
sueñera
de albas y de choclos.

Como si todo un día
fatalmente
no partiera.



4

En mi mano
circulan
viejas cartas,
solas, adormecidas,
de honda pena,
de quejosos silencios.

En mi mano,
que nada más pretende
sino el peso claro
de tus senos.


9

Tengo sed
de vos,
quiero que leas:
que también son tus pechos
que hacen renacer mis ojos
y tu vientre girando
sobre mi boca
y este Otoño
que nos separa
cuando en realidad
debiera
dulcemente juntarnos...


12

¿Ca el furor desprendido
de tu sexo o es el Otoño
que cose sin piedad
la pestaña abierta
de tu carne?

de “Poemas de amor”, 1986.

Dos poetas de Bahía en el Valle - Osvaldo Costiglia y Álvaro Urrutia

El miércoles próximo 7 de diciembre, Osvaldo Costiglia y Álvaro Urrutia se presentarán en esta ciudad en el ciclo “Leo como en casa”, organizado por la subsecretaría de Cultura de la provincia. Ambos serán recibidos por Raúl Mansilla y Gerardo Burton en la Casa de las Culturas, Yrigoyen al 600.
Osvaldo Costiglia-Álvaro Urrutia

martes, 1 de noviembre de 2016

Rogelio Martínez Furé: cimarrón de palabras

El festival de poesía estaba a punto de terminar, y Ada y Sinecio habían insistido en que ir a verlo. “Es premio nacional de Literatura del año pasado”, decían, como para convencer. Y en La Habana, esa tarde del 27 de mayo hacía calor, un calor húmedo que se reflejaba en el incendio que las flores del flamboyán de la plaza ponían entre cielo y tierra.
La cita era en el aula de poesía de Amnios, una revista cubana que dirige el poeta Alpidio Alonso. En una pequeña sala, con las butacas colmadas, estaba Rogelio Martínez Furé acompañado por dos de sus discípulos: Carmen González y Sinecio Verdecia y el anfitrión. Martínez Furé, sentado contra un rincón, conversaba en una entrevista. Alto, con una camisola de fondo azul con arabescos blancos, un pantalón de liencillo también blanco y su mirada hacia arriba, como en busca de las palabras que iría a pronunciar. Es el “ashé”, que carga a la palabra hablada, que le pesa y le otorga ese sentido profundo que la hace fundamental, originaria, permanente en su fragilidad.



Es una palabra que se relaciona con rituales, hechizos y conjuros mágicos y que no se traduce con exactitud y precisión. Puede significar un don concedido; todo lo bueno y también se vincula con el poder, con la energía, con la fuerza que tiene toda existencia humana. Así cantaba:

Aquí estoy:
Nombro las cosas
y me apodero de su esencia
al nombrarlas.
El ashé de la Palabra
me torna Palabra.
Fundadora,
iconoclasta y libre.

Martínez Furé es poeta, folklorista, etnólogo e investigador. Fundó el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba y recibió numerosos premios, y el de literatura es el último de ellos. Es autor de una extensa obra poética, suya y anónima africana, que ha recopilado por décadas. Es famosa su edición  de Poesía anónima africana; del Tarikh y del Diwan, que recogen poemas y fragmentos de poemas y pensamientos de pueblos originarios del África.

A sus 79 años, el glaucoma le impide ver lo que transcurre pero sin embargo lo habilita para asomarse al revés de varias tramas. Y desde allí habla: de la oralidad en la poesía, del componente oral de la expresión como un camino propio, que eligió muy joven. Ese sesgo personal, dijo esa tarde calurosa y húmeda, con nubes panzonas con presagio de tormenta, se verificó apenas publicó sus dos primeros libros: Barriendo la república y La disyuntiva. Ya allí aparecían los elementos principales de la cultura popular cubana, atravesada por África, por la esclavitud, por la supervivencia ante el sometimiento aniquilador. Con la poesía es posible contar la otra historia de Cuba: el cimarrón de palabras inicia sus “descargas” poéticas, llenas de sentido, plenas de poder, del otro poder: el del pobre, el del negro, el del esclavo, el del marginado, el de que encontrará su camino a la liberación.

La obra de Martínez Furé, junto con la de Nancy Morejón, Excilia Saldaña y Georgina Herrera, entre otros, fue fundacional para la recuperación de la oralidad en la poesía cubana, tras la huella de Nicolás Guillén. De esa escuela surgieron Carmen González, Sinecio Verdecia, Israel Domínguez, Micael Iglesias y más aún. Verdecia proviene del grupo Chequendeque cuyos integrantes acompañan sus intervenciones poéticas con tumbadoras, cajón, palos de agua y otros instrumentos de percusión fabricados con semillas, caracoles, cuerdas; en fin, objetos de uso cotidiano con los que se comunicaban los mensajes en el pasado.

En ese intercambio -a veces no exento de tensión- entre la oralidad y la escritura de la poesía se sitúa Martínez Furé. Y a veces parece lamentar la lengua en que habla y por eso la mezcla con otras más antiguas, de sabores que le llegan del fondo de la garganta: lucumíes, yorubas, bantú. Del poeta martinico Aimé Césaire, adoptó conceptos que le permitieron analizar la realidad del Caribe y de América en el contexto del postcolonialismo. Y entonces se pone de pie y exclama:

Esta lengua,
otrora imperial y negrera,
la aprendieron mis abuelos
a latigazos cepo y bocabajo.

Hoy es mía, nuestra,
materna.
Como cabello sangre y sudor.
Por eso, lengua amada,
haré lo que desee contigo.
Nadie podrá impedirlo.

Su ascendencia es rica y diversa, pues Martínez Furé viene de mandingas, franceses, lucumíes, españoles, chinos y, muy probable, de algún indio en lontananza. Contaba que en su barrio vivían chinos, judíos, gallegos, catalanes, congos, arará, iyesá, abakuá, gangá..., mientras los guajiros venían desde el Valle de Yumurí cantando sus pregones o sus puntos guajiros. Todo eso en Matanzas. Es el Caribe su centro y desde allí recuerda:

¿O acaso mi abuela Carlota
cimarrona en el “Año del Cuero”,
que renací en Angola?

A veces se dedica interpretar música folklórica cubana, brasileña y antillana y obras de vanguardia. Algunas composiciones suyas también son ejecutadas por otros poetas-músicos.


Poco antes de terminar el encuentro, Martínez Furé recordó que el viernes siguiente sería el de la maka mensual, una reunión donde los asistentes discuten, conversan, intercambian poemas, músicas y abordan un tema diferente. Ese viernes, el primero del mes de junio, también era una tarde bochornosa. La cita era en la sala Villena del edificio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Cerca del monumento a Guillén, la gente se reunía para guarecerse del sol. Pocos minutos después, un aguacero se abatió sobre los árboles, sobre los tejados y sobre los que esperaban al poeta que estaba dentro de la sala preparando los instrumentos.


Martínez Furé aludió a la lluvia, que probablemente hubiera acobardado a varios contertulios y empezó. Recordó a Anacaona, la cacica taína de Haití, que sse sublevó contra los españoles hasta que fue vencida y finalmente ahorcada a once años de la llegada de Colón a la isla. Por eso, dijo que la relación de Europa con América, que no fue un descubrimiento, tampoco fue un encuentro. “En todo caso, un encontronazo, porque luego de eso hubo diásporas eternas”.
Se definió como “un cimarrón de palabras, un clonador de identidades porque nombro a las cosas y me apropio de ellas”.

Se definió en contra del “jineterismo pseudo cultural o pseudo religioso” que construye identidades falsas en las sociedades americanas. Por caso, recordó que muchos desconocen que usamos habitualmente más de cinco mil vocablos de origen árabe -almohada, alcohol, álgebra, azahar, albahaca, alcalde, almirante, ojalá- y “no destacamos la riqueza de ese patrimonio”
Entonces, antes de cantar el poema final de la maka, recordó que la oralidad cimarrona se opone total y fundamentalmente a los regímenes postcoloniales que enseñorean en el mundo:

Mi identidad
no la vendo
ni la presto
ni regalo.

Me acompañará por siempre
adonde quiera que vaya.
Hasta después de la muerte
seguiré siendo cubano.
Y eso que asumo y proclamo:
¡caribeño! (“Carné de identidad”)



Enlaces https://www.youtube.com/watch?v=zDeYPp49U98
https://www.youtube.com/watch?v=QczfGtzrWzQ


Aimé, Cachita, el café

Aimé es socióloga pero ahora se dedica a orientar y alojar turistas en un piso del edificio donde tiene su casa. Allí hay tres habitaciones –dobles o triples, según el caso, con baño privado cada una-, un comedor de diario y una sala que da a dos ventanales frente a la Universidad de La Habana, un lugar histórico con escalinatas dignas, según un poeta argentino, de una nueva versión del cochecito con bebé de la película “Acorazado Potemkin”. Durante la dictadura de Batista hubo allí una gran represión a una manifestación estudiantil.



El lugar es ideal para la charla y la bebida: poesía y ron, se sabe. Y una música suave que llegue de atrás, desde el parietal o más allá. Un jazz tranquilo, un bolero o un tanguito. Quizás mejor un tanguito.

domingo, 2 de octubre de 2016

El concepto de vanguardia, por Francisco Urondo

Este artículo está tomado del blog Del Amasijo, que gestiona la poeta María del Carmen Colombo. Originalmente fue publicado en la revista Crisis número 17, de septiembre de 1974. Y se publica en esta página porque creemos que toda poesía es política.



I


"El concepto de vanguardia, incorporado a la teoría revolucionaria universalmente, es una verdad científica ampliamente verificada en distintas épocas de este siglo y en diversas latitudes de este mundo. La íntima relación que existe entre los problemas culturales y los problemas político-sociales e históricos, la imposibilidad de separar a unos de otros. Incluso para el análisis, permitiría aventurar la idea de incorporación del concepto de vanguardia para la resolución del campo específicamente cultural.Por ese camino podrían ser evitadas las desviaciones populistas. También las desviaciones de izquierda, con su carga natural de ideologismo. Como en los problemas estrictamente políticos, tanto una desviación como la otra puede ser conjurada a través de una vanguardia que impida ignorar la experiencia concreta del pueblo que la rodea, como suele ocurrirle a la izquierda, pero que tampoco idealice a ese pueblo, como suelen hacerlo los populistas.Los hombres que den los primeros pasos, que encaminen la construcción de esa vanguardia, tendrán que identificarse con el campo popular –sin idealizarlo--, aunque no pertenezcan naturalmente a la clase productiva. Deberán hacerse cargo de la problemática de esta clase. No es suficiente estar cerca de los trabajadores para conocerlos. No es suficiente estar cerca o conocer las realidades de un pueblo, sino que hay que identificarse con esa realidad, correr la suerte del agredido.

Un segundo requisito fundamental para la construcción de esa vanguardia será actuar dentro del marco histórico adecuado y en observancia de las fuerzas que operan en ese marco, remitirse al momento histórico y a las fuerzas que lo componen. Tener en cuenta –como cualquier vanguardia política— al enemigo principal y la contradicción principal. En esta etapa, se define que esa contradicción es imperialismo-nación; reconocer entonces claramente a quienes en lo que hace a la cultura, pertenecen al campo del imperialismo y a quienes están en el campo de la Nación; rechazar a los primeros y establecer acuerdos con los segundos.
Los intelectuales y artistas que se aboquen a la construcción de una vanguardia cultural, no solamente deberán atender a la composición social de esa vanguardia y a los grados de identificación en relación con los intereses del pueblo; no sólo deberán tener en cuenta el marco histórico y, dentro de él, diferenciar aliados, amigos y enemigos, sino que tendrán que luchar contra un enemigo difícilmente identificable e interceptable. Un enemigo difícil de aislar y de aniquilar. Este enemigo son ellos mismos. O, dicho de otra manera, a estos trabajadores de las ideologías, lo que más les obstaculiza la tarea es la propia ideología.A partir de esta realidad, reconociéndola, se podrá seguir. Seguramente analizando el propio trabajo. Sabiendo para quiénes y cómo han producido, podrán salir adelante. Porque allí está el pecado original de intelectuales y artistas: en su práctica y no en su origen de clase. Allí subyacen una cantidad de cosas que hacen explicables sus problemas; por lo tanto pueden ser trascendidos y no convertirse en un mero estigma que los cristaliza y termina marginándolos.
El problema, entonces, está en las prácticas y en cómo están destinadas esas prácticas. Para quién se trabaja. No en la clase originaria. Los artistas, intelectuales, científicos, técnicos, generalmente hemos tenido que trabajar dentro de los cánones de la ideología burguesa, aunque pudiéramos suponer en algún momento que la estábamos enfrentando. Como ha trabajado aisladamente, el del intelectual es un trabajo solitario, aunque algunos técnicos, científicos hayan creído trabajar en equipo, sin advertir que se trataba de equipos aislados del todo.


II

Los hechos históricos que estamos viviendo, y que están siendo bien registrados por su natural protagonista –el pueblo– todavía no han sido captados por nuestros artistas e intelectuales. No se ha producido todavía la inmersión de estos grupos en la realidad cabal que se vive en el campo del pueblo. Hay trabas, debilidades objetivas para esta identificación y sólo la práctica, la imaginación y la capacidad creativa de estos artistas e intelectuales irán encontrando los caminos, superando las dificultades hasta que sean suyas las alegrías y las preocupaciones del pueblo.Pero la superación de estas dificultades objetivas sólo puede darse en la medida en que encaren simultáneamente los problemas ideológicos. El individualismo, el descompromiso, toda la sintomatología del liberalismo, estarán sumándose a las dificultades objetivas que intelectuales y artistas tienen para aportar su tarea a la causa del pueblo.
Por ejemplo, si alguien convierte su dignidad en susceptibilidad no sólo se aísla, trabado por la reticencia, sino que por ese camino indigno, por esa necesidad, deja de respetarse. Y quien deja de amarse no quiere a nadie. Y quien no quiere a nadie, no puede querer a su pueblo, no puede estar metido seriamente en una revolución que el pueblo hace para liberarse. El Che decía que la revolución es un acto de amor. Y es cierto, porque los actos de amor requieren entrega y lucidez."Osar morir de vida", me recordaba Lezama Lima que alguna vez dijo José Martí. Cuando se considera a la vida una propiedad privada, sólo el heroísmo, con su carga de posteridad o en el mejor de los casos, de búsqueda de inmortalidad, permite la osadía de ponerla en riesgo. Pero el sentido de la osadía que propone Martí no es individualista, sino que responde a una concepción ideológicamente más generosa. Porque la vida no es una propiedad privada, sino el producto del esfuerzo de muchos. Así, la muerte es algo que uno no solamente no define, que no sólo no define el enemigo ni el azar, que tampoco puede ponerse en juego por una determinación privada, ya que no se tiene derecho sobre ella: es el pueblo, una vez más, quien determina la suerte de la vida y de la muerte de sus hijos. Y la osadía de morir, de dar y, consecuentemente, ganar esa vida, es un derecho que debe obtenerse inexcusablemente.


III

Los problemas ideológicos impuestos a todo el mundo por la clase dominante se patentizan con más ahínco en los intelectuales y artistas. Tal vez por esto, ellos presentan una característica singular: generalmente --con razón o sin razones--, aunque haya entre ellos buenos y malos, son tratados como si fueran siempre malos. Suscitan una desconfianza a priori, un prejuicio. Y esto es malo, porque los prejuicios empujan, quitan espacio, alientan debilidades, sectarizan y terminan convirtiendo al destinatario de esa subjetividad, en algo bastante parecido a lo que el prejuicio anunciaba. Y no se trata de que el prejuicio venga a ser algo así como una presunción. Más que profetizar, el prejuicio prefigura.
Kim Il Sun, refiriéndose a los intelectuales de su país y recordando que aunque habían sido formados y servido en instituciones económicas y culturales pertenecientes al imperialismo, luego se pusieron al servicio de la patria, dijo: "Ellos se han transformado notablemente en los últimos seis años y han demostrado devoción e iniciativa en los últimos seis años de la construcción democrática. Una abrumadora mayoría de ellos luchó valientemente por la patria durante la guerra, muchos llegaron hasta la línea del río Raktongang para combatir al enemigo y durante la retirada temporal retrocedieron siguiendo a nuestro partido y venciendo todas las dificultades. Qué más podemos pedirles a esos intelectuales y por qué hemos de desconfiar de ellos".
No llenemos de piedras el camino. Es necesaria la presencia de los intelectuales en las organizaciones populares. Son importantes para el cuerpo global de la sociedad y para la clase que debe homogeneizar el proceso revolucionario. Habrá que combatir las deformaciones ideológicas, pero no con prejuicios, sino con realidades.


IV

Cuando existe una apelación al prejuicio es porque no hay buenas razones, y los revolucionarios deben tener buenas razones. Especialmente en problemas tan delicados como éstos, donde una misma actitud puede suponer --por ejemplo-- liberalismo o, contrariamente, combatividad: depende del momento y del medio. Una crítica puede ser tomada como hipercrítica si se observa con espíritu burocrático o formalista. Se puede ver indisciplina donde hay imaginación, especialmente cuando la dureza de la lucha o la magnitud del proyecto imponen --indebidamente-- su peso y no dejan actuar con la sutileza que demandan esos matices. Y las teorías revolucionarias más perfectas para nada sirven si se aplican de manera mecanicista. Es lo mismo que no aplicarlas: carecen de una política, de la mediación necesaria que las haga efectivas, en armonía con el grado de desarrollo que ha alcanzado en su conciencia el conjunto del pueblo. Que le permita estructurar a ese pueblo, a través de su vanguardia, los medios organizativos que han ido tomando formas aptas para esa política. Esas formas organizativas que, según Lukacs, vinculan la teoría con la práctica.
En la tarea cultural, en la producción cultural, ocurre lo mismo que en la política. Sin un referente a la realidad, no habrá verificación práctica. Y este referente debe ser visto con una ética política, determinante de las posibles modificaciones de la realidad. Porque condicionarse a una situación dada, tanto en lo estrictamente cultural como en lo político, es aceptar un estado de cosas. Y las cosas están como están y la gente --incluso ideológicamente-- está como está, para favorecer la explotación, el sometimiento social y político. El populismo siempre aceptó las cosas como estaban. Lo contrario, desentenderse del estado de cosas, arrastra a posiciones ultra izquierdistas. En cultura, esto suele conocerse con el nombre de vanguardismo. Y ahora se trata de conformar una vanguardia, no de hacer vanguardismo.
Todo esto parecería desembocar en una hipótesis de negación de izquierdas y derechas en el terreno cultural. Existen, y también existen en el campo del pueblo. Pero la cosa no pasa por ubicar un punto medio: el centro impoluto, como les gusta tanto a los liberales. Se trata de ser fieles a un mecanismo dialéctico que sirva al análisis y a la síntesis entre la teoría y la práctica, entre la tarea cultural del pueblo y la producción de intelectuales y artistas."


* Paco Urondo había nacido en la provincia de Santa Fe, Argentina, en 1930 y fue asesinado por la dictadura en Mendoza, en 1976.

Con Violeta



Pese al frío de la mañana de junio, la Alameda está en ebullición. A la salida de la estación Baquedano del subte, a pocos metros de la Plaza Italia, caminan apurados oficinistas, vendedores ambulantes, trabajadores públicos, estudiantes, pocos chicos. Más tranquilos, los turistas y los ancianos se dejan bañar por la luz algo turbia del sol sobre Santiago.
Y más todavía: en las esquinas, los carabineros parecen perezosos al lado de sus vehículos artillados. Pero es añagaza: en cualquier momento los estudiantes universitarios protestarán contra las reformas a la ley de educación superior y entonces se armará el jaleo, es decir, se aplicará el protocolo antidisturbios con gases, camiones hidrantes y corridas. Son aves que no se asustan de animal ni policía, cantaba Violeta Parra. Es que el sistema actual posterga y excluye a la mayoría de los jóvenes y los arroja a trabajos de subsistencia, sin la mínima posibilidad de realización personal. Alguien dirá es el capitalismo, estúpido. Y acertará.

lunes, 26 de septiembre de 2016

poema en la habana - 2016



un escorzo de ella
como la calle neptuno
en la habana
sus colores rumorosos
las mujeres que cantan
en un baile de caderas


un escorzo de ella
entre juegos y pícaros
mientras la guerra
deja edificios desdentados
cadáveres de ventanas
y de puertas
que son el arte en el aire
de la habana
como en su cuerpo extendido

el mapa de su piel
orografía e hidrografía
amadas
flora y fauna de un cuerpo
que descansa
languidece
despierta
en la calle neptuno de la habana
y en cualquier
calle
de este mundo triste
sin alma
al que se vuelve
sin haberlo dejado
nunca



miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿A quién se dirige la poesía?*

por Giorgio Agamben


Traducción de Gerardo Muñoz & Pablo Domínguez Galbraith

¿A quién se dirige la poesía? Solo es posible responder esta pregunta si se entiende que el destinatario del poema no es una persona real sino una exigencia.

Una exigencia nunca coincide con las categorías modales con las que estamos familiarizados. El objeto de la exigencia no es ni necesario ni contingente, no es posible o imposible.



Se puede decir, en cambio, que una cosa ‘exige’ (‘exacts’) o demanda otra, cuando sucede que, si la primera cosa es, la otra también tiene que ser, sin que necesariamente la primera esté implicando lógicamente a la segunda o forzándola a existir en el ámbito de los hechos. Una exigencia es simplemente algo más allá de toda necesidad y toda posibilidad. Es similar a una promesa que solo puede ser cumplida por aquel que la recibe.

Benjamin escribió alguna vez que la vida del Príncipe Myshkin exige permanecer inolvidable, aun cuando todos la olviden. De la misma forma, el poema exige ser leído, aun cuando nadie lo lea.

Esto mismo puede expresarse diciendo que en la medida en que la poesía demanda ser leída, debe permanecer ilegible. Estrictamente hablando, no hay un lector de poesía.

Es esto quizás lo que Cesar Vallejo tenía en mente cuando, al definir la intención última y la dedicatoria de casi toda su poesía, no encontró otras palabras más que decir por el analfabeto a quien escribo. Es importante detenernos en la formulación aparentemente redundante “por el analfabeto a quien escribo”. Aquí “por” significa menos “para” que en “lugar de”; tal como Primo Levi dijo que él daba testimonio por –esto es, “en el lugar de”– aquellos llamados Muselmanner que, en la jerga de Auschwitz, nunca pudieron dar testimonio.

El verdadero destinatario de la poesía es aquel que no está habilitado para leerla. Pero esto también significa que el libro, que es destinado a quien nunca lo leerá –el iletrado– ha sido escrito por una mano que, en cierto sentido, no sabe leer y que es, por lo tanto, una mano iletrada. La poesía es aquello que regresa la escritura hacia el lugar de ilegibilidad de donde proviene, a donde ella sigue dirigiéndose.



[*Este ensayo fue publicado originalmente en la revista New Observations, N.130, 2015. Originalmente traducido al inglés por Daniel Heller-Roazen. Traducido al castellano específicamente para Infrapolitical-Deconstruction Collective. No reproducir sin incluir la fuente.]

lunes, 19 de septiembre de 2016

Palabras de presentación de las plaquetas de La Mano en la Sed


1.- FERIA DEL LIBRO

Alguna vez, un periodista le preguntó a Juan Gelman por qué no escribía una novela. Algo que ocurre a menudo a los poetas: ¿para cuándo una novela, un libro en serio? Y Gelman contestó que para qué. Que soy poeta. Y escribo poesía. Y eso basta. Él lo dijo seguramente mejor.
El jueves de esta semana, Marta Dillon decía que estamos viviendo una época en la que es necesario nombrar. ¿Nombrar qué? Esas cosas, esos hechos, esas realidades que nos constituyen, ese territorio desde donde nos movemos porque es nuestro y está lleno de nuestra historia, de nuestros afectos, de nuestro futuro. De nuestra voluntad.
Porque sabemos que la revolución de la alegría no es la revolución de la alegría y que el sinceramiento es una mentir ay una expoliación y que armonizar es perder derechos. En contra de ese vaciamiento se levanta la poesía: para recuperar, para resistir.
Estamos hoy ante una acción poética que es una acción política. La confluencia -palabra que tanto gusta por aquí- de esfuerzos de poetas, artistas plásticos, instituciones. Una verdadera confluencia de voluntades independientes que unió a la Asociación La Mano en la Sed, la ANAP y el sello la cebolla de vidrio ediciones para hacer, en menos de 45 días, una tirada de 50 ejemplares de diez títulos de otros tantos autores y autoras.
Éste es el hecho. Ésta es la afirmación de la poesía, de que es posible plantarse a los estados y las empresas indiferentes en el mejor de los casos. Prescindir de ellos. Pasar de ellos, como dicen los españoles.
Y mostrar, desde un lugar en el margen, que es posible. Que hay confianza en la propia producción. Que la poesía que componemos es de verdad: dice lo que nadie dice, nombra lo que es necesario nombrar.
Yo les agradezco a Mariángeles Abelli Bonardi, Mirta Agostino, Juan Aguilar, Alexis Paola Balco, Eugenia Cavallín, Lautaro Gutiérrez, Aldo Novelli, Fernando Quatrini, Hernán Riveiro, Denise Sánchez Ippi, los artistas plásticos Daniel Schalbetter, Victoria Aragón, Juan Cruz Castro, Romina González Johnny Azaguata, María Luz Hernández, Klaudja Kuhanik que hayan querido confluir con la cebolla de vidrio para gestar este hecho inédito, al menos en esta ciudad: diez títulos al hilo. Muchas gracias.


2.- SALA DE ANAP

Hace dos fines de semana presentamos este esfuerzo colectivo en la Feria del Libro. Y ayer me preguntaba qué palabras nuevas ponerle a esta presentación de hoy.
Me temo que este hecho: diez títulos nuevos de poesía y narrativa, con ilustraciones de artistas plásticos y una edición artesanal de 50 ejemplares por título, sigue siendo algo inédito. Aquí, en esta ciudad al menos. Y es, sobre todo, un hecho político. Y un hecho poético.
Miren: esto es poesía por mano propia. Es poesía de la que nos apropiamos para decir, para estar en un espacio que resiste a los gurúes del sistema y a los mandarines de la erudición.
Es desde otro lado, de éste, del nuestro, que vienen estas plaquetas, que se hacen en una casa, con fotocopias, y se terminan a mano. Este espacio, creado entre La Mano en la Sed, ANAP, la cebolla de vidrio, los artistas plásticos y supone una muestra, un manifiesto de esta forma de ser, de pararnos en esta existencia. Decimos, sin decirlo, no pasarán. Y esto, lo decimos los que están en esta movida editorial, y muchos más.
En esta ocasión estamos Mariángeles Abelli Bonardi, Mirta Agostino, Juan Aguilar, Alexis Paola Balco, Eugenia Cavallín, Lautaro Gutiérrez, Aldo Novelli, Fernando Quatrini, Hernán Riveiro, Denise Sánchez Ippi, los artistas plásticos Daniel Schalbetter, Victoria Aragón, Juan Cruz Castro, Romina González Johnny Azaguata, María Luz Hernández, Klaudja Kuhanik, pero vendrán otros.
Acá venimos de otros grupos. Y pienso en los viejos coirones de finales de la dictadura, en Poesía en Trámite, en la Casa de la Poesía. En tantos.

Bueno, esos ejemplos confirman lo que dije hace un rato: un hecho poético es un hecho político. Acá estamos los originarios, los cimarrones, los matreros, en femenino y masculino, y las mujeres. Que vengan, entonces, con su nueva campaña al desierto. Muchas gracias.

martes, 26 de julio de 2016

La muerte de Evita, de Susana Villalba

Del libro Plegarias, un poema sobre la muerte de Evita, un 26 de julio. Fue escrito en 2001, vuelve a tener vigencia, dice la autora.


Llovió como si nunca fuera a terminar. Y nunca terminó. Toda la tarde llovió como si fuera de pronto otro lugar. El pueblo seguía la táctica del agua una vez más. Una vez más la gente se parecía al cielo y el cielo nunca. Nunca estuvo más lejos que esa noche. Madre de dios, nuestra difunta, levante los jirones de nuestro corazón. 
Al agua del sueño, jirones de alma, de nuestro cuerpo llevanos vos que no tenemos dónde llevarte. Tu cuerpo se esfuma como una voz. 
Como la seda cruje un paso en la sombra, un eco de jinetes negros. Escondanós en los pliegues de su muerte, de su pollera, en el vacío Pampa guarde nos como un viento que se detuvo para siempre en su bolsillo. Descanse, que el mundo no existe más. 
Sigue lloviendo y es la misma plaza, el subte con asientos de madera, mamá no podía llegar, corría, no me encuentra, yo no la encuentro, como un perro que no alcanza su cola, no alcanza su tiempo. 
No había nacido yo pero ella estaba ahí, bombardeaban la plaza, esta misma, damos vueltas, mamá corría a una playa de estacionamiento y perdía un hijo, no era yo, yo no la encontraba, todavía no la encuentro, ella no me reconoce porque todos corren, la empujan, sube a un tranvía hacia cualquier parte, dice que es mentira, algo estalla bajo la lluvia. No escuche abanderada, venga a nos, a llevarnos a su país en blanco y negro. 
Mamá da vueltas, doy vueltas, vamos al cine, ella se viste como Zully Moreno, la ciudad está sembrada de nomeolvides. No nos olvide ilustre enferma, somos un cuerpo que se corrompe bajo la lluvia, vidrio, un día embalsamado. Miramos fotos. Papá no aparece. No está. Un auto zumba en la noche. Llovió durante quince días. 
Estoy acá, no me ves pero estoy, corriendo en la misma plaza. Camino por las mismas veredas, como vos del trabajo voy a casa y en casa también llueve, todo huele a humedad, a asfixia. La niebla está adentro, en todo el barrio, se ven pocos negocios abiertos, poca gente en la calle. Cae la noche como si fuera consecuencia de la lluvia, como si fuera la lluvia lo único que queda. 
La gente forma fila durante días para irse con ella, adonde sea, adonde vaya. No desate los nudos santa que ya no va a parar. No para nunca esta caída. 
Mamá escucha radio. Papá no escucha. Yo todavía no existo. Somos los Perez García. En el patio llueve. El reloj se detuvo. No los encuentro, son de otro mundo. 
Hay una marcha de antorchas, de lágrimas, de lluvia, estampitas, carteles, está en todas partes. Está en la radio pero no se la ve. Santa de los anillos, virgen de las capelinas haga su magia, háganos aparecer. 
Que aparezca la casa, los azahares, luciérnagas, el tren. Diga una sola palabra que detenga la lluvia. Mamá con un vestido de flores, una plaza, un sol con pinturita naranja. No es que creíamos, estábamos ahí. 
Damos vueltas en la bruma, en la tregua de una fina llovizna. Incluso la tristeza que aparezca si es común, como cualquiera que está triste una tarde. Y otra no. Que aparezca la muerte si parece de una vida, si toca. Lo que sea en proporción al tamaño de un hombre, del árbol, de una casa. 
A no ser que sea lo humano nada más que una estrategia de dios para la tierra perdida de su mano y atada a su correa, una doctrina de la espera de algo más que agua que cae, que da vueltas y vueltas sobre sí, como los perros, los relojes, las monedas. 
Mamá escucha la lotería, papá mira la lluvia, miraba. Yo miro fotos, todos hablan, nadie dice nada. Mi hermana escucha música, mamá la busca en un tren, corre, siempre está corriendo. Yo no puedo nacer todavía porque bombardean la plaza, después porque ella corre por unos vagones. Al final nacía. Después todos mirábamos televisión. 
Dicen cuando no llueve que aparece en su mulánima, a las orillas de los ríos, arrastrando una estola embarrada, que por la noche frotan lavanderas fantasmas, dejan sus tules al rocío. Que cabalga cabizbaja como buscando un prendedor, que también buscan los peces en las piedras del fondo, dicen que el caracol de agua dulce reproduce aquel clamor.
Reina de la plaza, de los vestidos, protectora de todo lo que se escucha pero no se ve, venga a nos el tu reino. 
Bien mirada es una plaza de colonia, la fuente, el cabildo, la catedral, la estatua, la municipalidad, el Banco, la palmera, los puestos de chori, de llaveros, medallitas, las palomas, la gente que da vueltas. El otoño se instala como bruma, como un remanente cuando aclara, eterno día después. Recogen los papeles de una fiesta de domingo, los vasos descartables, las botellas. 
No nos dejes caer de la tentación, del deseo, del sol, madre de dios, decí que somos tambén una de las razones de la vida. Decí por nosotros con esa voz de altoparlante pueblerino y en la hora de la muerte con esa voz de ruido de lluvia de la radio. 
Mi hermano va a la canchita del Club de Cazadores. Lo espero en el olor a cuero y a penumbra del salón, a lavandina y a cenizas. Una foto detrás de los trofeos de billar, con una escarapela. La seño, la primera, llevan su camafeo apretado en el puño a ver si pasa. A ver si rasga la tela de los muertos y aparece en miríada. Miro cada relámpago a ver cuál es de fuego. 
Acaso exista el mal, rezó la multitud bajo una lluvia que apagaba las velas, un tumor inconmovible, inexorable como bruma que se expande, se instala entre los huesos, en la sangre. 
Virgen salitrera, guardiana de los perros y los barcos hundidos por su peso, cayeron todas las hojas del otoño, el invierno empieza porque te vas, la música fría del silencio. Silencio capitana, las palabras ya no quieren decir lo mismo.
El guión terminaba. Después yo nacía. Mamá decía que era mentira. Papá compraba un auto. Mi hermana manejaba. Yo me escondía por ellos, en el patio, cuando no llovía me encerraba afuera. Después se fueron todos. No, me fui yo. Después estaba ahí. En alguna parte. 
Relampaguea sobre la autopista. Llovió durante todo el día y sigue lloviendo. Se perdió la cosecha. No hay otra cosa que perder. No hay otra cosa que hacer que no trabajar. No pasan trenes. Los bares cerraron temprano. Una hilera de luces se borronea hacia el final de la calle. 
Generala del viento, de nada, de las gomas que queman en la ruta, levante su ejército de trapos mojados y de agua, lleve la tempestad hasta el registro de su voz. La voz es lo primero que se olvida.
De Plegarias

lunes, 25 de julio de 2016

El mayor océano, poemas





por gerardo burton

amor nos trajo a una misma muerte 
(amor condusse nou ad una morte)  

dante, inferno, canto V






mi mirada se pierde en las regiones de su cuerpo. 
el mayor océano es el cuerpo de una mujer enamorada. 
adonis



puede ser otra
la senda
y nueva la serpiente
este año

fuegos en los ojos, llamas
en la lengua

no hay poema ni oráculo
sólo cenizas que en
el ocaso arden








sólo la poesía tarda tanto en madurar 


la lluvia muerde la medianoche

las luces caen
sobre charcos y hojas húmedas

pero la poesía
demora
no madura
se empecina
lleva
su respuesta, pero no

ella tarda como escamas del río
brisas
que se vuelven torrentes

se toma su tiempo
entre humos, nubes, vapores
de locomotoras arcaicas

la poesía tarda entre besos
no madura

lo suyo, es sabido, tiene
mucho de azar
de sangre, de voces que alegran
el vino tibio de la pasión





las campanas del domingo
pelean
el aire con zorzales
la luz con nubes claras








1


despojos de los ancianos, palabras
borroneadas, camisas vacías


herencias dispersas, en
rincones y en puertas
en las ventanas que el limonero ilumina

una voz permanece, un golpe
de ala negra
aún hiere







2


rastros de tu padre en el espejo
más allá de la noche vienen
a esta mañana de lluvia
y pálidas nubes amarillas

un gesto en los labios, los ojos
gris desde el fondo
para romper la luz blanca, ese sol oculto en el vidrio
y volver de la madrugada terrible
del viaje último


no de esa carne
el recuerdo en esta piel, no en
estos ojos la huella
de miradas luminosas
y menos aún en el camino polvoriento
las pisadas veloces






placer
de matar
calles entre lunas, de silencios
y gritos
y el profundo océano sin luces
para qué








1

esos mares, azules de sed, se alzan
donde mueren las gargantas del alba

esos cielos
de la oscura noche vienen
hasta que los ojos del proscripto
puedan fijar las mariposas de la luz

tiernas luciérnagas en fuga




2

todo es luz, la
mariposa vuela en luz
y canta
el agua luminosa
de escamas que ocultan
el hondo cauce

todo es luz, y viento
y un alma que pretende
descifrar un mundo
que no tiene final







no se abrirán las aguas del mar rojo
no habrá siete años
de plagas ni lluvia de azufre
sobre tu ciudad

todo será en vano, no obstante

alguien se habrá purificado
otro se obstinará en su pecado
pero los crímenes no se castigarán

habrá un diluvio
y luego
todo será igual






marcas negras en el cielo gris
de
sólo aves serenas
que van hacia la línea
del viento


gris la luz del otoño entre las hojas
como el cielo más allá, como los
pájaros que cantan tristes melodías

hoy el frío anuncia las mañanas por venir
y el puñal helado que herirá los ojos
hasta que vuelva el fuego
de su exilio







que ladren
los mastines del dolor
que duelan
las heridas en el aire

bramidos de la carne descuidada
de la carne verde
en el río indetenible








son dentelladas en la nuca
gruñidos ahogados, el fin
de un cierto combate

jardines no habrá, ni
remansos

sólo aires que
mueven vientos
aguas que convierten océanos

fuerzas que no gobiernan
los dioses disponibles









el dolor de antes de la luz
una honda tristeza
en el momento más oscuro


plegarias de los pájaros nocturnos
hay en la sombra

fragancias del paraíso


ojos de nubes, la tormenta arrecia
sobre el río claro


rumores del agua fresca
de unos labios vienen

manantial sin fin, alguien espera

siempre falta un poco
  acaso el vuelo corto del gorrión
el canto triste
de la calandria

el abismo

por él, dar la vida
la sangre que
 tuvo sus tristezas
ya se sabe cuándo

hay estrellas
en la sombra azul


donde sepultan los olivos
bajo la luna de enero








la nuca de la noche, al azar
de intemperies vestida

duerme con los párpados cosidos
entre cielos, entre brumas
que dispersan el salobre aire

recuerdos como flechas, días que no tienen fin
salvo las nubes de sombra
el acaso que nada endereza
un abismo de negrura
agita sus cortinas sobre el errante navío
del lecho

mueve la brisa
esas tristes cortinas de la noche
párpados
de dudoso temblor

el lento remo del barquero
no se detendrá
ni aún en la orilla
que el viajero aguarda
sin deseo de volver

susurran en la brisa de mayo
los maíces viejos
cantan al cielo las calandrias
desde el sauce aún verde

duermen en la noche
en espera del semen, agua profunda
sangre, saliva, lágrimas
que nada
nada van a calmar







no es una
mirada, es su hurto
bajo sombras de álamos

es ella que elude, otra vez
la caricia, el beso

el salto al vacío son telarañas
de temor, babas
de la tarde que el viento lleva
en naves enloquecidas
a los rincones sin luz
del desierto

ya el camino es ancho
y arduo; ya nada podrán
contra la parábola en el aire
los intentos por volver

el desamparo y la intemperie
son el premio del tedio






hay una estrella en tu espalda
y el perfume que lleva la sombra en el aire

un viento mueve apenas
las espumas que la marea entre algas
deja a los pies de las vírgenes

un desierto mece en las orillas
el canto de los océanos
bajo nubes de tormenta







en la noche de sombras quietas
todo es vacío
salvo la congelada luz de plata

ni el rumor el lecho
ni el canto del río
nada
hostiga
la desnuda arena blanca






tanguito

al oeste de tus pezones
al oeste
no hay nada más que tu perfume
el aire que dejaste
al irte tras las nubes

al sur de tu cabellera de agua
y sin tus ojos
descubren las manos del ciego
la extensión de la sombra

es el viento, y la fragancia del
durazno, y los sonidos
que se llevaron la música al oeste

al oeste de tus pezones
ya no hay nada
ni las nubes
en tu perfume

no hay dolor parecido
a la ausencia







un gesto como de almas en la brisa
tan lejos, tan solo, tan sin final

la noche es una máscara
que oculta el verso amargo
y parte en dos
la tierra roja




la terrible, inevitable tiranía
de la sed de la carne
del hambre
y de la luz para el ojo

una herida muerde
con labios doloridos
mientras el sol lleva vientos
aves, hojas secas

árboles sin destino







estos desvíos hicieron una senda
hacia el océano inmenso
nunca igual en su bramido
de gris y espuma

callan las aves del hemisferio norte
recién llegadas
su graznido es plegaria inútil
que reverbera bajo la luz del mediodía
recostado
sin médanos









grieta en la piedra
heridas
que no cicatrizan

labios de ardor
sed que el fuego
sacia








alegría enciende
fuegos en la sombra

¿pero qué hay
en la madrugada
salvo muertos?






muere el corazón
chispas en la noche
de puertas cerradas
de miradas sin salida

¿dónde estuvo el viento, dónde
el polen de la alergia
y este dolor
y las nubes claras?

¿dónde esa voz blanca
como la rama del sauce en el río?
¿dónde fue la ebria estrella, dónde
la luz que atesoraban tus axilas?

¿qué temor había en esos ojos
color de ocaso, antes de la sombra?
¿qué temblaba como pluma
en la brisa
para que el silencio ordenara
las hojas de los álamos
el color, las flores del durazno?





aquí también huele a pez
y alguien duerme
en un valle
donde apenas vuelan
pelusas de álamo
en la luz vertical
vestigios del placer
recuerdos de la carne saciada




un beso y otro beso, y otro más
como la lluvia en la lluvia
y la tristeza en la guerra
esa tarde en la estación gris
cercana al hipódromo
y al parque
donde el jacarandá esperaba
aun la primavera





áspero olor de animal en fuga
queda la resaca
del oleaje nocturno
pero nadie mira
esa escena sin orden
ese caos




aún quedan de los tilos
rastros en la sombra


un abismo llama a otro abismo
y la noche es más oscura


aúlla el viento sin piedad
hasta que llega el alba



la catedral de sevilla, el barrio
de la cruz, los jardines murillo

el río discurre entre escamas de oro
mientras el viento
acuna sueños de arcaico sabor


muerde la higuera la piel del viento
llora, entre las hojas
la oscuridad que se abisma


casi en paz
la mañana se alza
entre el vocerío de las garzas







un cielo busca otro
cielo tras la luz de la retama
un océano lee
signos de honduras, penas
que en la espuma
mueren, mientras en un beso
se deshacen
los amantes






ojos con luz propia
de aguas hondas, de abismos
donde no hay sombra posible

ojos que de miel encienden
tardes, señales en el sendero

el horizonte guarda
entre pétalos de agapanto
el sol que muere







resuenan pasos en la casa vacía
palabras
algunas canciones

pero no hay nadie: sólo el viento
que lleva las voces
lejos
al fondo de la sombra
a lo más alto de la luz
donde ella está
donde llevó su pequeña dulce vida






ánforas de lluvia plenos
en brazos de debilidad leve
mueren los labios
en una sonrisa, mueren de amor
los que miran en la tarde que muere







cuando duele la luz caída
desde árboles, desde pájaros
que incendia la tarde

sólo lluvia sobre el mar
agua en el agua y la espuma
que alza salobre viento
sexo omnipresente y sin fin

un combate desigual
enciende árboles de otoño, muerde
el aire con el sol envejecido

no hay vencedor: los pliegues
de la sombra tienden
nubes, tampoco
habrá huida: el final
es arder hasta la ceniza
o descansar
en la margen ignorada


(parte de este poemario apareció en 2015 en el volumen "poetas de neuquén en la habana", que, junto con textos de |macky corbalán, sergio sarachu y raúl mansilla, se presentó en el festival de poesía de esa ciudad)

Evtushenko

Lectura de un poeta encontrado mágicamente en La Habana: Evgueni Evtushenko



Gerardo Burton
geburt@gmail.com


Cuando esa tarde entré en la Basílica de San Francisco, pensé que había un error en el programa. Anunciaban la lectura de Evgueni Evtushenko junto con otros poetas para la apertura formal del festival. Fue la primera vez que lo vi: alto como un álamo y tan vacilante en su andar como sólido en su verso, que horadaba el aire y flotaba en él.
No sabía que estaba allí, en La Habana; fue casi una aparición, como si de pronto se hubieran corporizado frente a ese altar en el caluroso atardecer Oliverio Girondo con su espantapájaros u Olga Orozco con sus guantes celestes para hacer café.

Un taller textil en La Habana

Una anécdota de los primeros años de la Revolución Cubana: el Che en una fábrica de toallas.

La Universidad de La Habana


Gerardo Burton
geburt@gmail.com

Trabajaba en una empresa textil en el barrio Alamar, en el municipio de La Habana Este. Quizás era la fábrica de toallas, o de guayaberas, que en enero de este año se convirtió en un centro cultural polivalente. Lo cierto es que durante el período especial, un eufemismo utilizado para designar la crítica etapa posterior a la caída de la Unión Soviética, Cary seguía empleada en ese establecimiento. La escasez de combustible que había restringido casi totalmente el transporte automotor, obligaba a los cubanos a movilizarse masivamente en bicicleta en su vida diaria.

sábado, 14 de mayo de 2016

junio, 1976


foto: raquel bordelois, monumento en nogoyá, entre ríos










1

guardé estas palabras
cuarenta años o más: dejé en tu casa
el libro de tagore de tapas verdes
que acaso leíste

esa tarde
frente al hipódromo
el final estaba cerca



era bello el otoño
en san isidro
y quizás había zorzales

todo era un desastre
y lo sabías
como yo
y también que nadie
te iba
a agarrar vivo

y ahora
que busco
en mi memoria lacerada
alguna huella
un rastro
de ese año feroz
ahora, digo
no puedo dejar
de volver
a esos días terribles
gloriosos
cuando el dolor era
apenas una arruga
en el futuro

no, no puedo dejar
de querer otro mundo
lejos de esa ventana
o del hipódromo
ya de madrugada entre la patota
y tus hermanos

más allá es hoy
cuando no puedo
dejar de recordar
no puedo
olvidar que estás
siempre
en ese futuro
que es ahora




2

esta noche llueve en neuquén
como hace cuarenta años
en manuelita

nos buscan bajo la lluvia
no encuentran
a todos: la
lluvia hiela a algunos
y a otros los protege
¿dónde, dónde están?

la lluvia en manuelita
engañó a la patota
pero no pudo cuidarte
tampoco a carlos, a raúl
ni a fernanda
no a muchos

la herida no se va
nunca
nada se cura
ni en el tiempo
ni en el olvido

pero la lluvia no era el fin
era ésa la lluvia
de la primera vez

y ahora sólo espero
el regreso al río
donde naceremos con el día
porque vamos a romper
la maldición
vamos a quebrar
el cielo y el infierno

otra vez
en nuestro río
de nuevo ese río, el mismo
nos volverá a bañar


en neuquén, mayo de 2016

junio, 1976




1

guardé estas palabras
cuarenta años o más: dejé en tu casa
el libro de tagore de tapas verdes
que acaso leíste

esa tarde
frente al hipódromo
el final estaba cerca


foto: raquel bordelois, monumento en nogoyá, entre ríos

sábado, 7 de mayo de 2016

De libros y alpargatas




Neuquén es una de las siete provincias que este año no cuenta con participación institucional en la Feria Internacional del Libro que se realiza en Buenos Aires. No es porque haya optado por las alpargatas en lugar de los libros sino porque, como ocurrió en Mendoza, el presupuesto no alcanza. Es que un modesto puesto en la feria cuesta más de 200 mil pesos, a eso hay que agregarle gastos de estadía, transporte y viáticos a la delegación. Además, hace rato que el Fondo Editorial Neuquino (FEN), la editora del estado provincial, no publica o publica tarde, sin proyecto ni criterio y de manera costosa.
Río Negro, en cambio, y luego de algunos contratiempos que llevaron años, reflotó su editorial institucional y este año publicó el segundo tomo de Poesía/Río Negro, una compilación del poeta Raúl Artola dedicado a "las nuevas generaciones".