viernes, 24 de julio de 2020

40TENA SELECCIÓN DE POEMAS & OTROS TEXTOS (X)

Seguimos, ciento veinte días después (o más) con textos y poemas para pasar esta emergencia. Es una invitación a leer, a pensar, a salir del mundo cotidiano, a ver del otro lado del espejo. Salute, que no todo es negocio.

Gerardo Burton
geburt@gmail.com




Yo no tuve una abuela
fogón de relatos
ollitas humeantes
telar que congregue.

No vi perderse en el horizonte la piel del caballo.
No me bañé nunca en la aguada.
Y no corrí a la intemperie, descalza.
He vivido presa.

Pero no puedo mentir esa historia.

No puedo decir “en mi recuerdo de infancia los mayores…”, algo.
Porque no había mayores.

Tampoco había infancia.
Trato de reconstruirla.

Junto elementos pequeños para pensar una imagen.
Una hamaca, una niña, una tortuguita.
Se pierden.

Trato de ficcionar un relato mapuche a la usanza
para llenar el inciso

pero vi a mi abuelo delirar las chivas en una pieza de barrio. En Esquel. En el Barrio "Roca".
Cuando no pudo más habitar su tapera camino a La Zeta.
Lo vi regando con vino el cerámico limpio. Era perfecto ese círculo.
Y vi a la tía correr a puteadas mientras torcía el trapo de piso
y con él nuestra historia
caían las gotas de vino como cayera la sangre
las lágrimas
como estas palabras caen.

Esos son mis recuerdos
Se teje ahí mi memoria.

Porque vi eso de niña y pensé “mirá qué loco el abuelo”
Y veo lo mismo al trasluz de la historia, y pienso: “cuánto dolor y ternura, mi abuelo, su ofrenda”

No sé cómo presentarme.
Abro la boca y se traba el tuwün, balbuceo el kupalme.
Tampoco puedo nombrar a mi madre.
No puedo hacer pentukun.
Tengo, sin embargo, don de la palabra.

Yo soy Viviana Ayilef
Nací en Trelew
Sigo viva.

Esas son las líneas de mi corazón
aunque no tuve una abuela que me contara un relato.

Viviana Ayilef, en facebook

lunes, 6 de julio de 2020

40TENA SELECCIÓN DE POEMAS & OTROS TEXTOS (IX)

Hola. Nueva entrega en medio (¿o casi al final?) de la cuarentena. Poemas, textos, algunos espacios para pensar y para ver que el mundo no se acaba en el límite de la casa, en la ventana o en la calle. Pasen y vean, salú

Gerardo Burton
geburt@gmail.com




Atravesada por tu lanza
Pierdo los ojos,
Traigo el pan en silencio
Para sobrevivir esta mañana
Corre el agua bajo mi boca
Salto hacia la luz quebrada
Quiero romper el alba entre las frutas
Quiero abrir las palabras

Eugenia Mugnani Ranea, inédito


Los viejos stalinistas

Los viejos camaradas prefieren no hablar de las viejas luchas,
se quedan silenciosamente junto al vino
o salen una vez por semana de noche a caminar,
cruzaron el mar juntos
y juntos a ambos lados del mar siempre lucharon,
leyeron los mismos libros y en las paredes de sus piezas
están los mismos retratos colgados,
incluso aquellos que hoy a nadie se le va a ocurrir.
Sería bueno traerlos un domingo
y darle vueltas al mate hasta que cuenten,
pero hablan medio español medio italiano
y hablan a medias,
ni hablan casi,
todo lo que dicen ya es sabido y queda en el aire,
todos los que escuchan siguen sin entender,
andan con los ojos cerrados y cabecean
como si siguieran hasta la muerte votando que sí,
además esa tristeza en particular que hay en sus ojos
se parece a la de ciertos retratos descolgados,
solo esperan a que alguien se los lleve definitivamente del rincón.

Alberto Szpunberg, en Juego limpio

40TENA POEMAS & TEXTOS (VIII)

Nueva entrega para esta cuarentena: otra vez poemas, textos, reflexiones para pasar el rato. Y no tanto. Hasta la próxima. Salú

Gerardo Burton
geburt@gmail.com



Amor

Te besaba el amor de amor los oídos, los ojos y la boca,
amor en bruto, en luto, amor de un peso neto de nido, de
lingotes de olvido.

A veces una boca de cordero, con el beso rosado balando
en leche rota.

A veces una boca azul de lobo, con el diamante de la
muerte como un pedazo de risa.
te besaron la memoria, el vacío, a la tolondra, al desgaire.

A veces una alondra sosteniéndote el alba con su fantasma
orlado de rosa, a veces una terrible bestia dorada de la
noche, que se desplomaba con hedor a crímenes.

Labios de plata oscura, ojos de fuego obsceno abrían heridas
como escuelas o dispensarios en la ciudad oscura.

Sexo ya no sexo, apenas pan y vino, apenas una pluma de
claridad en el centro de la muerte,
y un ramo de amantes oriundo de la destrucción fue el
muro de tu insurrección.

Suleika Ibáñez, en Homenaje a Jean Genet