sábado, 18 de agosto de 2007

Ramón Muñoz: materia, diálogo y conjetura



El viernes, Ramón Muñoz inauguró una exposición en la sala Saraco de Neuquén capital. El diálogo con los materiales –pinturas y telas industriales- resulta fundamental para configurar un universo de experimentación con el color y las texturas.

Gerardo Burton
geburt@gmail.com



NEUQUEN.- “Sín título” es el primer denominador común de las pinturas que pueblan la casa de Ramón Oscar Muñoz en el barrio Santa Genoveva; luego vienen los rasgos que caracterizan esta serie de obras pertenecientes al período 2004-2007: una paleta constituida por colores fuertes, cálidos y fríos y tierras; manchas enormes; texturas y yuxtaposiciones; tamaños diversos –pequeños, medianos y enormes-. Todo con materiales industriales: pinturas –esmaltes, asfálticas-, lonas, maderas aglomeradas.
Los chorreados tienen una lejana reminiscencia del norteamericano Jackson Pollock, pero es sólo eso. Nada de “Pollock patagónico”, Muñoz elabora pacientemente sus obras a partir de un “diálogo con los materiales, en el plano, en el color, en los conceptos de espacialidad y relieve”
Se trata de un proceso de “conjeturas sobre el trabajo” que incluyen la materia: la madera, la cerámica, las pinturas, las telas y las técnicas: chorreados, aplicación de pintura con espátulas, pinceles y las manos enguantadas. La serie de obras, que podría denominarse “Materia”, se expondrá desde el viernes 17 y por dos semanas en la sala Emilio Saraco de esta capital. La inauguración será a las 20.
Para Muñoz, será el resumen de una experimentación sostenida en el tiempo: “el ojo está acostumbrado a ver el color; sabe cuál necesita la obra y cómo va a reaccionar con las distintas yuxtaposiciones”. A lo largo de su trayectoria –más de cuarenta años con las artes plásticas- acumuló premios, participaciones en salones y exposiciones en la Argentina, América y Europa.
Al cabo de ese proceso, “el artista es el mismo pero no es el mismo”. Hay una constante: el “impulso vital que es la pintura” y que excede cualquier etiqueta o clasificación.
Indica que lo importante es el diálogo con los materiales, un proceso aleatorio que implica una “conjetura sobre el plano; a veces hay que tapar y volver a empezar”.
La elección del material depende de la economía porque “las pinturas industriales están al alcance del consumo”. Además, se preguntó, “por qué no apropiarse de ellas, y vencer el prejuicio del óleo y de la pintura para pintores o meramente decorativa”. Eso prueba que “es posible conseguir buenos resultados con recursos mínimos”.
Su lugar de trabajo es variado: el piso de la casa, del garaje y del taller; el jardín –bajo un alto tilo o en la galería-. El relevamiento fotográfico lo muestra en plena actividad –pintando, manchando, de cerca y de lejos-. La toma de distancia resulta fundamental –“ver el cuadro desde arriba y girando todo el tiempo”-.

Cerámica

La escultura, y sobre todo el trabajo con la cerámica, fue el punto de partida para Muñoz: “varios años de trabajo, con diversas técnicas transitadas fueron la base para llegar a esta obra”, explica en referencia al manejo de lo espacial; del color y las texturas.
La cerámica, añade, “me dio un sentido identitario y de pertenencia a mi espacio patagónico; y ahora lo primero en mi pintura es el paisaje”. Se refiere también a la “ausencia de la figura humana pero no de los elementos producidos por el hombre”. Y así recuerda, por caso, la serie del Cultrún referida a la cultura mapuche.




“FUERA DE LA ACADEMIA”


· Siempre “fuera de la academia, fundamentalmente de forma autodidacta. Sin embargo, realicé algunas capacitaciones en talleres oficiales y privados. Paralelamente fui conformando mi biblioteca referida a cuestiones estéticas”.
· “No creo equivocarme al afirmar que la gran mayoría de las personas que nos dedicamos a las artes plásticas lo hacemos ‘desde abajo’, con un gran empeño y voluntarismo. Desafortunadamente no abundan los incentivos para profesionalizar nuestras actividades, entonces la mayoría de nosotros trabaja en actividades docentes. Dicho de otro modo, en la Patagonia es casi imposible trabajar de dibujante, pintor, ceramista, escultor, grabador, a tiempo pleno. Además, estamos muy atomizados, y los proyectos que encaramos en común son a corto plazo”.
· Siempre ha sido una necesidad el interactuar en el plano y en el espacio tridimensional simultáneamente. Esta ‘indisciplina’ me dio la apertura para experimentar nuevas técnicas y materiales... La mayor impronta me la dejó la cerámica: esta noble materia me situó en una perspectiva identitaria y me dio el sentido de pertenencia de mi espacio”.
· “A mis años la realidad en su totalidad y la realidad estética en su particularidad me es cada vez más hermética. En esa realidad hermética, mi propuesta es fundamentalmente conjetural: por medio de indicios pretendo configurar el caos que emana de esas pinturas industriales, destinadas al consumo masivo y despersonalizado. Desde mi subjetividad, creo materializar esa propuesta conjetural, manchando, chorreando, dejándome llevar por el impulso vital de la pasión pictórica”. (Del “Diálogo”, con Sergio Sciglitano)

Publicada en el diario "Río Negro", el 16 de agosto de 2007.

jueves, 9 de agosto de 2007

Premiarán a escritores neuquinos

NEUQUEN.- El bloque del Frente Grande de la Legislatura neuquina presentó el proyecto de ley para premiar la trayectoria literaria de escritores y escritoras que hayan nacido o tengan más de doce años de residencia en la provincia. El premio beneficiará a quienes tengan más de 40 años, cinco libros publicados como mínimo en cualquiera de los cuatro géneros –poesía, narrativa, teatro, ensayo literario- y consistirá en una asignación mensual vitalicia equivalente a 36 horas cátedra de nivel medio, sin antigüedad.
En rigor, se trata de unos 2.500 pesos mensuales que permitirán al beneficiario despreocuparse de las necesidades básicas de manutención –vivienda, alimentación, vestimenta- y dedicarse a su oficio. La iniciativa, que fue impulsada por los diputados Raúl Radonich y Pablo Tomasini, y que está en estudio en la comisión respectiva, surgió de una idea de Alejandro Finzi, dramaturgo, y Gerardo Burton, poeta. Ambos están radicados en Neuquén desde la década de 1980. El proyecto está inspirado en premios similares existentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Salta, entre otras jurisdicciones argentinas.
Para la selección de candidatas y cantidatos se constituirá un jurado integrado por cuatro miembros: de la secretaría de Cultura provincial, de la facultad de Humanidades de la Universidad del Comahue, de la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina y de la filial neuquina de esa entidad.
A continuación se transcribe el proyecto que está en estudio de los diputados neuquinos:

LA LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DEL NEUQUÉN

SANCIONA CON FUERZA DE LEY

Artículo 1.-

Créase el PREMIO PROVINCIAL A LA TRAYECTORIA LITERARIA con el fin de defender, promover, difundir y preservar la producción literaria de la provincia. El mismo se otorgará a escritoras y escritores residentes en la Provincia del Neuquén en mérito a la obra publicada, sostenida en el tiempo y de valor para la comunidad en su conjunto.

Artículo 2.-

El PREMIO PROVINCIAL A LA TRAYECTORIA LITERARIA consistirá en una asignación mensual y vitalicia equivalente a treinta y seis horas/cátedra de nivel medio sin antigüedad.

Artículo 3.-

Para obtener el beneficio los postulantes deberán cumplir los siguientes requisitos:

a) ser natural de la provincia y/o tener una residencia en la misma no inferior a doce años en el momento del otorgamiento del premio

b) ser mayor de cuarenta años

c) acreditar una trayectoria reconocida que fundamente el otorgamiento del beneficio.

d) haber publicado cinco libros como mínimo en alguno de los siguientes géneros: poesía, narrativa, ensayo literario o teatro.

e) las obras mencionadas en el inc. d) deberán haber sido escritos en lengua española u originaria del territorio argentino, incluyendo las ediciones bilingües.

f) Los libros deberán haber sido publicados de acuerdo con las normas internacionales para las publicaciones de esta clase, que incluyen: 48 páginas, impresión industrial con datos de tirada e impresor e inscripción en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual y en el International Standard Book Number, ISBN.









Artículo 4

El premio será otorgado anualmente y su entrega se realizará en acto público convocado con ocasión de celebrarse el Día del Escritor (13 de junio)

Artículo 5

Para la selección de los beneficiarios/as se constituirá una Comisión Interdisciplinaria integrada por un escritor/a representante de la Sociedad de Escritores Argentinos nacional, un escritor/a por la filial Neuquén de la misma entidad, un representante de la Secretaría de Estado de Cultura de la provincia y un representante de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.

Artículo 6

En cada edición se premiará un género diferente entre los enumerados en el Art. 3 inc. d). Los beneficiarios/as del premio quedarán inhibidos/as de presentarse nuevamente en cualquier género.

Artículo 7

El premio podrá ser declarado desierto en el caso de que el fallo de la Comisión así lo determine fundándose en la falta de postulantes o en la inadecuación a las bases del premio.

Artículo 8

Los escritores/as beneficiarios/as del Premio se comprometen a participar, en carácter de contraprestación y a solicitud del órgano de aplicación, en actividades oficiales con carácter de: jurados en concursos literarios, recitales o lecturas públicas, conferencias u otras actividades similares a las mencionadas.

Artículo 9

El órgano de aplicación será la Secretaría de Cultura de la Provincia, la que en un lapso de 120 días posteriores a la publicación de la presente ley determinará Las Bases y Reglamentaciones para su aplicación.

Artículo 10

Las erogaciones que demandará la instrumentación de esta ley serán imputados al Presupuesto de la Provincia del Neuquén.

Artículo 11 :

Comuníquese al Poder Ejecutivo.


FUNDAMENTOS

Nuestro país se ha caracterizado por producir una gran riqueza literaria que es ampliamente reconocida por su diversidad y calidad, tanto en Latinoamérica como en el mundo. Es el resultado de un gran esfuerzo cultural que debe ser reconocido como patrimonio colectivo y columna vertebral de una sociedad, ya que permanecen de ella las obras que definen sus características, su originalidad y su identidad.

Como dice el filósofo y escritor José Pablo Feinmann: “La cultura es nuestro rostro. Es eso que permite a los demás vernos y reconocernos. Somos lo que hemos ido haciendo de nosotros, y esto es la cultura: lo que hacemos de nosotros. La cultura, entonces, es una construcción. Es lo que una comunidad ha ido eligiendo, el ser que se ha ido dando y que coherentemente, ha terminado por configurar un rostro. Una identidad, si preferimos decirlo así.”

Por eso una sociedad no tiene futuro si abandona a quienes abonan con su arte el destino de un pueblo.

En este sentido los escritores/as realizan una contribución fundamental, cuya amplia significación social es recogida por la comunidad para la que los creadore/as trabajan, ya que el sello que imprimen en sus obras es la expresión de la idiosincrasia de un pueblo, en nuestro caso neuquino y patagónico.

Esta fecunda tarea realizada por los escritores/as es un verdadero oficio, una labor profesional, que requiere dedicación, constancia y continuidad.

Sin embargo son escasos los que viven de los derechos de autor que perciben por sus obras, la gran mayoría no logra vender la cantidad de libros suficientes para vivir dignamente.

La publicación de la mayoría de las obras se realiza en pequeñas editoriales independientes que en pocos casos invierten en la edición. El denominador común es que deban pagar las ediciones de sus propias obras, lo que además de limitar su cantidad y calidad, impide la adecuada distribución y difusión en los medios de comunicación, más ocupados en las modas culturales que en su diversidad y creatividad.

Por otro lado, por no tener una relación de dependencia laboral clara, carecen de beneficios jubilatorios y de servicios sociales que les brinden cobertura médica.

El prestigio que implica ser escritor/a casi nunca se corresponde con la realidad material de quienes se dedican a este oficio; salvo por su reconocimiento moral, el que muchas veces llega solo después de muerto.

Desde hace unos años, la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina, SEA, está gestionando diversos beneficios para sus afiliadas/os. El primero fue obtener una cobertura social asistencial para los escritores/as desocupado/as o sin aportes formales. El segundo es un proyecto de ley actualmente en el Congreso nacional para lograr una jubilación para quienes no hayan aportado durante su vida como trabajadores/as activos/as.

La presidenta de la SEA, la poeta Graciela Aráoz, dijo, al fundamentar las iniciativas de la entidad que “en general, los escritores viven de otros trabajos o se hallan desocupados; sólo una mínima parte puede dedicarse a trabajos en ámbitos afines a su actividad específica.”. Agregó que muchas veces los escritores “mueren en la pobreza, olvidados, después de haber dedicado sus vidas a la literatura, dejando libros que los trascienden y, vaya paradoja, muchas veces no hay lugar donde velarlos o no tienen ni con qué pagar su propio ataúd”. Sin dar nombres de quienes murieron en la precariedad más grotesca, Aráoz aseguró que la SEA considera que existe una “postergada reivindicación para con los autores argentinos.”

En la provincia de Neuquén también existen ejemplos de lo antedicho: Milton Aguilar, Juan José Brion, Irma Cuña, entre otros; quienes al final de su vida no encontraban garantizado su sustento mínimo, más allá de las mínimas pensiones o haberes jubilatorios que percibían. Como es conocido, su producción literaria se veía obstaculizada por esa precariedad económica en que vivían.

Esta situación resiente la cultura de un pueblo, socava los cimientos de su creatividad, oscurece su futuro. La desidia con que se trata a los artistas es un reflejo de la opinión que una sociedad tiene de sí misma y de su voluntad para construir la propia identidad cultural.

No ocurre así en otras naciones donde la actividad literaria está profesionalizada y existe una carrera demostrable desde todo punto de vista, a la que contribuyen tanto editores, gráficos, agentes literarios, libreros, como instituciones oficiales -gubernamentales o no- y el público. En esos casos todos los sectores intervinientes reconocen y admiten que el trabajo literario debe ser remunerado. Sin embargo, en la Argentina en general y en nuestra provincia en particular, hasta ahora no es así.

Con los antecedentes mencionados y considerando que es un deber ineludible del Estado apoyar con fondos suficientes a nuestra cultura, defendiendo y auspiciando a los creadores/as, se propone el presente proyecto de PREMIO PROVINCIAL A LA TRAYECTORIA LITERARIA, como un aporte para resolver algunos de las múltiples dificultades por las que atraviesan.

En el articulado se definen los requisitos para acceder al beneficio, la integración del jurado que realizará la selección y el órgano de aplicación correspondiente.

La asignación económica propuesta se asocia a la remuneración percibida en el ámbito educativo bajo la convicción de la profunda imbricación que existe entre las dimensiones cultural y educativa, ya que la educación permite la apropiación de los valores culturales que una comunidad promueve como modalidad de existencia. Como sostiene el autor ya mencionado: “deseamos crear una cultura propia y educar en ella a los nuestros”, así la educación y la cultura serán pilares básicos en la construcción de una comunidad democrática e incluyente que reconoce el derecho de todos los habitantes de acceder a los bienes culturales.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Mural en homenaje a Jaime de Nevares


La obra, realizada por un grupo de artistas plásticos coordinados por Mario Martínez, es un homenaje al primer obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, y se instaló el domingo pasado en la Catedral neuquina. El acto forma parte del programa de recuerdo de los treinta años de la fundación de Madres de Plaza de Mayo.

NEUQUEN).- Varios artistas plásticos y las Madres de Plaza de Mayo instalaron el domingo un mural en homenaje al primer obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, en una pared lateral de la iglesia Catedral ubicada en la avenida Argentina de esta ciudad. Es un mural elaborado por un grupo de artistas coordinado por Mario Martínez que consiste en seis paneles pintados con esmalte sintético y que reflejan varios aspectos de la vida pública de De Nevares: su participación en las huelgas de los obreros ferroviarios; el apoyo a los trabajadores de la represa de El Chocón; su protagonismo en la defensa de los derechos humanos y de los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado y la actividad fundacional en la reparación histórica de los pueblos originarios en la provincia.
Martínez explicó que la obra “es un aporte colectivo de creyentes y de profanos, quienes se unieron sin contradicciones” y se realizó en paneles de fenólico. El mural demandó varios meses de trabajo –comenzó a elaborarse en febrero pasado- que debió interrumpirse “durante el conflicto docente y en especial luego del asesinato de Carlos Fuentealba. En ese momento, no podíamos volver a acercarnos” a la obra, dijo.
El mural se descubrió el domingo en el sitio que el obispo De Nevares cedió, en 1987, a las Madres de Plaza de Mayo. Hubo allí un primer mural, realizado por Adelina Pifarré, integrante de la agrupación. Tras veinte años de la cesión, y en el contexto del homenaje a las Madres en el trigésimo aniversario de su fundación, se decidió el emplazamiento del nuevo.
Participaron los artistas Alejandra Marino, Andrea Salazar, Mario Fierro, Lorena Galdame, Elisa Zanona y Ana de Estrada en una tarea colectiva coordinada por Mario Martinez.. También colaboraron el grupo Tribu Salvaje e integrantes de la comunidad educativa del Colegio San José Obrero.

Un placer, una maldición

por Luisa Peluffo
(Publicado en el diario "Río Negro", el 7 de julio de 2007)

Hace poco me enteré de que el primer eslogan de la Coca-Cola en Portugal, allá por los años ’20, decía así: “Primero extraña. Después es extrañable” y de que fue ideado nada menos que por Fernando Pessoa, cuando era redactor publicitario.
Podríamos decir que eso es oficio. Pero algo más que oficio, algo inasible que llamamos poesía, es escribir: “No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo”, como también escribió Pessoa, en lugar de decir: “Me siento insignificante, pero sin embargo tengo grandes esperanzas”.
Y oficio poético involuntario, por ejemplo, es decir “El destino está congestionado”, que podría ser el verso de un espléndido poema, como descubre Esteban Peicovich en sus extraordinarios “Poemas plagiados”. Sin embargo no, “El destino está congestionado” es lo que dice una compañía telefónica cuando las líneas están saturadas.
En cambio –señala Peicovich–, no revela ningún oficio escribir: “pulóveres para niños de lana”, “camas para matrimonio de bronce” o “sillas para niños plegables”, como salió en un anuncio de compraventa del diario “Clarín”.
Lo que pasa es que, si las palabras son imprecisas, si resultan enrevesadas, los ojos del lector deberán volver sobre ellas. Henry James, el autor de “Otra vuelta de tuerca” y varios relatos memorables, llamó “especificación endeble” a esta malograda escritura.
Según Stephen King, que de este oficio sabe bastante, escribir es seducir. Pero también aclara que antes que nada hay que leer mucho y escribir mucho, que no hay ninguna manera de saltearse esto. Y sí, el oficio de escribir se adquiere escribiendo y sobre todo leyendo. Hoy se practica en los talleres de escritura, pero durante muchos años los escritores, desde Roberto Arlt hasta Osvaldo Soriano, se formaron en las redacciones.
Sábato escribía para las revistas “Leoplán”, “Vea y Lea” y “Mundo Argentino” y, a Borges, Natalio Botana le exigía publicar un cuento en “Crítica” cada quince días. Ada María Elflein tenía la obligación de escribir un cuento semanal para el diario “La Prensa”. Esta exigencia es formativa. ¿Por qué? Porque se escribe por encargo y con tiempo limitado, como en un taller de escritura, y otra cosa muy importante: el espacio también es limitado, uno no puede irse en palabras.
Escritores como Chejov y Edgar Poe sobrevivieron escribiendo cuentos para diarios y revistas. También Hemingway encontró “un lenguaje nuevo” cuando aprendió a escribir “sin relleno, ni adjetivos ni adverbios; sólo sangre, huesos y músculos”, como él mismo definió, trabajando como redactor en el diario “Kansas City Star”. En cada uno de los escritorios, el jefe de Redacción había dejado un cartelito. Decía: “Escriba con frases claras y concisas, no se haga el artista” y, según el autor de “El viejo y el mar” y “París era una fiesta”, fueron las mejores reglas que aprendió sobre el arte de escribir.
Raymond Chandler –padre del legendario detective Marlowe– reflexionó que cuando un libro, cualquier clase de libro, llega a cierta intensidad de realización artística, se vuelve literatura. Qué subjetivo, ¿no? Me recuerda a Edward Sapir, un famoso lingüista quien, obligado a precisar qué es la literatura, escribió: “Cuando la expresión es de extraordinaria significación, la llamamos literatura” y agregó: “No podría detenerme a precisar qué tipo de expresión es lo bastante ‘significante’ para merecer el nombre de arte o literatura. Por lo demás, no lo sé exactamente, tendremos que emplear el término ‘literatura’ dando por supuesto que todos saben lo que significa”, lo que nos remite a la frase de Benedetto Croce: “El arte es aquello que todos saben qué cosa es”. Ambas “no definiciones” hablan de lo subjetivos que son ciertos conceptos.
Entonces, esa intensidad de realización que según Chandler define a la literatura, puede ser según él “cuestión de estilo, de situación, de personajes, de tono emocional, de idea, o media docena de otras cosas”. También, este autor, que elevó el menospreciado género policial a la categoría de literatura (por más impreciso que siga resultando el término), observó que “lo más durable en lo que se escribe es el estilo y el estilo es la más valiosa inversión que puede hacer un escritor con su tiempo”.
En cambio, Erskine Caldwell, autor de la famosa novela “El camino del tabaco”, era más pragmático. Para él, el talento estaba en el ritmo y los problemas más sutiles empezaban en la puntuación.
Isaak Babel, el autor de “Cuentos de Odessa”, coincidiría con esto, porque le hace decir a uno de sus personajes: “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde”.
El estilo es una proyección de la personalidad, y obviamente hay que tener una personalidad antes de poder proyectarla. “Pero si uno la tiene –advierte Chandler– sólo puede proyectarla en el papel pensando en otra cosa”, y tal vez esto es lo que insinúa misteriosamente en su diario de escritura la brasileña Clarice Lispector cuando se aconseja a sí misma “escribir distraídamente” porque, volviendo a Chandler, “la preocupación por el estilo no lo producirá y ninguna cantidad de corrección y pulido tendrá efecto sobre el sabor de lo que una persona escriba”.
Según él, es más bien la cualidad de su emoción y percepción y sobre todo la capacidad de transferirlos al papel lo que hace de alguien un escritor o escritora, en contraste con la cantidad de gente que tiene emociones igualmente buenas y percepciones igualmente agudas pero no logra transmitirlas.
Y como dijo otro Raymond, esta vez Raymond Carver, acerca del estilo, “…se trata, en suma, de la firma inimitable que pone en todas sus cosas el escritor. Este es su mundo y no otro. Esto es lo que diferencia a un escritor de otro…”.
También, hablando de estilo, Chandler (que fue muy plagiado) decía que “…si uno tiene un estilo, no se lo pueden robar. Como regla general, sólo pueden robar los defectos…”, escribió y agregó perversamente que “…la mayoría de los escritores tiene el mismo ego de los actores, pero sin su encanto físico...”.
Pero volviendo al oficio de escribir, lo cierto es que la única manera de adquirirlo es escribiendo. Lo importante es un espacio de tiempo, unas horas por día en que uno no haga nada más que escribir. No debe hacer ninguna otra cosa como leer, escribir cartas, resolver crucigramas, etc. Escribir o nada. Dos reglas muy simples: a) no es obligatorio escribir; b) no se puede hacer otra cosa. El resto viene solo. A Chandler le funcionaba.
Decía Isak Dinesen, autora de la novela autobiográfica “Out of Africa” (“Africa mía”), que ella escribía un poco todos los días, sin esperanza y sin desesperación.
Y en el libro “Ser escritor”, Abelardo Castillo afirma que en cuarenta años de literatura aprendió que corregir encarnizadamente un texto no es una tarea retórica o estilística sino un trabajo espiritual, y recuerda que Borges le confesó que detestaba “Hombre de la esquina rosada” porque en ese cuento había escrito la palabra “cuchillón”. También dice Castillo que en general “...cuesta tanto trabajo escribir una gran novela como una novela idiota. El esfuerzo, la pasión, el dolor, no garantizan nada...”. Es desagradable, agrega, pero es así y aconseja a los novatos a meditar en eso.
Pero las opiniones de los escribas sobre sus colegas merecen un capítulo aparte. Lope de Vega no vaciló en pontificar que “...ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote...”. Lord Byron le escribió al poeta James Hogg que Shakespeare: “...no tenía imaginación para sus historias, ninguna en absoluto. Tomó todas sus tramas de novelas antiguas y las montó en forma teatral, con tan poco esfuerzo como el que usted y yo necesitaríamos para volver a escribirlas en forma de historias en prosa...”.
También Virginia Wolf metió la pata. Después de leer el “Ulises” de James Joyce, anotó en su diario: “...acabé el ‘Ulises’ y me parece un fracaso... el libro es difuso. Es salobre. Pretencioso. Vulgar, no sólo en el sentido común sino también en el literario. Quiero decir que un escritor de primera línea respeta demasiado el acto de escribir para permitirse hacer trampas...” y en nuestros pagos, Borges y Bioy Casares consideraban a Ricardo Güiraldes y Horacio Quiroga malos escritores.
Después de tanta incomprensión, ¿qué es lo que nos impulsa hoy a escribir, en una época tan poco propicia para la escritura y la lectura...? ¿La esperanza de ganar mucho dinero? ¿El deseo de aparecer en los medios? ¿El desafío de escribir obras que sean buena literatura y al mismo tiempo entusiasmen a miles de lectores? Para mí, el oficio de escribir es partir siempre de cero. Es un camino, no una meta; tal vez, una manera de luchar contra esa muerte que se llama olvido, como dice el protagonista de mi novela “Todo eso oyes”.
También creo que la íntima convicción que Rilke le exige al joven poeta es lo que sostiene al escritor genuino: “...acaso resulte que usted sea llamado a devenir artista. Entonces tome usted esa suerte y llévela, con su pesadumbre y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa...”.
Para terminar, quiero compartir una notita que le envió Clarice Lispector al linotipista en la época en que los libros se escribían a máquina y se imprimían con linotipos: “Disculpe que me esté equivocando tanto a máquina. Primero es porque se me quemó la mano derecha. Segundo, no sé por qué. Ahora, un pedido: no me corrija. La puntuación es la respiración de la frase, y mi frase respira así. Y si usted me encuentra exquisita, respete eso también. Hasta yo fui obligada a respetarme. Escribir es una maldición”.

(*) Luisa Peluffo nació en Buenos Aires y cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Se radicó en San Carlos de Bariloche en 1977. En 1988 obtuvo la beca Creación en Narrativa otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Su primera novela, “Todo eso oyes”, mereció en 1989 el Premio Emecé. Su segunda novela, “La doble vida” (Atlántida, 1993) obtuvo el primer Premio de Narrativa, Región Patagónica, de la Secretaría de Cultura de la Nación y el premio “Ricardo Rojas” de la Municipalidad de Buenos Aires. Ha editado los libros de poemas “Materia viva”, “Materia de revelaciones” y “La otra orilla” (Ultimo Reino, 1991), que recibió el primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, y en España, “Un color inexistente” (Torremozas, 2001), que obtuvo el XVIII Premio Carmen Conde de Poesía.
En el 2005, su obra teatral “Si canta un gallo” mereció el tercer Premio del Instituto Nacional del Teatro.

Referencias
Alatorre, Antonio: “Lingüística y literatura”, México. Vuelta Nº 133/134, 1987.
Babel, Isaac: “Cuentos de Odessa”. Relatos, Barcelona. Bruguera, 1981.
Carver, Raymond: “La vida de mi padre”, Colombia. Norma, 1995.
Castillo, Abelardo: “Ser escritor”, Buenos Aires. Perfil Libros,1997.
Chandler, Raymond: “El simple arte de escribir”, Buenos Aires, Emecé, 2002.
King, Stephen: “Mientras escribo”, Barcelona. Plaza & Janés, 2001.
Lispector, Clarice: “A descoberta do mundo”, Río de Janeiro. Nova Fronteira, 1984.
Paz, Octavio: “Versiones y diversiones. Poemas de Fernando Pessoa”, México. Joaquín Mórtiz SA, 1974.
Peicovich, Esteban: “Poemas plagiados”, Valencia. Germania, 2000.
Bioy Casares, Adolfo: “Borges”, Buenos Aires. Ediciones Destino, 2006.


La autora es poeta y escritora. Reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro.