sábado, 8 de diciembre de 2007

Mariano Villegas, finalista del premio Página 12


Presentó la novela “Bajo la barda”, ambientada en México y Neuquén y fue seleccionado entre los diez narradores preseleccionados por el jurado.

NEUQUÉN.- El narrador Mariano Villegas resultó seleccionado finalista del Premio “Novela nueva” organizado por el diario porteño Página/12. Villegas, nacido en Entre Ríos y residente en Neuquén durante varias décadas, vive actualmente en la ciudad de Buenos Aires y llegó a la instancia final del concurso con la novela “Bajo la barda”, ambientada en México y esta provincia.

El jurado estuvo integrado por los escritores y periodistas Juan Boido, Juan Forn, Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain, y difundió su veredicto la semana pasada. El premio fue para la platense Aurora Bernardini.

Las novelas finalistas fueron, además de “Bajo la barda”, “Ese verano”, seudónimo Billi Ken; “Sobre el río”, de Killcana; “El globo”, de Nina Lucha; “Desapariciones”, de Enrique Meyer; “Agosto”, de Emilia Montaraz; “Las primas”, de Beatriz Poltrinarik; “Miramar”, de Emily; “Quien juega al ajedrez con la gente sencilla”, de Salix Humboltiana y “Nelly R. la amante del General”, de Duque Orsini.

En una entrevista realizada vía correo electrónico, Villegas ratificó a este diario su adscripción a la estética del realismo, y consideró que en la Argentina “se encuentran los mejores escritores en nuestra lengua”. El autor mencionó a Juan José Saer –“uno de los mejores escritores argentinos”-, y citó como influjos en su literatura a Roberto Arlt, Leopoldo Marechal, Abelardo Castillo, Sylvia Iparraguirre y Marcelo Birmajer, entre otros.

“Bajo la barda” es un texto con “varias posibilidades” de abordaje, ya que incluye “textos mexicanos y actuales, referidos a Neuquén”. La obra demandó un año y medio de escritura.

Respecto de su método de trabajo, indicó que “hay plancitos de corto plazo, casi siempre. El ritmo de la escritura lo impone el tema, generalmente entusiasta”. Añadió que no es “un profesional que escribe todos los días”.

En cuanto al proceso de escritura, indicó que existe un incesante proceso de corrección y que, “cuando el borrador está a punto, otras personas amigas opinan y proponen modificaciones; verdaderos aciertos.

“Bajo la barda” transcurre en Neuquén y su personaje principal, Conrado Vallejos, proviene de una novela anterior, “Campo de experiencias”. Los escenarios son la capital neuquina –la Confluencia- y la localidad de Huncal –Cayanta Malal-. También hay cortes temporales que transcurren en Ciudad de México.

Conrado Vallejos se hace cargo de niños mapuches de Cayanta Malal con quienes pinta un gran mural en ocasión de finalizar el séptimo grado.

Los tiempos mexicanos tienen que ver con la situación migratoria irregular de Conrado que termina con unos días en la cárcel antes de regresar a la Argentina.

Mariano Villegas nació en Bovril, Entre Ríos en 1934. Se radicó en Neuquén en 1974 y vive en Buenos Aires desde el año pasado. Es jubilado del Consejo Provincial de Educación del Neuquén. Ha publicado en la década de 1980, cuentos premiados por la Fundación del Banco Provincia del Neuquén y dos novelas, una en México, en 1992, Premio de narrativa breve de Almería, España –“Campo de Experiencias”- y otra –“Una gesta primaria”-, publicada por Bitzoc, Barcelona, España, premio de la Fundación

March Cencillo de Palma de Mallorca (1998). Esta obra obtuvo también una mención en el concurso de novela del diario La Nación en ese mismo año.

Fragmento de “Bajo la barda”

"Era la media mañana de un día frío de septiembre y densas capas gaseosas de nieblas matinales resistían su disolución bajo un sol cauteloso, amanecido con timidez. Esos gases húmedos se negaban a desaparecer del entorno gris azulado de la pequeña estación de trenes, impregnando a los árboles cercanos, a la construcción de techo a dos aguas de diseño inglés y a las vías brillantes y gruesas, paralelas que se juntaban lejos en perspectiva hacia el oeste. Conrado había instalado su mochila en un vagón de clase única del tren El Zapalero, con asientos forrados en ajada cuerina clara. De ignotas poblaciones del Valle procedían algunos viajeros, familias completas, parejas de campesinos y algunos tipos dormidos envueltos en frazadas que habían subido al tren en Plaza Constitución. A Conrado le placía viajar en tren pese a las tremendas experiencias en las formaciones que iban desde la Ciudad del Lago al Distrito Federal, unos mil ochocientos kilómetros en asientos de madera, rigurosa pinotea, viajes eternos que duraban tres o cuatro días si los dioses mayas estaban a favor. (...)

Conrado lucía un overol térmico, campera montañesa, gorro negro de lana, zapatones Marasco y ropa interior de frisa. Momentos antes del toque de campana de salida, ese sonido seco, lánguido y triste, el autazo viejo y grande de Rogelio, un Valiant del año del cateto, hizo su entrada espectacular a la playa de estacionamiento. Frenó a pocos centímetros del andén envuelto en polvareda. De ella emergió Damasia con su equipo de montaña completo y corrió hacia el tren. Al divisar a Conrado asomado a la ventanilla, la muchacha trepó ágil al vagón. Rogelio se acercó a paso lento, sonriente. Sin decir una palabra señaló a su hija. El dedo índice apuntó luego a Conrado, acusador y preventivo, un mensaje claro: cuidá a esta muchacha que es mi hija, mi estuche de maravillas. Sonó la bendita campana y el tren se puso en marcha."