lunes, 14 de abril de 2008

Veinte años de mujeres en poesía

Es una antología que recopila la producción de 53 poetas del país, nacidas entre 1960 y 1980. En la selección hay tres patagónicas, y una neuquina, Macky Corbalán. El volumen será presentado en Buenos Aires el 25 de marzo.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

NEUQUÉN (AN).- Son 53 poetas argentinas nacidas entre 1960 y 1980. Son sobrevivientes de un minucioso proceso de selección que en una primera instancia superó el centenar. Ahora, el libro publicado por ediciones del Dock, el ya legendario sello de Carlos Pereiro para todo lo concerniente con la poesía, será presentado el 25 de este mes en Buenos Aires, en la Casa de la Poesía que dirige Susana Villalba.

El arduo trabajo de selección estuvo a cargo de Andi Nachón, que también escribió un prólogo donde establece los criterios que guiaron la antología y las conclusiones que obtuvo después de su tarea. En la recopilación hay tres patagónicas, y una sola de ellas es neuquina. Se trata de la casi infaltable Macky Corbalán, una cutralquense nacida en 1963, con una obra breve, condensada, profunda y sorprendente. Las otras dos son Claudia Prado, de Puerto Madryn, y Ana Porrúa, nacida en Comodoro Rivadavia y residente en Mar del Plata.

Ellas integran un panorama que completan otras 50 poetas, casi la mitad de la ciudad de Buenos Aires, seis de esa provincia y 24 del resto del país. Ésa es la primera –y saludable- sorpresa que uno se lleva: al menos numéricamente, parece que la poesía argentina no sólo se escribe en la Reina del Plata. Una aclaración: hay tres poetas que exceden los requisitos y están en el volumen por tratarse de “escrituras nuevas que están llegando”.

Esta antología sucede a una que abarcó las dos décadas inmediatamente anteriores y con las cuales la presente tiene “una cierta filiación”. Sin embargo, tiene razón Andi Nachón cuando expresa que “el recorrido propuesto en esta oportunidad se vuelve más difuso e indudablemente asienta su potencia en un ahora volcado hacia delante”. Y añade de inmediato cuál es el universo presentado: las más jóvenes tienen entre 25 y 27 años, algunas están aún inéditas y otras cuentan con sólo un libro publicado.

El segundo punto, que uno también comparte con la autora de la antología, es que este elenco de poetas ocurre en un contexto especial de la literatura –y de la poesía, particularmente- en la Argentina. Luego de la brutal transnacionalización de la industria editorial y su consecuencia más inmediata, la escritura con recetario más o menos expreso, surgieron numerosos proyectos sectoriales, colectivos, aislados o más o menos compartidos que hicieron crecer en forma vertiginosa la edición en pequeñas tiradas, fuera de los circuitos comerciales habituales. Así, a los sellos “históricos” –Último Reino; La danza del ratón; Tierra Firme-, se agregaron otros –siesta; La luna que; del Dock; Limón; Adriana Hidalgo y otros- que robustecieron la posibilidad de acceso a la lectura y a la circulación de la poesía novísima.

En este caso, se trata de una notable muestra de la poesía luego de Juana Bignozzi, Alejandra Pizarnik, Glauce Baldovín, Celia Gourinski, Olga Orozco, Irene Gruss y otras tantas que, como considera Nachón, tenían “en su haber poéticas ya constituidas en obra”. De ellas se perciben rastros, datos genéticos que continúan y perpetúan algo que ya se constituye en un objeto de estudio en sí mismo. Es decir, la poesía de mujeres argentinas es, quizá, una de las materias más importantes a abordar por parte del crítico literario, pues acaso en este segmento se den la renovación, la indagación, el reencuentro de la poesía con la búsqueda y el conocimiento, lejos del adocenamiento de tanta poesía-cháchara que se constituye sin lirismos, sin pasiones, sin sorpresas. Sin sangre.


1 comentario:

silvia romero dijo...

Gerardo, estoy haciendo un blog, con las poesias que me gustan, que han guiado mi vida, y subi una de gloria dünkler. estoy en mexico, solo lo vemos algunos amigos amantes de la poesia... si no debo o no quieres, dime y lo borro, gracias silvia romero