lunes, 31 de diciembre de 2018

también la vida, a jorge smerling

jorge smerling con victorio veronese, en la azotea de la casa de la calle saráchaga















aunque tu cabeza estalle
contra un barco en la dársena sud, o en el riachuelo
y vengas después con ella en la mano
      -juan bautista de estos tiempos-
para bailarnos la danza del ombligo a los normales
que creemos en tu poesía

      y después te alaben páginas en sepia de suplementos literarios, esos andróginos de la literatura
      que piensan como esclavos y escriben como cadáveres

aunque tus hermanos franceses vaguen al azar:
      uno dopado, el otro canceroso y el último más allá de los vidrios,
hermano, no te rindas

no te rindas, el poema merece ser escrito

gerardo burton, en buenos aires, hacia 1984




sábado, 22 de diciembre de 2018

El héroe del líquido - Las estaciones de la sed (reedición) de Raúl Mansilla


A continuación, se reproduce el texto no leído en la presentación de dicho libro, no ocurrida el 17 de noviembre de 2018 en la casa de los Artistas Neuquinos, en la ciudad capital de Neuquén. La autoría del texto no leído pertenece, por ahora, a Gerardo Burton. El libro fue publicado por Espacio Hudson, la editorial que conduce Cristian Aliaga.




La sed puede ser la exterioridad. Pero también es la carencia, la conciencia de lo que falta: la necesidad que es madre de todas las cosas. El líquido puede ser la saciedad, el exceso, la desmesura. Entre los dos, Mansilla establece un viaje. Estos dos libros absolutamente necesarios estaban agotados. Y eran -son- necesarios para la poesía de la Patagonia, para la poesía en general.
Oscilan entre dos leit motivs; la sed y el líquido. Y cada uno tiene su corte, su séquito de materiales, de elementos, de palabras. Por ejemplo: Mansilla habla de botellas, de destilados, de humedecer, de humedad, de beber, de alcohol. Y también: sangre, orina, saliva.

viernes, 19 de octubre de 2018

Hugo Padeletti: ¿cómo se lee un poema?


Pido perdón por estas tres hojitas que voy a leer. Sé que la expresión improvisada es más vívida, aunque menos exacta, pero en estos siete años de alejamiento de los claustros universitarios he olvidado casi todo lo que aprendí y me cuesta extraer como de un pozo lo poco que sé. El tiempo elástico de la escritura me ayuda a lograrlo. No voy a hacer por lo tanto una exposición doctoral de cómo debe leerse un poema. Eso, como dije, ha quedado atrás. Actualmente me considero sólo un poeta. Además, he hecho ejercicios de origen budista para vaciar mi mente del exceso de conceptos, para tenerla disponible para lo que se presente en el momento.



Ustedes conocerán probablemente la anécdota del erudito occidental que fue a visitar a un sabio budista para preguntarle por el sentido del budismo. Mientras el monje preparaba el té, el erudito se explayaba en la exposición de sus innumerables conocimientos. Cuando el té estuvo listo, el monje pidió al occidental que acercara su taza y fue vertiendo el té hasta que éste desbordó de la taza, llenó el platillo y amenazaba con chorrear sobre el suelo. ¿Qué pasa?, preguntó el erudito, ¿no ve usted que la taza está desbordando? Así está su mente, contestó el sabio, ¿cómo podría entrar en ella el sentido del budismo? No sólo el sentido del budismo requiere una mente vacia —0 vaciada sino también el sentido de un poema.


Cuando voy a leer un poema me presento a él con la mente libre de preconceptos. Primero hago una lectura global no analítica para tener una primera impresión. Generalmente basta para saber si el poema es bueno o no. Cuando éste está escrito en una lengua extranjera que no domino completamente pero cuyas estructuras fundamentales conozco, como me ocurre con el inglés, lo primero que observo es la construcción sintáctica; es la armadura, el hueso del poema, su columna vertebral. Luego observo la constelación de imágenes; ésta me da el clima del poema. Finalmente hago una traducción, que es mi lectura de ese poema. Si éste está escrito en mi propia lengua, el proceso es el mismo, sólo que no tengo que hacer la traducción. Si la estructura sintáctica es coherente y animada, el poema tiene Vida. Casi seguramente, también tiene una buena estructura sonora, porque la sintaxis determina el fraseo, que es más allá de la métrica, el verdadero ritmo del poema. Luego veo si la constelación de imágenes es realmente una constelación; es decir, si es coherente, si las imágenes se apoyan y refuerzan mutuamente o si chocan y se neutralizan. En este último caso el poema es malo. Luego trato de Ver si hay una hilación conceptual explícita o si el . sentido está en la constelación imaginaria y sonora.



Hay tres clases básicas de poemas: 1) los que tienen un hilo conductor conceptual, generalmente con disminución de los elementos imaginario y sonoro; 2) los que consisten esencialmente en imágenes, con probable disminución de los aspectos conceptual y sonoro* 3) los que ponen el acento en la música de las palabras: en la métrica, el ritmo, asonancias, consonancias y disonancias, paronomasias y juegos de vocablos en general, subordinando esto al sentido conceptual y en parte al imaginario. De más está decir que estas tres categorías rara vez se dan puras sino combinadas. Los tres elementos fundamentales del lenguaje: concepto, imagen y sonido pueden entrar en combinaciones múltiples, como lo prueba la apabullante variedad de la poesía a través de las lenguas y los siglos.

Si se trata de un poema principalmente conceptual, los conceptos nos guían desde el principio hasta el fin, las imágenes ilustran los conceptos y el ritmo los va articulando. Pero ojo, que un poema conceptual, pese a su claridad, que a veces se complica en deliberada Oscuridad y dificultad, puede ser muy poco poético. Si el poema está compuesto basicamente de imágenes, es importante ver si hay una buena organización o simplemente una acumulación de ellas. La acumulacion incoherente de imágenes es el recurso favorito de los malos poetas. Si el poema es esencialmente sonoro hay que descubrir si es significante, si no es un mero juego de vocablos. Hay un tope que este último tipo de poesía no puede sobrepasar: la anulación del concepto y de la imagen; si esto ocurre no hay ya lenguaje y por lo tanto tampoco poesía; ciertas experiencias extremistas lo han probado Si el poema, como ocurre en la mayoría de los casos, consiste en una dosificación variada de los tres elementos constitutivos, importa ver qué papel juega cada parte en el cojunto y saber apreciarlo.

Un problema que se plantea frecuentemente al lector es el del hermetismo de cierta poesia. Un poema puede ser hermético porque es incoherente, o porque tiene una articulación muy compleja de concepto, imagen o sonido, o de los tres a la vez, o porque intentan comunicar experiencias inefables. Está el hermetismo sintáctico de Góngora, el hermetismo por elipsis de ciertos sonetos de Mallarmé, el hermetismo esotérico de Lubicz Milosz y el hermetismo transparente, al menos para el que tiene siquiera una vislumbre de la experiencia mística, de San Juan de la Cruz. Hay una clase de hermetismo que sólo se da, creo, en la poesía con-temporánea: es el de los poetas que parecen esforzarse intencionalmente por no decir nada: construyen una textura verbal vacía en el Vacío En este último caso, especialmente, pero en todos los casos hasta cierto punto, un recurso muy efectivo es el de la familiarización: aprender de memoria el poema hasta que forme parte de nuestro propio ser.

Recuerdo una experiencia que hice cuando era estudiante de filosofía en la Facultad de Filosofía y Humanidades de Córdoba. La materia Metafísica consistía exclusivamente en la lectura de cuatro libros. Uno de ellos era la Introducción a la metafísica de Heidegger. Yo era alumno libre desde Rosario, y no contaba con la ayuda constante del prolesor, que era excelente: nada menos que juan Adolfo Vázquez, entonces director de la colección de filosofía de Sudamericana. Recuerdo que leí tres veces la traducción al castellano y copie en un cuaderno las partes más difíciles sin lograr ningún avance. Conseguí entonces una versión francesa autorizada por el mismo Heidegger y continué mis lecturas con la avuda de un amigo filósofo que había estudiado a Heidegger en Alemania y en alemán. Él me hizo la traducción literal de los pasajes más significativos. Aqui hay que recordar que Heidegger es un filósofo-poeta que se crea de cabo a rabo su propio lenguaje aprovechando la ventaja de que el alemán, lengua aglutinante, permite formar siempre nuevas palabras por yuxtaposición de otras o partes de otras. Después de todo este esfuerzo, no puedo decir que haya logrado traducir a Heidegger a un lenguaje filosófico convencional, pero sí que la obra se abrió dentro de mi y toda ella me resultó luminosa. Fue casi una experiencia mística

Este es el esfuerzo que nos exigen los poetas auténticamente herméticos: que hagamos nuestra su poesía por la incansable relectura y, algunas veces, memorización. En ciertos casos también hace falta análisis, mformación, leer las notas del poeta y de sus exógetas y los libros que lo incluyeron. Pero hay una clase de hermetismo que no se justifica estéticamente; es el hermetismo por exceso de individualidad: cuando el poeta, en vez de símbolos universales utiliza símbolos exclusivmente personales y alusiones a sus propias experiencias privadas que no se explican en ninguna parte. Este, además de la abundancia de material no poético, es el defecto que hace ilegibles, salvo por fragmentos, los ‘Cantos de Ezra Pound, el más importante ejemplo de este tipo de hermetismo. Habría que leerlo con un diccionario explicativo, si pudiera hacerse, pero aún asi sería muy engorroso.

A mi los poemas que más me gusta leer son los intensamente líricos y a la vez metafísicos, de forma más bien cerrada que invita a volver sobre ella. Me cuestan los poemas narrativos y los poemas-rio, que empiezan en cualquier lado, fluyen largamente en cualquier dirección y terminan inesperadamente en cualquier momento, Siempre he considerado importante como en los buenos cuentos el final del poema, un final que lo cierra definitivamente pero que al mismo tiempo lo abre para la relectura, que nos reenvía al primer verso, hariendonos recorrer innumerables circunferencias en torno a un centro, circunferencias que encierran la pulpa sabrosa que no se consume al comerla sino que cada vez tiene un sabor distinto y como enriquecido. Estos poemas esféricos que vuelven sobre sí mismos se mueven internamente, para decirlo con palabras de Eliot, ‘como se mueve un jarrón chino inmóvil/perpetuamente en su inmovilidad’.

Como habrán observado, he hecho hincapié en la lectura intuitiva del poema. Pero no ignoro que el análisis puede arrojarnos a la boca frutos sabrosísimos. Recuerdo que hace unos diez años yo dictaba en el Instituto Superior de MÚSICA de la Universidad Nacional de Rosario una Integración Cultural de cuatro años que culminaba en un curso de Estética y que comprendía un año de Poética. Empezábamos con Bécquer y terminábamos con los Cuatro cuartetos. Recuerdo la decepción de los alumnos cuando empecé con la lectura y análisis de “ Del salón en el ángulo obscuro…“, un poema tan fácil, tan simple y resabido. Pero me llevó más de un mes analizar la riqueza de las sonoridades en relación con el sentido, las correspondencias entre concepto y concepto, imagen e imagen, concepto e imagen. Recuerdo también el asombro de los alumnos al ver convertirse la humilde semillita de mostaza en semilla del universo. Creo que no olvidarán en su Vida que todo poema, como el Lázaro de la rima, necesita una voz que le diga: Levántate y anda. Lo único que no puede hacer, desgraciadamente, la buena lectura es transformar un poema malo en un poema bueno. Esto sólo puede hacerlo Berta Singerman (y no es una broma).

Quiero recordar, por último, que un buen poema es una obra de arte. Que más allá de lo que el poeta dice -información, concepción del mundo, comunicación de experiencias, ‘mensaje’, como se decía antes, el poema es un objeto de belleza. La función de la belleza en la Vida de un individuo y de una cultura es incomparable e irremplazable. Por eso quiero terminar recordando los versos del Endymion de Keats: ‘A thing of beauty is a ]oy for ever;/its loveliness increases; it will never/pass into nothingv ness/ Que más o menos puede interpretarse: ‘Un objeto de belleza -una obra de arte- es un gozo para siempre; su encanto se acrecienta, nunca pasará a la nada’. O, para decirlo con palabras de una poeta contemporánea (Marianne Moore): ‘Beauty is ever— lasting and dust is for a time-. la belleza es eterna; el polvo sólo por un tiempo.

*leído en un encuentro de poesía realizado en Buenos Aires

Hugo Padeletti nació en 1928 en Alcorta, provincia de Santa Fe. Es poeta y artista plástico. Si bien en 1959 publicó Poemas, su obra recién empezó a difundirse a fines de la década de 1980, cuando publicó sucesivamente Poemas (1960-1980); Parlamentos del viento y Apuntamientos en el Ashram.ugo Padeletti nació en 1928 en Alcorta, provincia de Santa Fe. Es poeta y artista plástico. Si bien en 1959 publicó Poemas, su obra recién empezó a difundirse a fines de la década de 1980, cuando publicó sucesivamente Poemas (1960-1980); Parlamentos del viento y Apuntamientos en el Ashram. Murió en Buenos Aires en 2018.

martes, 19 de junio de 2018

Macky Corbalán: un homenaje

Texto hablado en la biblioteca popular Kique Sánchez Vera, del barrio Canal V de Neuquén, el sábado 16 de junio de 2018. (Al final, está el enlace de la presentación de "Como mil flores", en La Conrado Cultural, el 10 de julio de 2008, que se publica por gentileza de Carmen Capdevila)

por Gerardo Burton







No hay nada de casualidad en que hoy sábado estemos en un homenaje a Macky Corbalán cuando en la semana que pasó se logró una de las mayores reivindicaciones por las que ella trabajó en su vida. No hay nada de casualidad que sea hoy, en esta tarde de junio cuando el otoño está por finalizar, cuando estamos a poco del día de su cumpleaños, que volvamos a nuestro corazón a esta mujer que peleó siempre por los derechos de los excluidos, de las invisibilizadas de la historia, de todos los seres vivos con una expansión hacia el mundo inorgánico. Que es una forma de defender el universo de la depredación a que lo sometemos.


Y pienso que hay una línea de trabajo, una hipótesis de análisis que puede aplicarse para la poesía de Macky Corbalán. A riesgo de parecer autorreferencial, el último poemario publicado en vida de ella fue “Anima(i)s” (en Neuquén, la cebolla de vidrio ediciones, 2013).  Esa publicación se terminó en noviembre de ese año. Y, como decía recién la última canción de Matías Pérez, hay algo que expande el pensamiento, hay una necesidad de eso. Y ella, Macky, lo hizo cuando extendió su poesía hacia la contemplación de la vida de lo seres considerados inferiores, animados o no. Hay un sendero de pensamiento en esa dirección que puede rastrearse retrospectivamente en su poesía: se asoma en “La pasajera de arena”, y continúa en los demás libros.

Pero justamente el título de este poemario es significativo. “Anima(i)s” plantea un acertijo entre todos los significados posibles de ese título: ¿qué quiere decir ella con los posibles juegos de palabras que se pueden entablar? En primer lugar, animais es animales en portugués, y de ese concepto se deriva el juego de combinaciones. Un segundo punto lo plantea el paréntesis: ¿es un guiño o dentro de la misma palabra nadan ambos conceptos, ambos significados? En efecto, puede leerse como animados, esos seres con alma, ya definidos por Aristóteles, pero con un grado de inferioridad respecto de la supuesta jerarquía de los humanos. En tercer lugar, se relaciona con la palabra ánimas, un sinónimo de almas. Este poemario es, por su sencillez extrema y por su hondura existencial, un manifiesto en la vida y en la poesía de Macky Corbalán. Basta con leer el texto que ella escribió para la contratapa, que vale como un manifiesto. Allí desaparece el autor como se entendió desde la modernidad; se disuelve la identidad en un río de energía, en un magma vital donde no hay nombre y, no habiéndolo, no hay propiedad. Es como asomarse a una situación primordial, ancestral, de inocencia edénica casi. Voy a leer unos poemas de este librito:

1

la gata bebe 
extasiada la sombra 
de su rostro

2

Su vértigo hace 
cadencia de lo abierto.


3

suave 
pisa extenso 
grávida de
ritmo 

4

se mueve y
reposa,  hace coincidir como 
nadie idea y acto





En Macky Corbalán la poesía es uno de los extremos del péndulo; el otro es el feminismo. Y ambos son de un profundo contenido político. La poesía es política, el feminismo es política y ambos, juntos, son política. Son una toma de posición que supone un indisoluble compromiso. Por eso es importante leer hoy a Macky Corbalán, porque propone una original forma de concebir la poesía -la poesía habla a través de mí; soy hablada por ella, solía decir- y una forma de plantarse ante el lenguaje como sistema de dominación -la poesía combate al lenguaje, aclaraba, de la misma forma que se opone a las academias y a los prestigios. Y por eso, la poesía no es literatura, es otra cosa-. Estas declaraciones son de una ascesis hondísima. Y, del otro lado, el feminismo, esa corriente de pensamiento y vida que lucha contra los sistemas de dominación instaurados por el capitalismo y el patriarcado, que para ella eran uno. Por eso su poesía es política, porque inclusive en este poemario aparentemente ingenuo, naïf, hay un revulsivo, una acción de corrosión similar a las carcajadas con que el sarcasmo ridiculiza al rey y le dice que está desnudo.

¡Volver a Macky Corbalán!




ver también https://www.facebook.com/125518591492829/videos/183499599028061/

Presentación de "Como mil flores" en La Conrado Cultural
(gracias, Carmen Capdevila)

https://kasandrxs.radioteca.net/article/b-como-mil-flores-macky-corbalan-b/

lunes, 18 de junio de 2018

Juan Laurentino Ortiz

Este texto fue publicado en Rosario/12, y lo reproduzco por la alegría que proporcionan la poesía y la amistad.

Por Jorge Isaías





En ese tiempo no lo sabíamos o era apenas una intuición, porque en nuestras visitas a ese viejo maestro en las orillas del Paraná escuchábamos fluir esa palabra suya que eludía las grandes definiciones y las opiniones tajantes.

viernes, 27 de abril de 2018

La pauta que conecta

Texto leído en las Conversaciones de Otoño, desarrolladas entre el 19 y el 22 de abril en la ciudad de General Roca-Fisque Menuco, de Río Negro, organizadas por Silvia Butvilofsky y Chelo Candia. En esta ocasión el homenaje fue a Macky Corbalán, con una exposición de artistas plásticas.


Gerardo Burton
geburt@gmail.com

Hay algo que puede explicar por qué un homenaje a Macky Corbalán comienza con una muestra artística. Por qué estas mujeres están aquí, con un arte aparentemente diverso de la poesía de Macky Corbalán, como si no hubiera correspondencias, como si los vasos comunicantes estuviesen obturados. Recuerdo en estos días que Gregory Bateson, lingüista entre otras actividades, hablaba en su libro Espíritu y naturaleza de hallar “la pauta que conecta” las cosas, los objetos, los seres vivientes.


En Macky Corbalán la poesía es esa pauta que conecta. No se termina, no se agota en la escritura o en el decir. Menos en el lenguaje, que ella opone al concepto de poesía porque le sospecha -lo sabe, mejor dicho- los atributos del poder. La poesía elude, combate, supera y trasciende al lenguaje, y por eso impregna todas las cosas, como dice Bateson que dice Plotino de la belleza. Es que la belleza no es simplemente una cuestión de armonía clásica o apolínea. La belleza está en lo abyecto, en lo marginado, en lo odiado, en lo excluido. Y, fundamentalmente en todo lo que ese artículo neutro no abarca aunque lo pretende: también en la marginada, en la excluida, en la odiada, en la abyecta.

Y por esa expansión que provoca la poesía en la mente, en el alma, en las cosas, en los objetos y en los vivientes, no es posible oponerle un dique. La poesía es desmesura, y es por eso que estas artistas están aquí, ejerciendo una poesía por otros medios que no son la escritura, aunque sí, la palabra, la palabra en gesto artístico.

En sus últimos años, Macky Corbalán, hizo una práctica de esa expansión de la que hablo: ella imaginó tres espectáculos performáticos con disciplinas artísticas diversas -Poetas a la cucha; Mostro verso y Curia poetas- que se articularon en torno de un solo eje: la poesía, y convocaron a artistas de ámbitos distintos, a veces opuestos o al menos contradictorios. Fue ése otro gesto artístico, una intuición que ella lideró, a la vanguardia, mirando más allá del horizonte. Y, otra vez cito a Bateson:  él dijo que la causalidad no opera hacia atrás; la visión de Macky Corbalán también opera así: no hay retorno, no hay vuelta atrás del territorio de la poesía. Gracias.

jueves, 26 de abril de 2018

Las chifladuras de los poetas

Texto leído en la presentación de los libros "Shibólet", de Diego Roel y "Lamen", de Hernán Lasque, en la sala Alicia Fernández Rego de Neuquén, el 25 de abril de 2018. Estas palabras son por el poemario de Roel

Gerardo Burton
geburt@gmail.com


SANTUARIO

Piedra a piedra,
avanzamos.

Con una migaja de luz
hicimos nuestra casa.
La hicimos con sangre y arena, la hicimos con ceniza.

Con los resabios del sueño
forjamos la imagen del destino.
La forjamos con sal y viento, la forjamos con ceniza.

Con lo que dejó la tormenta
cercamos el muro del abismo.
Lo cercamos con polvo de huesos, lo cercamos con ceniza.




Un poema breve para empezar, porque luego seguramente habrá otras lecturas, pero éste sirve como ejemplo. Shibólet parece un poemario compuesto para la oralidad, para guardar en la memoria el golpe de los versos, sus acentos. Hay una apropiación del versículo bíblico, con repeticiones que se despliegan en forma espiralada, aumentando la carga de sentido con cada vuelta, a medida que la curva se aleja del centro. Los versos se repiten, como en letanía, como la marejada que golpea las playas hasta producir la ruptura que expandirá la costa, en este caso la mente, el conocimiento, la escucha de Dios.


Este poemario nace de la lectura que hizo Roel de los poemas de Paul Celan, ése que dio vuelta la sentencia de Adorno y optó por la poesía luego de Auschwitz. Y, ya que hablamos de sentencia, hay otro rasgo bíblico en estos poemas: la sentencia en forma de aforismo.

El título del libro alude a una contraseña, esa palabra secreta que, pronunciada de manera correcta, otorga un salvoconducto: autoriza el ingreso a un territorio o su salida de él, garantiza la sobrevivencia. La contraseña es el espejo no deseado del símbolo, ese objeto que, partido, guarda un acuerdo entre las gentes a través de los años y que restablece su sentido original al volver a unir sus partes. El símbolo implica un reconocimiento del otro; la contraseña, el sentido de pertenecer, de saber que no se es otro, un extranjero.


En el fondo, el contexto de estos poemas es la guerra aunque sus palabras discurran entre imágenes y las estrictamente violentas -cadalso, mendigos, cuchillos, balas, armas- parezcan pertenecer a un repertorio de metáforas. No. No lo son. La guerra está detrás de todo, es el telón de este escenario aparentemente amistoso.


Y si no, veamos: shibólet es una palabra tomada de una cita del libro de los Jueces -capítulo 12, versículos 5 y 6-. Los israelitas de Galaad, conducidos por Jefté, la utilizaron como estratagema para reconocer quién era de su pueblo y quién no. La explicación está en la página 59 del libro.

La pronunciación de esta palabra definía la pertenencia a ese pueblo, y los efraimitas no la decían igual que los israelitas. Por esa diferencia en el habla, cuarenta y dos mil fueron degollados en las riberas del Jordán. Son los números de la Biblia, que en estadísticas es como el Indec de Todesca. Jefté era hijo de una prostituta y había sido despreciado y exiliado por bastardo. En su destierro “se le juntó una banda de gente miserable que hacía correrías”, dice la Biblia. Era un jefe guerrillero, entonces. Y dada su habilidad estratégica, fue elegido por el pueblo para encabezar la guerra contra sus enemigos.

Esa historia está detrás de estos poemas, que hablan de otra cosa como ocurre casi siempre con la poesía. Diego Roel construye en este libro una nueva ficción poética a partir de estos elementos: los poemas de Celan, los versos bíblicos. Y ellos son la huella, los trazos que marca Roel en busca de su voz, un itinerario que comenzó nueve libros atrás -once, si se cuentan los inéditos-.

Finalizada la trilogía “santa” entre comillas, que componen Dice Jonás, Via Lucis -ambos del 15- y Kyrios -2016-, Shibbólet y el inédito Kadosh son otra voz, distinta de los lejanos Padre Tótem y Cuaderno del desierto. En cada libro y sucesivamente, Roel dispuso los elementos para construir eso que Irene Gruss dice del poema: que es ficción, que uno puede contar la muerte de su madre, pero eso no es un poema. El poema es un objeto estético que se hace con lo que a uno le pasa o “con lo que pasa en general”. Y es una paciente construcción, que dura días, que no se hace todos los días.

Entonces, se utilizan todas las voces disponibles porque el poema es también una construcción dramática. Diego Roel -para mí, Ordóñez- se apropia de voces de santos medievales, de poetas muertos, de poetas lejanos, de Allen Ginsberg, de Jabès, de Horacio Castillo, de Celia Gourinsky, de Jorge Smerling. De tantos, de muchos. En este momento con estos poemas cierra el círculo del Mediterráneo, que contiene ya a Jabès y a los hebreos de la Biblia: están a punto de entrar los griegos y su diáfano aire en la luz más transparente.


Hay en la poesía de Diego Ordóñez una pluralidad de voces, una pluralidad de protagonistas, un yo múltiple. El otro día hablaba por teléfono con un poeta porteño. Él comentaba el espectáculo que el actor mexicano García Bernal está haciendo con Pessoa y lo elogiaba tanto que dan ganas de ir a verlo pese al costo. Y coincidimos: Pessoa estaba loco, totalmente chiflado. De otra manera no podría haber creado tantos otros yo, con su biografía, con su propia poética, con sus diferentes fechas y lugares de nacimiento. Y sobre todo no podría haber compuesto una obra tan compleja, tan bella como la suya. Pessoa podía hacerlo porque estaba chiflado. Era poeta, dipsómano, astrólogo, pagano, inconformista. Era todo eso y mucho más, y eso le permitió ser quien fue. Quien es.

El resto de nosotros, incluido Diego Roel, participa de esa locura inmensa, sin límites casi. La poesía nos da eso, y eso es necesario para construir, encontrar y componer nuestra voz. En ese camino estamos. En ese camino está Shibbólet. Gracias por la escucha.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Por la memoria. Mujeres contra dictaduras


MUJERES CONTRA DICTADURAS

Una selección de catorce poetas argentinas de diferentes épocas pone en cuestión los poderes que se establecen en contra de los intereses de los pueblos, sean éstos en dictaduras o en simulacros de democracia. Se trata de un homenaje desde la poesía a las luchas populares en ocasión de un nuevo aniversario del golpe cívico-militar de 1976


Un afiche que recoge catorce poemas de mujeres argentinas plantadas contra los poderes institucionales de las dictaduras, los regímenes de facto y los simulacros de democracia que encubre el neoliberalismo, servirá para homenajear las luchas populares en la Argentina en ocasión de un nuevo aniversario del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976.
La selección incluye un poema inédito de la neuquina Irma Cuña (1932-2004), que vivió años exiliada. La idea de realizar una muestra de poetas mujeres surgió a raíz de la gran movilización del 8 de marzo pasado y fue luego de la lectura de un texto de la cordobesa Glauce Baldovin (1928-1995) que fue perseguida por su militancia en el PRT a comienzos de los años setenta. Tras el golpe de marzo de 1976, fuerzas del ejército secuestraron a uno de sus hijos.
Seis de las poetas figuran en las listas de desaparecidos y sus poemas fueron recopilados en el libro Palabra viva, una publicación que en 2005 hizo la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina, SEA, y que presentó el entonces presidente Néstor Kirchner. Una de ellas es Lucina Álvarez, cuyo hermano Omar vive actualmente en Centenario y es autor de una novela, Perros en invierno, que relata su historia. Hay poemas que fueron escritos en distintos años a partir de mediados de los años sesenta, cuando en la Argentina se vivió un largo período de dictaduras y democracias débiles y tuteladas por los poderes militar y económico del país.
El objetivo es señalar cómo la poesía enfrenta a los poderes y demostrar una geografía de voces amplia, sin fronteras interprovinciales ni generacionales y con un sólido planteo que identifica la lucha con la estética y la poesía con la política, pese al vaciamiento que intenten desde los sillones del prestigio cultural y mediático.
El afiche se distribuirá este fin de semana en la vigilia previa al sábado 24 de marzo y en algunos actos recordatorios en la Patagonia. También está disponible en esta página o en el sitio www.vaconfirma.com.ar




La poesía sale de su oscuro rincón
me enfrenta
me mira desde sus ojos sin párpados
y me exige testimonio sobre el hambre
la persecución
el crimen.

Me conmina.
Me sentencia.

Y antes de esfumarse otra vez
deja en mis manos un afilado puñal de
punta perfecta.

Glauce Baldovin (Río Cuarto, 1928-Córdoba, 1995)


Entre alegres asesinos pasa la vida;
entre espinas romas y derrumbamiento.
Ni alma ni cuerpo: sólo minas holladas,
moribundas eternas, como rosas.
El vacío tiende al vacío y así llaman amor
a la atracción ciega de lo igual por lo igual
sin comprender que es muerte,
nada más que muerte y despojo.
Y en tanto que en la sangre, en sus cisternas,
algo se ha liberado de los hilos



 

y libre se desliza a la nada,
otros cierran puertas, corren pasadores,
rebuscan en sus sueños
hasta encontrar desnuda a la locura,
sospechan del ave y de los ojos de los ratones,
muerden libros como cuerpos, a tambor,
a campana batiente, para mejor dormir
entre algodones sucios y pajaritas.

Susana Thénon (Buenos Aires, 1935-1991)



Universidades tomadas
y derecha peronista
vivía en una pensión
y mi padre me dio una tarjeta:
un diputado influyente, de mi parte,
un gordo con los bigotes perfumados
ligeramente hacia arriba,
me sopesó de perfil. No me habló
de oficina o de hacer, no me preguntó
le enfrenté los ojos, el juego
al descubierto
en un agua violenta, un alerta
de pez, sin parpadeos.
Entre la dureza y la ingenuidad
-la repetida encerrona
de esos dos extremos-
no descubrí
muchos matices. Oscilación
que aún me aísla provinciana
en la desventaja.

Alicia Genovese
(Lomas de Zamora, 1953)

… descuélgase la luna
                el general vencedor firma

-Sólo unas cartas, Manuel.

                               Abraza la llanura
                               directo al corazón.
                               Un bramido...
                                               desplómase despacito...

-¿qué ha hecho, don Juan?

                               … tiempos de muerte ufana
                               al aire
                                               de cara al sol

Fusilamiento
Navarro, 13-12-1828/1982

Susana Poujol (Necochea, 1950-Buenos Aires, 2009)
Los nombro a sabiendas
Haroldo Conti,
Paco Urondo,
Juan Gelman, sobreviviente.
El silencio es tan denso
Que un levísimo respiro
Lo hendiría como un cuchillo.
En vilo
Oscilamos apenas
-animalitos abiertos a lo invisible.
No hemos olvidado
Ni olvidaremos,
Aunque nuestros corazones miren el desierto
-en un horizonte de cuarzo reseco por el viento-
y vean las caravanas interminables de los desaparecidos.
Estamos plantando retoños
Y los cuidamos del exceso del sol
Y el exceso de la esperanza.

Siempre queda el mar
Para aprender del espejismo
El eterno retorno
De los bienamados

Irma Cuña (Neuquén, 1932-2004)











Poema sin título

Hace meses que los aguardo
a la sombra de una piedra.
Fija la vista en el horizonte,
atento el oído,
tenso el cuerpo, la espada lista.
Y no llegan.
¿En qué lugar de este mar
de arena y sol
se han perdido?
¿Dónde están?

¿Dónde están mis molinos de viento?

Alcira Fidalgo Pizarro (S. Salvador de Jujuy, 1949-Desaparecida 1977)


La Perla

Cúmulo de noches atormentadas.
Paredes cerradas donde
la memoria martilla su sentencia.
Allí morabas, en ruinas,
abandonada.

Sé porque
la lluvia busca tu lápida,
limpia tus flores y tu nombre.

Niní Bernardello
(Cosquín, Córdoba, 1940. Vive en Río Grande, Tierra del Fuego)



Cuentas rotas

bebamos,
bajo el sol,
sobre nuestros errores,
bebamos el sueño de un amor,
que pasará con la vida,
que morirá con la muerte,
que mirará la gran llanura,
esperando, esperando,
la redención de los hombres

Agustina María Muñiz Paz (Buenos Aires, 1949-Desaparecida, 1976)
Un favor a la poesía
Poetas, cantores
deshollinadores de la vieja memoria
rumiadores celestes de palabras
caballeros andantes de la melancolía
buceadores de la magia
filatelistas de la ceniza
Lamas de los papelitos
amigos míos

no vayamos a olvidarnos de la luz
que no está allá arriba ni tan lejos
sino aquí
por estos lados.

Lucina Álvarez
(Buenos Aires, 1945-Desaparecida, 1976)

Ven, abandona esta madrugada
tus huecos y la soledad
donde encalló el egoísmo
y te fue devorando imperdonable.
Verás entonces que era sólo mística
tu ceguera
que eran sombras en el alma
y que es posible alcanzar juntos el alba
para hacernos día.

Alicia Raquel Burdisso
(Santa Fe, 1952-Desaparecida 1977)









Lugar

A la mañana paso
cerca de un sitio rodeado de muros
altos grises tristes sucios
de carteles, de vote lista azul
un día miro adentro
es una villa miseria.
Gente
más gente.
Vestida de tela barata
desnuda de felicidad.
Una chica me ofrece limones
“cien la docena, compremé”.
Tiene trece años, más o menos
mi edad.
Un almacén ruinoso,
con ratas, con suciedad
con microbios funestos.
Es un sitio rodeado de muros
sucios de crímenes humanos
que son sólo los nuestros.

Franca Jarach (Buenos Aires, 1957-Desaparecida, 1976)


Poema con brujos

Y por eso me voy de este lugar de brujos,
de gente bella, de tinieblas.
Donde mis esperanzas abortan
mis caminos terminan
y no soy capaz de conceder al tiempo
ni segundos de mi sangre
que se enfría y se calienta porque sí.
Este lugar hechizado y hechizador
que no tiene espacios ni rincones
donde dormir, mirar sin decir nada.
Estoy de más en el mecanismo complicado
de este país hostil
que me presta la última ternura
justo al abrirse mi esperanza.
Y me voy hacia el olvido
porque no debo quedarme un minuto más
tapándoles el sol como si nada.

Ana María Lanzillotto (La Rioja, 1947-Desaparecida, 1976)
Aún espero...

Que el silencio me devuelva tu voz,
que la sombra me entregue
tu cuerpo,
que el aire me haga
respirarte,
que esta muerte demorada
me dé tu vida.
Que la lluvia enfríe
mi cuerpo
para sentir tu calor
de nuevo.
Que la noche te traiga
para amarme.
Que mis palabras te enciendan
los ojos.
Que mis pensamientos te busquen
donde estuviste
y ya no estás.
Que el tiempo se mude
de planeta
para quedarnos los doscientos como antes.
Que haya una esperanza,
eso es lo que quiero
en definitiva decir,
que quede algo para decirme
que estás vivo.
Pero no estás.

Ana María Ponce  (San Luis, 1952-Desaparecida, 1978). Escrito en cautiverio


tierra y memoria tiro sobre vos
amores de verano y pasiones provincianas
que sellan y borran la confusión de la ideología
elementos frágiles banderas en las manifestaciones
primeros de mayo en el tenebrismo de Palacios
vísperas con despierta y canta
la realidad del día a día con concursos y premios
dónde han caído las primeras muertes heroicas
tierra y memoria tiro
sobre las muchachas que llevaron las banderas
y hoy hacen meritorio teatro de barrio
mientras oigo hablar de idealismo
repugnante palabra patrimonio de la derecha
poetas de mi juventud
bares de mi ciudad colectivos de la madrugada
paso la noche sobre el océano
para tirar tierra y memoria
sobre toda esa poesía perdida

Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937-2015)

Mientras tanto

Yo estuve lavando ropa
mientras mucha gente
desapareció
no porque sí
se escondió
sufrió
hubo golpes
y
ahora no están
no porque sí
y mientras pasaban
sirenas y disparos, ruido seco
yo estuve lavando ropa,
acunando,
cantaba,
y la persiana a oscuras.

Irene Gruss (Buenos Aires, 1950)



la cebolla de vidrio ediciones
neuquén, 24 de marzo, 2018




miércoles, 21 de febrero de 2018

Zorzales patagónicos



Es sabido que en Argentina hay un centro y todo lo demás es periferia. Y en esa periferia, en ese margen se repite, analógicamente, esta vez entre capitales de provincias y ciudades y poblaciones menores de esas jurisdicciones, esta relación donde hay un punto central y lo demás son orillas.

Gerardo Burton
geburt@gmail.com










Son los últimos días de diciembre, y el poeta rosarino Jorge Isaías refiere por teléfono un hecho ocurrido en su ciudad hace poco: un director de teatro va a un café céntrico de la ciudad dispuesto a sentarse a una mesa con el diario Página/12 bajo el brazo. De inmediato, varios parroquianos inician una protesta que crece de sorda a absolutamente sonora: es una vergüenza, dice Isaías que dijeron, que todavía haya gente que lee eso; cierto, que reivindiquen a esos ladrones corruptos; no deberían estar sueltos; no entendieron nada. A medida que el coro subía de tono, el amigo de mi amigo poeta termina su café y decide optar por una retirada que, si bien no le eximirá de cierta vergüenza, le permitirá conservar su dignidad y, sobre todo, su integridad física.


Pero el llamado telefónico tiene otros motivos: saludarnos por el fin de año y reconstruir una solidaridad a la distancia -doce meses de adversidades, una sociedad que dejó de creer que “la patria es el otro” porque en estos días la patria es de los otros- y, sobre todo, hablar de su libro “Calle con paraísos añosos”, editado por Ciudad Gótica y que recopila sus artículos aparecidos como contratapas en Rosario/12.



Llama la atención el primer texto de ese volumen, “Zorzales”, que alude a dos poemas de un libro de Juan Carlos Moisés, un chubutense nacido en Capitán Sarmiento en 1954 y que también es dibujante y dramaturgo. Se trata de “El jugador de fútbol”, editado por La carta de Oliver poco más de dos años atrás. Moisés, en un mensaje por correo electrónico, dice esta semana que “El jugador .. está escrito con memoria y con presente, como buscando los puntos de relación o de contacto, en un ida y vuelta entre la vida cotidiana, familiar, y lo que observa el ojo como una especie de testigo”.
Casi sin quererlo se ha establecido un triángulo entre Neuquén, desde donde parte el llamado a Isaías; Rosario y Salta, donde ahora reside Moisés. Es, en realidad, Patagonia, el Litoral -o la pampa gringa, como gustéis- y el Noroeste. La Patagonia por partida doble porque son Capitán Sarmiento en Chubut, y Neuquén. En un ensayo de 2007, titulado “Arte en las márgenes: centro y periferia”, Moisés juega con varios conceptos, con el oficio de escritor -y de artista- y con las dicotomías que genera el poder al atribuir prestigio y jerarquías de manera arbitraria, caprichosa o interesada. Y cómo es posible vaciar ese poder y construir otro, cómo la periferia es el verdadero centro, según la certera afirmación del poeta de Viedma Raúl Artola, que también recuerda Moisés.

Para los escritores patagónicos el tema puede ser la Patagonia o no. Es una opción. De una o de otra forma, no va a ser más ni menos que literatura. No pocos narradores, dramaturgos y poetas, han hecho de la tierra y de sus habitantes materia de una literatura de valor testimonial y estético. Acaso sea la poesía, que suele tener registros más amplios, o menos puntuales, con relación al tema, el género que ofrece la posibilidad de escribir sin la carga de que se escribe sobre la Patagonia. Osadamente, también es posible escribir en contra de la idea de escribir sobre la Patagonia. Es posible escribir sin pensar que la Patagonia es el tema. A veces no lo es explícitamente. O también, a veces no se escribe lo que suele esperarse como literatura patagónica. Los registros conversan entre sí, con sus parecidos y sus diferencias. Dice Borges en El escritor argentino y la tradición: “…como si los argentinos sólo pudiéramos hablar de orillas y estancias y no del universo.”

También cita a Saer, cuando señalaba que Cervantes eligió, para el Quijote, La Mancha, “el lugar más pobre y menos prestigioso que pudo encontrar, en oposición a los lugares legendarios de que provienen los héroes de caballería.” Cervantes convierte el margen en centro, la carencia en abundancia y eso constituye “el desafío del escritor y es el nervio de lo escrito. La periferia, más que un lugar o un espacio geográfico, es un territorio que pertenece a la persona. A fuerza de trabajar con las palabras, a veces es posible percibir que se llega a un centro posible -aquel de Cervantes-, un centro al que tiende la escritura cuando adquiere sentido”.

Es sabido que en Argentina hay un centro y todo lo demás es periferia. Y en esa periferia, en ese margen se repite, analógicamente, esta vez entre capitales de provincias y ciudades y poblaciones menores de esas jurisdicciones, esta relación donde hay un punto central y lo demás son orillas. Como si no hubiera transcurrido el tiempo desde el mejor invento de Sarmiento cuando el Facundo lo fascinó y estableció esa zoncera que muchos hoy parecen suscribir: “el problema que aqueja al país es la extensión”. En todo caso, ambos aforismos -civilización o barbarie y el de la extensión- encubren el deseo de ser factoría, donde la clase dirigente ilustrada puede circular sin molestas interrupciones, piquetes o manifestaciones y donde los congresos pueden sesionar sin riesgos de torcer los proyectos oficiales. Es la nostalgia de un país que no fue, es el deseo de que la zanja de Alsina hubiera dado resultado y que la vuelta de Fierro no hubiera ocurrido. Y tampoco la historia posterior. A esa concepción del país que el poder pretende imponer se le oponen las sucesivas periferias que se constituyen en otros tantos centros que no son sólo geográficos: no pudieron, no pueden, no podrán conservarlos. La respuesta es política porque el arte y la poesía lo son. Mal que les pese a los entogados.

De regreso a “Zorzales”: “Son poemas hondos, dice Isaías,sentidos, que dicen de un gran amor que perdura en el tiempo y que esa historia los traía juntos desde una juventud que parece siempre cercana por la intensidad misma del amor... Mi amigo es capaz de escribir cosas como ésta: '¿Son otros o son los mismo de ayer/los zorzales que cantaron esta mañana/al reparo de los pinos del jardín?/¿y los que han vuelto al atardecer cuando la luz se perdía en la noche?/se me hace que son los mismos/por las ramas que han elegido y la altura/en la que se han posado para hacerse oír”. Esa cita es el pretexto, el punto de partida que remite a Isaías a su infancia en Los Quirquinchos, Santa Fe. Entonces, otro punto de contacto: un pueblo santafesino y otro en el sur, en Chubut.

Zorzales y Pessoas (fragmento)

¿Son otros o son los mismos de ayer
los zorzales que cantaron esta mañana
al reparo de los pinos del jardín?
¿Y los que han vuelto al atardecer
cuando la luz se perdía en la noche?
Se me hace que son los mismos
por las ramas que han elegido y la altura
en la que se han posado para hacerse oír.
Pero pueden ser otros, que ahora les toca
el turno de actuar y aprovechan el momento
para que les prestemos una rápida atención,
aun cuando repitan los gestos de la especie
y no puedan zafar del estilo musical.

Fernando António Nogueira Pessoa,
el hombre visible, el escritor invisible,
traductor del inglés, cuya patria fue la lengua
portuguesa, hubiera podido guiar a los zorzales
en un sentido similar al de sus heterónimos,
pero creo que no habría pasado de ser un
experimento fallido para la poesía, como
también, peligrosamente para la ornitología.
Por algo no lo hizo con otras criaturas
que no fueran sus pares, y los zorzales
llamados patagónicos, de patas y pico
de coloración anaranjada siguen oyéndose
como zorzales y Pessoa como Pessoa,
y también como Alberto Caeiro, Ricardo
Reis, Álvaro de Campos, el otro Pessoa
llamado, de a ratos, Bernardo Soares,
o el escritor de diarios Vicente Guedes
que se diluyó en la imaginación de sí mismo.


En lo que respecta a nosotros, seres de este barrio
del planeta con fecha de vencimiento, siempre
queremos contar con la opción de ir más allá
de la compleja naturalidad que nos fue dada.
Y no me presten atención si vuelvo a repetir
la palabra zorzales, no sólo porque me gusta
la manera como se articula el sonido en la boca:
zorzales..., zorzales..., a estas horas en que la
noche empieza a llegar y no puedo verlos entre
las ramas que no por casualidad han elegido y
a la altura en la que se han posado para hacerse oír.
Me gustaría saber, ahora, en la oscuridad, mientras
escribo, si los zorzales cantan porque lo pienso
o si lo pienso porque cantan, como cantaron
a todo berrinche con la primera luz de la mañana
en las ramas altas de los pinos del jardín.

En este poema, los zorzales patagónicos son heterónimos de los otros, y viceversa; más que máscaras, son otros y son el mismo y no manifestaciones diferentes. Explicar los heterónimos es como intentarlo con el dogma de la santísima Trinidad: son distintos, son el mismo. Pero ¿son distintos? ¿son el mismo? En el caso de los poemas, Moisés describe escenas cotidianas, habla de los objetos que utiliza u obstaculizan su vida, menciona frutos y animales que acompañan la existencia y, que justamente por esa razón, están en el merodeo de la poesía. Por ellos llega Moisés a la poesía. O a ellos lo conduce la poesía. Y no necesita demostrar nada sobre centros o márgenes.
Dice, en el mensaje electrónico citado, que “El jugador...” está escrito con memoria y con presente, como buscando los puntos de relación o de contacto, en un ida y vuelta entre la vida cotidiana, familiar, y lo que observa el ojo como una especie de testigo”. Menciona el “aliento narrativo” de los poemas, que exhiben un repertorio de temas recurrente en su poesía.
Es que la poesía ocurre en el silencio entre las palabras, en el blanco que queda en el papel cuando el poema queda dibujado como ideograma. Como si el poeta hubiese escrito con esa “tinta simpática” de los juegos infantiles otro poema por debajo o por detrás del que se lee y que puede entreverse al trasluz, sobre las llamas. Así son las palabras, y funcionan como un vehículo engañoso. Como un señuelo: indican una dirección, pero en realidad van por otro lado, conducen –o son conducidas por- la poesía hacia sendas y destinos no conocidos.



Bibliografía:
Isaías, Jorge: Calle con paraísos añosos, Rosario, Ciudad Gótica, 2017.
Moisés, Juan Carlos: El jugador de fútbol, Buenos Aires, La carta de Oliver, 2015
Moisés, Juan Carlos: Arte en las márgenes, centro y periferia,


Juan Carlos Moisés (Sarmiento, Chubut, 1954)
Poeta, dramaturgo, narrador y artista plástico. Se desempeñó como Profesor de Literatura y de Teatro en escuelas de nivel medio en su ciudad natal. En teatro, dirigió obras de su autoría con el grupo Los Comedidosmediante. La casa vieja (1991), Pintura Viva (1992), Muñecos, un cuento de locos (1993), El tragaluz (1994) y Desesperando (1997). Con estas tres últimas representó a Chubut en las Fiestas Nacionales de Teatro de Mendoza, Tucumán, y Catamarca, respectivamente. En 1994 El tragaluz se presentó en el Teatro Nacional Cervantes. Sus obras fueron representadas por grupos teatrales del país, entre ellos Sobretabla (San Juan), La contrapartida (Comodoro Rivadavia), Trampolín (Bariloche), Pitanga en flor (Misiones) y La Hormiga Circular (Río Negro). Sus dibujos fueron expuestos en exposiciones individuales y grupales en ciudades del Chubut. También fueron editados en revistas y páginas web. En poesía publicó, entre otros, Poemas encontrados en un huevo, 1977; Ese otro buen poema, 1983; Animal teórico, 2004; Palabras en juego, 2006; Museo de varias artes, 2006; Esta boca es nuestra, 2009; El jugador de fútbol, 2015


Jorge Isaías
Nació en Los Quirquinchos, Santa Fe, Argentina, en 1946. Vive en Rosario desde 1964, donde se graduó de Licenciado y Profesor Superior en Letras (Universidad Nacional de Rosario).
En 1971 fundó junto a Guillermo Colussi y Alejandro Pidello la revista y editorial La Cachimba.
Sus poemas fueron traducidos al francés, inglés e italiano y circulan junto a sus prosas en los manuales de EGB y Polimodal.
Publicó los libros de poesía: La búsqueda incesante (1970); Poemas a silbo y navajazo (1973); Oficios de Abdul (1975, 1999); Crónica Gringa (5 ediciones: 2 en 1976, 1983, 1990 y 2000); Cartas australianas (1978, 2004); Poemas de amor (1979, 1986); La memoria más antigua (1982); Y su memoria olvido (1985) ,Un verso recordado (1988); Violín de Octubre (1993); Arenas movedizas (1995); El cáliz recobrado (1997); Nuevos poemas de amor (2000); Lánguidamente su licor (2000); A los amigos (2000, 2007); Sombra de fresnos (2001); El pan en llamas (2001, antología); La persistencia del canto (1996, antología); Áspero cielo (2006); Donde supura el aire (2007).
También tiene varios volúmenes en prosa: Pintando la aldea (1989); El país de la infancia (1993); La mano sobre el recuerdo (1997); Las siete velas del clásico (2002); El último penal (2003); Como un caballo salido del mar (2004); Futboleras (2005); Las más rojas sandías del verano (2006, 2008).