lunes, 2 de noviembre de 2015

Jack Hirschman: la poesía en la calle

Durante la reciente edición del Festival Cuba Poesía, en La Habana, participó el poeta norteamericano Jack Hirschman, compañero de generación y amigo de Karl Shapiro, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. Sus posiciones de izquierda y antisistema, en especial por su militancia contra la guerra de Vietnam, le valieron la expulsión de la Universidad de Los Ángeles.

Por Gerardo Burton
geburt@gmail.com




La tarde es calurosa en el barrio del este de La Habana, donde uno de los vecinos que cuida la casa de la hija de Alex Pausides riega las plantas del jardín, aplastadas por el bochorno del verano cubano. Este hombre es veterano de guerra, fue oficial del ejército cubano y tiene como segundo -o primer- oficio el contar épicas historias de su participación en la revolución y en su defensa. Ahora trabaja como chofer, custodio y jardinero de Pausides, el poeta que dirige la sección literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Uneac.

La poesía en la calle - Jack Hirschman

Durante la reciente edición del Festival Cuba Poesía, en La Habana, participó el poeta norteamericano Jack Hirschman, compañero de generación y amigo de Karl Shapiro, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. Sus posiciones de izquierda y antisistema, en especial por su militancia contra la guerra de Vietnam, le valieron la expulsión de la Universidad de Los Ángeles.

Por Gerardo Burton
geburt@gmail.com




La tarde es calurosa en el barrio del este de La Habana, donde uno de los vecinos que cuida la casa de la hija de Alex Pausides riega las plantas del jardín, aplastadas por el bochorno del verano cubano. Este hombre es veterano de guerra, fue oficial del ejército cubano y tiene como segundo -o primer- oficio el contar épicas historias de su participación en la revolución y en su defensa. Ahora trabaja como chofer, custodio y jardinero de Pausides, el poeta que dirige la sección literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Uneac.

Es la despedida del XV Festival Cuba Poesía que reunió durante una semana a unos cincuenta poetas de las Américas -Brasil, México, El Salvador, Estados Unidos, Colombia, Argentina y, por supuesto, Cuba- en un intenso intercambio de estéticas, maneras de decir y hacer la poesía según geografías, ideologías, luchas y esperanzas muchas veces distintas pero más veces todavía, comunes.
En dos de esos inmensos automóviles de finales de los años cincuenta, brillantes y majestuosos como transatlánticos recién pintados con colores que desafían al arco iris -los famosos “almendrones”- los poetas van llegando a la casa del encuentro. Allí, entre tragos de ron, vodka y otros alcoholes acompañados por agua, gaseosas y tamales, aceitunas, jamón y queso, culmina el festival.
La casa parece deshabitada o apenas preparada como albergue de transitorios pasajeros. Es así: Jack Hirschman, un octogenario poeta norteamericano socialista perteneciente a la generación beat, pasó aquí el festival. Alto, con una sonrisa socarrona techada por un bigotazo y enmarcada por una larga cabellera canosa, se sienta a beber de un vaso un líquido que parece agua y que luego se descubrirá que había sido vodka.
La charla comienza como quien no quiere la cosa: dice que nació en el Bronx, en Nueva York, hace más de 80 años -en realidad, en este mayo suma 82-, exclama con orgullo que es “el único poeta comunista de los Estados Unidos. Editó una cantidad enorme de libros y plaquetas en ediciones alternativas, tradujo y analizó la obra de poetas de todos los tiempos y países y vive en tres ciudades de dos continentes, contando esa en la que nació. Editó en City Lights, la editorial de Lawrence Ferlinghetti y, como parte de esa generación, fue amigo de Allen Ginsberg “y de los otros”.
En noviembre de 1953, Hirschman fue a una de las lecturas que Dylan Thomas tenía programadas en Nueva York. Prescinde de la pregunta ya convertida en un lugar común sobre los 18 whiskies y afirma que Thomas “era un gran lector, un excelente lector de poesía. Decía los textos de una manera admirable, con cadencia, con música. Había sido invitado a Nueva York por el éxito que había tenido con sus programas en la BBC en Londres”. Cierto: como había sido rechazado para sumarse al ejército británico en la guerra contra Alemania y los países del eje, Thomas buscó empleo en la empresa estatal de radio para hacer propaganda a favor de la causa aliada y programas de poesía y narrativa. Y desde esa época fue uno de las principales fuentes de trabajo del galés.
En la lectura que menciona Hirschman, Dylan Thomas “leyó poemas de Yeats y de Eliot. Fue fantástico. Entonces, le pregunté por qué no leía poemas suyos y se sorprendió: 'Ah, pero usted conoce mi poesía', dijo, y entonces recitó de memoria 'En mi oficio o arte sombrío'”.
Niega veracidad a la -ahora legendaria borrachera de los 18 whiskies que supuestamente mataron a Thomas: él “padecía diabetes, y su muerte fue a partir de un coma apresurado por el alcohol, pues en realidad bebía mucho”.
Luego la charla se dirige hacia Allen Ginsberg y su importancia en la poesía norteamericana y occidental y sobre el verso de Walt Whitman y la renovación que introdujo en la poesía anglosajona. Coincide en que los poetas actuales somos herederos de Whitman y Baudelaire y que a partir de ellos escribimos.
Hirschman cuenta que tradujo el Finnegan's Wake, de Joyce, al italiano, y afirma que esa obra, que es “la mejor del irlandés”, junto con El sonido y la furia y Absalón, Absalón, de William Faulkner, “cambiaron la literatura moderna”,
Sin embargo, no coincide “para nada” en la valoración de Virginia Woolf, cuyas novelas Las olas o Mrs. Dalloway han sido equiparadas a las que mencionó antes.
Hirschman, que es uno de los traductores de Neruda al inglés y ha seguido la obra del chileno en sus distintas etapas, se pregunta por qué en la Argentina se publicaron póstumamente siete libros. Quizás se deba a que Neruda cruzó los Andes al exilio durante la dictadura de González Videla, quizás a su largo matrimonio con Delia del Carril, la pintora que perteneció a una familia de la oligarquía porteña ligada al negocio editorial.
San Francisco, Nueva York y Londres son las ciudades de residencia de Hirschman, que se alternan según los diagramas laborales y familiares. Tiene que ver con los viajes de su mujer, Agnetta -Aggie- Falk, pintora y también poeta. Ella reside en Suecia con sus hijos pero comparte con Hirschman numerosas actividades -recitales, distribución y lectura callejera de poemas, participación en el Movimiento Poético Mundial, entre otras organizaciones de poetas.
Sus padres, cuenta, eran judíos de Bielorrusia y emigraron a Italia, donde se instalaron transitoriamente hasta radicarse en forma definitiva en los Estados Unidos. Allí, dice, conoció a los mejores poetas de la generación beat, con quienes comenzó su trayectoria como poeta con una conciencia muy sólida acerca de la estrecha relación entre la creación artística y la política, la transformación de la sociedad en marcha al socialismo. De ahí su “buenísima, excelente relación con Cuba y los cubanos, porque son un pueblo que ha resistido un bloqueo que es casi una guerra declarada durante más de medio siglo”.
Contradice a Mallarmé: asegura que “un golpe de dados sí puede abolir el azar”, y añade que hay, en la poesía, un alto componente de azar, que, en este caso, no puede abolirse.
Sus poemas circularon siempre en libros o plaquetas de tiradas reducidas, en ediciones artesanales o impresos en editoriales alternativas, como City Lights o New Directions.
Dice que la poesía es la lucha contra la sociedad de consumo y por eso circula con prescindencia de los mecanismos habituales del mercado. No tiene necesidad de los rigores y oropeles de la academia, asegura, porque la poesía está “más en la calle que en las librerías y en las aulas”, acaso recordando que fue expulsado de la universidad de Los Ángeles por sus posiciones antisistema y por militar activamente contra la guerra de Vietnam.
Hirschman compone una poesía decididamente política, que expresa una posición tomada frente a la historia y apela a imágenes cargadas y a veces muy retóricas. Su presencia y sus lecturas enfervorizaron a los chicos en las escuelas primarias y secundarias que recorrió durante el festival, junto con su compatriota Dorothy Payne. Quizás sus poemas tengan ese componente agitador, revolucionario, con consignas e imágenes duras sobre las realidades históricas y entonces esa combinación resulte muy atractiva para su público.
También su manera de leer los textos, la vehemencia de su voz y su gesto histriónico, la fuerte retórica socialista y las consignas, aparentemente fuera de tiempo, le merecieron los elogios y homenajes que recibió.



El festival

Hacia finales de mayo, Jorge Fornet, director de Casa de las Américas recibió, de una delegación de seis poetas patagónicos, la donación de 175 libros de poesía editados en la región. Fornet recordó que en 2010, el jurado del premio de poesía le informó que se había elegido a un argentino y que pensó entonces que no era novedad. Cuando le dijeron que era de la Patagonia consideró que sería el único en esa región.
Se trataba de Bruno Di Benedetto, el poeta residente en Puerto Madryn, que había sido premiado por su Crónica de muertes dudosas.
Di Benedetto, con Liliana Campazzo y Silvia Castro, de Río Negro y Sergio Sarachu, Raúl Mansilla y Gerardo Burton de Neuquén, participó a finales de mayo de la décimo quinta edición del Festival Internacional Cuba Poesía en La Habana. Durante su realización, además de conformarse la biblioteca de poesía patagónica en Casa de las Américas, se realizaron lecturas en la sede de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC), en librerías, escuelas primarias y secundarias y en el patio arbolado de la Fragua Martiana.
También participaron además poetas de Estados Unidos, Colombia, Brasil, México, El Salvador y los propios cubanos.
Además, Di Benedetto expuso su reciente libro Cámara de Niebla; Campazzo su “A boca de pájaro; Castro, Isondú, mientras que Sarachu, Mansilla y Burton presentaron el libro “Poetas de Neuquén en La Habana”, que incluye textos de la recientemente fallecida Macky Corbalán.
Además, la historia del maestro Carlos Fuentealba, que murió baleado por un policía durante una manifestación en 2007 en Arroyito, a pocos kilómetros de la capital neuquina, será incluido en la cátedra de Maestros Luchadores de América Latina por la Escuela Pedagógica Fulgencio Oroz Gómez, de la ciudad de La Habana, Cuba. La institución cubana, una de las más tradicionales en la formación de alfabetizadores y maestros de la isla, envió una serie de libros que forman parte del contenido pedagógico y recibirá próximamente la visita de educadores neuquinos.
La gestión, realizada por los poetas Sarachu, Mansilla y Burton en su reciente visita a Cuba, fue parte de un compromiso realizado con la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN).
Según indicaron los escritores neuquinos “mantuvimos un encuentro con las vicedirectoras de la institución, Tamara Díaz y María Luisa Martínez; la bibliotecaria, Nora Cruz y la docente Bárbara Vázquez; y luego se sumó la directora de la Escuela, quien venía de una reunión sobre Educación entre ese país y Estados Unidos. Precisamente en ese encuentro, una educadora argentina de la UBA, había mencionado el legado pedagógico y el testimonio de lucha de Carlos”.



Datos biográficos 

Jack Hirschman nació en Nueva York en 1933 y es considerado por la crítica norteamericana a la vez como sobreviviente de la generación beat y como un radical poeta socialista, casi único en su género en los Estados Unidos. Es un habitante de las dos costas y ocasionalmente también residente en Italia -su mujer vive en Suecia, con sus hijos, y se reúnen por temporadas en la península-.
Fue estudiante y luego profesor universitario pero su compromiso fundamental fue con la poesía y con la política. Integró la Unión de Poetas Callejeros, que tenían la costumbre de difundir sus textos en panfletos, y, en San Francisco, constituyó con otros colegas la Unión de Escritores de Izquierda de esa ciudad, que lo ungió como poeta laureado en 2006.
Es un prolífico poeta, publica en pequeñas tiradas de no más de 150 ejemplares en editoriales alternativas, muchas veces artesanales o caseras y distribuye sus publicaciones fuera de cualquier circuito comercial. También tradujo al inglés a Vladimir Maiakovski, Stéphane Mallarmé, Jean Cocteau, Pablo Neruda, Roque Dalton, César Vallejo y otros, y es autor de ensayos sobre literatura y poesía.
Entre sus publicaciones figuran Una correspondencia de norteamericanos, con prólogo de Karl Shapiro, Lyripol -un juego de palabras entre lírica y política-; Líneas del frente: poemas elegidos, Todo es izquierda; Los arcanos -considerado por la crítica su obra maestra-, que se publicó en 2006. Este último se trata de un texto escrito a lo largo de décadas, a la manera de las Hojas de hierba de Walt Whitman y “describe el progreso de una conciencia individual a través de los paisajes atestados con la horrible gloria de la vida moderna”, según Alan Kaufman.


Dos poemas

Nunca más

Ellos fueron gaseados, quemados por millones
por el simple hecho de existir.
Aquellos que sobrevivieron dijeron: ¡Nunca más!
Se les pidió que vinieran a Hanoi
y continuaran la revolución socialista.
Contestaron: ¡Nunca más!

Nunca más confiaremos en ningún gobierno.
Haremos nuestro hogar en Palestina,
venceremos a los árabes allí, los dispersaremos o
los dejaremos vivir como sombras irregulares
en los campos de nuestra ocupación.
Viviremos en y entre la capital de América,

como Israel, por nombre, como la nación Judía,
y nunca más sufriremos holocaustos
por el simple crimen de existir.
Pero aunque Israel creció y prosperó,
aquellos a quienes desplazó y arrestó
estaban susurrando: ¡Nunca más!

Pobres y desterrados, construyen su resistencia
y luchas y pierden una y otra vez
ante la armada sionista de armas americanas.
El lenguaje del socialismo, de la fraternidad
y la armonía de los pueblos de diferentes culturas
murió de agotamiento en el Medio Oeste, por
el dinero. Ofertas. Estúpidas comidas. Ominosas mulas.

Mudas moles. Porciones de momia*. La Estrella
de David desenrollada sobre la tierra,
pero los verdaderos David estaban en las calles
arrojando piedras al Goliat.
Oh filistea ironía y reverso del hebreo.

Aquellos que son más pobres y sin estado,
que han convertido su odio a la sumisión
a la esclavitud en mártires brigadas de humanas
armas suicidas, y han llamado a su linaje
a unirse a su ataque sobre la feroz colonia
de los Estados Unidos de la Explotación;

ellos, los más pobres y desarraigados, para quienes
la única solución aún respira, la única
solución que no es el genocidio ni el fratricidio
ni una solución final ella misma, donde apretones de mano
y palabras pueden aún abrir las puertas al
lenguaje del futuro socialismo de una Nueva

Israel y una Nueva Palestina,
---donde ¡nunca más!
estará el llanto unido
de ambos, apuntando
a la tierra del fraude
y la casa de la codicia.


* N.T. Juegos de palabras y sonidos: "Dunny - Doomy - Dummy - Mummy" y "meals - mules - moles - doles" de imposible reproducción en español.

* * *

Los niños

Por doquier se recordarán
sus brazos, sus piernas,
los espacios amputados
serán Nada contramarcada
en sus pequeñas almas,
para nunca olvidar, Israel,
tú destrozaste sus navíos
con tu cañón, cagaste en
la palabra, le dijiste jódete
al feto en el vientre.

Tú y no ellos orinaste
tu propio tetragrámaton
totalmente profano, sus letras
un fraude y una farsa.
Quisiera poder alimentarte con
granadas de mano en tu tazón,
quisiera rellenar con niños muertos
tus ojos, amantes de aprender
mentiras.

Pueda la Selah romperse
en tu boca, pueda el amén
no encontrar capítulo ni versículo,
pueda tu comida convertirse
en las extremidades gangrenosas
de los niños que derribaste,
esos pequeños árboles de chispas.
Has matado a David una
y otra vez, tú, estrella de muerte.

¡Oh Aliyah, cuán bajo!

¡Oh victoria de frustración!

¡Oh que crecen en
el apretón de puños
enfurecidos,

contra ti
cascabel de huesos!

ensamblar macky corbalán

Este texto fue presentado por los autores como cierre del seminario “Secciones poéticas: Lecturas en Torno a la poesía del siglo XXI escrita en Patagonia Argentina”, dicado por Silvia Mellado em la Universidad Nacional del Comahue, sede Neuquén, en abril de este año. La actividad está en el programa elaborado por el Centro Patagónico de Estudios Latinoamericanos y la Cátedra libre de literatura patagónica David Lagmanovich, dirigidos por Laura Pollastri y Gabriela Espinosa.


I. Sacar la lengua en mofa aguda


En agosto de 1986, en la ciudad de Neuquén, un grupo de poetas que había participado del grupo Coirón y del Centro de Escritores Patagónicos, convocó a un recital en el auditorio del subsuelo de las oficinas de la Municipalidad de Neuquén. El programa incluía, entre otros, a Eduardo Palma Moreno, autoconstituido en líder del espectáculo, a Horacio Bascuñán, Raúl Mansilla, a los hermanos Vladimir y Oscar Cares Leiva, y a una chica de poco más de veinte años que deslumbró: tímida, como pidiendo permiso para estar en ese escenario, comenzó a leer.

El dato no es certero, pero el primer poema recitado acaso fuera “Huaritaco”. A continuación, esa misma chica miró al público, que escuchaba en penumbras, y mostró su desdén dolorido con “Usted cordilleree”. De ese modo, se conjuró una presencia que se repetiría en cada recitado, en cada lectura posterior, durante más de treinta años.
Durante el mismo año, alentada por su amigo de “legendaria generosidad”1, el también poeta Raúl Mansilla, esta muchacha veinteañera obtuvo el primer premio en el Tercer Concurso Nacional de Poesía “Raúl González Tuñón”, con Jorge Boccanera, Hamlet Lima Quintana y Juano Villafañe como jurado. Al año siguiente, publicó algunos poemas en los volúmenes antológicos Decires de cobreazul, compilación de Lilí Muñoz y Marita Molfese, y en Voces a mano, compilado por Ricardo Fonseca.
Aquel primer poema suelto en el aire, ya contenía la marca de la poeta, la voz de Macky Corbalán, en el cual creó un territorio y una protesta, un sitio desde el cual resistiría, un lugar que será concebido por la poeta como un lugar de amor. Amor en tanto experiencia de hallazgo y pérdida, como aquello que se tiene y no se tiene al mismo tiempo, amor como experiencia de plenitud en la que de todos modos falta algo; amor, en fin, como escasos momentos de sospechosa plenitud.
Es interesante en este punto hacer referencia a los Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes –un volumen al que Macky recurriría incesantemente2–; en este texto, su autor recuerda las palabras de Novalis: “El amor es mudo, sólo la poesía lo hace hablar” o bien: “Querer escribir el amor es afrontar el embrollo del lenguaje”3.
Ya comenzada la década de los años ‘90, José Luis Mangieri publicará en su editorial Libros de Tierra Firme los dos primeros libros de Macky Corbalán: La pasajera de arena (1992) e Inferno (1999). El editor, que vivía del dinero con que los poetas pagaban sus ediciones, solía decir que había costeado los libros de Macky sin dudarlo porque sus poemas “tienen una tensión erótica que no se encuentra en la poesía de hoy”. Y citaba de memoria los versos del quinto poema de La pasajera de arena, ese cuyo primer verso enuncia “Acaricio su rostro con el pie.”4.
La anécdota recuperada en el primer párrafo es ilustrativa de un contexto más amplio. Durante aquellos años posdictatoriales, el campo de la poesía argentina se caracteriza por la proliferación de poetas que, según Alicia Genovese, “comenzaron a marcar una territorialidad diferente, visible tanto en los textos como en la ocupación del espacio de circulación poética”5. Al respecto, en una entrevista publicada en Confines N° 37, Macky Corbalán dirá: “ [la actividad de aquellos años] era una actividad que no estaba separada de la práctica en la calle, de enlazar práctica poética y política”6. El campo de la poesía argentina estará fuertemente marcado por un incesante acontecer de lecturas, presentaciones, ciclos, encuentros, festivales, lo que constituye una verdadera movida poética (Genovese, 2003). Con esta seguidilla de acontecimientos, el lenguaje poético se verá reconfigurado y se diferenciará de propuestas estéticas anteriores.
Posteriormente, Macky Corbalán integrará, junto a Ángela Jerez, Mariela Lupi, Gerardo Burton, Raúl Mansilla, Aldo Novelli, Ricardo Costa, Ricardo Fonseca, Andrea Diez, Ana Clara Leguizamón, Gabriela Prado, entre otros/as, el grupo Poesía en trámite, cuya práctica será similar a la del anterior, con “toda esa onda acorde con la recuperación de la democracia”7: arte político, música, peñas, recitales de poesía, acciones performáticas…
El “crecimiento en lucidez”8 de su ideología poética no puede disociarse del crecimiento de su conciencia política: podría establecerse un primer momento en su práctica del cristianismo vinculado con la teología de la liberación; luego vendrían el comunismo y el peronismo revolucionario, y más tarde el momento de una práctica política estrechamente relacionada con la reivindicación de los derechos de las minorías, especialmente de las minorías sexuales, en una sociedad concebida como patriarcal, heteronormativa, masculina y profundamente machista. Estas prácticas se tradujeron en una lucha a brazo partido contra el poder y los poderes, a menudo desde posiciones anárquicas y otras veces agrupada –La Revuelta9, Fugitivas del Desierto– que le permitieron también asimilar y elaborar otras teorías y enriquecerlas. Siempre atenta a lo nuevo, a lo actual, a lo contemporáneo, Macky Corbalán incorporaba, asimilaba y llevaba a la práctica ideas provenientes de un variado repertorio de teorías. El gesto era el de quien siempre lleva en su mochila textos teóricos y los ofrece a sus interlocutores; repartía teoría y pretendía motivar, abrir mundos.

II. Mido al mundo desde una consideración animal


Los libros editados por Macky Corbalán son cinco: La pasajera de arena (1992), Inferno (1999), Como mil flores (2007), El acuerdo (2012) y Anima(i)s (2013). En este apartado nos referiremos a estos libros (su obra editada), y en el siguiente apartado haremos referencia a otras actividades ejecutadas por la poeta, las cuales forman parte de lo que podríamos denominar su “activismo político-poético”; también, tendremos en cuenta algunos poemas inéditos.
La pasajera de arena contiene algunas marcas que lo configuran como un poemario iniciático. En primer lugar, la dedicatoria a su madre y a su padre, como si el poemario fuese un regalo y un reconocimiento y también la incorporación de citas de dos poetas a modo de epígrafes, que inauguran cada una de las dos partes en las que está dividido el volumen: Alejandra Pizarnik y Sylvia Plath10. La mención de estas dos poetas la entendemos como la intención por parte de Corbalán de establecer una genealogía poética. Resulta interesante el hecho de que ambas citas se refieran a la muerte: la cita de Pizarnik es, al mismo tiempo, la nota que esta poeta argentina dejó junto a su cuerpo suicidado; la cita de Plath, por su parte, iguala a la muerte con el arte11. En segundo lugar, proliferan en este poemario motivos típicos del romanticismo alemán y el romanticismo y el simbolismo franceses: los bosques tenebrosos, la noche, imágenes de la degradación o de lo que “devino de menor calidad” o “se vino abajo”12. La poeta remeda la imagen del flâneur que observa el mundo y registra con su mirada lo que ocurre “allí fuera”13. Ese mundo, por otra parte, es el que “miramos” “apenas nacidas” y “supimos que nos habíamos equivocado” (p. 18), es un mundo del cual la poeta se siente ajena, como si renegara del hecho de que le tocara ser persona y no animal o árbol o piedra o astro… (elementos todos estos a los cuales, por otra parte, hace referencia reiterativamente en este poemario y en otros).
Inferno, segundo poemario de Corbalán, constituye un verdadero descenso a los infiernos, aunque no conciba el infierno según la imaginería cristiana: “Amor, ¿quién hubiera dicho / que el infierno / no era el fuego?”14. La poeta ya no observa el mundo exterior, porque “no hay afuera” (p. 33), sino que se vuelve hacia su interior, en una presunta búsqueda de respuestas o certezas. Sin embargo, pareciera que esas respuestas o certezas no aparecen o parecieran no existir verdaderamente15. En la segunda parte de este poemario, denominada ‘Las notas terrestres’, la mirada ocupa un lugar central; pero no es la mirada del afuera, que no existe, reiteramos. La poeta quiere decir lo que vio (“Voy a decirte lo que vi” p. 21) pero finalmente enuncia que “no hay nada allí que nosotros podamos ver” (p. 23). La mirada es una mirada angustiada. Lo que la poeta mira, ve, observa y contempla son “apenadas alegorías para el alma” (p. 30). Y aquí pareciera que la poeta entra en diálogo con el Barthes del discurso amoroso; pero ahora con la cuestión del despojo de sí que implica el enamoramiento, y una vuelta de tuerca a la cuestión de la mirada: “La ascesis (la veleidad de la ascesis) –dice el ensayista- se dirige al otro: regresa, mírame, mira lo que haces de mí”16.
En Inferno, nos topamos con epígrafes de Jacobo Fijman, Fito Páez, canciones populares, Toni Morrison… Una clara muestra del eclecticismo que caracterizaba a Macky Corbalán, eclecticismo que se observará luego en Como mil flores y que, por el contrario, no se observaba en La pasajera de arena. Genovese propone como rasgo característico de la producción poética de los años ’90 esta contaminación de la poesía por parte de otros discursos, como el de la publicidad o el de los medios masivos de comunicación; la misma autora califica la producción de aquellos años como un discurso poético híbrido (Genovese, 2003, p. 149)
Como mil flores, en relación con los dos poemarios anteriores, hace estallar la noción de poesía que Corbalán parecía haber elaborado. En la entrevista publicada en Confines a la que ya hemos hecho referencia, Macky comentaba:
Durante mucho tiempo pensé que [la poesía] era un arte separado de mí, y un arte en que privilegiaba la mirada. Concebía el poema como una manera de mirar el mundo y de situarse en él. […] Después, a medida que fui creciendo en lucidez, me di cuenta de que no había diferencia entre respirar, comer, nutrirme, dormir y la poesía. Es entonces un arte orgánico, parte de mi organismo como entidad global y de todos sus aparatos17
Esta concepción de la poesía como ‘arte orgánico’ quedó registrada en unas plaquetas, que llevaban por título “Elemento 119. Tabla de Poesía. El elemento que faltaba”, que Macky imprimió junto a valeria flores18 compañeras ambas durante muchos años, y a quien Como mil flores va dedicado19. El elemento 119, el elemento que faltaba, es la poesía, que no se diferencia, según se desprende de estas plaquetas, del hidrógeno, del helio, del litio, ni de ningún otro elemento de la tabla periódica.
Como mil flores titula los poemas con rigurosidad20. A primera vista llama la atención la cantidad de textos, treinta en total. Se trata en su gran mayoría de poemas extensos; los que son breves, contienen, de todos modos, una síntesis tal que los convierten en objetos a ser contemplados: la lógica del verso es intrincada, densa, en el sentido de que quien lee debe ejecutar complejas operaciones de abstracción a causa de que el trabajo de la poeta con la lengua es inmenso. El lenguaje deviene un trampolín privilegiado desde el cual la poeta salta del mero lenguaje utilitario a la percepción epifánica, para guarecerse en la fisura donde crece el elemento erótico. “El lenguaje es una piel”, dice Barthes, y añade: “yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras [a modo] de dedos”.21
Todo se volvía
Cercano, accesible, incluso
La finitud (pp. 26-27)



En este poemario Macky trabaja intensamente este elemento erótico, aquel que el editor de los dos primeros poemarios había advertido en su poesía, y, en este sentido, también el desarrolla una consistente filosofía sobre la duplicidad, sobre los vínculos, específicamente el vínculo erótico-amoroso, el cortejo de los cuerpos, temática que Corbalán trabajaba también desde la lectura de textos teóricos: el discurso amoroso, a la manera de Monique Wittig22 o de Roland Barthes: “Única. Una. Ambas”23 o “En la seducción, sólo en ella, hay completud”24, o incluso “en el lenguaje sensual todos los espíritus conversan entre ellos; no tienen necesidad de ningún otro lenguaje, puesto que es el lenguaje de la naturaleza”25. Ya dijimos que los poemas señalan la relación de la poeta con otros seres del universo, los animales, los insectos, las piedras, los astros: “los huecos / ojos de los astros todo lo miran” (Inferno, p. 35).
La temática comentada en el párrafo precedente ya se leía en los dos poemarios anteriores, pero en Como mil flores esta reflexión ocupa un primer plano: cómo la poeta es afectada por otros cuerpos, por los cuerpos de sus amantes, por los animales, por los insectos… una poética del cuerpo afectado. La poeta enuncia en tono de descubrimiento, en un estilo cuasi-aforístico: “Todo lo fijo es de temer” (p. 22). Además, los versos se equiparan a enunciados lógicos que buscan expresar el impulso previo al habla:
Creer en las palabras, en el
latir que las empuja hasta la dicción (p. 39)

Hay un procedimiento poético que “cree” en las palabras, y trabaja con ellas como si fueran objetos a ser tallados: “tallé / un dios justo a mi medida” (p. 23). Si bien, la poeta trabaja la idea de duplicidad, no descarta la idea de unicidad:
Este solo movimiento (p. 20)
Este pensamiento único (p. 22)

Y luego del estallido que significó Como mil flores, en el que la poeta además enuncia fervientemente “No he sido todo lo cursi que puedo” (p. 25), en El acuerdo y en Anima(i)s, encontraremos poemas brevísimos, versos sueltos, no estructurados en estrofas, desprovistos de elementos retóricos, poemas-síntesis, o, en palabras de H. Brémond “poemas despojados”26, poemas cuya irradiación provoca efectos poéticos inaprehensibles, inefables. También una poesía cercana al pedido, a la plegaria:
salvanos ojo
de pájaro, boquita
codiciosa de hormiga, gorjeo,
translucidez del brote.27


El acuerdo28 es el libro más voluminoso que produjo Macky Corbalán. Destaca en su producción por las siguientes razones: son dos libros; el primero, consta de cuatro secciones, el segundo, de una sola, en el que se plantea el tema de la máscara. Su título es “Nô”, ese teatro japonés de un alto lirismo, interpretado solamente por varones29.
En El acuerdo, Macky trabaja en numerosos planos; en cierta época, Macky parecía obsesionada con la temática de la diversidad de planos o capas existentes en ciertos programas de diseño en computación. Y precisamente en este libro aparece esta preocupación, ya que coexisten niveles semejantes a aquellos. Además, hay un acercamiento a lo gráfico; en varios poemas emplea la palabra “dibujar” o se trama una red semántica relativa al dibujo y a la geometría en general, entonces proliferan los trazos, las líneas, las rectas, la simetría…
Relativo a su militancia en defensa de los derechos de los animales y de todo ser vivo, hay en El acuerdo una enumeración proliferante de animales: perros, pájaros, cascarudos, hormigas, moscas, aguiluchos, gatas, insectos, monos… Asimismo, cobran relevancia las alusiones al mundo vegetal: naranja, frutas, sauce, musgo, calas, verdura, flores, pinos… Estas menciones confluyen en el concepto de cuerpo humano, ubicado en el mismo plano que el cuerpo animal y que el cuerpo vegetal. Más aún, las mismas palabras son “animalitos” y el cuerpo es “el animal que me acompaña siempre”. Y “mido al mundo / desde una consideración / animal”30 y también “hay una jerga animal que no me es extraña”.31 En el poemario hay un despliegue inmenso de universos fónicos: cric, música, trino, ladridos, siseo, ronroneantes, susurro, piar, gemidos, gorgoteos; sonidos inseparables del mundo creado por la poeta, o por la poesía a través de la poeta.
El poema “La muralla” es nodal en este libro, pues enumera todos los elementos con que la poesía subvierte el poder establecido: el placer se opone a las ortodoxias morales aun cuando estas ortodoxias lo consideren pecado y procuren su castigo. El placer también se opone a las plegarias. Y existe un desdoblamiento, un uso muy corbalaniano del ojo como puerta o ventana de entrada del pecado. Construye la contracara del pasaje bíblico en el cual Jesús menciona el ojo en comparación con la ‘lámpara del cuerpo’ (Mt 6,22) o del ojo como ‘ocasión de pecado’ (Mt 18,9). También puede aludir al pasaje del Evangelio de Juan (9, 40) donde se le dice a los fariseos que “si fueran ciegos” no tendrían pecado, pero como ven… (“La muralla”, op. cit.)
La oración, la plegaria se erigen contra el poder establecido, contra el statu quo, pero no es una oración hereje ni blasfema; por el contrario, es una oración desde la poesía concebida como experiencia ‘inefable’, como ‘epifanía’. Aquí merece destacarse el uso de vocablos específicos en la poética de Macky: epifanía, al cual ya hemos hecho referencia; otros que podrían integrar la misma serie son: prieta, escuecen, opalescente, fruición…
Si tomamos los tres ejes a los que Macky hace referencia en la entrevista anteriormente citada –ritmo, lenguaje, poder- la poesía existiría en ese lugar de indigencia, en medio de dos abismos, entre la falta de palabras, que se sitúa en los extremos: se “merodea” en torno de la poesía (ver “Trompetas”, primer texto) ; ésta es inasible en tanto el lenguaje se expresa a través de una “boca boba”.32
El ritmo está de este modo, tanto en el amor como en el poema: el amor se presenta como danza –nuevamente el movimiento, porque nada queda fijo, nada es sólido, nada es más que aire en el aire (“La danza”, poema 1)- y ambos –amor y danza- configuran el erotismo, un erotismo cuya tensión varía a lo largo de su obra y que discurre por meandros que se asemejan a esos merodeos con los que se corteja a la poesía. En la sección titulada “Nô”, se puede establecer que esa dramaturgia funciona como una metáfora del patriarcado y eso se expresa en algunos términos: odio viril; pilares; monotonía del ritmo; guerrero. Las mujeres, en cambio, caen “sin remedio” en la “locura por celos / o muerte de lo amado” (Nô, poema 14).
Y el pedido, la plegaria en un sentido amplio, pero particularme la plegaria amorosa aparecerán en un poema inédito de Macky:
Dame fuerzas, Tú, quien
quiera que seas: cielo diáfano,
coirón ardiendo en la pampa
helada, sola, luz,
luz entrando de pronto en la habitación
cerrada.
La poeta busca el contacto, y este mismo pedido ya estaba en la primera palabra del primer poema de La pasajera de arena: “Llámenme”.
Hacia mediados de 2013, Gerardo Burton le ofreció Macky la publicación de una plaqueta en la colección la cebolla de vidrio ediciones; sería una edición artesanal de no más de dieciocho páginas, acabada a mano y con el interior fotocopiado; la tapa iría impresa en un equipo casero.
La propuesta fue aceptada de inmediato y ella se puso a trabajar. Estableció algunas condiciones: que fuera de copy libre (copyleft)33 y que el poemario tuviera ilustraciones. Acordaron una tirada inicial de cincuenta ejemplares y ella aportaría parte del papel y la impresión del interior; la idea era que Macky no pusiera un peso. Meses después de la primera tirada, se hizo una reimpresión de treinta ejemplares; el proceso de edición demandó unos tres meses, y de este modo, en noviembre de ese año, la plaqueta estuvo finalmente editada. Fue justo cuando comenzó a carcomerla su enfermedad.
Anima(i)s constituye un juego de palabras desde su título, y alude a una de las obsesiones militantes de Macky. En ese título se encuentra cifrada la palabra latina que designa a los animales –seres con un alma inferior, pero alma al fin según el aristotelismo cultural, pero que para ella era totalmente diferente: es igual el alma de todos los seres, incluso de lo inorgánico-; también es el alma que anima los cuerpos; y además es la voz en portugués para designar animales. Macky, como ya hemos mencionado, bregaba por los derechos de los animales, y de las minorías en general, desde hacía mucho tiempo; incluso en una época alimentaba perros y gatos callejeros y buscaba dar en adopción a los animales capturados por los servicios municipales de zoonosis.
Anima(i)s tiene, además, otro regalo: la contratapa lleva un texto breve34 que ella redactó y que tiene toda la apariencia de un manifiesto: es breve, y ejecuta un juego de ficcionalización poética, pretender ser autora de un libro, con lo cual se desmontan los mecanismos de la propiedad intelectual, discutidos también en el copyleft; la ubicación de este “personaje” en el mundo, con sus títulos militantes (lesbiana, feminista, queer) y su acercamiento “amorosamente a lo inorgánico”; la poesía, “imprescindible link con el aire”. El poemario se compone de dieciocho textos brevísimos divididos en dos secciones, “Lola” y “Variaciones sobre la golondrina”, con dos protagonistas excluyentes: una gata de ese nombre en la primera parte y una golondrina. Los dibujos interiores –uno por página, justo en el lugar donde debería estar el folio– pertenecen a valeria flores; la tapa, a Gerardo Burton.
Los poemas de “Lola” describen la cotidianeidad de una gata; casi no hay imagen y suponen breves pinceladas, semejantes a las técnicas de pintura japonesa. Hay mucho de cultura zen en todos estos textos; está la naturaleza, lo obvio, nada que no pueda verse o comprobarse con la percepción de los sentidos. La golondrina, en cambio, parece exigir otro tratamiento: de danza, de “coreografía de pico”; de espiralado ascenso, cuyo “saboreo aéreo / como poesía / no busca desvelamiento”.
III. La teletransportación podría llevarnos donde queramos

“Sacar la lengua en mofa aguda”, como se titula el primer apartado de este trabajo, es un verso de Macky Corbalán que remeda su gesto real de risa burlesca, sardónica incluso, que tenía frente a las cosas. Asimismo, sus últimas producciones se ríen de aquellas primeras producciones iniciáticas. En Como mil flores la poeta persiste en “un mundo que sigue siendo ajeno” (p. 29), como ocurría en La pasajera de arena. Y en el libro de 2007 “escucho las voces animales / que no entiendo” (p. 29) pero en Inferno había, como ya hemos mencionado “una jerga animal que no me es extraña”.
Macky decía que existe, para todo poeta, una obligación: lectura y reflexión en torno a poesía y lenguaje. Sus poemarios y otras actividades poético-políticas35 constituyen una muestra de esos procesos de búsquedas, encuentros y desencuentros. Ella concebía la poesía como una marca de intensidad en el lenguaje36 y al mismo tiempo como una forma –“no cualquiera”– de transformar el mundo. En este sentido, estableció una oposición –acaso influenciada por sus lecturas de Edmond Jabés y de Henri Meschonnic– entre literatura y poesía; a la primera la identificaba con lo académico, los cánones, las instituciones; a la segunda, con lo trascendente, lo numinoso e insondable.
Se produce entonces el hallazgo de nuevos modos de habitar el ámbito poético; Macky rompe el modo patriarcal de producción de poesía en Occidente e inaugura una tradición otra. En su poesía hay un desarrollo paralelo, esforzado, de más de dos décadas, del pensamiento lesbiano-feminista y de la poesía como sitio privilegiado de aparición del sí-mismo, la poesía como espacio donde guarecerse, lo poético identificado con lo epifánico, el poema como sitio donde emergen alteridades y projimidades.
Decía que su poesía carece de temas, y que sólo presenta un desarrollo del pensamiento poético, “algo que es más lábil y en consecuencia más difícil”. Lo cierto es que permanece el compromiso ético con la palabra. Es necesario destacar este punto, ya que la propuesta es una poesía que se piensa como ilimitada, un nuevo ápeiron –lo indefinido e indeterminado-, que tienen posibilidad de emerger en tanto y en cuanto la poeta se disuelven: el “yo” no habla sino que es hablado por la poesía; el nombre, el autor37, poco importa; la identidad, menos. Hacia el final, hay un corrimiento de identidades –que se presenta como ficcional- y de género –que aparece como una elección, acaso impostada- en la contratapa de Anima(i)s, donde invoca a su “semblable”, y se constituye en un virtual manifiesto y por qué no, testamento.
Su trabajo último fue “pensar la poesía, pensar en poesía”. En lo gráfico del poema escrito se presenta al modo de Denise Levertov; en el corte del verso produce el efecto del cincelado de la pasión poética, de una materia que a veces, y sólo a veces, parece informe. Hay un modelado de la materia, un limado de aristas a veces exagerado (por caso, en el poema inédito presentado anteriormente: luz entrando de pronto en la habitación cerrada) adjetivos extremos que por momentos pasan al otro lado de lo real (‘hormiga particular’ ‘mi obsesivo insecto’ ‘mi fruta firme’ ‘ácida manzanita’).
El pensamiento poético-político de Macky Corbalán logró trascender los límites de la provincia y de la región. Y en esta tarea, no dio el brazo a torcer. Acaso inspirada también en Barthes, que en El placer del texto alegaba que la lengua es redistribuida a partir de la ruptura:
se trazan dos límites: un límite prudente, conformista, plagiario (se trata de copiar la lengua en su estado canónico tal como ha sido fijada por la escuela, el buen uso, la literatura, la cultura), y otro límite, móvil, vacío (apto para tomar no importa qué contornos) que no es más que el lugar de su efecto; allí donde se entrevé la muerte del lenguaje... Ni la cultura ni su destrucción son eróticos: es la fisura entre una y otra la que se vuelve erótica
El punto culminante fue considerar el lenguaje como un sitio privilegiado donde el poder se dirime, y ahí fue a luchar como intérprete, médium de la poesía, convertida en una guerrillera resistente contra los poderes. Y era muy frecuente oírla repetir: “toda poesía es política; todo arte es político”.
Referencias Bibliográficas

Burton, Gerardo, “Macky Corbalán: hacia una construcción de la identidad poética”, entrada del martes 18 de noviembre de 2014, consulta online http://lacebolladevidrio.blogspot.com.ar/2014/11/macky-corbalan-hacia-una-construccion.html (consultada 23/6/2015)

ensamblar macky corbalán

Este texto fue presentado por los autores como cierre del seminario “Secciones poéticas: Lecturas en Torno a la poesía del siglo XXI escrita en Patagonia Argentina”, dicado por Silvia Mellado em la Universidad Nacional del Comahue, sede Neuquén, en abril de este año. La actividad está en el programa elaborado por el Centro Patagónico de Estudios Latinoamericanos y la Cátedra libre de literatura patagónica David Lagmanovich, dirigidos por Laura Pollastri y Gabriela Espinosa.

I. Sacar la lengua en mofa aguda


En agosto de 1986, en la ciudad de Neuquén, un grupo de poetas que había participado del grupo Coirón y del Centro de Escritores Patagónicos, convocó a un recital en el auditorio del subsuelo de las oficinas de la Municipalidad de Neuquén. El programa incluía, entre otros, a Eduardo Palma Moreno, autoconstituido en líder del espectáculo, a Horacio Bascuñán, Raúl Mansilla, a los hermanos Vladimir y Oscar Cares Leiva, y a una chica de poco más de veinte años que deslumbró: tímida, como pidiendo permiso para estar en ese escenario, comenzó a leer.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Tramas




















Por Jorge Isaías



"Ningún cuerpo es tierra firme", escribe mi amigo, el poeta Jorge Boccanera. Este verso, limpio como una espada, pertenece a su último libro, el mejor de todos, y se llama Monólogo de un necio. Los textos que ha escrito mi amigo son impecables, como lo es mi memoria hecha de amaneceres aún no resueltos. Como éste en que escribo en el indeciso claroscuro del alba, cuando la ciudad se recuesta con letargo y pereza sobre su río, que no nos tiene en cuenta.

Pienso que debo tirar pacientemente del hilo que se asoma incipiente, laxo, como si durmiera bajo aquella frazada de trama basta, gruesa, cuyo origen era seguramente extranjero. La habrían tejido las manos de alguna bisabuela desconocida o tal vez una que sí conocí, breve como una pasa de higo o un ramito tembloroso de ramas secas y que tenía casi cien años y que fué traída por tio Nuncio luego de la Guerra. Se llamaba Dominga y era madre de mi abuela materna, andaba como perdida y perdida estaba en mí, en mi memoria pero ella no estaba perdida y hacía esfuerzos por aprender el idioma de un país desconocido pero generoso. Habría sido ella quien tejía esas frazadas. No lo sé. Ni tengo a quien preguntar ahora, me basta con arrebujarme en ese calor que me defendió del frío helado en los tiempos ya lejanos, por no exagerar y llamar remotos.

Pero ese hilo descubre otras tramas, que no son de gruesa lana, sino que se entretejen en un relato. Ese relato es tal vez el descubrimiento de un pasión que empezó como un juego, pero que devino en mito y cuando escribo esta palabra llego blandamente al gran piamontés, sí, adivinó lector, y voy a escribir su nombre: Cesare Pavese, un gran escritor, inimitable.

Y mi relato tiene que ver con un paisaje que para muchos no es paisaje, y se trata del escenario abierto que muestra la llanura. Esos grandes espacios abiertos que supieron ocupar las mariposas, las abejas y los pájaros sobre otro verdor, el que conlleva el recuerdo y el que no volverá.

Qué poca cosa y cuánto puede conjurarlo, quiero decir que para eso tenemos la palabra. Con ella hacemos lo que podemos, ya lo dijo Borges, uno no escribe lo que quiere sino lo que le es deparado, entiendo que habla de limitación y no de disponibilidad ni destino, ya que otro poeta, Leónidas Lamborghini aseveró con respecto a la creación:

"las intenciones son enormes, los resultados son deformes".

Buscar esos hilos sueltos, es decir los de la memoria, hacen que la ventura sea posible: seguir nuestra ambición que la modestia esconde.

Y si pudiera describir aquellos amaneceres donde las tropillas rompían con sus cascos la escarcha dura sobre los campos, o los potros intentaban saltar los alambrados podía ser un poco más feliz. O poder recuperar esa sombra donde el amanecer era una promesa aún y se enfrenaban los caballos para atar a los arados, y de sus bocas brotaba un vaho que mojaba sus belfos babeantes y alguno todavía permanecía dormido, como ese niño que salía al patio con un poncho sobre el hombro para ver esa tarea que lo fascinaba, hasta que alguno de los mayores lo introducía en la cocina para que sus narices recibieran el olor maternal del café con leche, esos grandes tazones inolvidables, ya que nunca más supe por qué en las chacras de entonces se usaban esos recipientes con la leche gorda, recién ordeñada, mezclada con el café bien caliente, y el pan recién horneado que acompañaba ese desayuno que se quedó solo y firme, imbatible en el principio de los tiempos.

El relato entonces tiene sentido cuando es capaz de tirar ese hilo perdido en principio, olvidado, pero que un acto casual lo trae al presente con su carga de placer pero también de dolor, porque está irremediablemente escondido hasta que uno tira una hilachita y lo trae al presente.

Pero sabe que nunca será igual, porque la memoria es traicionera e infiel.


Y ya sabemos que para todo hay que pagar un precio y como bien escribe mi amigo Jorge Boccanera: "El precio es lo de menos/ todo cuesta la vida".





http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-50888-2015-09-03.html

jueves, 3 de septiembre de 2015

Presentación Papeles de domingo, de Héctor Mauriño

En el salón azul de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional del Comahue, en Neuquén, el 2 de septiembre de 2015

Este libro nació en torno de dos cafés sucesivos y que siempre parecían el mismo, bebidos a lo largo y ancho de varias mesas en bares de esta ciudad. Este libro fue la respuesta a una pregunta. ¿Y ahora qué hago? Y bueno, publicá un libro, fue la respuesta. Es el libro de un periodista. Pero sobre todo, es el libro de un amigo. Y también es el libro que recopila la experiencia de la palabra de alguien que, con paciencia, con perseverancia, se dedicó a hurgar en los entresijos de una sociedad que se iba haciendo compleja, se expandía y planteaba cada vez más interrogantes.

miércoles, 5 de agosto de 2015

John Connolly: "El policial negro siempre estuvo del lado de los pobres”




El creador del detective Charlie Parker se presenta en el festival BAN! Su último libro, El invierno del lobo, extrema la fusión de la novela negra con lo sobrenatural y lleva implícita una crítica al modo en que Estados Unidos trata a los más vulnerables. Esta nota fue publicada en Página 12 el 5 de agosto de 2015


Por Silvina Friera
“Pueblo chico, infierno grande.” El atormentado detective Charlie Parker perturba la tensa calma de Prosperous, una pequeña comunidad residencial en el estado de Maine (Estados Unidos), cuando empieza a investigar la muerte de Jude, un vagabundo desesperado por encontrar a su hija desaparecida en esa comunidad donde la crueldad se ha naturalizado a través de las creencias de una antigua secta cuyos orígenes se remontan a la Inglaterra del siglo XVI. En El invierno del lobo (Tusquets), la decimotercera entrega de la saga protagonizada por el emblemático detective, John Connolly extrema la fusión de la novela negra con lo sobrenatural, una combinación que refracta el mundo de una forma diferente. “La ficción no tiene la obligación de ser real. No es un espejo, es más bien un prisma”, plantea el escritor que se presentará mañana en Buenos Aires Negra, BAN!, el Festival Internacional de Novela Policial. “Los conservadores de derecha en Estados Unidos me critican bastante porque me perciben como un escritor de izquierda. Y están en lo cierto: yo soy un escritor de izquierda, vengo de una tradición europea social-liberal. Prosperous tiene la visión de que debe proteger a los suyos. Si en el camino alguien pobre tiene que pagar el precio, ¿no es ésa la naturaleza de la sociedad capitalista? Adoptar esa mentalidad es cruel porque los más débiles ya no importan”, subraya Connolly en la entrevista con Página/12.

–“Ser indigente es un trabajo a jornada completa. Ya tienen un empleo, y ese empleo es la supervivencia”, se lee en un capítulo de El invierno del lobo. ¿Escribió esto para oponerse desde la ficción a ese discurso que afirma que el pobre no quiere trabajar y que es una carga para la sociedad?

–Esto surgió de una discusión en Portland. Hace mucho frío en invierno, si uno se queda en la calle, se muere. Antes, la ciudad se aseguraba de que cada persona indigente tuviera un lugar para dormir. En este momento el estado de Maine tiene un gobernador muy republicano y algunos sugirieron que esa política alentaba a los sin techo y que la ciudad debería dejar de hacerlo. Esto implica que si algunas personas se mueren en el camino, posiblemente otros dejarían de querer aprovecharse de la situación... Esto es sociopatía, la ausencia de empatía; ser un sociópata implica no tener ningún tipo de empatía, o sea que no era sólo una discusión cínica. Es una aberración dejar de lado nuestras obligaciones sociales. Hay muchas cosas que me interesan de Estados Unidos, pero hay más cosas que no me gustan; es una sociedad muy difícil para ser pobre o vulnerable. Los lectores que escriben quejándose de mis libros dicen lo mismo: “Yo no leo una novela policial para leer opiniones políticas o sobre la sociedad”. Lo que quieren decir con eso es que no leen policiales que tengan opiniones políticas y sociales con las cuales no están de acuerdo. Esto tiene que ver con por qué la gente lee ficción. Hay muchas razones por las cuales uno lee ficción. Tal vez el que escribe piensa que está haciendo una gran lectura de la sociedad, pero mucha gente agarra un policial porque es algo bueno para leer en el viaje a Salta (risas). El policial me permite comentar con mayor sutileza los problemas de la sociedad que una novela realista, porque uno puede meter subrepticiamente muchas cosas más si está “entreteniendo”.

viernes, 17 de julio de 2015

El mismo amor, el mismo odio. 1947-2015: del Monstruo a la Yegua.


Han pasado más de sesenta años, y sin embargo, aún perduran aquél odio de clase, el mismo rechazo a la invasión, el miedo irracional al otro, al diferente. En la reactualización de la antítesis civilización-barbarie, sectores de la población se han desplazado de la figura del Monstruo a la de la Yegua. El mismo amor, el mismo odio, demuestran que en lo sustancial poco ha cambiado desde aquel octubre de 1945. (Tomado de La Tecl@ Eñe)



Por Rubén A. Liggera*
(para La Tecl@ Eñe)
Ilustración: Daniel Santoro



En una nota anterior afirmamos que según el concepto de la denominada “cultura oficial”, -pensamiento arraigado, casi de sentido común, - el peronismo no sería más que otra expresión de la “barbarie”. De tal modo que, su relación con la cultura y la literatura sería una anomalía, un hecho sumamente improbable o casi imposible. Antitético como un oxímoron.[1]
Aquél “aluvión” que en 1945 irrumpe de manera incontenible en el sistema cultural argentino-aún hoy, aunque en menor medida por suerte-resulta incomprendido por gran parte de nuestra intelectualidad y vastos sectores sociales medios y altos. “Alta cultura” versus “cultura popular”, o sea libros en disputa con alpargatas, no es más que la representación de una lucha más profunda que tiene que ver con el cuestionamiento del poder y la distribución de bienes materiales y simbólicos.
¿Qué podría esperarse de aquella “negrada” ensoberbecida? Nada más que guarangadas y ultrajes a las letras y a las “bellas artes”.

Literatura y peronismo: las invasiones bárbaras


Desde Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Honorio Bustos Domecq), creadores de un “monstruo” peronista grotesco y feroz, pasando por el Cortázar de “Casa tomada”, “Ómnibus”, “Las puertas del cielo” y “El examen”, o por “Cabecita Negra” del malogrado Germán Rozenmacher, hasta llegar al “rolinga” de Juan Diego Incardona y sus “conurbanos” de la caótica Buenos Aires de comienzos del siglo XXI, el peronismo en el gobierno o en el llano, fue y es, tema de intensos debates políticos o de inquietantes obras literarias. (tomado de la revista digital La Tecl@ Eñe)



Por Rubén A. Liggera*
(para La Tecl@ Eñe)



“Ese cuento [“Las puertas del cielo”] está hecho sin ningún cariño, sin ningún afecto; es una actitud realmente de antiperonista blanco, frente a la invasión de los cabecitas negras...”
Julio Cortázar
En la anterior edición nos referimos a los “monstruos”, -lo diferente, lo anómalo,-en la narrativa argentina, desde Domingo Faustino Sarmiento refiriéndose a Juan Manuel de Rosas, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Honorio Bustos Domecq) a Juan Domingo Perón y anónimos cibernautas a la Presidente Cristina Fernández (a) “La yegua”, una extrañeza de la biología y monstruosidad al fin, en el bestiario misógino de la política argentina.

jueves, 16 de julio de 2015

Borges y Shakespeare, por Horacio González


http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-277161-2015-07-16.html

Borges y Marx

Por Horacio González *
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Jorge Luis Borges y William Shakespeare.
Continúa siendo un verdadero placer recorrer las últimas librerías de ocasión de Buenos Aires, que por extensión o hechizo seguimos llamando librerías de viejo. Días pasados, encontré a un precio oportuno el único y hoy “inconseguible” número de la revista Literatura y sociedad, que dirigían Sergio Camarda y Ricardo Piglia en 1965. Ha pasado mucho tiempo. Las páginas iniciales están dedicadas a analizar las relaciones entre los escritores y la política, y surge de la pluma de Piglia una mención al vínculo de lectura que unía a Marx con Balzac. Es muy conocido, ahora, el ejemplo que da Marx respecto de cómo leer a Balzac, no como un autor monárquico –que lo era–, sino como el autor de una reflexión sobre la vida bajo el capitalismo, sobre el poder del dinero y de la ambición de triunfo personal para iluminar las condiciones en que surge una sociedad de clases. Podemos considerar esta intervención de Marx sobre la literatura de Balzac como un módulo permanente (elijo deliberadamente la floja palabra módulo) para analizar el tema que no cesa.

viernes, 22 de mayo de 2015

Lectura sobre “Código Rosa, relatos sobre abortos”, de Dahiana Belfiori

Leído en La Conrado Cultural el 21 de mayo de 2015, junto con la autora y Nayla Vacarezza. 



Muchas gracias por la invitación a presentar este libro. Gracias a Ruth, a la Revuelta y a Dahiana por su trabajo.

Me gustaría empezar hablando en voz baja, que esta presentación sea como un susurro, como el susurro de las mujeres que ofrecieron su testimonio a lo largo de la factura del libro. Me gustaría que estas palabras sean como un momento de brisa tras el vendaval, como la frescura de la lluvia cuando se fue, como la luz de la mañana apenas se abre la ventana al día nuevo, porque así es como se me presentan estos textos: una ventana en un cuarto cerrado, una brecha de esperanza en el sitio del dolor.

Palabras en la presentación de Resplandor de Madres, de Pablo Montanaro

Fue el 18 de mayo de 2015 en el aula magna Salvador Allende de la Universidad Nacional del Comahue, en la ciudad de Neuquén. Además del autor, presentaron el libro las madres de Plaza de Mayo Inés Ragni y Lolín Rigoni, la poeta Miriam Rivas y el maestro Nano Balbo. El músico y compositor Walter Cuevas interpretó cuatro canciones.



Hay un proverbio chino que dice que cuando un dedo señala la luna, los necios miran el dedo. Permítanme entonces, en esta presentación del libro “Resplandor de mdres”, navegar un poco en la necedad. No quiero ir ahora a eso que estos 24 poemas compuestos por Pablo Montanaro señalan sino a su interior, a las palabras, los hechos y las imágenes con que cada verso, cada texto fue edificado. Porque hay una construcción en la voluntad de todo autor, hay una intencionalidad que se expresa y hay otra que se guarda, que subyace mientras discurren las palabras. En este caso hay hechos que se explican por sí mismos, y ésa es la superficie. Y debajo: ¿qué hay? ¿y qué hay detrás? O ¿qué hay antes?, y ¿qué habrá en los años que vienen?

domingo, 10 de mayo de 2015

Auden: Breve defensa de la poesía

Esta curiosidad es la intervención de W.H. Auden en una mesa redonda que organizó el PEN Club en Budapest, octubre de 1967. The New York Review of Books lo rescató en una entrega de 1986. Tomado del sitio www.nexos.mx


Las discusiones sobre el papel del artista en la sociedad pocas veces dan fruto porque sus participantes no han definido qué quieren decir con los términos que usan. Mientras malinterpretemos lo que otros dicen, ni el acuerdo central ni la diferencia genuina de opinión son posibles. Empezaré, entonces, con algunas definiciones.

Individuo. En primer lugar, un término biológico: un árbol, un caballo, un hombre, una mujer. En segundo lugar, como el hombre es un animal social y nace sin formas instintivas de conducta, el término es sociopolítico: un americano, un doctor, un miembro de la familia Smith. Como individuos somos, se quiera o no, miembros de una sociedad o de varias sociedades, cuya naturaleza esta determinada por necesidades biológicas y económicas. Como individuos nos crean por reproducción sexual y condicionamientos sociales y sólo se nos puede identificar por las sociedades a las que pertenecemos. Como individuos, somos comparables, clasificables, contables, reemplazables.

Breve defensa de la poesía, por Wystan H. Auden

Reproduzco una intervención de Auden en una mesa redonda que organizó el PEN Club en Budapest, octubre de 1967. The New York Review of Books lo rescató en 1986 y lo reproducimos del sitio www.nexos.mx.


Las discusiones sobre el papel del artista en la sociedad pocas veces dan fruto porque sus participantes no han definido qué quieren decir con los términos que usan. Mientras malinterpretemos lo que otros dicen, ni el acuerdo central ni la diferencia genuina de opinión son posibles. Empezaré, entonces, con algunas definiciones.

Individuo. En primer lugar, un término biológico: un árbol, un caballo, un hombre, una mujer. En segundo lugar, como el hombre es un animal social y nace sin formas instintivas de conducta, el término es sociopolítico: un americano, un doctor, un miembro de la familia Smith. Como individuos somos, se quiera o no, miembros de una sociedad o de varias sociedades, cuya naturaleza esta determinada por necesidades biológicas y económicas. Como individuos nos crean por reproducción sexual y condicionamientos sociales y sólo se nos puede identificar por las sociedades a las que pertenecemos. Como individuos, somos comparables, clasificables, contables, reemplazables.


Persona. Como personas, cada uno de nosotros puede decir yo respondiendo al tú de otras personas. Como personas, cada uno de nosotros es único, miembro de una clase propia con una perspectiva única del mundo, alguien que no se parece a nadie que haya existido antes y que no lo será a nadie que exista después. El mito de la descendencia de toda la humanidad de un solo antepasado, Adán, es un modo de decir que se nos llama a la existencia personal, no por un proceso biológico sino por otras personas, nuestros padres, amigos, etcétera. De hecho cada uno de nosotros es Adán, una encarnación de toda la humanidad. Como personas no somos miembros de las sociedades pero, junto con otras personas, tenemos la libertad de formar comunidades por amor a algo mas que nosotros, por la música, la filatelia o por el estilo. Como personas somos incomparables, inclasificables, incontables, irremplazables.

Al parecer muchos animales cuentan con un código de señales para comunicarse entre individuos de la misma especie, con el fin de transmitir una información vital sobre sexo, territorio, alimento, enemigos. En los animales sociales como la abeja, este código puede volverse complejísimo pero sigue siendo un código, una herramienta impersonal de comunicación: no evoluciona hacia el lenguaje porque el lenguaje no es un código sino la palabra viva. Sólo las personas pueden crear el lenguaje porque solo ellas desean abrirse libremente a otros, dirigirse a otros y responder a otros en la primera o segunda personas, o por sus nombres: sin importar qué tan elaborados estén, todos los códigos se limitan a la tercera persona.

Como los hombres son a la vez individuos sociales y personas, necesitan un código y un lenguaje. Para ambos se emplean lo que llamamos palabras, pero entre nuestro uso de ellas como señales y nuestro uso de ellas como discurso personal hay un abismo; si no hacemos esta distinción no podremos entender un arte literario como la poesía ni comprender su función.

Los pronombres personales de la primera y segunda personas no tienen genero; el de la tercera tiene género, y en realidad debería llamarse impersonal. Al hablar sobre alguien más a un tercero, la tercera persona es una necesidad gramatical, pero pensar en otros como él o ella es pensar en ellos no como personas sino como individuos.

Los nombres propios son intraducibles. Al traducir al ingles una novela alemana cuyo héroe se llama Heinrich, el traductor debe escribir Heinrich y no cambiarlo por Henry.

La poesía es lenguaje en el más personal, el más íntimo de los diálogos. Un poema sólo tiene vida cuando un lector responde a las palabras que el poeta escribió.

La propaganda es un monólogo que no busca una respuesta sino un eco. Hacer esta distinción no es condenar a toda propaganda como tal. La propaganda es una necesidad de la vida social humana. Pero no distinguir la diferencia entre poesía y propaganda les hace a las dos un daño indecible: la poesía pierde su valor y la propaganda su eficacia.

En formas más primitivas de organización social, por ejemplo en las sociedades tribales o campesinas, a la índole personal del lenguaje poético la oscurece el hecho de que la sociedad y la comunidad más o menos coinciden. Todos se ocupan del mismo tipo de actividad económica, todos conocen a los demás personalmente y más o menos comparten los mismos intereses. Más aún, en una sociedad primitiva, la poesía, el lenguaje de la revelación personal, no se ha separado de lo mágico, del intento por controlar las fuerzas naturales mediante la manipulación verbal. Por otra parte, hasta la invención de la escritura, el hecho de que el verso es mas fácil de recordar que la prosa da al primero un valor de utilidad social no poético, como mnemotecnia para transmitir conocimientos esenciales de una generación a otra.

Donde quiera que haya un mal social verdadero, la poesía, o cualquier arte para el caso, es inútil como arma. Aparte de la acción política directa, la única arma es el informe de hechos: fotografías, estadísticas, testimonios.

Las condiciones sociales que conozco personalmente y en las que tengo que escribir son las de una sociedad tecnológicamente avanzada, urbanizada y aglomerada. Estoy seguro de que en cualquier sociedad (no importa cuál sea su estructura-política) que alcance el mismo nivel de desarrollo tecnológico, urbanización y riqueza, el poeta se enfrentará a los mismos problemas.

Es difícil concebir una sociedad abundante que no sea una sociedad organizada para el consumo. El peligro en una sociedad así es el de no distinguir entre aquellos bienes que, como la comida, pueden consumirse y hacerse a un lado o, como la ropa y los automóviles, descartarse y reemplazarse por otros más nuevos, y los bienes espirituales como las obras de arte que sólo alimentan cuando no se consumen.

En una sociedad opulenta como Estados Unidos, las regalías dejan bien claro al poeta que la poesía no es popular entre los lectores. Para cualquiera que trabaje en este medio, creo que esto debía ser más un motivo de orgullo que de vergüenza. El público lector ha aprendido a consumir incluso la mejor narrativa como si fuera sopa. Ha aprendido a mal emplear incluso la mejor música, al usarla de fondo para el estudio o la conversación. Los ejecutivos empresariales pueden comprar buenos cuadros y colgarlos en sus paredes como trofeos de estatus. Los turistas pueden “hacer” la gran arquitectura en un tour guiado de una hora. Pero gracias a Dios la poesía aún es difícil de digerir para el público; todavía tiene que ser “leída”, esto es, hay que llegar a ella por un encuentro personal, o ignorarla. Por penoso que sea tener un puñado de lectores, por lo menos el poeta sabe algo sobre ellos: que tienen una relación personal con su obra. Y esto es más de lo que cualquier novelista de bestsellers podría reclamar para sí.


Traducción: Delia Juárez * Artículo tomado del sitio www.nexos.mx

viernes, 27 de marzo de 2015

Sobre libros en épocas difíciles



Texto de una ponencia sobre libros y dictadura realizada en la subsecretaría de Cultura de Neuquén, en el programa de conmemoración del día de la memoria. Una aproximación a la industria editorial argentina y una reflexión sobre la cultura nacional, el papel del escritor y del lector.



En estos minutos de charla voy a intentar proponer algunas líneas de reflexión, más que sobre los libros o la industria editorial en sí misma, sobre la cultura en general en la Argentina. Se trata de una serie de hipótesis, a veces fundadas en hechos y estadísticas, y otras en cuestiones más personales, en intuiciones.
Me interesa abordar algunas cuestiones: el modelo de intelectual o de escritor hacia mediados de la década de 1960 y la transformación que ocurrió hacia los años setenta; el libro como un espacio de escarmiento para los dictadores y, a la vez, como un espacio de resistencia y de lucha para los escritores, un dato que se prolongó durante la primera etapa democrática, ya sea por los vaivenes hiperinflacionarios que nos dejaron casi fuera del sistema, ya sea por el vaciamiento de la cultura que primó durante la década menemista que, como en otros campos, fue coronada por la transnacionalización de la cultura en general y de la industria editorial en particular.
La industria editorial argentina tiene una larga historia que comienza en la época de la organización nacional, cuando Roca y la élite gobernante necesitaron unificar pautas culturales de raigambre nacional, sobre todo ante dos políticas que se habían dado: la inmigración masiva de los países europeos para proveer de mano de obra (supuestamente calificada) a la actividad económica nacional, y la reciente derrota de los pueblos aborígenes, cuyos finales escenarios fueron el Chaco y la Patagonia. En esta etapa la literatura circulaba en ediciones baratas, en folletines y en publicaciones que se vendían o que vendían los principales diarios o partidos políticos. Así, la Biblioteca de La Nación (Payró), La Biblioteca Argentina (Ricardo Rojas) o La Cultura Argentina (José Ingenieros, a través del Partido Socialista).

jueves, 26 de febrero de 2015

"Aullido", por Allen Ginsberg (1)

Primera parte de la traducción al castellano. Versión de Gerardo Burton


 



Aullido y otros poemas
por Allen Ginsberg
"¡Arranquen las cerraduras de las puertas!
¡Arranquen las mismas puertas de sus quicios!"

Dedicatoria a
Jack Kerouac, nuevo Buda de la prosa norteamericana, que escupió su inteligencia en once libros escritos en la mitad de los años 1951-1956 -"En la carretera", "Visiones de Neal", "Dr. Sax", "Springtime Mary", "Los subterráneos", "San Francisco Blues", "Vagabundos del Dharma", "Libro de los sueños", "Levántense", "México City  Blues" y "Visiones de Gérard"- y  creó una prosodia bop y una literatura clásica original. Varias frases y el título de "Aullido" se tomaron de sus obras.


William Seward Burroughs, autor de "El festín desnudo", una novela sin fin que volverá locos a todos.

Neal Cassady, autor de "El primer tercero", una autobiografía (1949) que iluminó a Buda.
Todos estos libros se publican en el Cielo.


Aullido, para Carl Solomon,
por William Carlos Williams

Cuando él y yo éramos más jóvenes, conocí a Allen Ginsberg, un joven poeta que vivía en Paterson, New Jersey, donde él, hijo de un reconocido poeta, había nacido y crecido.
Ginsberg era físicamente de constitución débil y mentalmente estaba conmovido por la vida con que se había topado durante aquellos años inmediatamente posteriores a la primera guerra mundial tal como se la mostraba en Nueva York. Estaba siempre a punto de irse, no importaba dónde; me alteraba. Nunca pensé que viviría para evolucionar y escribir un libro de poemas. Su capacidad para sobrevivir, viajar y seguir escribiendo me asombra. Y no es menos asombroso que haya continuado desarrollando y perfeccionando su arte.
Ahora, él se aparece quince o veinte años después con un poema impresionante. Literalmente, y sin ninguna duda, ha atravesado los infiernos. En el camino, conoció a un hombre llamado Carl Solomon, con quien compartió entre los dientes y el excremento de su vida algo que no puede descubrirse sino en las palabras que utiliza.
Este es un alarido de derrota. No una derrota total porque ha pasado por ella como si fuera una experiencia trivial. Todos somos derrotados en esta vida, pero si uno es un hombre, no está vencido.
Allen Ginsberg es un poeta que ha pasado, con su propio cuerpo, a través de las horripilantes experiencias de vida narradas en estas páginas. Lo asombroso de la cuestión no es que haya sobrevivido, sino que, desde las mismas profundidades encontrase a un individuo a quien amar. Un amor que celebra en estos poemas sin mirar al costado. Digan lo que quieran, él nos prueba que, pese a las experiencias más envilecedoras, el espíritu del amor sobrevive para ennoblecer nuestras vidas si tenemos el ingenio, el coraje y la fe (¡y el arte!) de perseverar.
La fe en el arte de la poesía va de la mano con este hombre en su Gólgota, desde ese matadero parecido en su forma al de los judíos en la guerra pasada. Pero esto ocurre en nuestro país, en nuestras más queridas proximidades. Estamos ciegos y vivimos nuestras ciegas existencias en absoluta ceguera. Los poetas están condenados pero no son ciegos, ven con los ojos de los ángeles. Este poeta ve a través y alrededor de los horrores que participa en los más íntimos detalles de su poema. No evita nada, por el contrario, experimenta todo a fondo. Lo contiene. Lo reclama como propio y creemos, se ríe de él y tiene el tiempo y el desafío de amar a un compañero de su elección y registrar ese amor en este bello poema.
Levanten el borde de sus faldas, damas, estamos ingresando en el infierno.


Aullido, para Carl Solomon

I

Yo vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la
    locura, hambreadas, histéricas, desnudas
arrastrarse por las calles de los negros en el crepúsculo en busca de
    un pico desesperado,
hipsters de cabeza de ángel ardiendo por la antigua conexión     celestial al motor estelar en la maquinaria nocturna,
esos que en la pobreza y en andrajos y con ojos huecos y en lo alto se
    incorporan fumando en la oscuridad sobrenatural de los
    departamentos con agua fría corriente y flotan cruzando los
    techos de las ciudades y contemplando el jazz,
esos que desnudaron sus sesos al cielo bajo el Empire State y vieron
    a los ángeles mahometanos vacilando sobre los techos     iluminados de los conventillos,
esos que pasaron por universidades con radiantes ojos tibios alucinando
    Arkansas y Blake -una tragedia leve entre los eruditos de la
    guerra,
esos que fueron expulsados de las academias por locos y por haber     publicado odas obscenas en las ventanas de la calavera,
esos que se agacharon en ropa interior en las habitaciones,
sin afeitar, quemando su dinero en basureros y escuchando el
terror a través de la pared,
esos que se quebraron en su vello púbico mientras volvían de Laredo     hacia New York con un cinturón repleto de marihuana,
esos que comieron fuego en pintura en los hoteles o bebieron trementina     en el callejón del Paraíso, murieron o purgaron sus torsos noche
    tras noche
con sueños, con drogas, con pesadillas en vigilia, alcohol y coca     y tragos interminables,
incomparables calles ciegas de nubes temblorosas y relámpagos en     la
    mente, saltando hacia los postes de Canadá & Paterson,     iluminando todo el mundo inmóvil del entre Tiempo
solidez del peyote en los salones, amaneceres del cementerio del árbol
    verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados,
    fachadas de almacenes municipales  picadas de neón eludiendo los
    semáforos, vibraciones de sol y luna y árbol en las rugientes
    oscuridades invernales de     Brooklyn, ceniceros delirantes y
    majestuosa luz de la mente;
esos que se encadenaron a los subterráneos para un viaje sin fin desde
    Battery al Santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las
    ruedas y los chicos los llevaron a un naufragio estremecedor con
    el apaleado desierto del cerebro totalmente vaciado de brillo en
    la lóbrega luz del zoológico,
esos que se sumergieron en la luz submarina de Brickford's,     salieron a flote y se sentaron ante una cerveza rancia por la
    tarde en el desolado Fugazzi's mientras oían el juicio final del tocadiscos automático de hidrógeno,
esos que hablaron continuamente durante setenta horas desde el     parque al colchón al bar a Bellevue al museo al puente de     Brooklyn,

una patrulla perdida de conversadores platónicos saltando desde los
    escalones de las salidas de emergencia de los antepechos de las
    ventanas del Empire State hasta la luna,
rebuznando chillando vomitando susurrando hechos y memorias y     anécdotas y patadas en el ojo y electroshocks en los     hospitales
    y cárceles y guerras
íntegros intelectos lanzados en una convocatoria de siete días con sus
    noches y ojos brillantes, carne para la sinagoga     arrojada sobre el pavimento,
esos que se esfumaron hacia ningún lado Zen de Nueva Jersey    dejando un
    rastro de ambiguas postales de Atlantic City Hall,
sufriendo exudaciones orientales, quebrantaduras de huesos de Tánger
y migrañas de China con pitadas de cáñamo en una habitación amueblada y sin abrigo de Newark,
esos que vagabundearon en círculos en la medianoche en la carretera
    preguntándose dónde ir, y fueron, sin dejar corazones rotos,
esos que encendieron cigarrillos en vagones haciendo lío a través     de la nieve hasta las solitarias granjas en la noche del     abuelo,
esos que estudiaron Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía y     cábala bop porque el cosmos vibraba por instinto a sus pies     en Kansas,
esos que abandonaron todo en las calles de Idaho viendo visionarios
    ángeles indios que eran visionarios ángeles    indios,
esos que pensaron que apenas estaban locos cuando Baltimore         relampagueó en un éxtasis sobrenatural,
esos que saltaron dentro de limusinas con el chino de Oklahoma al
    impulso de la luz de la calle en la medianoche de invierno,
    lluviosa de la pequeña ciudad,
esos que haraganearon hambrientos y solitarios por Houston     buscando
jazz o sexo o sopa, y siguieron al talentoso español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y entonces tomaron un barco a África,
esos que desaparecieron en los volcanes de México sin dejar nada atrás
    salvo la sombra de los pantalones y la lava y la     ceniza de la
    poesía desparramada en el hogar de Chicago,
esos que reaparecieron en la costa oeste investigando al FBI en     barbas y pantaloncitos con grandes ojos pacifistas y sensuales
    en su oscura piel saliendo de folletos incomprensibles,
esos que hicieron agujeros en sus brazos con cigarrillos para     protestar contra la niebla de tabaco del capitalismo,
esos que distribuyeron panfletos supercomunistas en la plaza Unión     sollozando y desvistiéndose mientras las sirenas de Los     Álamos los lloraban, y gemían en Wall, y el ferry de la isla     Staten también se lamentaba,
esos que irrumpieron llorando en blancos gimnasios desnudos y     temblando delante de la maquinaria de otros esqueletos,

esos que golpearon a los detectives en el cuello y chillaron con     deleite en los patrulleros no por cometer crímenes sino por     su propia pederastia e intoxicación salvajes,
esos que aullaron de rodillas en el subte y fueron arrastrados fuera
    del techo agitando sus genitales y manuscritos
esos que dejaron que los cogieran por atrás santos motociclistas     y chillaron de gozo,
esos que convidaron y fueron convidados por esos serafines     humanos,
    los marineros, con caricias de amor atlántico y caribeño,
esos que bailaron en la mañana y en las tardes en jardines de rosas y
    en el césped de parques públicos y cementerios desparramando su
    semen libremente a quien quiera que ojalá viniera,
esos que hipaban interminablemente intentando contener la risa pero
    acabaron en un sollozo tras un tabique en un baño turco donde el
    ángel rubio y desnudo vino para penetrarlos con una espada,
esos que perdieron a sus efebos con las tres arpías del destino: la
    arpía tuerta del dólar heterosexual, la arpía tuerta que     disimula su vientre y la arpía tuerta que no hace nada     excepto sentarse sobre su culo y tijeretear los intelectuales
    hilos dorados del telar del artesano,
esos que copulaban extáticos e insaciables con una botella de cerveza
    y un amate, un atado de cigarrillos una vela y se cayeron de la
    cama, y continuaron en el piso y abajo en el vestíbulo y
    terminaron desfallecidos contra la pared con una     visión de la
    última cuenta y vinieron eludiendo el último relámpago de
    conciencia,
esos que mitigaron el rapto de un millón de chicas temblando en el
    ocaso, y tenían los ojos enrojecidos por la mañana pero se
    prepararon para endulzar el arrebato de la salida del     sol, destellando las nalgas en los graneros y desnudos en     el lago,
esos qiue se fueron a putañear por Colorado en una miríada de autos     robados de noche, Neal Cassady, héroe secreto de estos     poemas, padrillo y Adonis de Denver, gozo por la memoria de     su interminable lista de chicas en baldíos & patios traseros     de los comederos, cines, raquíticas hileras en cavernas sobre las
    cimas de las montañas o con camareras flacas en     las banquinas familiares solitarias enaguas levantadas &     sobre todo estaciones de servicio secretas solipsismos de juanes & callejones de la ciudad natal también,
esos que se desvanecieron en infinitas películas sórdidas, fueron     transportados en sueños, despertaron de repente en Manhattan     y se levantaron de los basamentos, se colgaron con una cruel     Tokay y los horrores de la 3a. avenida, sueños de hierro &     tropezaron contra las oficinas de desempleo,
esos que caminaron toda la noche con sus zapatos llenos de sangre     en la nieve de los desembarcaderos de la ribera esperando que una
    puerta en el East River se abriera a una habitación llena de
    vapor y opio,

esos que crearon grandes dramas suicidas en el departamento acantilado
    del Hudson bajo el reflector azul de la luna durante la guerra
    & sus cabezas serán coronadas con laurel en el olvido
esos qzue comieron el guiso de cordero de la imaginación o digirieron
    el cangrejo en el fangoso cauce de los ríos de Bowery,
esos que lloraron por el idilio de las calles con sus carretillas     repletas de cebollas y música en la oscuridad bajo el     puente, y
    se levantaron a construir clavicordios en sus altillos,
esos que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados con llamas bajo
    el cielo tuberculoso rodeado por embalajes anaranjados de
    teología,
esos que garabatearon toda la noche bamboleándose y rodando sobre
    excelsos conjuros que en la mañana amarilla se convirtieron en
    estrofas de jerigonza,
esos que cocinaron carroña de animales bofe corazón patas colas borsht
    & "tortillas" soñando con el puro reino vegetal,
esos que se zambulleron bajo furgones de carne buscando su huevo,
esos que arrojaron sus relojes desde el techo para abandonar su cédula
por toda la eternidad fuera del tiempo, & los despertadores cayeron sobre sus cabezas cada día en la próxima década,
esos que cortaron sus muñecas tres veces sucesivas sin éxito,
renunciaron y fueron forzados a abrir antiguos almacenes donde pensaron que envejecerían y lloraron,
esos que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela     entre ráfagas de versos plomizos & el martilleo metálico de     los regimientos de hierro de la moda & los chillidos de     nitroglicerina de las hadas de la publicidad & el gas de     mostaza de los siniestros editores inteligentes, o fueron     cazados por los taxímetros borrachos de la Realidad     Absoluta,
esos que saltaron desde el puente de Brooklyn esto actualmente sucedió
    y se perdieron caminando, desconocidos y olvidados en el
    fantasmal deslumbramiento de una sopa de Chinatown, callejones
    y autobombas, sin siquiera una cerveza gratis,
esos que cantaron desesperados desde sus ventanas, se arrojaron por la
    ventanilla del subte, saltaron en el inmundo Passaic, se montaron
    a los negros, lloraron todos en la calle, bailaron descalzos
    sobre vasos rotos quebraron discos pornográficos del nostálgico
    jazz alemán de la Europa del '30 se terminaron el whisky y se
    lanzaron gruñendo en el sangriento retrete, quejidos en sus oídos
    y la ráfaga de colosales silbidos de vapor,
esos que barrenaron los caminos del pasado recorriendo de uno a otro
    el caliente azote del Gólgota la mirada de soledad en     la cárcel
    o la encarnación del jazz en Birmingham,
esos que manejaron a campo traviesa setenta y dos horas para descubrir
    si yo tenía una visión o tú tenías una visión o él tenía una
    visión para hallar la Eternidad,

esos que viajaron a Denver, que murieron en Denver, que regresaron a
Denver & esperaron en vano, que vigilaron Denver & se cobijaron & se aislaron y finalmente se fueron     a encontrar el Tiempo, & ahora Denver está abandonada para sus héroes,
esos que se arrodillaron en catedrales sin esperanza rezando por     la
    salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que el alma
    iluminó su cabellera por un segundo,
esos que estrellaron sus mentes en prisión esperando a imposibles
    criminales con cabezas doradas y el encanto de la realidad     en
    sus corazones que cantaban dulces blues e Alcatraz,
esos que se retiraron a México a cultivar un hábito o a las Montañas
Rocosas hacia Buda el tierno o a Tánger hacia los muchachos o al Pacífico sur en la negra locomotora o a Harvard al Narciso a Woodlawn a las margaritas o a la tumba,
esos que exigieron juicios de salud acusando a la radio de     hipnotismo
    & los dejaron con su demencia & sus manos & un jurado en
    desacuerdo,
esos que arrojaron ensalada de papas a los conferencistas sobre
    dadaísmo del Centro Cultural de New York y después se presentaron
    en las escalinatas de granito del manicomio con     las cabezas
    afeitadas y arlequines discursos de suicidio, exigiendo la
    inmediata lobotomía,
y a quienes en lugar del vacío concreto de la insulina se les dio     metrasol electricidad hidroterapia  terapia ocupacional ping pong
    y amnesia,
esos que en una protesta sin humor dieron vuelta sólo una simbólica
    mesa de ping pong, reposando brevemente catatónicos,
volviendo años después calvos de veras salvo una peluca de     sangre, y
    lágrimas y dedos, hacia la sentencia visible del enajenado de los
    custodios de las dementes ciudades del Este,
los fétidos vestíbulos de Pilgrim State, Rockland y Greystone
    murmurando con los ecos del alma, golpeando y rodando en la
soledad de medianoche en los bancos dolménicos reinos del amor, el sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra, tan pesados como la luna,
con la madre finalmente ****** y el último libro fantástico arrojado     desde la ventana de trementina y la última puerta cerrada a las
    4 a.m. y el último teléfono estrellado contra la pared como
respuesta y la última habitación amueblada vaciada hasta el último mueble mental, una rosa amarilla de papel     enroscada en una percha de alambre en el ropero, y aun eso es imaginario, nada sino un esperanzado pedacito de     alucinación,
ah, Carl, mientras no te salves, yo no me salvaré, y ahora tú estás en
    la animal sopa total del tiempo
y quienes en consecuencia corrieron por las calles heladas     obsesionados con un repentino relámpago de la alquimia del     uso
    de la elipse el catálogo el metro y el plano vibratorio
quienes soñaron e hicieron encarnar brechas en Tiempo & Espacio a
    través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma
    entre dos imágenes visuales y unieron los verbos     elementales y fijaron el sustantivo y el golpe de conciencia juntos saltando con la sensación del Pater Omnipotens     Aeterna Deus

para recrear la sintaxis y medir la pobre prosa humana y quedarse     ante ti sin palabras e inteligente y sacudiéndose con     vergüenza,
    rehusando aún confesar el alma para conformar el     ritmo del
    pensamiento en su desnuda cabeza sin fin,
la vagancia del enajenado y el golpe del ángel en el Tiempo,     desconocido, todavía puesto aquí lo que podía dejarse para     decir en el tiempo después de la muerte,
y se alzaron reencarnados en las fantasmales ropas del jazz en la
    sombra de la trompeta de la banda y tocaron el     sufrimiento de
    la mente desnuda de América para amar en un lamento de saxofón
como un eli eli lammma lamma sabactahani que sacudió a las ciudades hasta la última radio
con el corazón absoluto del poema de la vida carnal de sus     propios cuerpos buenos para comer mil años.