lunes, 25 de noviembre de 2019

Mesopotamia: la poesía de Irak

En Irak hay escuelas de poesía donde los estudiantes se nutren de las tradiciones, una de las más extensas y profundas de la humanidad. El poema de Gilgamesh, antecedente del Adán bíblico, tiene como escenario ese sitio que entre el Éufrates y el Tigris sirvió para describir el Edén.

Gerardo Burton
geburt@gmail.com



Dicen que la poesía árabe nació en “el período de ignorancia”, una época imposible de imaginar, pues ocurrió antes de que existiera el islam. Una palabra designa al poema desde entonces, casida o qasida, y no hay más que recordar esas composiciones del último García Lorca en el Diván del Tamarit: la Casida del herido por el agua; del llanto; de los ramos; de la mujer tendida; de la muchacha dorada, entre otras. Qasida significaba, en esos remotos orígenes, “dirigirse a alguien” y también “atacar a alguien”, pero luego ese significado se extendió y abarcó otros temas: relatos de índole moral, poemas de contenido amoroso, celebración de triunfos. El poema se recitaba en un ámbito denominado samar -la velada- donde los beduinos repasaban, en la noche y al calor del fuego, los acontecimientos del día y recordaban su pasado, sus historias.

El poema evolucionó, y ahora tiene una estructura más estricta: rima consonante; versos construidos con el mismo ritmo y divididos en dos partes iguales. Eso le permitía al poeta observar los restos, las huellas de un campamento, de una morada, de su amada, el recuerdo -y también la invocación- de sus días felices, porque también es una mirada hacia el futuro. En la evolución, el poema se asoció inevitablemente con la música con lo cual la transmisión de generación en generación se hizo fundamentalmente a través de la oralidad. Ésa es una característica de los poetas árabes actuales y es algo que mantienen y cultivan los de origen iraquí. En ellos, los poemas de amor, de reflexión erótica o existencial están atravesados por la política: una posición que habla del pasado reciente de Irak; de las dos guerras del Golfo (https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Golfo ; https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_Irak) y de la anterior contra Irán; del exilio -elegido o forzado- a que los sometió la situación de su país y la dualidad de todo exiliado que no resuelve la pregunta de si volver o no.

Notas sobre "Sur Argentino. El diario de los Sapag. 1970-1978", de Norma B. García

Texto leído en la presentación del libro, el 23 de noviembre de 2019 en el Centro Cultural Alberdi, de Neuquén capital

por Gerardo Burton
geburt@gmail.com


Buenas tardes a todos y a todas. 

Quiero agradecer a Culturas; a la invitación de la autora; a la presencia del público y de los periodistas del panel.

Entre los muchos efectos saludables del gobierno finalizado en 2015 no es menor el suscitado por la sanción de la ley 26522 de servicios de comunicación audiovisual que la actual administración nacional tuvo la deshonrosa tarea de derribar. La discusión generada en la sociedad en torno de los medios de comunicación social, su función apenas cumplida y su presión siempre ejercida, el encubrimiento empresarial detrás de la máscara de una prensa independiente entre otras cosas, despojaron a argentinos y a argentinas de toda ingenuidad al concebir el periodismo. Hubo un total desengaño respecto de nuestro oficio, tal como ocurrió primero con los sacerdotes y en estos días con los jueces.

Conversábamos días atrás con un amigo sobre ese proceso que, iniciado en la década de los noventa, con Carlos Menem como presidente, continuó sin pausa en el desmontaje de la figura del periodista como una suerte de santo laico, de infalible encubierto que podía hablar de todo sin saber mucho de nada y que podía proponer su ficción más como una realidad que como una interpretación del mundo. El ejercicio de la sospecha y de la crítica sobre las instituciones y sus sostenedores no tiene ya retorno.


El punto más caliente fue, entonces, la discusión generada por la disputa del aire, del espacio en el papel, en fin, de las comunicaciones. Se trataba, entonces, de dirimir quién tiene el poder. Y, como todos sabemos, lo único que no se puede hacer con el poder es no ejercerlo.

Este libro que hoy presentamos nos da, me dio, puede darnos la oportunidad de acompañar el itinerario de un medio de comunicación que se propuso influir en una sociedad ya heterogénea cuya historia política era diversa de la que proponían los fundadores del periódico. Ya había una tradición de publicaciones en la provincia, es cierto. Y todas, ya lo verán en las páginas del libro, tenían una orientación política determinada más o menos expresa. Esto también lo analizó Norma Beatriz García en publicaciones anteriores, entre ellas en los ensayos que aparecieron en el volumen coordinado por Leticia Prislei con el título Pasiones Sureñas, publicado alrededor de veinte años atrás.

En Sur Argentino. El diario de los Sapag, Norma Beatriz García narra la historia de un diario en una provincia recién institucionalizada, con un partido político apenas nacido y con necesidad de afirmarse en un contexto de proscripciones políticas y gobiernos condicionados. Este diario, en un primer momento, desconfía de lo establecido y busca imponer de manera gradual otra manera de pensar y ver las cosas en este territorio. Recordemos que sus fundadores vienen del peronismo proscripto y acaban de fundar un partido que, pese a las promesas, no volverá a sus orígenes. Un ejemplo: el lema “Gobernar es hacer creer” sintetiza la posición ideológica y política del diario -y del Movimiento Popular Neuquino- en su lucha contra el Frejuli encabezado por Juan Perón en 1973. Creer en qué y creer qué, parece ser la frase completa. Y la respuesta también la ofrece el diario: “Nosotros los neuquinos”. 

El diario se editó en un período de construcción de una sociedad cuya escala nos permite, hoy, observar los influjos mutuos y las correspondencias entre lectores y periodistas, entre público y medio de comunicación. E incluso, la rivalidad con la competencia, establecida décadas antes en General Roca: el diario Río Negro. La empresa propietaria de Sur Argentino -los hermanos Sapag- no demuestran un objetivo de rentabilidad económica. El diario no es un negocio para hacer dinero, aunque debe sustentarse publicidad oficial y privada mediante. Entonces, el periodismo se plantea como una militancia, como una herramienta, otra vez, de construcción de un discurso y de homogeneización de una sociedad que ya se vislumbraba aluvional. Ambos objetivos se lograron, aun parcialmente, antes de su cierre en 1978. De ese resultado dan cuenta la cantidad de consignas políticas establecidas en el habla cotidiana de la población de Neuquén: federalismo; defensa de los recursos naturales; centralismo; singularidad de Neuquén respecto de las demás provincias. Esto se replica en las instituciones: muchas tienen su acento neuquino, su rasgo distintivo. 

De eso nos habla este libro. Del periodismo como oficio de combate. Del periódico como herramienta de cohesión ideológica. En fin, de la comunicación como vehículo privilegiado del poder. De eso se trata el periodismo, no de banalidades farandulescas o de revistas del corazón. Porque si hablamos de la farándula o de los intercambios de parejas, también estamos haciendo política, aunque sea por omisión.


Muchas gracias.