lunes, 1 de septiembre de 2008

A los 30, escribir poesía en el Valle

Éste es apenas un muestrario de poéticas en construcción: hay quienes privilegian el estudio y ejercicio del verso; quienes bucean por la percepción y el concepto o por la mirada lapidaria y resentida desde el margen. También el desgarramiento por el amor perdido o que, quizás, nunca estuvo. Son obras en marcha de jóvenes nacidos y criados, migrantes o nómades. Dos mujeres, Verónica Padín y Selva Sepúlveda, y dos varones, Héctor Kalamicoy y Mario Inostroza.

Gerardo Burton



NEUQUÉN.- Son poéticas en construcción, obras en marcha cuyos hacedores abrevan de fuentes diversas y apuntan a caminos también diferentes. Hay pocos datos comunes: la conciencia –precoz, en muchos casos- subrayada en el ejercicio del hacer poético y el valor de la palabra; la estética del rock contemporáneo y su hibridación con la cultura de comienzos del milenio; el escenario compartido –los cuatro viven o vivieron en ciudades del Alto Valle-, la edad –rondan los treinta o se acercan- y la casi absoluta condición de inéditos, salvo excepciones.
No los unen propuestas estéticas; sí acaso concepciones políticas o sociales pero ocupan un espacio común: hacen literatura desde circuitos no oficiales ni institucionales y también su existencia transcurre en los pliegues de la sociedad.
Recuerdan a Rainer Maria Rilke cuando le aconsejaba al joven poeta que solamente escribiera cuando la necesidad de hacerlo fuera tan urgente como respirar. En estos cuatro casos, la poesía aparece como una necesidad existencial para explicar(se) la razón del desamor; para saber hasta dónde llegan los límites de la palabra; para describir la inequidad que anida en el corazón de toda sociedad como un pecado original o para unir ideas, imágenes, sonidos, palabras y percepciones en una correspondencia feroz y estrecha entre todas las artes.
Un segundo rasgo: la crítica de la vida social y cultural de estas provincias patagónicas se comparte y se extiende a una indiferencia hacia lo institucional, acaso la misma que las instituciones les tributan. “No dependo de los concursos”, se deslizó en las entrevistas. “Ni de los jurados, y a veces del público”, pueden añadir.
La conversación fue con cuatro poetas: Verónica Padín (31 años, neuquina); Selva Sepúlveda (26 años, bonaerense de Villalonga, residente en General Roca hasta hace un mes); Héctor Kalamicoy (30 años, nacido en Bahía Blanca) y Mario Inostroza (32 años, nacido en la capital neuquina). De los cuatro, Kalamicoy tuvo sus cinco minutos de fama hace unos días cuando desde un programa de radio se propalaron diatribas contra un fascículo con poemas suyos titulado “Introducción a un feo lugar”, publicado por el ministerio de Educación de la Nación como parte del Plan de Lectura. La embestida llegó a medios de comunicación social (¿?) de Buenos Aires, pretendidamente nacionales.
Los textos de Kalamicoy dieron en el plexo solar de las conciencias que se resisten a creer en el lenguaje figurado. Habría que preguntarse, como Alejandra Pizarnik: “Si digo agua, ¿beberé?”
Justamente Pizarnik es una de las poetas que la iconoclastia de Padín no perdona, aun a riesgo de llevarse las iras de varios y varias de sus colegas. En cambio, su poesía no remite “a un autor o movimiento”, aunque reconoce preferencias por el simbolismo en especial en lo relativo a aquello que vincula lo conceptual con la imagen. Se aleja del erotismo como tema casi obligado en la escritura hecha por mujeres y hace foco en una obsesión por el entrecruzamiento de las artes. Lo explica: “el cine, la fotografía, la música, aportan a mi escritura” y así no es solamente la obra de otros poetas fuente de su poesía.
Hay una suerte “de pelea con el estereotipo que dice que hay que usar diminutivo y cierta estética relacionada con el objeto amoroso”, explica Padín.
“No puedo evitar escribir sobre la imagen, filtrando lo que pienso: por ahí transita el aspecto poético”. Con el cutralquense Guillermo Gorordo, Padín presenta en bares y cafés el espectáculo “Cielos de la Isla Viento”, un trabajo de música y poesía “que consta de cuatro temas instrumentales y seis poemas entrelazados con la música, de manera que parecen canciones”.
El resultado es un disco compacto que lleva el título del espectáculo y que intenta “llevar la palabra poética al campo del sonido. Así, la música se sirve de la palabra y viceversa”. Esto implica “otra llegada a gente no habituada a escuchar poesía”.

Con “Introducción...”, su primer libro –en rigor, un fascículo con tres poemas largos –“¡Oh, Poeta!” y “Cómo te quiero KoKo”, además del que lleva el título de la publicación-, Kalamicoy desmontó la iconografía del Valle con un mecanismo de parodia. En los textos sucesivos, este autor apunta contra el “american way of life” en un tono que recuerda a los beatniks norteamericanos o al estilo collage que preconizaba Ernesto Cardenal hace unas décadas. Su escritura es “la búsqueda de expresión” y, en ese camino, “la palabra justa”.
Kalamicoy se propone “explicar cualquier hecho, pero la historia siempre lleva a un punto determinado”. El problema, insiste, es que “las cosas se naturalizan, se sabe quién es responsable pero se acepta el horror, se lo explica y nadie hace nada. Hay que buscar la rebeldía de la palabra”.
Para Mario Inostroza, “toda poesía es crítica, expresa una cierta rebeldía”. Se autodefine como “poeta de la palabra, enamorado de la expresión acertada” –en esto coincide con Kalamicoy, en cuanto a la búsqueda de “le mot juste”-. Su producción va de acuerdo con la “vivencia poética que tiende a encontrar el cuerpo del poema”. Esa corporalidad traduce “una existencia que escapa a la propia vida”.
Para este poeta es importante, de modo especial, cómo se distribuyen las palabras en el papel, ese dibujo que forma el poema como un ideograma y que traduce el ritmo interior, la respiración del texto. Se trata de un recorrido similar al del amante con el cuerpo de la amada, explica, “que se revela de a poco”.

... not least, Selva Sepúlveda define su “naturaleza nómade” mientras recuerda un verso del chileno Jorge Teillier –“esperábamos algo, sin duda algo en todas las puertas que abríamos y cerrábamos”-. Esa espera está en su búsqueda, en cuanto a lo laboral –oficios diversos; mudanzas signadas por lo laboral- y en lo relativo a la literatura. En su poesía “está la necesidad de cerrar algo” y eso es a veces un tango que no termina, un blues lacerado y la existencia cotidiana iluminada por “la paz que sobreviene al poema acabado, como algo que antes aturdía y no me dejaba dormir”.
Sepúlveda opina que “en la Patagonia hay muy buena poesía”, y su certidumbre está avalada por la precocidad de su incursión en la literatura. En efecto, en su Villalonga natal cuando cursaba los primeros años de la primaria, asistió al taller literario coordinado por Mary Zúñiga. Allí fue con sus hermanos, y con ella asistió al Encuentro de escritores de Puerto Madryn a los 14 años. Acaso eso la definió como participante y organizadora de reuniones similares; antes en Villalonga, ahora en Bahía San Blas, donde se radicó hace menos de un mes.
Ahora, la poesía de estos cuatro poetas en un Olimpo descarnado y desértico, como es la estepa y el oasis del Valle norpatagónico.

LOS TEXTOS




Héctor Kalamicoy
Nació en Bahía Blanca en 1978. Estudia Letras en la Universidad del Comahue; es corrector de imprenta. Publicó “Introducción a un feo lugar”, en la colección Escribiendo en la Patagonia del Plan Nacional de Lectura, como resultado de un concurso organizado por la SEA filial Neuquén.


En su cruz que dice INXS.

Bueno, parece que los jóvenes actores
toman la bifurcada para perderse en el bosque más oscuro.

Genial, es un motivo tan chistoso
tomarse en serio la muerte
de otros desconocidos.

¡Qué me importa! si no tengo otra cosa
a la que referirme. Simplemente
Heath Ledger
la cagó.

En este momento
debe estar comenzando a joderse en la morgue pálida y llena de sádicos
no más triunfo ni gloria ni conejos ni chaquetas
ni Oscars.


Alguien dice que lo entierren en
Australia, la de tiburones blancos, la de los amorosos y mullidos koalas,
la de la locura australiana de este ex cowboy gay, ex guasón, ex patriota
cruzó la línea

¿Vendrá Mel Gibson en persona?
No creo que quiera
asomarse a ese hueco en la funda de madera
representante de Jesús
demente en su cruz que dice INXS
él, tan dulce como el culo de una abeja, cuando mira a la
cámara, mira el mundo desde el más allá del cine.


¿Vendrá Nicole Kidman?
No puede llorar hace meses desde su rostro estirado
los diamantes no lloran y las actrices no lloran
ni paren ni sus ojos azules pueden voltearse
ni oscurecerse
tras la lluvia repentina. No va a venir. Eso es imposible. Estoy seguro. Tampoco va a envejecer nunca.

No viene nadie. Esos son los únicos australianos que conozco.
Nadie viene por el actor.
Nadie da una oración.
Pondrán, dos tipos como yo,
su culo en un cajón y el cementerio tiene pasto o nieve
¡qué mierda! es Estados Unidos, puede estar Batman, dándole la última
palada de blanca para joderlo sin que se note
o puede que algún cowboy llore en la montaña como una niña sus veintiocho
años desperdiciados, en una noche de fiesta en la que nadie quiere morir.


Portarretrato

En Roca
por debajo de los cielos estábamos, nunca la lluvia
y por encima de la tierra
se venía acercando lentamente
el monstruo cerrado de los días circulares
llevarse la cuchara y masticar la misma ceniza
llevarse la cuchara y masticar la misma boca
todos los días los días desnudos
una gota indecisa en el alero
engordando.
Ahora, lo que se viene es igual a lo que ya fue
y el sol sale y se pone
y ya no interesa el trabajo
sólo pesa la creencia
el ladrillo divino acomodado con paciencia
en el jardín desolado
escarbado por los perros, escarbado por la gente.
En Roca
nadie vuelve por las tardes
es como todos los sitios desolados
debajo del cielo estábamos, nunca el viento
y por sobre la tierra habían plantas benévolas
y vecinos que ya no están, gente que se fue
más comprendo las palabras
más vacío y más amurado.
Sencillamente, las mañanas extienden las alas
y las tardes las pegan al cuerpo torcaz
pasan los ciclistas temblando en el frío hacia la noche
y las hojas
caen impulsadas con fuerza, pisoteadas en el barro.


Selva Sepúlveda

Nació en 1982 en Villalonga, Buenos Aires, donde comienza la Patagonia, allá entre los ríos Negro y Colorado. Vivió en Valparaíso, Cipolletti y General Roca. Hace un mes reside en Bahía San Blas, sobre el Atlántico, a cien kilómetros de Viedma. Es madre de una niña pequeña, desempeñó varios oficios –vendedora, empleada administrativa; editora- y desde chica participó, con sus hermanos, en talleres y proyectos literarios. Prepara un encuentro internacional de escritores en San Blas para 2009.
Obtuvo premios, sus poemas están en antologías. Salvo eso, permanece inédita.



A Warley…
Me baño con la tormenta
despojando invisibles impurezas.
La flor borrosa en los azulejos
me clavaba espinas.
La memoria agita máscaras
invitándome a bailar
Una mañana
hablabas de la mujer
que asesinó a tus hijos
Me pareció verte
tras la cortina
escuchando a cohen
tomando vino
lamiéndole la espalda
las tetas.
Me bañaba dormida
reclamando tu tos seca
y una malsana lucidez
me empujaba a preguntar
de dónde nace este sudor
que con un chispazo te nombra?
De dónde? Preguntaba, de dónde?
Diciembre sacudió la mano.
El vacío es una suma mal hecha -pensé
Refregué mi carne con asco
y bailé descalza
sobre los vidrios




estoy demasiado flaca
mi hija tiene el 25% de mi peso
y esa inocencia me devuelve
los días de lluvia
las corridas
por los pasillos de la escuela
el olor a aserrín
a kerosene
tenia razón Dante
ya no es como de pibes
cuando comíamos el azúcar a cucharadas

ahora todos los semáforos están en rojo
no tengo un mango
y mi hermano vive en Buenos Aires

los lunes son complicados
me corté el pelo
ese arranque tan femenino y estúpido
de creer que un par de tijeras
pueden arreglarnos la vida

tengo un intenso dolor
detrás de los ojos
como si fueran a desplomarse
soy demasiado joven para morir

ese porcentaje de mi cuerpo
muerde el lomo de un libro
hasta arrancarle un pedazo

pienso en eso
en el libro amputado
la mordedura


Escenario de un lunes

Es la ruta impar
el kilómetro 900
escenario donde he llegado a ser
todo lo que mis padres nunca soñaron que sea
estoy a cuatro leguas del paraíso
recordando que alguna vez
fui scout, católica, virgen
(hay cosas que ni la memoria
puede recuperar)
Podría estar en una playa
atestada de gente,
con amigas
siempre alerta
porque cuando la marea sube
la masa bronceada
es capaz de clavarte
una sombrilla en el culo
pero esa madrugada
llegó tu cuerpo
con cinco puntos en la escala de Richter
a patear mi vaso de cordura
al ángulo
Golazo.
¿Con qué derecho viniste
a moverme el piso
justo ahora que el cielo
se ha colmado de perros
y mis cicatrices son enormes bocas
que te reclaman?
Es la ruta impar
El kilómetro 900
Diego de la Vega y la vaca loca
es el temporal
que arrancó los techos en Chasicó
y a Mostaza Merlo de River
¿Adonde iré a parar
en la Ford blanca
con este viento de san puta
sin DT y sin himen?
Es el cuento de Eric en estación Mapocho
mi sombra dislocada
en la banquina
la insistencia de nacer
sobre el lunar
que buscabas
hasta quedarte dormido
llueven perros, mi cielo
llueven perros.





1

Pido un sitio donde apoyar el cuerpo
una silla
un par de muletas
no puedo caer
alguien necesita asirse a esta masa de huesos
aprender a caminar
nutrirse de estos cuarenta kilos
debería hacer yoga
escuchar la voz interior
hay miles de voces
pidiendo a gritos que vuelvas
los hijos tienen hambre y lloran
para qué vas a volver?
para que?
para eso estamos las madres

2

ya no se puede fumar
en los espacios públicos
el agua ha dejado de ser
inodora
incolora
insípida
qué hago ahora que tengo la pelota
no logro concentrarme
esos gatos peliandose en el techo
estoy hundiéndome en este cuarto de machimbre
una caja inmensa
un bin con tapa
soy una cebolla llorando hacia adentro
derramándose hacia adentro


3

los tipos de la mesa vecina
comentan la jugada
que pudo haber sido gol
pero no fue,
no fue.




Verónica Padín

Nació en la ciudad de Neuquén en 1977. Profesora en Enseñanza Primaria hace diez años que trabaja dando clases de Lengua y Literatura a niños y jóvenes. Asimismo, está cursando las últimas materias del Profesorado en Letras en la UNCo. Ha participado en diferentes recitales de poesía y su obra poética permanece inédita.



No sanar
aunque perciba la delgada hora del día
en que las peticiones no son un rito
sino un montaje de cielos

sigue siendo un borrador
el tiempo
lo que tarda mi mano
en llegar a la palabra

si yo pudiera decir retorno
o porvenir si yo pudiera decir

si yo pudiera decir
frenar el vuelo de los pájaros
la espesura del mundo
el sueño que habré tenido
mientras persistía despierto
y no entendí

el tiempo tiene un pedazo menos.



Septiembre

Pertenezco libre no redimida al balbuceo de agosto
la casa se llena de conjeturas
acerca del miedo que ofrendamos
no evitar apartarse de lo que está lejos
articula los cuerpos que hay adentro

al lado de la ruda creció una pequeña violeta
la luz no fue



Bolsa I

No hay pájaros por acá
y la bolsa que vuela en el patio
acaso murieron antes
en urgente nocturno
vuelo
la bolsa que vuela en el patio
murmura un término
alma rodeada de viento

acaso morí antes
mi alma polietileno.


Bolsa II

La isla viento
la fuerza bruta del polietileno
ve cielos de la isla viento
colgados rosales matizados
Y yo casi siempre en el colectivo cuando camino cuando hablo callo
la calle grita
mi casa grita
Chet grita
silencio atornillado en la isla viento
en la fuerza bruta del polietileno.

Bolsa III

La arbitrariedad de la rosa
que un día se posa
y un día se aniquila
como los días que vuelven a viernes
a ese funeral primero en donde nadie vende flores
porque en mi casa nadie vende flores
ni mi madre que está perdida ni que en sueños se vislumbra

otro viernes
vuelve la espiral como un gusano torpe
miedo
a las tardes que vomitan viento

parece que al gusano le gusta el viento
mancharse en el desierto
ver las bolsas
mofarse del vaivén
de las arrinconadas de las que parten de las desaparecidas de las que persisten
como barriletes sin niño sin piola.

viernes nuevamente desempolvado
arremete desierto
sin playa
sin barranca.



Linderos del cielo

En los linderos del cielo
con una segunda voz
se mueven los cableados
donde yacen las palomas

han cantado las hojas
las hojas mientras volabas
una sustracción de mis alas
me lleva a la tierra, otra vez

me asemejo a las palomas
pero ellas ya están trazadas
en el cielo vos aéreo
juntando los dos confines

ahí vienen las alas, otra vez
ostinato
han cantado las hojas
y yo subo.


Mario Inostroza

Nació en 1976 en Neuquén capital. Se define como “lector empecinado, poeta y controversial alumno universitario fracasado”. Tiene un libro preparado –“Reciprocidad verbal”- para publicar; fuera de eso es totalmente inédito salvo las ediciones en el fanzine de poesía “Penumbrales” que vio la luz en 2005. Trabaja como preceptor en la modalidad “educación en contexto de encierro”, en la Unidad 12 del barrio San Lorenzo, de la capital neuquina.



NOCTURNO DETRÁS DEL CAMINO



Nocturno
detrás del camino
sólo la brisa comprende lo que sientes


a sus sombras
la luna desnuda de silencios
y a mis pensamientos


bajo sus hojas con tus caricias
la arboleda entreteje reflejos confusos


la humedad de la hierba
nos une
a la humedad del deseo


eclipses gemidos
de entre son
rumores asombros


nocturno detrás del camino no es un jardín de exclamaciones decapitadas


somos
párpados adentro
los mismos árboles
mecidos
bajo nuestros cuerpos


la vida al fin nos mira
llovizna de palabras recién nacidas
desde susurros habitados


Ahora
detrás del camino nocturno
y petrificado entre sus labios mortecinos
ya todos los silencios son del alba


(UVAS VERBALES)

…la mariposa
para que hable esta rosa /
desnuda al viento…


…llovizna viajas
por las piernas abiertas
de la arboleda…


…más que desnuda
y hacía el centro del bosque /
llevo a la luna…




UN DÍA CON DIANA

Se abre el ahora,
palpita apenas la ley
que agita al mundo.

El alba imperceptible
se incendia entre sus piernas.



Lumbre en sus cuerpos:
Se abren paso entre la piel
los dedos de aire.

La vida esculpe a tientas
su verdadero nombre.



Triste hasta el grito,
sólo ha vuelto a revivir
con su marea.

Y ella entra al calor feliz,
cazando en la boca ocre.



Sediento, el día
bebe noche allá dentro:
Claridad súbita.

Se abisma el charco lunar
entre labios de fuego.



Luz que arde erguida,
oscuridades que hallan
miel para su hambre.

Rompe diques, lo anegan
labios de agua: Haz de ámbar.
Radiante en su afán,
por nubesenos de ansias
va hasta su cumbre.

Mediodía encarnado
junto al rumor de estrellas.



Luna y sol se atan,
fulgor del deseo: Amar,
siempre es dos, tú y yo.

Dos: Puente a lo Otro, espejo
del ser, mar de presencias.



Ve un río inmóvil
por su pecho, en sus senos
hay otro que avanza.

Se engendra un dios a orillas
del fluir de sensaciones.



Rayos y sombras
se expanden, se contraen:
Dispersión cósmica.

Dentro de ellos se extinguen
millones de universos.



(Diosa, ola amable
que en mis ojos reposas
y a mi sangre hablas.

Corre el viento eco adentro:
No es su voz, son mis versos...)

2 comentarios:

Alber dijo...

Me ha gustado Verónica Padín. Suena muy bien. Saludos.

macadamia dijo...

excelentes estos poetas, muy buenos realmente. sobre todo selva sepúlveda, lo conocí a su hermano dante, cuando era un niño de 12 años. me contaron que ha crecido