sábado, 24 de mayo de 2025

Viajes. México 1. Desde el aeropuerto

 



Relatos breves de un itinerario que abarcó parte del Distrito Federal y ciudades y pueblos de la península de Yucatán entre Cancún y Campeche. Una aproximación a un país exuberante en su historia, su cultura, su geografía y su pueblo.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

Desde el aeropuerto Benito Juárez al hotel Gillow hay un trayecto de treinta minutos por barrios obreros. En plazas, fuentes, plazoletas, gente sin casa estableció campamentos con todos sus enseres. Son una especie de adelantados. Son en su mayoría varones, aunque hay mujeres con niños. Parecen señalar cómo será el futuro de muchos: en carros de supermercado o enormes bolsas de plástico o en carritos adosados a sus bicicletas llevan sus mercaderías, ropas, alimentos, vajilla. Ya acumulan objetos en los portales, en los cajeros automáticos, en los huecos que dejan los edificios. Sus ropas anticipan cómo se va a generalizar la indumentaria. Apenas remedos de los colores originales. Tinturas azules ahora desteñidas; rojos casi naranjas; negros arratonados. Todo marcha hacia el gris uniforme, al marrón cromático. Un gris sucio, triste. Carros de supermercado, ropa gris, suciedad acumulada, piel percudida. Allá vamos, ellos son nuestra vanguardia, personajes de Cormac McCarthy.

Coyotes: están en los costados de las avenidas, apenas un poco más allá de los semáforos. Son muchachos que ofrecen dinero en efectivo, contante y sonante, por los vehículos (autos, camionetas, furgones pequeños). Los desesperados venden sin demasiadas vueltas. Unas cuadras después, están los estacionamientos donde esos mismos vehículos se venden a un precio más alto. La ganancia es para los coyotes y, por supuesto, para los dueños de los autoparques.

Es una ciudad estridente, multicolor, desaforada, luminosa. Ya no es la región más transparente del aire, hay una nube permanente en lo alto del cielo. El conductor de la camioneta que nos lleva al centro histórico comenta las características de los barrios o de los personajes callejeros. En un vecindario populoso desde donde dos diagonales confluyen con la autopista y resulta un hervidero de autos y gente, el tipo dice es “Tepito, un lugar donde no hay que venir. Acá roban todo el tiempo, y más si se enteran que son turistas. Igual, queda lejos del centro”.




Al salir del hotel, en la peatonal Madero, no sabemos para dónde ir, hacia dónde va la marea de caminantes. Difícil, tortuoso es atravesar las calles. O ir contra la corriente humana.


(publicada en www.vaconfirma.com.ar el 25 de mayo de 2025)



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