sábado, 28 de enero de 2023

Charlas sobre Biblia: algunos términos de antropología bíblica

Segunda entrega de las fichas de un taller ofrecido en febrero de 2022 a integrantes del Centro de Estudios Patagónicos de Estudios Latinoamericanos, CEPEL, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue. 

Gerardo Burton (geburt@gmail.com)

1.TERMINOLOGÍA ANTROPOLÓGICO-BÍBLICA

La idea que la cultura hebrea tiene del hombre se expresa en tres términos antropológicos: basar, nefesh, ruah. Ninguna de estas palabras tiene un significado concreto y preciso en las lenguas occidentales modernas. 

La palabra basar significa, en su origen, la carne de cualquier ser vivo, hombre o animal; (Is 22,13; Lev 4,11). Luego pasa a referirse al mismo ser viviente en su totalidad, en cuanto es visible en el aspecto sensorial.

Basar es la manifestación exterior de la vitalidad del organismo (Nm 8,7; Job 4,15). Designa el cuerpo, esto es, la parte visible del hombre; es lo corporal visto como un todo. Y se refiere siempre al cuerpo vivo, no a un cadáver. Este término también se usa con frecuencia en referencia al hombre entero en el Sal 56,5.12, donde la carne del v.5 pasa a ser el hombre del v.12, (cf. Jr 17,5; Job 34,15). En los dos textos hay una relación entre carne y hombre. Subraya el aspecto biológico común del hombre con los demás seres vivientes, especialmente los animales. También significa el hombre en cuanto ser débil, frágil; no sólo física, sino también moralmente; se refiere a la fragilidad y caducidad inherentes a la realidad del ser humano Gén 6,12 (la carne se pone en relación de conducta pecaminosa), Is 40,6 (la carne es tan efímera semejante a la hierba del campo), Sal 78,39 (la carne es “un soplo que se va y no vuelve”).

Nefesh designa el centro vital inmanente al ser humano, la persona concreta en sí misma, que es animada por su propio dinamismo y que tiene sus características distintivas. La nefesh hebrea no se refiere a la realidad puramente espiritual, como lo es la psyché platónica, ya que tiene también una fuerte connotación corporal. Por ejemplo, cuando el ser humano siente hambre, su nefesh está “vacía” (Is 29,8), el pueblo con hambre en el desierto se lamentaba de tener la nefesh “seca” (Nm 11,6); la nefesh disfruta con los buenos manjares (Is 55,2). 

Basar y nefesh a veces son utilizadas indistintamente para expresar hombre entero, utilizados como sinónimos (Job 14,22; Sal 16,9-10; 63,2). De aquí sacamos como conclusión que estos dos términos basar–nefesh no se refieren a partes o aspectos distintos de la estructura humana, como acontece con los conceptos alma-cuerpo de la filosofía griega, que hace una separación en la estructura del hombre, sino más bien se refiere al hombre entero. Y cada uno de estos términos expresa la totalidad de lo humano. Toda la persona humana es basar, y toda la persona humana es nefesh. Porque el hombre es unidad psicosomática, cuerpo animado y alma encarnada. Según Gn 2,7 la nefesh tiene que ver con la vida, el aliento, por eso el hombre no tiene la vida, más bien “es vida”. Este sentido lo expresa Ex 21,23; Sal 34,4. También es la sede de los sentimientos, de las emociones (Job 19,2; 30,25).

Ruah en un primer significado es brisa, viento (Gén 3,8; Ex 10,13); la respiración (Gén 41,8); o la vitalidad (Gén 45,27). Pero la mayoría de las veces se usa para indicar el espíritu de Yahvé y su don al hombre. Es, a diferencia de la nefesh, no tanto el aliento inmanente al ser viviente, sino una fuerza que recibe como don divino específico, (cf. Job 33,4; 34,14-15; Sal 51,12-13; Ez 11,19). Con este término se expresa una nueva dimensión de la persona humana: su relación con Dios (cf. Is 11,2; Nm 24,2). Puede haber cierta contraposición entre basar–ruah (Is 31,3), pero esta oposición no es dualista, es decir, una lucha entre lo material y lo inmaterial, es expresión más bien de la dialéctica que existe entre la finitud, la limitación de la criatura y la omnipotencia de Dios soberano y creador. El ruah significa pues, el espíritu que transforma al hombre, y esta noción expresa casi siempre una relación dinámica entre Dios y el hombre, es una fuerza que pone Dios en el hombre. Es un poder divino que se opone a la debilidad de la carne, del basar, como lo expresa Is 31,3, donde el espíritu aparece como propio de Dios y la carne como lo propio del hombre. Ruah es el centro de acción de un hombre, que Dios puede dinamizar (cf. Es 1,1.5). También es lo más íntimo, (Mal 2,15; Sal 32,2; 142,4); pero no como una parte, sino más bien como lo que forma toda la existencia de la persona humana (cf. Dn 2,1; 7,15).

En resumen, el hombre según la Biblia no es una realidad abstracta sino una unidad psicosomática, dinámica, multidimensional, que está constituido y se relaciona de tres maneras, o hacia tres realidades: hacia el mundo y los demás seres vivos, con los que tiene de común el ser carne-basar; con los demás seres humanos, semejantes a él, y esto en cuanto que es ser equipado con un dinamismo vital inmanente, que es el nefesh – alma – la vida, y por último el hombre también se relaciona con Dios, mediante el ruah, que es el espíritu que Dios mismo le comunica, y lo llama a un destino salvífico.


2.DIOS CREÓ AL HOMBRE A SU IMAGEN Y SEMEJANZA

En la cima de la pirámide de la creación, y en una relación inmediata con Yahvé, está el hombre, lo cual expresa una decisión particular y solemne de la divinidad. Queda claro que no hay otra criatura que se relacione con Yavé de manera inmediata como el ser humano.

La primera afirmación de la antropología bíblica es la que dice que el hombre es criatura de Dios. Adam (Adán) es un nombre colectivo que significa “hombre” y se refiere a toda la humanidad, a la cual Dios ha creado. Dios es comparado a un alfarero que forma al hombre con barro de la tierra (Gn 2,7). El hombre así creado, tenía vida porque Yahvé le había soplado su aliento de vida (el alma–nefesh). Y así, este hombre vivo se concebía como un ser de carne y sangre, que “moría cuando Dios le retiraba el aliento”.

Imagen (selem) y semejanza (demut), están inscritos en la Biblia donde habla de la creación del hombre. El término imagen (selem), expresa una representación plástica, estatua (2Re 11,18). Selem es más que imagen como nosotros lo entendemos, ya que “está presente la misma realidad significada”. 

La imagen re-presenta (hace presente) lo imaginado. Y así el ser humano en cuanto que es imagen de Dios, tiene una función representativa, es quien está en el lugar de Dios en la creación, y por esta misión le corresponde una potestad regia sobre los demás seres creados, a los cuales gobierna en nombre del mismo Creador. Esta misión está expresada en el texto sagrado cuando dice, refiriéndose al hombre: “y dominen en los peces del mar y en las aves de los cielos” (Gén 1,26).

Esta imagen de Dios también la expresa de una manera grandiosa el salmo 8,6, cuando dice: “Apenas inferior a Elohim lo hiciste”. El hecho de decir que apenas inferior a Dios fue creado el ser humano, expresa las ideas de dominio regio que le corresponden. Es la criatura coronada de gloria y esplendor, señor de las obras de tus manos, bajo cuyos pies todo ha sido puesto. 

El término semejanza (demut), “designa una imagen abstracta, un parecido menos preciso” (Ez 1,5.26.28; Is 40,18). “Da también una aclaración y una precisión más detalladas”. El término semejanza atenúa el significado de imagen, ya que supone un parecido físico como el de Adán con su hijo. “Esta relación con Dios separa al hombre de los animales”. Va implícita “una semejanza general de naturaleza: inteligencia, voluntad, poder”.

Tratando de unir los significados de los dos conceptos, diremos que la palabra imagen significa “estatua”, “escultura”; y semejanza, significa “algo parecido a”. Ésta explica la primera, subrayando la idea de correspondencia y semejanza: se refiere al hombre en su totalidad, al aspecto material y espiritual, como unidad. En otras ocasiones se refiere a su belleza corporal, “a la dignidad y majestad, y a la gloria con que Dios lo adornó” (Sal 8,6). El profeta Ezequiel habla de la perfecta hermosura del primer hombre. El hombre por ser la imagen de Dios, se encuentra por encima de las demás criaturas. Y al mismo tiempo esta dignidad creada tiene como límite Dios mismo (cf. 28,12).

(fragmentos de EL HOMBRE ES IMAGEN VIVA DE DIOS, por José Manuel Correa Díaz)

No hay comentarios: