lunes, 7 de julio de 2014

Sobre "Tranvía 4", por Victorio Veronese



Texto leído por Victorio Veronese en la Biblioteca Nacional, Buenos Aires, el 17 de junio de 2014, en la presentación del libro “tranvía 4”, de Gerardo Burton.



Cuando empecé a leer TRANVÍA 4 me dije: este viaje me llevará por grandes espacios abiertos, a recorrer inmensas distancias, a fijar mi mirada en el horizonte.
 Fue más que eso, mucho más, porque me encontré con cortes y quebradas.

Entre cortes y quebradas aparece una historia única, personal, y también nuestra historia, la de la Patria;  la primera es la de los antepasados de Gerardo:
 el viejo john, que vivió del otro lado del río, en colonia y por uno de esos azares del destino, un mal negocio, terminó poblando la tierra de mujeres, hijas,  y de un varón, para ser más preciso, un varoncito tardío.
 Pero no empezó en Colonia, antes hubo naves que cruzaron océanos de malditos horizontes.
Y aquí hubo quienes se comieron a juan díaz y a don pedro de mendoza lo venció una sed infinita  y un incendio.
Como no puede ser de otra manera la historia personal, única, se confunde con la de la Patria, esa Patria que es un dolor que se lleva en el costado: los fusilados de josé león suárez, el pozo de banfield, el bombardeo a Plaza de Mayo –aquí también vinieron por el cielo a matar niños, y por las calles la sangre de los niños corría simplemente como sangre de niños-  trelew.
Aquí, TRANVÍA 4, se detiene en la primera parada. Porque TRANVÍA 4, este libro de Gerardo Burton que hoy nos reúne aquí, está dividido en cuatro partes, esta primera se titula fundaciones.
Después de esta  pausa, de esta breve pausa, los invito a continuar viaje, este viaje lleva por título historias.
Aquí empezamos por encontrarnos con una mujer que inventaba sombreros y vestidos y vivía entre gasas y sedas, pero quería ser pianista, pero el padre le vendió el piano, le prohibió milonguitas y tangos, y le dijo que sólo saldría de esa casa, para casarse.
En estas historias también se habla de los talleres vasena: el título del poema es: enero, 1919, y el primer verso pregunta:
¿qué estaban haciendo cuando reventaron talleres vasena?
El poema termina diciéndonos: el terror invadió barracas, una caravana de ataúdes avanza por sus calles, en la mayoría iban obreros y extranjeros.
Otro poema lleva por título: 1930 ¿Qué nos pasó a los argentinos en 1930? Nos volvieron a dejar cesantes: Sin pan y sin trabajo. Quemaron el cuadro del peludo, nos quemaron el cuadro del peludo, del que hizo maridaje con la chusma, ¡lindo título! Maridaje con la chusma, para ellos el pueblo es eso, la chusma, para la tilinguearía porteña, y a veces no tan porteña, fuimos y somos la chusma, el aluvión zoológico.
 Maridaje con la chusma, ése era  uno de los constructivos títulos de uno de los grandes diarios porteños, al referirse a la muerte de Hipólito Yrigoyen. Así eran y así son los conservadores, en fin, los gorilas.
En el poema abuelo guillermo, Gerardo nos cuenta que el abuelo perdió la huelga contra la telefónica y las mujeres de la familia nunca le perdonaron su socialismo.
Tiempo donde Lugones versifico la espada.
Como vemos, la narración está construida entre  cortes y quebradas, el relato no es lineal, avanza y retrocede como la memoria, esa memoria que reconstruye nuestro pasado para que podamos comprender nuestro aquí y ahora.
Mientras Tita nos canta se dice de mí, nos enfrentamos con un recuerdo para marcelino pan y vino y con las joyas y los trajes de Evita, la memoria no respeta el orden, ejerce su libre albedrío.
Aquí volvemos a detenernos, aquí termina el viaje entre las estaciones  fundaciones e historias, a partir de ahora recorremos los barrios porteños de núñez, liniers, flores.
¿Qué huellas indelebles de esos barrios quedaron grabadas en la memoria de Gerardo?
El abuelo adolfo,  el recuerdo del olor a trementina en el aire y de un caballete con pinceles y una hija que espía y que los descamisados debajo de la lluvia despedían a Evita presos de dolor y que había tíos que no la querían y que Evita si viviera querríamos que fuese… y que el cáncer y las torturas y no había que dejar ni un ladrillo que no sea… porque había en el país guaridas asquerosas de oligarcas y que maría maggi de magistris y que el brujo y los gorilas y la muerte…
y esas ganas tremendas de llorar
Las siestas en el barrio de flores y el aro en la vereda y la revista el hogar y los carnavales en núñez y en liniers, y siguen los cortes y las quebradas, y los enfrentamientos entre hermanas mientras las historias familiares conviven con las tragedias del país: revueltas, dictaduras, campos de concentración…
¿es la memoria que selecciona nuestros recuerdos o son los recuerdos que se imponen a ella?
El potrero, los barcos de papel, el fútbol: ¡calamares para todo el mundo! platense…
Y no podía faltar en la lista de recuerdos la pulpo de goma y venía la cana y la secuestraba como después secuestrarían a la gente.
Aquí nos volvemos a detener, para volver a partir inmediatamente, ¿hacia a dónde? Digamos… de moldes al sur…
Con qué personajes, con qué escenarios, con qué hechos, nos enfrentaremos este tramo final de TRANVIA 4:
con los adoquines de urquiza, con la sonrisa del anciano, con los techos, con la línea quebrada de los techos, con deudas impagas y besos que se oxidan en la sombras donde nadie habita
… decí por dios… qué me has dao… ni el pucho en la oreja… malevo y feroz … ya ni sé…
Como vemos, nuestra pequeña patria, Buenos Aires, también es un dolor en el costado y en ella, los amores verdaderos están hechos a puro tango: hubo ojos que vieron un amor, una pasión y ya no.
Y aquí, en moldes al sur, la memoria vuelve al mismo lugar donde ya estuvo en fundaciones y nos lleva de nuevo a trelew, al crimen de trelew: gritos en la madrugada, fogonazos en la noche, la mandíbula destrozada de maría antonia.
Y después ezeiza. ezeiza. Pero fue después.
Y a pesar de todo ella volvió una tarde y él confiesa que no sabía que la esperaba, más, al final del poema repite:
Y yo    que no sabía   la esperaba.
Y en diciembre del setenta y cinco la derrota estaba cantada. Trampa. Muerte. Desolación. ¿Y el Templo? El Templo estaba cerrado. ¿Y el mundo?... y al mundo nada le importa yira, yira… Ni la carne torturada ni los excrementos ni el olor de la carne ni de los excrementos…
… Entonces, entonces irse lejos, lejos, al sur, al sur…
… una vez más la vida es un juego perverso…:
Y el fútbol y camisetas naranjas y banderas celestes y blancas mientras la pelota yira y yira a pocas cuadras de la esma… Sí, la pelota yiraba y yiraba a pocas cuadras de la esma…
Como vemos este viaje que nos propone Gerardo Burton con TRANVÍA 4,  si bien nace en historias familiares, barriales, personales, no  no se amuralla detrás de ellas, no, busca el compromiso social, tiene necesidad de construir una sociedad menos desigual, tiene necesidad de una Patria más justa, donde los saqueadores, los depredadores de siempre, no impongan sus privilegios sobre los derechos de las mayorías. Por todo eso, pienso que el verso de Leopoldo Marechal es el que mejor define este viaje que nos propone Gerardo Burton: La Patria es un dolor que se lleva en el costado.


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