jueves, 16 de noviembre de 2017

La poesía y los poetas, por Jorge Isaías


https://www.pagina12.com.ar/75917-la-poesia-y-los-poetas

¿Para qué sirve un poeta? se interrogaba Isidoro Blaisten. Según cómo se formule la pregunta, podríamos agregar que para nada. Pero el poeta es el único que no ve pasar el cadáver de su enemigo frente a su casa. Ve pasar su propio cadáver.

Ya lo escribió el gran poeta alemán Angelus Silesious tan caro a Borges: "La rosa es sin porqué", y no puede interpretar que la belleza no tiene lugar en el mercado, suponiendo que existiera un mercado para ello. Y suponiendo que la poesía -de eso se trata- pudiera tener una definición o un fin práctico en el mundo donde todo se pignora, se canjea o se transforma en una triste mercancía.

Tenemos en las artes muchas formas de desinterés, pero ninguno tan despojado, último gramo de intemperie sin fin a la que apelaba Juan L. Ortiz y que no es otra que la poesía. Alejada de los halagos, confundida con la confesión y lo subjetivo, nadie puede vivir sin ella, aunque sea una sola vez en la vida. Aun los socarrones que la ignoran y la insultan, porque ante una mujer bella se puede decir "es un poema", escribió Blaisten, no se dice "es una comedia festiva en un acto, es un entremés".

¿Quiere decir lo más alto? Y si es así, ¿por qué Pedroni decía que era "un arte de bajo precio"?

La poesía es palabra en el tiempo, decía Antonio Machado. O como escribió mi amigo Juan Manuel Inchauspe: "Nosotros sabemos que el poema es un objeto hecho de palabras trabajadas a lo largo del tiempo, vividas con el cuerpo, rescatadas por la memoria", no dice que se puede llegar a ella en tres lecciones en un taller literario al uso.

Tal vez la poesía, o mejor sin tal vez, la poesía es la palabra que se amasa con las vísceras y -como temía Blaisten- tal vez lleve a la locura, y él llegó a ser un perfecto cuentista porque no se animó a seguir escribiendo poesía. Pero de algún modo era un auténtico poeta, a juzgar por cómo trató al idioma respetando sus matices, hasta los más íntimos, hasta los más leves, hasta los más secretos.

También supo escribir: "Terca la memoria olvida. Y estoy autorizado a creer que lo obvio es la lucidez de un fantasma".

Ya lo escribió Cesare Pavese brillantemente, para que lo supieran para siempre: "Es necesario saber que no alcanzamos nunca a ver las cosas la primera vez, sino solo en la segunda. Entonces las descubrimos y las recordamos".

También estoy persuadido de que solo los que frecuentan los poemas de los grandes, inmensos, inalcanzables poetas de todos los tiempos son los verdaderos lectores del mundo. Los que se apoyan en la trama, en la argumentación lineal de un texto en prosa cabal nada tienen que ver con ser lector.

Nada menos que William Faulkner, entre otros grandes, puso en primerísimo plano a la poesía. Y supo escribir: "Yo empecé con la poesía, lo más perfecto, lo más sublime y fracasé. Pasé al otro género casi tan riguroso: el cuento. Fracasé. Entonces decidí ser novelista, por descarte".

Y termino con este fragmento de las Anticonferencias de Blaisten: "Todos los poetas han ido escribiendo desde el centro del dolor. Entonces todo ser humano desde el necio al soberbio va a recordar al suicida que escribió 'y vendrá la muerte y tendrá tus ojos', al fusilado que dijo 'no le tapen la cara con pañuelos para que se acostumbre a la muerte que lleva', y al negado que una vez dijo 'con el número dos nace la pena'".

Para eso sirve un poeta.

domingo, 22 de octubre de 2017

Alda Merini, poemas

HUIDA DE LOBA

A quien me pregunta
cuántos amores he tenido
le respondo que mire
en los bosques para ver
en cuántas trampas ha quedado
mi pelo.


***


Su esperma bebido por mis labios
era la comunión con la tierra.
Bebía con mi magnífica
exaltación
mirando sus ojos negros
que huían como gacelas.
Y jamás una manta fue más cálida y lejana
y jamás fue más feroz
el placer dentro de la carne.
Nos partíamos en dos
como el timón de una nave
que se abría para un largo viaje.
Teníamos con nosotros los víveres
para muchos años todavía
y besos y esperanzas
y no creíamos más en Dios
porque éramos felices.


***


AHORA QUE VES A DIOS


Si tú callas
más allá del mar
si tú conoces
el ala del Ángel
si tú dejas la madre tierra
que te ha devastado tanto
ahora puedes decir
que está la tierra del pobre
la tierra del poeta
toda ensangrentada por la soledad
y ahora que ves a Dios
reconoces en ti mismo
la flor de su lengua.


***


EL BESO

Qué flor me nace sobre la boca
apenas me miras
y temes ser despedazado.
Inundaciones imprevistas
son tus ojos ardientes
pero la flor no quiere morir
se queda allí sin carne
a esperar la muerte.



Alda Merini, en traducción de Delfina Muschietti. “Soy una pequeña abeja furibunda. Me gusta cambiar de color. Me gusta cambiar de medida”. Alda Merini eligió estas palabras para abrir su página web. Nació en Milán en 1931, donde murió en 2009, a causa de un tumor óseo. Fumaba 70 u 80 cigarrillos al día, pero a sus 78 años sostenía que el tabaco le había alargado la vida. Siempre llevaba un collar de perlas, pero vivía y murió en la indigencia por elección personal.
Se la considera una de las voces más claras y profundas de la poesía italiana del siglo XX. Con lucidez extrema, Merini narró en sus poemas la experiencia de la locura (vivió casi 20 años en manicomios, de 1961 a 1978) y de la estrechez física y económica. “Me inquieto mucho cuando me atan al espacio”, escribió.
En 1953 publicó su primer libro, Presencia de Orfeo. Empezó a escribir siendo una niña, y uno de sus primeros poemas se lo dedicó al legendario banquero Enrico Cuccia. “Una vez me lo crucé por la calle y le dije: ‘Yo tengo hambre’. Él contestó: ‘Buena señal’. Y tiró derecho”.
“La poesía nace de un terreno de dulzura, de amor. Las verdades me vienen de los sueños, los muertos me visitan”, contaba.
Escribió también prosa y aforismos, y en 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa. Su gran obra, La Terra Santa, le valió en 1993 el Premio Eugenio Montale. Otros de sus libros son Testamento, Vuoto d’amore, Ballate non pagate, Superba è la notte, L’anima innamorata, Corpo d’amore, La carne degli Angeli, Più bella della poesia è stata la mia vita o Clinica dell’abbandono.

miércoles, 14 de junio de 2017

Las despedidas de Mariana Rosa

Texto leído en la presentación de las plaquetas "Vestal" y "Un Abrigo Errante", de Mariana Rosa, de la cebolla de vidrio ediciones, en la sala Alicia Fernández Rego, el 7 de junio de 2017, en Neuquén.

por Gerardo Burton


Para Mariana Rosa la escritura es un camino abierto, aunque desde Crónica de un Salto hasta Primeros fríos, un poemario aún inédito, esté a punto de completar un ciclo. En medio, estas dos plaquetas que presentamos hoy, con las que la cebolla de vidrio ediciones completa un número redondo: treinta títulos en diez años.


Vestal y Un Abrigo Errante son dos poemarios breves y diferentes: el primero registra una tensión donde la poeta se abisma ante un cambio que requiere protagonizar una decisión. Recuerda, en el poema IV, que era “una amazona/que atravesaba al galope los páramos de la Patagonia”.

Heridas que no cierran: La traición de Gerardo

Este texto fue leído por Ruth Zurbriggen en ocasión de la presentación del libro, el 6 de junio de 2017 en ATEN Provincia, ciudad de Neuquén (Fotos: Oscar Virginillo)




por Ruth Zurbriggen
Activista feminista en La Revuelta


“No entender... Algo tan vasto que traspasa cualquier entender. 
Entender es siempre limitado, pero no entender puede no tener límite. Siento que soy mucho más completa cuando no entiendo. 
No entender es un don. Pero no se trata del no entender como no entienden los pobres de espíritu. Lo bueno es ser inteligente y no entender. 
Esta bendición es como padecer locura y no estar dolida, es un desinterés manso, una dulce burrada... 
Sólo que de vez en cuando me viene la inquietud y quiero entender un poco. No demasiado, por lo menos entender que no entiendo”. 
Clarice Lispector


El libro está dedicado a Macky Corbalán.
Este libro es un acto de traición. Un acto de traición a los pactos patriarcales.
Es un varón que habla a través de la poesía sobre la violencia femicida ejercida por varones.
¿Cómo se hace poesía del y con el espanto de los femicidios?
¿Qué escuchó Gerardo para escribir estos poemas?
¿Qué pudo escuchar de lo que escuchó en sus rastreos periodísticos?
¿Qué sensación del mundo tiene Gerardo que lo lleva a esta escritura?
La nombra como poesía política y de la emergencia.
¿Qué nos comparte en esa emergencia?
Nos comparte su traición al mandato y a las cofradías masculinas.
Y realiza esa traición a través de un doble juego: 1-con las imágenes de los femicidas y 2-con la poesía que es capaz de producir.
La pone a circular.
Se preocupa en mostrar, indicar, señalar, poner las cosas en otro foco. El foco y la foto centrada en los femicidas.
Hace circular una posibilidad: que ese pacto con la masculinidad, que ese pacto esperado puede no pactarse.
Y más aún, que esa traición (¿esa infidelidad?) vale decirla, escribirla, circularla en el escenario social, cultural, político.
Cuanto menos, entiendo que la poesía de Gerardo Burton, en Heridas que no cierran, hace trazos para que esa traición se filtre.
¿Por qué hablo de las traiciones? ¿Qué estoy queriendo decir al respecto?
Estoy fuerte y altamente convencida que para interpelar los mandatos de las violencias heterror-sexistas los varones tienen que mostrar su vergüenza. Tienen que sentirse profundamente avergonzados. Tristemente avergonzados.
Ya sabemos que acá no se trata de pensar esencialistamente que per se, que los cuerpos masculinos ejercerán violencias y per se los cuerpos portadores de vaginas, de vaginoplastías, los cuerpos que viven sus géneros de manera feminizada no van o no vamos a ejercerlas.
Sin embargo, los hechos alimentan el esencialismo (en todo caso) porque las asesinadas son las mujeres, las travestis y todas aquellas personas que viven sus cuerpos y géneros a partir de tránsitos feminizados.
Y los asesinos son varones. Los femicidas son varones.
Lo sabemos, el femicidio es un crimen político.





Es un acto de poder y dominación masculina y misógina.

Nosotras seguiremos andando este camino sin retorno, en mi opinión.

Este camino de agruparnos, organizarnos, rebelarnos, producir fiestas y luchas creativas, porque sabemos que nos merecemos otra vida.
Seguiremos en el camino de danzar la posibilidad del acuerpamiento, de acuerparnos, como sugiere Lorena Cabnal (feminista comunitaria):  “Acuerpar/acuerparnos como la acción colectiva de nuestros cuerpos indignados ente las injusticias que viven otros cuerpos. Que se autoconvocan para proveerse energía política para resistir y actuar contra múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racistas y capitalistas. El acuerpamiento genera energías afectivas y espirituales y rompe fronteras y el tiempo impuesto. Nos provee cercanía, indignación colectiva pero también revitalización y nuevas fuerzas para recuperar la alegría sin perder la indignación”.

Sin embargo, hasta que los varones no manifiesten su desilusión con la clase masculina de la que son parte, algo faltará. No alcanza con nuestra interpelación, estoy convencida. De hecho los femicidas nos odian. ¿Por qué van a sentir que lo que hacemos es digno de ser considerado para que cambien su idea sobre lo que pueden sobre nosotras?
La gran interpelación a la masculinidad hegemónica tiene que venir de los propios varones.
Quiero decir, los violentos, los sexistas, los violadores, los femicidas tienen que ser puestos bajo sospecha, repudiados, no tolerados también y fundamentalmente, por quienes todo el tiempo han armado pactos entre caballeros para desplegar sus privilegios y modos de estar en el mundo. No es sólo para los 3 de junio, no es sólo para los 8 de marzo ni para las convocatorias del feminismo. Es de para y con todos los días.

***************

¿Quiénes son los femicidas de Heridas que no cierran? Varones que están entre nosotrxs, varones que han transitado por nuestras escuelas, universidades, clubes, sindicatos… Los hay trabajadores de empresas de seguridad, administradores de un hostel, profesores de taekwondo, policías, empleados. Asesinan –las más de las veces- con cuchillos, decapitan, apuñalan a quienes dijeron querer –también, las más de las veces.

Las caras de los femicidas demarcan y marcan una barrera para atravesar el libro. Es la que tuve que poder traspasar para poder leer los textos. No es sencillo, debo “confesar” que cuando fui leyendo borradores que generosamente Gerardo me iba compartiendo las sensaciones corporales y afectivas eran otras diferentes a la de ver ya sus caras estampadas allí tiempo después. Sabía que ese “detalle” faltaba, no imaginé hasta ver el primer borrador con las fotografías que otras cosas sucederían ahí o me sucederían.
Eso, ver sus rostros encabezando cada poema, adquirió otro nivel u ¿otro espanto? cuando tuve el libro en la mano.
Gerardo nos explicó sus motivos en esta presentación y en medios de prensa estos días sobre el porqué de esas imágenes en el libro.

Es posible que comparta todas y cada una de sus razones, así y todo la operatoria que nos propone es incómoda, molesta, difícil, controvertida, áspera, tensa, afectada.
No produce satisfacción ni calma.
Hay algo del orden del espanto.
Digo todo esto, y parece que voy contra el deseo de Gerardo de ser leído. De ser escuchado.

Carlos Skliar, escribe ensayos educativos y filosóficos. Define la palabra poema en su libro “Lo dicho. Lo escrito. Lo ignorado” (2011):

“Poema: palabra que Derrida pronuncia y define como “el demonio del corazón” y que parece como un ovillo que rápidamente se transforma en erizo y vuelve a la posición ovillada. Poema no sólo designa un texto diferente a otros textos, sino una disposición distinta de la memoria, la perplejidad, la experiencia y el deseo. A veces en único testimonio de lo que ocurrió. Otras veces crea la sensación de lo inaudito. Hecho con las mismas palabras que proceden de la misma lengua, su pronunciación se desliza desde un cuerpo hacia otro cuerpo. Se advierte, a menudo, una falsa pronunciación. Prescindir del poema es prescindir de la humanidad”.

Éste es un libro de poesía de la emergencia. Es un libro incómodo, porque nos hace ver también que los femicidas no actúan en el vacío social, que el sistema de valores heteropatriarcales se difumina por doquier.
Ojalá la poesía de Gerardo contagie a otros a traicionar sus fidelidades con el mandato heteropatriarcal del macho violento.
Porque necesitamos más producciones culturales contra los femicidios y los femicidas, necesitamos poesía, música, cine, literatura, teatro, arte callejero, arte grafitero, arte popular, arte arte arte que nos ayude a entender que no vamos a entender jamás.
Necesitamos también más feminismo para salvarnos.


Neuquén, 6 de junio de 2017

sábado, 10 de junio de 2017

El poeta de radiofotos escarba el filo de la carne

Este texto fue leído durante la presentación de heridas que no cierran (espacio Hudson, mayo de 2017), poemas sobre femicidios, de Gerardo Burton, que se hizo en el local del gremio docente ATEN provincia en la ciudad de Neuquén el 06 de junio de 2017 (Fotos: Oscar Virginillo)
por Silvia Mellado




Hace cuatro años casi, en agosto de 2013, se presentaba también acá, en Neuquén, tranvía 4 (ediciones con doble zeta), el décimo séptimo libro de Gerardo Burton. Después vino la plaqueta beatlemania  (la cebolla de vidrio, 2016) y ahora heridas que no cierran.

Traigo a la memoria la presentación de tranvía, no porque quiera resaltar la figura de autor, autoridad o la idea de trayectoria –creo que Gerardo no usufructúa esas etiquetas ni como poeta, ni como periodista, ni como editor e incluso ni como religador cultural. Más bien, todo lo contrario, a veces creo que a Gerardo le resultan incómodas algunas referencias sobre su obra en términos de lugares consagrados, fundacionales o de inicios de tal o cual literatura en la zona.

Decía que traigo a la memoria la presentación de tranvía porque en aquella ocasión fue Macky Corbalán, poeta – lesbiana - feminista, quien introducía la poesía de su amigo. Y no rememoro aquella celebración por un simple trazo afectivo sino porque a ella está dedicado Heridas que no cierran y sabemos que ese lazo en la amistad y en la poesía ha generado o propulsado el gesto de Gerardo de elaborar estos quince poemas. En aquella presentación de 2013, macky decía algo así como “el poema (en los versos de Gerardo) se hace carne y se entrega a las bocas abiertas, sedientos para siempre”. En efecto, estos poemas de heridas que no cierran continúan esa intensidad: la poesía de Gerardo se entrega atravesada por la necesidad y la urgencia de decir, de escarbar entre los destellos enceguecedores de los múltiples relatos y las falsas informaciones; escarbar para mostrar los rostros de los verdugos, la mirada de los asesinos. Escarba digo, entonces, hurga, desentierra las matrices que nos ponen a nosotras todavía en el lugar de vidas desechables y, al mismo tiempo, nos adjudican un lugar de minas/canteras/yacimientos que sostiene el mismo sistema que nos oprime.

Es el poeta de radiofotos (último reino, 2004) quien aquí también, en heridas que no cierran, bebe de sus muchas actividades –la de poeta y las de sus investigaciones en el ámbito de la prensa, principalmente–  y traza de modo doloroso aquellas historias no dichas o tergiversadas para hacer que el poema muestre una fisura, la contradicción, exhiba la maquinaria racional que pretende la mayoría de las veces teñirse con relatos de pasión.

Hace unos días, pudimos charlar un momento acerca del libro y él me decía que había una imagen que había sobrevolado esta búsqueda o momento anterior a la escritura de estos poemas: la imagen del cuchillo. El cuchillo / faca / facón  como herramienta que se vuelve arma, erecta y viril, una prolongación de la mano del compadrito que marca, taja y sacrifica. Y pensaba en qué imagen del poemario contrarresta o le hace frente a la imagen del cuchillo y se me aparecía, entonces, ‘la barrera de álamos’ del poema “playa serena, mar del plata, buenos aires”:

y la distancia
es también el amor
la voluntad de un amor
que no deja
pasar, la barrera de mujeres
altas como los álamos
y los Sauces
sonoras como el agua
de los canales y del río 

Es esa imagen de una barrera, una imagen anclada en el imaginario de nuestro lugar y que desde aquí emerge revolucionaria en el sentido de que tuerce el orden, promete que el mundo puede ser de otro modo. Contra la imagen del cuchillo se alza una barrera de álamos, una valla que impide pasar, un cerco que no va a dejar avanzar

troncos, tan altos, que pueden caerte a vos, cuchillo, encima 
y revertir tu filo, hacerlo líquido
nada
esta barrera de mujeres cosidas 
con los hilos de la solidaridad, la colectividad, la lucha, la militancia

Una barrera de álamos que mira a los ojos de quienes, a modo de viajeros victorianos, todavía creen que pueden erigir tranquilos el ojo poseedor de todo lo que mira.
Ya no somos todas esas niñas que no se atreven a mirar el ojo del cuchillo. Un poema de La pasajera de arena (macky,  tierra firme 1992) dice:

Ser sola
como cuando -apenas nacidas- 
miramos el mundo y supimos 
que nos habíamos equivocado

es este mundo el que hemos venido a cambiar, es este mundo de heridas que no cierran que la poesía colectiva, polifónica y política también puede cambiar.


jueves, 13 de abril de 2017

Volver

por Alejandro Flynn



Se oye como música a lo lejos. Un raro sonido que va acercándose a la ciudad de Buenos Aires. Los defensores sabrán luego que son gaitas, del cuerpo de Highlanders escoceses y que animan al batallón británico que está a las puertas de Miserere.

Luego entrarán como olas rojas por cada calle; ya nadie duda de que son ellos invadiendo de nuevo, aunque muchos más esta vez. El poblado espera; desde las azoteas con sus enormes fuentes que lloverán agua hirviendo, tras los improvisados parapetos, asomados reja a reja de las casas. El negro Miguel Nadal, que morirá en esa jornada y que sigue amontonando piedras -que serán como flechas certeras contra el león imperial-, dice, risueño, a su patrona: “son empeñosos los gringos, amita, que se vayan viniendo nomás al baile…”

martes, 31 de enero de 2017

Raúl Zurita: “La poesía es el último gran silencio de una época que termina”


"Si uno puede llegar hasta el fondo de uno mismo sin autocompasión, es posible que estés tocando el fondo de la humanidad entera". Una larga entrevista de Gonzalo León con el vate chileno, Premio Iberoamericano de Poesía.

http://eternacadencia.com.ar/blog/contenidos-originales/entrevistas/item/entrevista-zurita.html


Por Gonzalo León.

Raúl Zurita es el último de los poetas chilenos de una potente tradición que iniciaron Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Nicanor Parra, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, y que supieron continuar Gonzalo Rojas, Stella Díaz Varín, Enrique Lihn, Jorge Tellier y Gonzalo Millán. Zurita es el último de los mohicanos, el último que logró construir una voz asociada a una obra. Con él la tradición chilena sufre un quiebre; siguen habiendo muy buenos libros de poesía y poetas muy interesantes, como Germán Carrasco, Andrés Anwandter, Verónica Jiménez Dotte, Matías Rivas, Alexis Figueroa, aunque sin la estridencia y la ambición de sus antecesores.

Ganador de la beca Guggenheim, del Premio Nacional de Literatura de su país y ahora del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, este poeta nacido en 1950 estuvo en Buenos Aires para presentar un disco que hizo con la banda rock González y los Asistentes. Además de ser uno de los mejores poetas contemporáneos en lengua castellana, entiende la poesía como un canto y la propuesta del disco (Desiertos de amor, basado en el libro Canto a un amor desaparecido de 1985), no se aleja de eso. No es nuevo que recurra a soportes diferentes a la hoja impresa: ha hecho performances, escrito poemas en el cielo de Nueva York, la reciente instalación en la bienal de arte de la India que inauguró el 12 de diciembre pasado; no es, en definitiva, un poeta que se conforme con una bidimensionalidad.

domingo, 29 de enero de 2017

Antología de Ernesto Cardenal

Poemas del nicaragüense nacido en 1925 relativos a su concepción del universo en continua expansión y la relación entre el cosmos y dios, entre la creación y su creador. Y el Cristo hacia el que todo el universo confluye, según Teilhard de Chardin (nota del antólogo)



De Epigramas, 1961

Ileana: la Galaxia de Andrómeda...


Ileana: la Galaxia de Andrómeda,
a 700.000 años luz,
que se puede mirar a simple vista en una noche clara,
está más cerca que tú.
Otros ojos solitarios estarán mirándome desde Andrómeda
en la noche de ellos. Yo a ti no te veo.
Ileana: la distancia es tiempo, y el tiempo vuela.
A 200 millones de millas por hora el universo
se está expandiendo hacia la Nada.
Y tú estás lejos de mí como a millones de años.







De Salmos, 1969


Las galaxias cantan la gloria de Dios
Salmo 18

Las galaxias cantan la gloria de Dios
y Arturo 20 veces mayor que el sol
y Antares 487 veces más brillante que el sol
Sigma de la Dorada con el brillo de 300.000 soles
y Alfa de Orion que equivale
a 27.000.000 de soles
Aldebarán con su diámetro de 50.000.000 de kms.
Alfa de la Lira a 300.000 años luz
y la nebulosa del Boyero
a 200.000.000 de años luz
anuncian la obra de sus manos

Su lenguaje es un lenguaje sin palabras
 (y no es como los slogans de los políticos)
pero no es un lenguaje que NO SE OIGA
Ondas de radio misteriosas emiten las galaxias
el hidrógeno frío de los espacios inter-estelares
está lleno de ondas visuales y de ondas de música
en los vacíos inter-galáxicos hay campos magnéticos
que cantan en nuestros radio-telescopios
(y tal vez hay civilizaciones
trasmitiendo mensajes a nuestras antenas de radio)
Son un billón de galaxias en el universo explorable
girando como carruseles
o como trompos de m ú s i c a . . .
El sol describe su gigantesca órbita
en torno de la constelación del Sagitario
—Es como un esposo que sale de su tálamo
Y va rodeado de sus planetas a 72,000 kms. por hora
hacia las constelaciones de Hércules y de la Lira
(y tarda 150 millones de años en dar la vuelta) y no se aparta ni un centímetro de su órbita

La Ley del Señor tranquiliza el subconsciente
es perfecta como la ley de la gravedad
sus palabras son como las parábolas de los cometas
sus decretos son como la rotación centrífuga de las galaxias
sus preceptos son los preceptos de las estrellas
que guardan siempre sus sitios
y sus velocidades
y sus distancias respectivas
y se cruzan miles de veces en sus rutas
y nunca chocan
Los juicios del Señor son justos
no como la propaganda
y más valiosos que los dólares
y las acciones comerciales
Guárdame de la soberbia del dinero y del poder político
y estaré libre de todo crimen
y del delito grande
Y séante gratas las palabras de mis poemas
Señor
mi Libertador



Alabad al Señor nebulosas
Salmo 148

Alabad al Señor
nebulosas como motitas de polvo en las placas fotográfícas
Alabad al Señor
Sirio y su compañera
y Arturo y Aldebarán y Antares
Alabad al Señor meteoritos
y órbitas elípticas de los cometas
y planetas artificiales
Alabad al Señor
atmósfera y estratosfera
rayos X y ondas hertzianas
Alabad al Señor
átomos y moléculas
protones y electrones
protozoarios y radiolarios
Alabad al Señor
cetáceos y submarinos atómicos
 Alabad al Señor
aves y aviones
Alabad al Señor cristales exagonales de nieve
y prismas de color esmeralda del sulfato de cobre
—en el microscopio electrónico—
flores fluorescentes en el fondo del mar
diatomeas como un collar de diamantes
y Diadema Antillarum
Anurida maritima y Ligia exótica
Alabad al Señor Trópico de Cáncer y Círculo Polar Ártico
tormentas del Atlántico Norte y Corriente de Humboldt
selvas sombrías del Amazonas
islas de los Mares del Sur
volcanes y lagunas
y luna del Caribe tras la silueta de las palmeras
Alabad al Señor
repúblicas democráticas
y Naciones Unidas
Alabad al Señor
policías y estudiantes y muchachas bellas
Su gloria sobrepasa la tierra y los cielos
telescopios y microscopios
y Él ha hecho grande a su pueblo
a Israel su aliado
Aleluya



El cosmos es su santuario
Salmo 150

Alabad al Señor en el cosmos
Su santuario
de un radio de 100.000 millones de años luz
Alabadle por las estrellas
y los espacios inter-estelares
alabadle por las galaxias
y los espacios inter-galáxicos
alabadle por los átomos
y los vacíos inter-atómicos
Alabadle con el violín y la flauta
y con el saxofón
alabadle con los clarinetes y el corno
con cornetas y trombones
con cornetines y trompetas
alabadle con violas y violoncelos
con pianos y pianolas
alabadle con blues y jazz
y con orquestas sinfónicas
con los espirituales de los negros
y la 5a. de Beethoven
con guitarras y marimbas
alabadle con toca-discos
y cintas magnetofónicas
Todo lo que respira alabe al Señor
toda célula viva
Aleluya



De Cántico Cosmico (fragmentos), 1989
Cantiga 4, dedicada a la Expansión del Universo.

Expansión

Las galaxias se alejan cada vez más de nosotros
y las unas de las otras
y nos alejamos también nosotros
en nuestro universo en dispersión.
Y estaremos cada vez más aislados.
El espacio más vacío cada vez.
Y cada vez más frío.
Cuando toda galaxia quede sola
sin vecino a la vista,
en ellas las estrellas se extinguirán una a una.
cada vez con menos estrellas para reemplazarlas.
Hundiéndose una a una en hoyos negros.
Y todo el universo se hundirá en hoyos negros.
¿O se juntarán otra vez todas las galaxias
cada vez con más fuerza como se separaron,
hasta mezclar sus gases,
hasta que todos los átomos se compriman
y el cosmos vuelva al calor y al caos
del que salió?
¿Y después? Hay astrónomos que dicen
que no se volvería a salir de ese estado.
Otros especulan
que explotaría de nuevo una nueva creación,
universo nuevo sin traza del antiguo.
Y así el cosmos no termina nunca,
con infinitas creaciones y creaciones,
eterno ciclo de nacimiento y muerte y nacimiento.
Ningún descubrimiento ha sido más grande
que el de la expansión del universo.
Nebulosas lejanas desplazándose hacia el rojo.
El gran disco cóncavo de los radiotelescopios escuchándolas.
Los ‘cielos inmutables’…
Continuamente cambiando.
Y lo que hay donde no hay estrellas
allí donde el cielo es oscuro.
Y aquellas que ya consumieron su energía
y vagan por el espacio oscuras y muertas.
Y la cantidad de materia que es tal vez invisible.
Y si existen otros universos
en otros espacio-tiempos.


Fragmentos

Los elementos encontrados en los meteoritos
(Museo Geológico de South Kensington)
venidos de estrellas lejanas
son los de nuestro planeta.
Todos los cuerpos celestes sólidos o gaseosos
están compuestos de carbono, oxígeno, nitrógeno y metales en
la misma proporción que la tierra.
¿Son sólo para mirarse las estrellas?
Tanta materia extraterrestre ha caído sobre la tierra
que tal vez el suelo que pisamos es extraterrestre.
De las profundidades del cosmos.
Ciudadanos del universo por nuestra tierra
que es un cuerpo celeste entre los otros.
Y la conciencia en incontables puntos del universo.
1.000.000.000.000.000.000.000 de estrellas
en el universo explorable.
Fiesta de fuegos artificiales
tal vez un millón de sistemas planetarios.
Nuevas estrellas naciendo de la tenue nube de hidrógeno.
Soles con su tierra.
Un universo común.
Uno, sin compañía, en un punto de la superficie
de un planeta pequeño
de una estrella modesta en las afueras de una de las galaxias.
Otean los telescopios el remoto universo,
y gigantescas antenas tratan de escucharlo.
¿Un espacio carente de sentido? Un
universo común!
La seguridad de no estar solos en el cosmos.
La luz cambia de color hacia el rojo
mientras se alejan más y más aprisa las lejanas galaxias
y las ondas de radio se alargan y alargan
como se hace más grave
el silbido de un tren alejándose.

Y mientras más lejana una galaxia, mayor
su cambio hacia el rojo y por tanto
mayor su velocidad de retroceso.
Este retroceso de las galaxias
más y más hacia el rojo en el espectro,
mayor y mayor longitud de onda
(tren que se aleja)
sugiere una explosión primordial,
indica
una unión primordial, y una
explosión común.
Explosión hace 20.000 millones de años.
Aún ha quedado un vago rumor de esa explosión,
ondas de radio venidas de las profundidades del espacio,
algo que se percibe en la televisión, dicen,
cuando está a todo volumen sin ningún canal.
Como mil millones de galaxias han visto los telescopios
en un área de mil millones de años luz.
Trenes en la noche alejándose de una estación.
El silbido es más agudo al acercarse
y es más grave cuando se va alejando.
Primero una infinita condensación de la materia.
Y del matrimonio de protones con neutrones
se produjo la vida.
¿Qué hay en una estrella? Nosotros mismos.
Todos los elementos de nuestro cuerpo y del planeta
estuvieron en las entrañas de una estrella.
Somos polvo de estrellas.
hace 15.000.000.000 de años éramos una masa
de hidrógeno flotando en el espacio, girando lentamente, danzando.
Y el gas se condensó más y más
cada vez con más y más masa
y la masa se hizo estrella y empezó a brillar.
Condensándose se hacían calientes y luminosas.
La gravitación producía energía térmica: luz y calor.
Como decir amor.
Nacían, crecían y morían las estrellas.
Y la galaxia fue tomando forma de flor
como hoy la vemos en la noche estrellada.
Nuestra carne y nuestros huesos vienen de otras estrellas
y aun tal vez de otras galaxias,
somos universales,
y después de la muerte contribuiremos a formar otras estrellas
y otras galaxias.
De las estrellas somos y volveremos a ellas.
Tren más agudo al acercarse

Y los objetos celestes más azules al acercarse
y más rojos si se alejan.
Por qué es negra la noche…
Es negra por la expansión del universo.
Si no, todo el cielo brillaría como el sol.
Y no habría ninguno para ver esa noche.

¿Y las galaxias hacia dónde van?
En expansión como el humo dispersado por el viento.
La segunda ley de la termodinámica:
Este constante fluir de la luz a las tinieblas.
Del amor al olvido.
Él tenía 20 años, ella 15 cumpliendo 16.
Iluminación en las calles y en el cielo. El cielo
el de Granada.
Fue el último adiós,
y fue cuando él le recitó a Neruda:
“…. los versos más tristes esta noche”.
“La noche está estrellada
y tiritan azules los astros a lo lejos.”
Dos seres se separaron para siempre.
No hubo ningún testigo en aquel adiós.
Las dos direcciones cada vez más divergentes
como estrellas desplazándose hacia el rojo.
He pensado otra vez en vos, porque la noche está estrellada
y miro temblar los astros a lo lejos con su luz azulosa.
Tren más agudo al acercarse.


(....)

Seres esencialmente cósmicos:
No podemos excluir a la tierra de la eternidad.
Esas luces allá arriba, la Jerusalén Celestial.
Si en matemáticas son infinitos los números,
los pares y los impares
¿por qué no una belleza infinita y un amor infinito?
Es una constante en la naturaleza
la belleza.
De ahí la poesía: el canto y el encanto por todo cuanto existe.
La tierra podría haber sido igual
de funcional, de práctica,
sin la belleza. ¿Por qué pues?
Todo ser es suntuario. ¿Necesario acaso que dieras
tan lujosísimas joyas
a tan efímeros peces
saltando este atardecer en el plan del bote?
Ámame, y si soy nada,
seré una nada con tu belleza en ella refractada.
Al fin y al cabo de la nada nació todo, nada vacía llena toda ella
de urgencia de ser.
Amor ciertamente fuera de este mundo sublunar.
Con esta vocación de algunos de un amor sin cromosomas...
Tu belleza te permite ser tirano.

Mirando en la noche esos mundos lejanos,
lejanos también en el pasado.
Estrellas del pasado. (Y el tiempo
es distinto para cada una de ellas.)
Alfa de Orión 5.000 veces más brillante que el sol.

(...)

Los cuerpos celestes
y los nuestros.
«Estrellas caminantes» -los caldeos. (A las no fijas.)
En griego caminante es planetes, así que
habitamos una estrella caminante.
Los hombres que formamos el Hombre
o mejor dicho formaremos.
O tenemos por delante solamente
un planeta pelado como Marte.
Una nube en forma de hongo levantándose lentamente
en el horizonte...
La Guerra de las Galaxias que llamó el Wall Street Journal
«Dólares caídos del cielo».
Wall Street Journal Neandertal.
Pero no. Tenemos por ejemplo
la evolución del tiburón primitivo hasta convertirse en paloma.
El instinto de muerte en el hombre
no es heredado de antecesores animales.
También la biología enseña:
los animales pacíficos son favorecidos por la selección.
Los grupos asesinos dentro de una misma especie no prosperan.
(Somozas, Pinochet, etc.) Los gorilas son meditabundos,
les gusta pasar el tiempo en contemplación.
Que la solución de todos los problemas sociales de China
era el amor
fue descubierto 5 siglos antes de nuestra era.
La ayuda del hombre al hombre
que para Plinio es Dios.
La encarnación de Dios en nuestra biología.
En nuestra condición todavía de mamíferos.
Jesús: con los cromosomas de Adán...
A sólo 1 millón de años del Pithecanthropus erectus.
El gobierno enraizado en el cielo que decía Confucio.
No los dólares del cielo.
Hemos dejado excremento en bolsas plásticas en la luna.
Ya antes conocieron el mes lunar los mayas
errando sólo 34 segundos.
34 segundos
en un tiempo para ellos infinito, sin principio ni fin.
Los enemigos de la evolución (Somoza etc.)
Contra-evolucionarlos.
¿Cómo puede haber desempleo en el planeta?
Pero hay una torre que queremos construir, decía Chuang-Tsé
que llegue hasta el infinito.
Comemierdas contraevolucionarios.
En aquel día hasta la belleza física será igualitaria.

(...)

Seguir viaje.
Y aquel viaje muy jodido.
La telefoneada inesperada de Managua
a la última isla de las Antillas:
«Ernesto, murió Laureano»
En el vuelo Trinidad-Barbados-Jamaica-Habana-Managua
mirando mar, y mar, no podía pensar en otra cosa.
Ya que hemos nacido desahuciados
lo mejor es morir Héroe y Mártir
como vos moriste.
Claro que hubiera sido mejor que no murieras nunca,
con tal que tu esposa y tus hijos y tus amigos y el mundo entero
no murieran nunca.
Cuando lo bauticé de 20 años en Solentiname
porque quería pasar de su protestantismo alienado de allí
a nuestro cristianismo revolucionario
no quiso tener un padrino y una madrina
todo el Club juvenil campesino fueron sus padrinos y madrinas.
Sobre todo su obsesión por la Revolución.
Fascinado con el marxismo pero sin querer nunca leerlo.
Muy inteligente, pero sin querer formarse intelectualmente.
La persona más mal hablada que he conocido.
Pero el que decía las «malas palabras» con más pureza.
Una vez, comentando el Evangelio en la misa:
«Esos magos la cagaron llegando donde Herodes».
O, sobre la Santísima Trinidad (su resumen):
«Los tres jodidos son uno solo».
La noche que me confesó frente a la calmura del lago:
«Ya no creo en Dios ni en ninguna de esas mierdas.
Creo en Dios pero para mí Dios es el hombre».
Pero siempre quiso ser mi monaguillo en la misa.
Nadie le podía quitar ese puesto.
Su expresión más frecuente: ME VALE VERGA.
Hijo mío y hermano Laureano,
hijo indócil y cariñoso
como todo hijo con su padre
y como además yo no era tu verdadero padre
fuiste sobre todo mi hermano
hermano bastante menor en años
pero sobre todo compañero
¿esa palabra te gusta más verdad?
La que más amabas después de la palabra Revolución.
Compañero Sub-Comandante Laureano,
jefe de los Guarda Fronteras:
Digo junto con vos, que nos vale verga la muerte.
No quería hacer este pasaje.
Pero me dirías en aquel tu lenguaje poético de aquellas misas
traducido después a tantos idiomas, hasta el japonés
(les costará traducirte)
«Poeta hijueputa decí a esos jodidos mis compañeros de Solentiname
que me mataron los contrarrevolucionarios hijos de la gran puta
pero que me vale verga».
Como aquel «que se rinda tu madre» de Leonel.
Siempre me decías allá que querías ya irte a la guerrilla.
Y yo: «Con tu indisciplina allí te fusilan».
Hasta que se cumplió tu sueño con el asalto a San Carlos.
«Aquí los vamos a joder a estos jodidos».
Las balas que te tiraban los guardias. Y tu relato después:
«¡pas! ¡pas! ¡pas! ¡Puta! Allí fue cuando me sentí muerto».
Pendenciero, fiestero, mujerero,
rebosante de vida pero sin temer la muerte.
Poco antes de morir me había dicho tranquilo en Managua:
«Allí es encachimbado. Cualquier día yo puedo morir en una emboscada».

No has dejado de existir:
Has existido siempre
y existirás siempre
(no sólo en éste,
en todos los universos).
Pero es cierto,
una sola vez viviste,
pensaste,
amaste.
Y ahora estás muerto.
Es estar digamos como la tierra, o la piedra, que es lo mismo,
«la piedra dura porque esa ya no siente».
Pero no, nada de piedra dura,
sí estás sintiendo,
más allá de la velocidad de la luz
del final del espacio que es el tiempo,
totalmente consciente,
dentro de la conciencia
vivicísima
de todo lo existente.
LAUREANO MAIRENA ¡PRESENTE!
El jodido avión retrasándose en cada escala.
Ya era muy noche en el mar. Yo no podía dejar de pensar...
Yo quisiera morir como vos hermano Laureano
y mandar a decir desde lo que llamamos cielo
«Rejodidos hermanos míos de Solentiname, me valió verga la muerte».


(tomado de la Antología nueva Ernesto Cardenal. Madrid, Editorial Trotta, S.A., 1996)

Antología de Ernesto Cardenal

Poemas del nicaragüense nacido en 1925 relativos a su concepción del universo en continua expansión y la relación entre el cosmos y dios, entre la creación y su creador. Y el Cristo hacia el que todo el universo confluye, según Teilhard de Chardin (nota del antólogo)



De Epigramas, 1961

Ileana: la Galaxia de Andrómeda...


Ileana: la Galaxia de Andrómeda, 
a 700.000 años luz, 
que se puede mirar a simple vista en una noche clara, 
está más cerca que tú. 
Otros ojos solitarios estarán mirándome desde Andrómeda 
en la noche de ellos. Yo a ti no te veo. 
Ileana: la distancia es tiempo, y el tiempo vuela. 
A 200 millones de millas por hora el universo 
se está expandiendo hacia la Nada. 
Y tú estás lejos de mí como a millones de años.

sábado, 28 de enero de 2017

Trinidad, Cuba

El valle es verde y la luz, de una transparencia naranja. O quizás sea por el calor del mediodía. No puede definirse todavía cuando el taxi llega al final del recorrido de los diez kilómetros que hay entre Trinidad, esta pequeña ciudad fundada en 1513 por Diego Velázquez y San Isidro de los Destiladeros, en el Valle de los Ingenios. 



Durante el trayecto, el conductor del taxi mantuvo las ventanillas cerradas, el equipo de aire acondicionado funcionando al máximo y el auto a la mayor velocidad posible.

Un equipo de restauración del gobierno cubano trabaja sin descanso en la recuperación del edificio principal de la hacienda, que representa la prosperidad y el poder de sus propietarios.
La construcción principal es una torre de tres niveles que cumple la triple función de capilla, campanario y mirador. Es que desde allí se vigilaba el trabajo en el cañaveral, el comportamiento de los esclavos y ante cualquier anomalía un lenguaje de campanadas alertaba a los vigilantes armados y a los capataces. El sistema se completaba con estructuras similares en el resto de las propiedades, con lo cual se mantenían en red el control de la producción, las respuestas ante las alarmas y la persecución de los esclavos que se arriesgaban a huir hacia los montes. Desde el mirador también se marcaba el inicio y el fin de la jornada de trabajo.

El análisis

Fue en la duodécima edición del Festival Internacional de Poesía de Rosario. En el Centro Cultural Bernardino Rivadavia estaba montada una especie de feria de libros y en el auditorio principal se desarrollaban las lecturas programadas. 



Fue una mañana, o temprano en la tarde, en una mesa con cuatro o cinco poetas. Era el año 1997 y el neoliberalismo dominaba el país, América y el mundo sin contrapesos a la vista. Tres años antes había estallado la burbuja mexicana -efecto tequila- y Argentina recibía los coletazos de un cimbronazo similar en el Brasil. Pero de todas maneras, la paridad un peso igual a un dólar mantenía la ficción primermundista de los argentinos.
Esa mañana -o esa tarde- en Rosario, subió al estrado un hombre canoso, con una gorra azul y se sentó al lado de sus colegas. Cuando le tocó el turno habló en forma pausada, casi morosa, como si contara un secreto. Y recordó sus tiempos en las cárceles uruguayas, cuando uno de los generales de la dictadura, que se había comprometido públicamente a no matarlo -ni a él ni a sus compañeros- hacía lo posible por quebrar su vida. Mencionó, en ese mismo tono menor, que había pasado años en pocilgas de dos metros por uno, unos pozos en los que apenas podía moverse, donde apenas entraba la luz del sol.
En esos días estuvieron mucho tiempo bajo tierra, con castigos que suprimían el agua. Por eso aprendieron a beber sus propias orinas. No veían un rostro humano, ni el sol; no se vieron entre ellos. Decía que el aislamiento era una tortura de otro nivel. A los dirigentes de la organización, los separaron por todo el país. De los nueve, uno murió en el calabozo y dos se trastornaron.
Contaba entonces que cada uno buscaba formas de salvación, formas de comunicarse. Sentados en el piso y con golpes en la pared reinventaron el código Morse con el cual se contaban historias, novelas que habían leído, anécdotas de su vida, intercambiaban análisis políticos. Para él también estaba la poesía, que escribía con retazos de lápices en el dorso del papel metalizado de los cigarrillos que fumaba sin cesar. Y con esos papeles fue construyendo una obra que después salió a la luz. Los poemas se adecuaban al tamaño del papel, tenían ritmo, rima, imágenes que Mauricio Rosencof recordaba de la vida libre, más las que le sugería el cautiverio. Años más tarde, él y sus compañeros -José Mujica, Eleuterio Fernández Huidobro y otros militantes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros quedaron libres. Mujica llegó a la presidencia del Uruguay, y lo llevó a Fernández Huidobro, que fue su ministro de Defensa y murió en agosto del año pasado. Con Fernández Huidobro, Rosencof escribió las “Memorias del calabozo”, una especie de homenaje a su vida en la cárcel. Y su poesía, que entonces circulaba de mano en mano, cuando lo podían visitar su mujer o alguno de sus hijos y sacarla en forma clandestina de la cárcel, ahora es cantada con música compuesta por Jaime Roos, entre otros.

https://www.youtube.com/watch?v=Aw9X4bTzMG0

https://www.youtube.com/watch?v=AaoL2itJtfM

 https://www.youtube.com/watch?v=1B5lI58RKVo

https://www.youtube.com/watch?v=W0UGXc9nEPg

Veinte años después de la lectura en Rosario, en esta tarde calcinante de verano en Neuquén, el fin de año tiene más sabor a final que ninguno. En la penumbra de su casa, el Rulo levanta sus ojos y dice el análisis, el análisis de coyuntura, mientras tomamos un vino fresco.
¿Cómo es el asunto?, pregunto. Hay que buscar elementos de contacto, algo que nos dé esperanza, agrega cuando mi visión (pesimista) de la realidad no hace más que deprimir la tarde y busca imponerse como un animal poderoso en esta jungla terrible que es el país. O como un capitalista financiero que dominase los resortes de la economía, de la sociedad y de la política. Y no hay nada fuera de tanta asfixia.
El Rulo, paciente, sonríe. Mira a los costados y piensa otra vez en su cautiverio, en el de tantos y por tantos años. Y se pone didáctico: mirá, confía a media voz como si alguien ajeno pudiera escuchar, no teníamos nada: no veíamos la luz del día, nos suspendían los recreos y las visitas eran cada vez más cortas y vigiladas. En ese ambiente teníamos que buscar formas de esperanza, de sobrevivencia. Ese tono recuerda el de Rosencof en Rosario como si estuviera de regreso en el Bernardino Rivadavia, ante los mismos gestos para sobrevivir.
Afuera, los zorzales brincan en torno del agua de riego, buscan lombrices quizás, algún insecto, como los que los uruguayos comían cuando estaban en el pozo. O como los que acompañaban al Rulo en la cárcel, a la araña que esperaba pacientemente ver salir de su escondite día a día, cuando no había otro contacto con un ser vivo en esa celda. Él recorrió todas las prisiones federales del país durante la dictadura.
Sin contradecir abiertamente, explica: hay que rescatar esos gestos, esas huellas de la esperanza. Cuando estábamos a la sombra, no nos dejaban ni hablar entre nosotros. Y la única forma que encontramos fue volver al análisis de coyuntura, para saber dónde estábamos parados, para continuar con una práctica que nos permitía mirar la realidad, cambiarla quizás cuando estábamos en libertad. Y ahora enjaulados, nos servía para mantenernos. Era un espacio de supervivencia, permitía saber que estábamos vivos y que había una posibilidad de resistencia.
El Rulo trae a esa habitación penumbrosa, con dos vasos de vino tinto en medio, los códigos que inventaron en la cárcel para comunicarse, los métodos para transmitir esos pensamientos, esos análisis. Los compañeros, dice, nos necesitábamos unos a otros. Inventamos un sistema de golpes en la pared, o en la cañería. Un golpe, sí; dos, no.
Cacho y Toto a veces recuerdan también, en los asados, mientras Alcira,su compañera, interviene: ella siguió al Rulo por todas las cárceles. Su resistencia estaba por ese lado, con organismos incipientes: la asamblea, familiares de detenidos, cels, madres, abuelas.
En un papel de cigarrillo, dice, transcribíamos los documentos de la conducción, cada uno su parte. Lo enrollábamos, con el papel metalizado por fuera, envuelto en el celofán, le decíamos “el caramelito” porque si llegaban la requisa o la guardia de improviso, lo guardábamos en la boca. A vecs, cuando lo tragábamos, había que buscarlos en el inodoro a los dos o tres días para rescatarlos.
Es inevitable rememorar el relato de Papillon, la novela de Henri Charrière, que estuvo de moda en esos años, aunque en este caso la operación fuera al revés. Además, nada que ver con Alcatraz y guardar dinero, no. Era apenas el comentario sobre política, sociedad, economía, cultura, formas de interpretar la realidad. Cuando no tenían recreos juntos, el caramelito pasaba de mano en mano en los baños, a los que concurrían en grupos.

Ahora, Mauricio Rosencof tiene más de ochenta años y piensa que la muerte no es un problema, porque "cuando ella está yo no estoy, cuando yo estoy ella no está"-. Pero esa tranquilidad está lejos de significar quietud. Este hombre que no tiene en su vocabulario la palabra arrepentimiento, vive sus días como una construcción para ser "mejor tipo" y fiel a un juramento que hizo hace más de 30 años con Fernández Huidobro cuando estaban recluidos en un pozo: dar testimonio de lo vivido.

Y el Rulo concluye: hay que seguir con el análisis de coyuntura, que nos junta, que crea espacios donde no entran ellos. La resistencia también necesita alegría, y si es necesario, vamos con la verdulera. Seguimos. Esto no es peor que aquello: ahora no hay desaparecidos, no estamos presos,  la CGT no está intervenida, pese a todo. Ahora no nos matan. No pueden. Estamos vivos, y seguimos.

Gerardo Burton
geburt@gmail.com