martes, 8 de diciembre de 2009

en el aniversario del asesinato de lennon


a john lennon














en los diarios avisan
balazos en el dakota
el fin de cielos, diamantes
acaso
campos donde buscar salidas
silencios
pasiones sin fin, novelas
de amores suburbanos, sin pretensiones
hasta que el gurú
los cielos
el gurú
dijo que el camino era
hacer de cada uno un tonto
de cada uno
un crucificado, un viejo sin música de flauta
todo ayer
un viejo, un hombre sin lugar ni tierra
pero dejar de ser esclavos, dejar
los cielos sin imagen, los cielos sin horizonte
para un futuro
donde nada, donde el pasado tuviera finales
mientras el futuro llegaba en llamas
con un pastel en llamas como un sueño

en el absurdo bizz
una calesita interminable, una noria
para burros de clase trabajadora inglesa
antes de thatcher, antes de la tercera vía
con cuatro canales rompieron la pared de sonido
no era necesario
perdurar con canciones estúpidas de té y escones
o arcaicos colonizadores de la india, de shanghai, de hong kong

no, no necesitabas eso
para nada
te bastaban attica state, los cerriles irlandeses
la mujer y los negros, y perder fines de semana para hallarte
en un vómito de borracho en un billar
una locura como querer envejecer con ella
ojos de almendra, ojos de horizonte al alba

los tiempos cambian
y nadie, salvo las campanas, tiene memoria
de los esclavos que dieron sangre, sudor y cerveza
antes de la muerte, antes de mark david, el de honolulu, su cazador solitario
antes de la ayuda demasiado tarde

un viajador diurno, de los que llegan
con un porro a la luna, con un toque al cielo
y siempre, siempre con diamantes
y flores de celofán, ¿eh, lucy?, flores en ese río
ese único río
ya no el thames, ya no el mersey
ni siquiera el ganges porque nada es dios
nada, hermano
ni los balazos
ni la artista que te sobrevive
ni jude, ni nadie
es dios
sólo dios, esa línea que se adelgaza
donde tantos cielos estallaron
esa madrugada frente al central park
cuando las puertas no fueron nunca más abiertas

sangre en la madrugada y el periódico
vino a avisar, tarde, de tu muerte
tarde
de aquel bostezo que se iba
hacia el océano de un río recién nacido


burton, septiembre de 2001

sábado, 28 de noviembre de 2009

Argentina: La seguridad, insegura


Adolfo Pérez Esquivel*.
Una y otra vez vuelven los personajes de turno; la diva del teléfono "Su", reclama represión y pregona la pena de muerte para aquellos que supuestamente atentan contra la seguridad.
El mediático y divertido señor Tinelli y la señora de los almuerzos Mirtha Legrand, tienen medios audio-visuales a su disposición y suman su reclamo y convocan a una reunión por la "seguridad"; están cansados y temerosos que los pobres corten rutas, avenidas, y generen el caos ciudadano; están hartos de piqueteros que reclaman trabajo y seguridad para sus familias y la comunidad.
Los medios de incomunicación, comunican los desastres y anuncian el "Apocalipsis Now"; el Grupo Clarín y la Nación fogonean la campaña de desestabilizar al gobierno. La Pitonisa clama toda clase de calamidades y envía cartas a las embajadas, anunciando que, la única garante institucional de la Nación es ella y nadie más.
Pretenden ignorar que el único garante de la democracia, es el Pueblo. Josué de Castro, medico brasileño que fuera director de la FAO, en su obra "La Geografía del Hambre" dice: "Los pobres no duermen porque tienen hambre, y los ricos no duermen porque tienen miedo a los que tienen hambre".
¿Cómo podemos trabajar y lograr que todos duerman sin sobresaltos y que, aquellos que más tienen, aprendan a compartir el Pan y la Libertad, con los que menos tienen?
Pero no, los personajes ricos y famosos televisivos reclaman "seguridad y mano dura contra los pobres". Recuerdo a uno de mis profesores de filosofía, Galíndez, quien decía que: "en el teatro griego los actores usaban máscaras y al terminar la función debían sacársela y volver a ser personas". Hay personajes que continúan actuando y no quieren sacarse la máscara por miedo a ser personas. El profesor nos enseñaba que: "es más difícil ser señor que doctor".
Saquen sus conclusiones los personajes; es una buena lección. Hay que preguntarles porqué callaron cuando la Sociedad Rural y la Federación Agraria pararon el país durante 4 meses para desestabilizar y condicionar al gobierno y guardaron silencio frente a la voracidad económica del llamado "campo sojero y otras yerbas"; son quienes destruyen los montes y expulsan a los campesinos e indígenas; quienes durante el paro tiraron miles de litros de leche y alimentos de los camiones con acoplados en las rutas, mientras más de 10 millones de compatriotas están en la pobreza. No pueden ignorar que los terratenientes y sus aliados imponen los monocultivos, la desertificación y contaminación, y todito esto lo hacen con total impunidad.
Pregunto: ¿Quién se hace responsable de las pérdidas sufridas por los afectados por el paro del campo? Deben saber que muchos sectores sociales trabajan y luchan contra la inseguridad; pero la visión y comprensión es distinta a la de los ricos y famosos...
¿Le preguntaron a un chico que vive en la calle, hambreado, castigado y marginado por una sociedad injusta, cuál es su seguridad?- Recorrieron alguna villa o asentamiento y preguntaron a los pobladores cuál es su seguridad?- ¿Pensaron en los pueblos originarios a quienes los "empresarios del campo" les quitan las tierras, y los obligan a emigrar a la periferia de las grandes ciudades y formar piquetes para reclamar sus derechos?
Quienes acamparon 33 horas, en la Avenida 9 de Julio, no estaban ahí por gusto con sus bebés y niños; soportando frío, calor, presiones y la indiferencia social. Reclaman trabajo, no mendicidad; tuvieron el coraje de denunciar el clientelismo político de los municipios y a los punteros políticos y la falta de respuesta oficial.
El mismo reclamo se extiende en el país, como sucede en la Quiaca, cuando en enero, cuatrocientos pobladores, la mayoría mujeres, se declararon en huelga de hambre con su hambre, para reclaman trabajo y condiciones de vida para sus familias.
La gente busca resolver sus problemas, y cuando no son escuchados por los responsables de los gobiernos provinciales y el gobierno nacional, se movilizan para lograr sus objetivos a través de acciones de resistencia no-violentas.
En Tucumán hay "barrios privados"; sería bueno que los recorran aquellos que comen todos los días y tienen que hacer dieta para no engordar y se "sacrifican en el gimnasio".
Comprobarán que han proliferado los "barrios privados". Privados de luz, de agua, de asfalto, de escuela, de salud, de trabajo y de seguridad. Más ‘privados’ imposible.
¿Se olvidaron del saqueo del 2001 y 2002, que sufrió el pueblo cuando sacaron todo el capital del país y dejaron a muchos con una mano adelante y otra atrás, y los ahorristas en el corralito vieron esfumarse sus ahorros?
Necesitamos hacer un esfuerzo todos los sectores sociales, culturales, políticos y religiosos para recomponer el cuerpo social y no para destruir. Hay que aprender de los trabajadores de las fábricas recuperadas y de los campesinos, pequeños productores rurales; son ejemplos de resistencia social y tienen propuestas concretas.
Se está desatando una campaña con ánimo golpista; vemos una exacerbación permanente para desestabilizar al gobierno y provocar la violencia desde lo verbal a lo social y estructural. Critican hasta los 180 pesos por niños. Cualquier cosa que hace el gobierno está mal, pero no proponen nada mejor.
Los medios de comunicación, manipulan la información y aumentan las tensiones y conflictos; reclaman "libertad de prensa, confundiéndola con libertad de empresa", gritan y vociferan contra la Ley de Medios Audiovisuales. Callaron durante 25 años la ley impuesta por la dictadura militar, con la cual estaban conformes porque les garantizaba el monopolio de los medios y control de la información del país.
Estamos frente a un "aquellare político y social", que pocas veces vivió el país, cargado de fuerte virulencia contra el gobierno. Es preocupante y peligroso. Soy crítico del gobierno y lo manifiesto públicamente; hay acciones políticas contradictorias que no comparto por su incoherencia entre el decir y el hacer; pero hay que encontrar alternativas sociales, culturales, económicas y políticas.
Hace tiempo que se siente un fuerte olor podrido en el ambiente, cargado de palabras devaluadas y violentas, que van más allá de ser oposición política; se siente mal olor al estilo hondureño que pone en riesgo la democracia.
Al gobierno hay que sostenerlo, más allá de si estamos o no de acuerdo con su política, personalmente no lo estoy, y reclamarle y exigirle que corrija los errores políticos que atentan contra el pueblo; reclamarle transparencia y ética en el ejercicio de su función y gobernabilidad.
Los que disponen de medios de comunicación, tienen la responsabilidad de actuar con sabiduría y prudencia y no utilizarlo con actitudes golpistas.com. El otro camino es la complicidad para provocar la ingobernabilidad y enfrentamiento entre argentinos.
A los pregoneros que pretenden imponer la represión y la pena de muerte hay que decirles que son caminos del autoritarismo y regímenes dictatoriales que ha sufrido el país y el continente. No hemos luchado y sufrido para retroceder. El costo fue altísimo y las heridas aún duelen
Es necesario recomponer el cuerpo social y encontrar caminos superadores hacia un nuevo "Contrato Social" con nuestro pueblo y defender los espacios de libertad les decimos a los golpistas.com. "Nunca más".

(*) Adolfo Pérez Esquivel es premio Nóbel de la Paz y titular del SERPAJ

sábado, 14 de noviembre de 2009

Más sobre Leónidas Lamborghini


Falleció el escritor leónidas lamborghini
La literatura argentina perdió a un grande

Autor fundamental que renovó la poesía del último medio siglo. Participó de la resistencia peronista, sufrió el exilio y consiguió la consagración definitiva a su regreso, en los 90. Libros como Odiseo confinado o El solicitante descolocado son ya clásicos.

Publicado en Crítica digital el 14 de noviembre de 2009.

Tenía 82 años, una extensa obra literaria y el reconocimiento unánime de críticos, colegas y fervorosos lectores. Se murió Leónidas Lamborghini, el renovador del lenguaje de la poesía argentina, el que inventó la expresión “las patas en la fuente”, el escritor peronista, el que soportó el exilio, el hermano de Osvaldo, ese otro escritor que era en sí mismo toda una vanguardia.

Admirado por autores como Rodolfo Walsh, Leopoldo Marechal, Juan L. Ortiz, Oliverio Girondo, Juan Gelman, Ricardo Piglia y César Aira, Leónidas fue un escritor de la generación del 50, aunque no contó en un principio con el apoyo de la crítica, que se sentía incómoda ante su sentido del humor, de la cita y la parodia, recursos infrecuentes en los poetas de la época.

Había nacido el 10 de enero de 1927 en Villa del Parque. Fue empleado textil hasta que comenzó a trabajar como periodista en el diario Crítica. En 1955 publicó su primer libro, El saboteador arrepentido, que él mismo definió como “gauchesca urbana”, una cruza entre Martín Fierro y el humor disparatado de Carlitos Chaplín, vistos con los ojos de un nuevo Roberto Arlt.

Su segundo libro marcaría profundamente su obra y la literatura argentina, aunque su efecto fue lento: hubo que llegar a los años 80 para que Leónidas Lamborghini consiguiera el reconocimiento masivo de la crítica. Al Público (1957) apareció en Poesía Buenos Aires, la revista y editorial que reunió a la generación poética de los 50.

Su compromiso con la resistencia peronista de los años 60 lo llevó a reunir parte de su obra en el libro Las patas en las fuentes que en 1972, a su vez, pasó a ser un apartado de su libro esencial: El solicitante descolocado. Leer la poesía de Lamborghini es descubrir un autor atemporal, un clásico que reúne a la tradición y que mira al futuro con irreverencia. Molesta, causa gracia, apasiona. Nunca deja indiferente al lector.

Por su militancia peronista, Lamborghini se tuvo que exiliar durante la dictadura militar. Fue un exilio que duró mucho más que la dictadura. Regresó a Buenos Aires en 1990, cuando ya era un autor reconocido.

En la década menemista, Lamborghini agregó a su calidad poética un nuevo género: la narrativa. Publicó las novelas Un amor como pocos (1993) y La experiencia de la vida (1996). Su obra de ficción se completa con Trento (2003).

También en esos años recibió el Premio Leopoldo Marechal por el conjunto de su obra (1991) y el Premio Boris Vian –de reconocido valor literario– por Odiseo confinado (1992).

Como le contó a Crítica de la Argentina hace poco más de un año, a Leónidas Lamborghini siempre le gustó el fútbol. Aunque en los últimos tiempos sólo miraba los partidos en los que jugaba Messi. “Uh, es un artista, como Maradona, son tipos que llevan la cancha adentro –contó a este diario–. Yo con una de esas entradas que hace Messi ya estoy completo: es como esos escritores a los que admirás porque el tipo puede decir bien clarita esa cosa que vos querés decir pero no podés. Ahí justificás toda una vida de aburrimiento, de desazones, de alegrías y de llantos: todo eso te lo resume el escritor en una línea”.

Los restos de Leónidas Lamborghini serán velados hasta hoy a las 16 en la Sala Augusto Raúl Cortazar de la Biblioteca Nacional. Más tarde será enterrado en la Chacarita. Sus libros seguirán pareciendo escritos por un joven rebelde y talentoso.

“La palabra tiene una fuerza tremenda cuando la maneja el poeta”
Por Fernanda Nicolini

En agosto de 2008, Crítica de la Argentina entrevistó a Osvaldo Lamborghini. Recordamos fragmentos de ese diálogo.

–¿Por qué cree que la crítica rechazaba sus poemas?

–Las formas de rechazo tenían que ver con la poética de las escuelas del 40 y del 50, donde la risa no entraba en la poesía y donde se habían olvidado de la épica; porque era una poesía lírica del yo, pero yo decía: “Están pasando tantas cosas alrededor que no puedo incluir mi yo en este contexto de proscripción, de persecución”.

–Ahora que lo admiran y los jóvenes poetas lo citan como referente, ¿le gusta?

–No mucho. Creo que es la comprensión de un tipo que ha vivido al margen y ahora el sistema parece aceptarlo. El sistema es como una esponja: pasan años de rechazo y llega un momento que te absorbe y vos empezás a desconfiar. No te sentís bien, al contrario, te mirás y decís: ¿de qué se trató todo esto? Pasó con la vanguardia, con los cubistas.

–¿Por qué se define como jugador y no como poeta?

–Me viene mejor porque en el jugador está aquel que apuesta y termina apostándose a sí mismo en un poema que en su momento no era considerado poesía, era confuso, se criticaba, y ahora resulta aceptado.

–Ese jugador que apostó y ahora lo respetan, ¿ganó?

–No, yo creo que, leyéndolo bien, perdimos todos.

–¿Está escribiendo?

–No, estoy cansado. Terminé de escribir algo pero estoy medio cansado ya. Mirá, las cosas que hago siempre han tenido la dificultad de no saber qué son: si son poesía, si es prosa poética. Todavía me sigue pasando.

–Usted dice que sus libros no se parecen entre sí, ¿se propuso que fuera así?

–No, hay una línea de exploración que siempre está presente, de no repetirse. Porque si tenés la compulsión a repetirte quiere decir que encontraste una fórmula y la aplicás en cada libro, y eso es muy aburrido.

–Después de haber escrito más de 20 libros de poemas y otras tantas novelas, ¿las palabras todavía le resultan indomables?

–La palabra tiene una fuerza tremenda cuando la maneja el poeta. Pongamos un ejemplo límite: cuando Cristo le dice a Lázaro, “levántate y anda”. Con la palabra ya está hecho todo.

–¿Cómo concibe un poema?

–Es una voz que logra filtrarse a través de los barrotes del poema y llegarte. Digo “los barrotes del poema” porque en la poesía está eso de la metáfora, las comparaciones, el lujo expresivo, qué sé yo. A mí lo que me interesa es que llegue esa voz. Construirla o hacer las cosas de manera que eso sea lo que se escuche, y no los otros brillos o adornos. Porque si pasan a un primer plano, tenemos un poema, y uno ya no quiere un poema, quiere esas líneas que de repente sean sobrepasadas por la voz y que lleguen al que lee.

–¿Lee poesía actual?

–Sí, leo a algunos, pero no quiero hacer nombres porque se ofenden, pero hay toda una camada que me gusta porque hay una búsqueda y logros. No tengo una lectura ordenada, yo soy un lector a picotones, no sistemático, siempre fui así.
Esta ediciónSábado 14 de noviembre
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Murió Leónidas Lamborghini



Despedida para el big bang de la poesía argentina

Desde la publicación de El solicitante descolocado, Lamborghini fijó una expresión poética que fascinó a unos y descolocó a otros. Su imborrable carcajada impone un adiós desprovisto de solemnidades.

Por Silvina Friera (Publicado en Página 12 el 14 de noviembre de 2009)

Peronista de alma, Lamborghini soportó la persecución de la Libertadora y el exilio en la dictadura.¿Quién va a meter las patas en las fuentes de la poesía ahora que te fuiste, adorable bufón, “periférico” y “marginal”, de risa canalla? “El tono es todo, vos le cambiás el tono a un texto y chau”, dijiste a quien esto escribe, como puede, intentando que el acento no se precipite por el abismo de la tristeza alambicada. A Leónidas Lamborghini, que murió ayer a los 82 años, al poeta que revolucionó la poesía argentina con El solicitante descolocado y escandalizó a los vates elegíacos que lo acusaron de mancillar la poesía, no le gustaría una inflexión fúnebre, solemne, de efecto emotivo y lacrimógeno. Contra esa modulación, que asfixiaba a la poesía argentina de fines de la década del cincuenta, plantó sus banderas revulsivas sin concesiones. O mejor dicho, desafiante y también a la defensiva, porque intuía los rechazos que provocaría su estética socarronamente gauchesca, barajó y dio de nuevo al lanzar un experimento hasta entonces inconcebible, aunar lo nacional y popular con una propuesta vanguardista, burlona y lúdica, en una época de escasa fertilidad para comprender el “compromiso” que el poeta estaba asumiendo. Su voz será eternamente joven; el mote de octogenario le sentaba como una patada al hígado de sus versos, siempre nuevos y agitados por una respiración entrecortada, como si balbuceara.

Quizá para escribir sobre Leónidas haya que entregarse a una suerte de “vagabundeo mental”, que es lo que el poeta practicaba, encerrado en su austero departamento de la calle Laprida, tratando como Prometeo de arrebatarle palabras al silencio en compañía de su perro Dodó. Un hombre joven, que había nacido el 10 de enero de 1927 en Buenos Aires, para colmo de males peronista y poeta, andaba desorientado por las calles de una Buenos Aires convulsionada por la represión de la “Revolución Libertadora” del ’55. Hijo de un próspero ingeniero industrial que no toleró la idea de que sus hijos (Leónidas y Osvaldo) se dedicaran a la literatura, Lamborghini se la rebuscaba como cobrador o encargado de fábrica, lo que pintara, mientras garabateaba sus primeros versos, que se publicaron en la plaqueta El saboteador arrepentido. Le agarró un metejón, el de la poesía, que nunca lo abandonó, a pesar de que no cuajaba con la estética de la generación del ’40 ni pertenecía a la generación del ’50. Pero el hecho de ser un huérfano no lo amedrentó. Sabía que andaba solito, pero estaba convencido de que lo que estaba escribiendo valía la pena.

Comenzó a probar con el contrapunto de voces de su emblemático poemario, El solicitante descolocado, reeditado el año pasado, a cincuenta años de su publicación, por la editorial Paradiso. Una es la del solicitante descolocado, en el infierno de la degradación de toda una sociedad y de su existencia porque la aventura peronista quedó clausurada. La otra es la del saboteador arrepentido que espera la redención de sus culpas. De modelo, le sirvió la gauchesca del Martín Fierro, las voces de Cruz y de Fierro, pero también su libro de cabecera, Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll. El ciclo de El solicitante descolocado incluiría los poemarios Al público, Las patas en las fuentes, La estatua de la libertad y Las diez escenas del paciente.

En aquella entrevista con Página/12, el poeta recordaba a ese solicitante descolocado, esa voz con la que a los 81 años continuaba dialogando. “El solicitante lanza consignas, ha leído a Marx, a Perón, a Dante, Baudelaire, Discépolo, los poetas gauchescos y todo eso es una mezcla explosiva para él. Su cabeza no da para hacer una síntesis. Habla como puede, a balbuceos, a tartamudeos. Ahí empieza la utilización de un recurso, el anacoluto, que es dejar la frase por la mitad, pensando que al podar ahí toma más fuerza que si le ponés la información. Siempre he dicho que se ve más la rama en el tronche que en la rama entera. En el poema clásico se pasa sin transición a que la musa ayude al poeta, tanto en Homero, como en Dante y en Hernández, pero acá se establece una tensión porque se le niega virtud, en el sentido de poder. El solicitante no tiene virtud para hacer un poema, trata de decir como le venga, y nunca tiene tiempo. ¡Lo neurótico que es ese personaje... como para tenerle fe! Es una especie de Erdosain, si hablamos del modelo, pero el autor siempre se equivoca.”

Quienes han tenido el privilegio y el placer de pasar unas horas o una tarde con Lamborghini saben del manantial de anécdotas que podía desenterrar de su memoria, a veces un tanto esquiva, este viejo encantador. Cuando aún era un poeta inédito, leído por unos pocos que “le dieron pelota”, Rodolfo Alonso y Paco Urondo le prometieron organizar una lectura en el Teatro del Pueblo. Hacia allí rumbeó el poeta con su cuadernito. La gente comenzaba a irse. Emma de Cartosio, según lo narraba Lamborghini hasta imitando el tono exasperado, se levantó y gritó: “¡Para esto pagué, para esto vine!”. En otras lecturas, también sintió la reprobación de sus pares. “Esto es confuso”, “eso no es poesía”, o “¡Qué hace esa risa sarcástica, payasesca en un poema, por favor!”. “Todo lo que oliera a peronismo era la alpargata, más un poema que se llamaba Las patas en las fuentes. Hasta los muchachos del aparato me corregían y me decían: ‘No compañero, las patas en las fuentes no, los pies en las fuentes...”, repasaba Leónidas.

El poeta sabía que tenía que asimilar la distorsión y devolverla multiplicada: “Vos me decís aluvión zoológico y yo te digo las patas en las fuentes”. La eclosión, el bullicio social, el ascenso de una clase no lo asumía la poesía de fines de los años ’40 y principios de los ’50. “Los poetas del PC hablaban de un obrero idealizado y con un lenguaje poético y no con el lenguaje de la calle, no miraban que eso podía ser una poética también. Eso era inédito. El que lo aceptó fue Marechal, pero estábamos en la misma onda. Marechal me dijo que yo había abierto un nuevo camino para la poesía. Pero eso fue a posteriori, en los ’60, cuando nos conocimos”, comentaba el poeta. La risa no tenía el beneplácito de los elegíacos, que creían lo que él hacía era un chiste o una o broma, la más genial y formidable broma de Leónidas que por una ceguera y sordera combinadas no podían apreciar. Los precursores pagan el precio del rechazo, aunque después el tiempo y los lectores se encarguen de reparar las viejas heridas.

Lo corrió el terror de la dictadura por su militancia peronista –fue guionista del programa radial El Toto te la canta justa, de la campaña de Héctor Cámpora–, y se exilió en México desde 1977 hasta 1990. “Tuve suerte de encontrar laburo, pero no toqué para nada la poesía. Me sentía extraño. Fue como pasar de un exilio a otro”, se lamentaba por ese período de sequía. Pero regresó y siguió escribiendo en sus cuadernos (la computadora para él era “fantasmal”) y publicando, entre otros, Circus, 11 reescrituras de Discépolo, Perón en Caracas, Mirad hacia Damsaar, La risa canalla (o la moral del bufón), Encontrados en la basura, Carroña última forma; las novelas Un amor como pocos, La experiencia de la vida y Trento; además de la obra de teatro Perón en Caracas.

“Hay que captar y ver lo que está volando para ponerlo en un poema”, sugería el poeta. “No hay originalidad, todo pasa por apropiarse de lo que cada uno crea que le sirve. Por eso hay que tener mucho cuidado con la palabra creación, como si fuera ex nihilo, es decir de la nada”, advertía Leónidas. “Hace rato que nos venimos influyendo, copiando y reciclando desde Homero, o antes que él. Hay un reciclaje continuo de temas, de expresiones, de versos, que se van presentando de otra forma. Yo adhiero a lo que dice el Eclesiastés, ese libro maravilloso: ‘No hay nada nuevo bajo el sol’. Cuando alguien habla de originalidad, o es un estúpido o es un impostor.” Leónidas confesaba que no se sentía cómodo con el actual reconocimiento y que añoraba la época en que se lo criticaba. “El sistema primero te rechaza y después te adopta, entonces uno tiene que tener mucho cuidado y desconfiar. No hay un libro mío que se parezca al otro; no para desacomodar al lector sino para desacomodarme a mí mismo y no acostumbrarme a estar en un mismo lugar, porque a mí entre otras cosas se me acusó de no tener estilo. Si hay una unidad en mi obra, está en el cruce entre lo ‘alto’ y lo ‘bajo’.”

Cuando Ricardo Piglia presentó el poemario Odiseo Confinado en 1992 (reeditado por Adriana Hidalgo), escribió un recordado texto en el que confesaba que “todos admiramos a Leónidas Lamborghini y todos lo hemos copiado”. Se lo va a extrañar, pero con una limpia y sonora carcajada, de ser posible, al evocar sus poemas, sus reescrituras, su empecinamiento poético y vital. Leónidas fue el big bang de la poesía argentina. Tal vez ahora más que nunca sea pertinente citar una de sus frases de cabecera de su amadísimo Discépolo: “Tanto dolor que hace reír”.

* Sus restos serán velados en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502) hoy hasta las 16.



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de Santillán
–Vi a Kosteki caer
ensangrentado
y acudí a cubrirlo:
caí, como él,
muerto por la jauría
policial.



Ni muertos, ni vivos;
ahora nos vemos
en la memoria
del puente que
cortamos,
haciendo memoria
como hacíamos pan:



contra el olvido que
nos pide paso.

sábado, 7 de noviembre de 2009



A los 75 años, murió Aníbal Ford
El hombre que pensó la comunicación
Cofundador de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA, profesor, escritor, periodista, investigador, viajero incansable, Ford vivió ligado a toda forma de la cultura. Llegó por fuera del canon de la academia y dejó una marca indeleble.
Por Karina Micheletto

“Soy una especie de humanista renacentista, todo me interesa.”Fue formador de discípulos en un campo teórico en formación, profesor universitario, investigador de la cultura y la comunicación, viajero incansable, amante de los ríos, las navegaciones, buceador de las orillas, de los márgenes. Hombre de letras en el más amplio sentido: desde fletero de una editorial hasta director de sellos y colecciones, pasando por el ejercicio mismo de la literatura, el periodismo y la investigación, vivió ligado a todas las formas de la cultura escrita. Ayer, a los 75 años, murió Aníbal Ford, uno de los intelectuales que abrió el campo de los estudios de Comunicación y Cultura en la Argentina y en América latina, figura fundante de la disciplina en el país.

Ford se graduó en Filosofía y Letras y a esa facultad volvió en 1973, cuando Paco Urondo era director de la carrera de Letras y le propuso dictar la materia Introducción a la Literatura. El gesto de Urondo, al llamar a alguien que no pertenecía al canon de la academia, y mucho menos al de la crítica literaria tradicional –por entonces Ford era redactor de la Historia del movimiento obrero, del Centro Editor de América Latina y trabajaba como fletero en la editorial Paidós– respondía al espíritu que desde entonces guiaría teóricamente a este investigador, con el que encararía también, junto a una cantidad de destacados intelectuales provenientes de Letras, la creación la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA, tras el advenimiento de la democracia, a mediados de los ’80.

Esa guía de acción teórica tenía que ver básicamente con una revisión integral del saber cristalizado de la academia y con la expansión del campo de estudio hacia problemáticas surgidas en otros ámbitos. Entre esos otros ámbitos, el de la acción política y editorial marcaron el núcleo duro de sus investigaciones. La importancia teórica y política de aquellas primeras clases de Introducción a la Literatura –la materia era dictada por Ford y Angel Núñez, y el jefe de trabajos prácticos era Juan Gelman– fue rescatada con 30 años después, editado por la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, donde es posible analizar con la distancia que permite el paso del tiempo aquellos textos que circulaban mimeografiados en los ’70.

Junto con Eduardo Romano y Jorge B. Rivera, Ford fue uno de los fundadores de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, donde mantuvo una cátedra de la materia Comunicación y hasta sus últimos años se desempeñó como investigador y profesor consulto. Su labor fue fundante en el campo de la recepción y la cultura en América latina y fue un referente y un formador de una cantidad de discípulos en el campo. Fue, además, uno de los primeros que se animó a pensar las nuevas tecnologías, en tiempos en que “Internet” no era una palabra de uso cotidiano, sin apelar a una lógica paranoica. “Yo no soy un especialista en nuevas tecnologías, sino en los problemas culturales que ellas generan”, aclaraba en una de las últimas entrevistas que dio.

Militante peronista, fue preso durante la dictadura de Onganía y eligió el exilio interno en la última dictadura, según contaba sobre aquellos años. Entre el ’74 y el ’88 abandonó toda vinculación con la academia. Su adscripción al peronismo terminó con el gobierno de Menem, cuando rompió el carnet. “Hace muchísimos años que no soy peronista. No sé qué es el peronismo, no me interesa. Me interesa América latina”, decía cuando le preguntaban sobre Kirchner.

El campo editorial fue otro ámbito en el que Ford dejó huella. Junto con el mítico Boris Spivacow formó parte de los equipos de los igualmente legendarios Centro Editor de América Latina y Eudeba. En sus clases solía contar a sus alumnos anécdotas de- sopilantes del modo en que se concretó lo que parecía imposible, aquella empresa tan arriesgada como su slogan: libros para todos. Aquellas anécdotas fijaban en la memoria de los alumnos escenas cotidianas, hilarantes o ridículas, de esas gestas fundamentales en la construcción de la identidad cultural de las capas medias argentinas: la expansión de un público lector, con tiradas masivas a bajo precio y disponibles en los kioscos. Otra Argentina.

Sus clases siempre estaban cruzadas por este tipo de relatos de aventuras, que podían transcurrir en los ríos del Delta de Tigre, en el faro del Fin del Mundo, o en la ruta, en viaje. La solidez teórica que exhibía encontraba en estas historias el balance didáctico perfecto. De esta misma habilidad hizo gala en su labor periodística, siempre cruzada por un abordaje desde los estudios culturales: fue redactor del suplemento cultural de La Opinión y del diario Noticias, entre otros medios, y jefe de redacción de la recordada revista Crisis, en la que trabajó desde 1974 hasta que fue clausurada por la dictadura. El año pasado creó y dirigió la revista digital Alambre, en la que publican destacados intelectuales de la comunicación y la cultura, como Renato Ortiz y Néstor García Canclini.

En su obra se cruzan ficciones, ensayos e investigaciones como Sumbosa, Ramos generales, Los diferentes ruidos del agua, Oxidación, Homero Manzi, Medios de comunicación y cultura popular, Desde la orilla de la ciencia, Navegaciones, La marca de la bestia y Resto del mundo. En algunos reportajes, él lamentaba haber dejado de lado en ciertos momentos de su vida su producción ficcional, el campo específico de la literatura: “Me tragó mucho esto de jugar en el campo de las ciencias sociales, de disfrazarme de comunicólogo”, decía.

En ese movimiento continuo al que lo obligaba no sólo su pasión por los viajes, los ríos y la pesca, también su pasión por la investigación más allá de límites disciplinarios y de género, Ford se definía a sí mismo como “una especie de humanista renacentista”. “Todo me interesa, y todo lo que he hecho me ha gustado hacerlo, hasta mi trabajo en una fábrica de químicos durante el Proceso”, decía. En un reportaje a este diario, arriesgó otra definición ajustada: “Muchos dicen que soy populista de vanguardia. Yo me considero un explorador de la literatura y de la cultura, pero también me río de esa propia exploración, nadie puede decirme que me la creo. Estoy yendo a orientación vocacional, quiero saber qué quiero hacer cuando sea grande”.


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miércoles, 4 de noviembre de 2009

A los 100 años, murió Claude Lévi-Strauss



“La humanidad se dispone a producir civilización en masa”
Imposible sintetizar su legado en algunas líneas. Capaz de estudiar a Marx y Freud y luego internarse en la selva amazónica, el filósofo francés llevó a las alturas su gusto por las ideas, que lo condujo a explorar el conocimiento con auténtica pasión.
Por Silvina Friera
El maestro de cara angulosa y ojos pequeños, que odiaba los viajes y a los exploradores, hizo escuela. Enseñó nada más ni nada menos que a mirar contemplando lo remoto como ordinario y sorprendiéndose ante lo cotidiano. El valor de la pluralidad humana y la necesidad de defenderla, el estudio de los fenómenos sociales y culturales, enfocados en los mitos, fueron la espina dorsal de sus reflexiones, de su escritura traviesamente literaria, que incita a preguntarse si no será uno de los grandes autores de la literatura francesa. Las hipótesis y conjeturas, se sabe, las responde, cuando puede, el tiempo. Anticiparse y definirlo como escritor también, ahora que se multiplicarán las alabanzas al “sabio del siglo XX”, sería una empresa probablemente destinada al fracaso. El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX y padre del enfoque estructuralista de las ciencias sociales, que influyó de manera decisiva en la filosofía, la sociología, la historia y la teoría literaria –y hasta bien podría ser tenido como uno de los precursores de la ecología, en el más amplio de los sentidos–, murió el viernes pasado a los 100 años, según informó ayer la editorial Plon. En uno de sus libros más celebrados, Tristes trópicos, de 1955, escribió una de esas frases que suelen dar mucha tela para cortar, más allá de la coyuntura en la que fue pensada: “La humanidad se instala en la monocultura; se dispone a producir civilización en masa, como cultiva la remolacha”.

Este sabio longevo, que nació en Bruselas en 1908, estudió filosofía en la Sorbona, porque su gusto por las ideas era “lo que menos dificultades me planteaba”, como dijo. Leyó a Marx durante sus años de estudiante y militó en la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera) a fines de la década del 20. Otra de las grandes revelaciones intelectuales de su vida fue Sigmund Freud, quien le enseñó que “incluso lo que se presentaba bajo los aspectos más irracionales, los más absurdos, los más chocantes, podían ocultar una racionalidad secreta”. Las influencias no se detienen en estos dos titanes. Lévi-Strauss fue hijo intelectual de Emile Durkheim y de Marcel Mauss; se interesó en la lingüística de Ferdinand de Saussure y Roman Jakobson y el formalismo de Vladimir Propp. Y más allá de los nombres que conforman esta suerte de breve retrato de sus lecturas capitales, además era un apasionado de la música, la geología, la botánica y la astronomía.


El telefonazo

Su vocación nació, como le gustaba contar, de un telefonazo. Marcel Mauss y su equipo estaban buscando, entre los licenciados en Filosofía, gente que quisiera trabajar en el recién creado Departamento de Etnografía, una ciencia que acababa de adquirir rango universitario y que hasta entonces había dependido de misioneros y administradores coloniales. “Yo hacía sólo dos años que ejercía como profesor de Filosofía, en Mont-de-Marsan y en Laon, en 1932 y 1933. El primer año es apasionante, tienes que construirte todo un programa, pero los cursos siguientes te limitas a retocarlo. Estaba claro que no era eso lo que iba a dar sentido a mi vida. Tenía ganas de descubrir el mundo. Y de ahí que aceptase un puesto en la universidad de San Pablo y comenzase mis viajes de etnólogo.” Lévi-Strauss tenía 27 años cuando abandonó la confortable vida académica francesa para meter las patas en el barro del Mato Grosso y la selva amazónica brasileña. Esa prolongada estancia con los indios del Amazonas marcaría a fuego la identidad de este hombre que vivió en Brasil entre 1935 y 1939. ¿Qué encuentra el antropólogo en esa sociedad humana “reducida a su expresión básica”? Lo que el zoom de su mirada acerca, lo que enfoca con una precisión hasta entonces desconocida, son las fauces del colonialismo y cómo el viejo “buen salvaje” de Rousseau deviene en desechos del progreso industrial europeo.

“El viaje del etnógrafo tiene muy poco que ver con la aventura romántica que pude imaginarme antes de marchar hacia Brasil”, confesó el antropólogo muchos años después de aquella emblemática experiencia. En esa región selvática se encontró al “Otro”, a los indios, a hombres “sin Historia”, que lo iniciaron en otra manera de pensar, donde el mito juega un papel más importante que la razón. Partiendo de los indígenas Bororo, Nambikwara y Tupi Kawahib de Brasil, Lévi-Strauss comenzó su gigantesca investigación sobre la mitología de los indígenas del continente. “He sido siempre un americanista a causa de la impresión imborrable provocada en mí por el Nuevo Mundo, a lo que se agrega el trastorno, que dura aún, causado por mi contacto con una naturaleza virgen y grandiosa”, escribió. “Creo que ningún otro continente necesita tanta imaginación para estudiarlo”, aseguró el pensador e investigador, que plasmó posteriormente esta visión en ese curioso y paradigmático artefacto narrativo que es Tristes trópicos, modelado con la arcilla de la escritura literaria. Cerca de la frontera con Bolivia, precisaba en el libro, se cruzó con los Tupi Kawahib. El intento de comunicación fue frustrado por la imposibilidad de entablar un diálogo. Imposible sortear la muralla que levantaba la lengua. “Estaban realmente dispuestos a enseñarme sus costumbres y creencias, pero yo nada sabía de su lengua. Estaban tan cerca de mí como una imagen vista en un espejo. Los podía tocar pero no podía entenderlos. Allí tuve mi recompensa y al mismo tiempo mi castigo, pues, ¿no consistía mi error, y el de mi profesión, en creer que los hombres no son siempre hombres? ¿En pensar que algunos merecen más nuestro interés y atención porque en sus maneras hay algo que nos asombra?”

La transformación radical que él iniciaría en la etnología contemporánea consistió en elaborar un método original que mezclaba las aguas del estructuralismo y el psicoanálisis a la hora de interpretar los mitos; método que el antropólogo francés utilizó para estudiar la organización social de las tribus de Brasil y la de los indios del norte y sur de América. Tres bloques de hormigón constituyen las aportaciones que puso sobre el tapete de las ciencias sociales: la teoría de la alianza, los procesos mentales del conocimiento humano y la estructura de los mitos.

La teoría de la alianza plantea que el parentesco está más vinculado con la alianza entre dos familias por matrimonio respectivo entre sus miembros que con la ascendencia de un antepasado común. El autor de Las estructuras elementales de parentesco astilló la distinción entre pensamiento “primitivo” y “civilizado”; la mente humana organiza el conocimiento en parejas binarias y opuestas que se “modulan” de acuerdo con la lógica. El mito y la ciencia, entonces, están estructurados por pares de opuestos relacionados lógicamente.


El mito de la nostalgia

Una de las críticas que tuvo en su momento cierto predicamento acusaba a Lévi-Strauss de mirar con nostalgia las sociedades que producen mitos, que tienen estructuras de parentesco sofisticadas, pero totalmente ajenas al cambio, conservadoras y cerradas en sí mismas. Esta lectura, para muchos errática y reduccionista del más complejo pensamiento del antropólogo francés, ocasionó que en su momento se interpretara que la antropología debía dedicarse al estudio de las sociedades arcaicas, “sin historia”, cuando, en rigor, el autor de libros fundamentales como El pensamiento salvaje (1962) y su monumental Mitológicas (cuatro tomos publicados entre 1964-1971) siempre se interesó por la estructura en el porvenir. La concepción del tiempo en las sociedades modernas se ubica en el horizonte del progreso, mientras que las sociedades que él estudiaba conservaron una sabiduría particular que las impulsaba a resistir cualquier modificación de su estructura resistiendo la idea de progreso. En este nudo se afincaba el reproche hacia la nostalgia que cultivaba el pensador francés.

Luego de su inmersión por la selva amazónica y su trabajo como profesor en la universidad de San Pablo, volvió a Francia en vísperas de la Segunda Guerra Mundial y estuvo movilizado como oficial entre 1939 y 1940, pero fue dado de baja por su origen judío. Escapó de la ocupación nazi y se instaló en Estados Unidos, donde impartió clases en la New School for Social Research de Nueva York, ciudad en la que conoció y trató al lingüista Roman Jakobson, cuya obra fue fundamental para la evolución de sus ideas. A su regreso a Francia, fue sudirector del Museo del Hombre de París, enseñó en el Collège de France, desde 1959 hasta su jubilación en 1982; y en 1973 se convirtió en el primer antropólogo en ingresar a la Academia Francesa. A Lévi-Strauss le gustaba bromear y afirmar que había descubierto el estructuralismo antes de leer. “El secreto del estructuralismo creo haberlo intuido mientras estaba en el frente, en la Línea Maginot, como oficial de enlace que esperaba servir de intérprete a las tropas británicas. Allí, mientras esperábamos una batalla que no comenzaba, pude observar con detalle cómo, detrás del aparente azar de la belleza ondeante de un campo lleno de flores, estaba una organización estricta de cada una de ellas”, explicaba. “Luego, en Nueva York, el encuentro con Roman Jakobson fue definitivo. Me reveló que era estructuralista sin saberlo.” Catherine Clément, filósofa y especialista en la obra del antropólogo francés, recuerda la irritación del etnólogo al descubrir, en casa de ella, sus libros puestos en el mismo estante que los de Michel Foucault, Roland Barthes, Louis Althusser o Jacques Lacan. “Los únicos estructuralistas al lado de los cuales acepto figurar son Emile Benveniste y Georges Dumezil”, aclaró Lévi-Strauss.


La frontera de la humanidad

“Demasiado cientificista”, sentenciaron al estructuralismo muchos filósofos. “Demasiado filosófico”, protestaron muchos científicos. Algunos con mayor o menor ironía vieron en Lévi-Strauss a una suerte de mago que no dejaba de sacar de su galera estructuras por todos lados. A otros les resultó imperdonable que el antropólogo planteara preguntas que supuestamente no respondía al pie de la letra de lo que otros esperaban. “Al estructuralismo se le reprochó ser antihumanista y eso es parcialmente cierto”, admitía. “Es imposible para un etnólogo no tomar en consideración la destrucción sistemática y monstruosa que los occidentales hemos hecho de las culturas distintas de la nuestra desde, como mínimo, 1492. No es posible separar o aislar esa condena de la destrucción de la que hoy son víctimas especies animales y vegetales, y todo eso en nombre de un humanismo que situó al hombre como rey y señor del mundo. La definición que el humanismo clásico hace del hombre es muy estrecha, lo presenta como un ser pensante en vez de tratarlo como un ser viviente y el resultado es que la frontera donde se acaba la humanidad está demasiado cerca del propio hombre.”

Lévi-Strauss reconocía que el escepticismo llega con la edad. “El espectáculo que ofrece la ciencia contemporánea invita a ello. Durante el siglo XX esa ciencia ha progresado mucho más que en todos los siglos anteriores, una aceleración enorme en la producción de conocimientos y, al mismo tiempo, ese progreso vertiginoso nos abre abismos insondables, cada descubrimiento nos plantea diez enigmas, de manera que el esfuerzo humano está abocado al fracaso. Pero está bien que sea así.” Ese escepticismo se profundizó en una de las últimas entrevistas que concedió, en 2005, en la que pronosticaba que “vamos hacia una civilización de escala mundial en la que probablemente aparecerán diferencias”. “Estamos en un mundo al que yo ya no pertenezco. El que yo he conocido, el que he amado, tenía 1500 millones de habitantes. El mundo actual tiene 6000 millones de humanos. Ya no es el mío.”

El mundo cultural francés cayó rendido a sus pies el año pasado cuando celebró los 100 años de su “hijo más ilustre”. Suplementos especiales, documentales, exposiciones y reediciones de sus libros proliferaron en lo que bien podría haber sido declarado el año Lévi-Strauss. La crítica literaria, el psicoanálisis, la lingüística, la historia, la filosofía llevan medio siglo dialogando con él. Incluso contra él, sin que ninguna haya podido esquivar el influjo de este “pensador salvaje”. “¿Para qué sirve actuar, si el pensamiento que guía la acción conduce al descubrimiento de la ausencia de sentido?”, se preguntó en Tristes trópicos. “Simplemente he aspirado a dar cuenta de fenómenos múltiples y complicadísimos de una manera más económica, y más satisfactoria para el intelecto que todo lo hecho anteriormente. Pero con la certeza de que este estadio es provisorio y que otros, mejores, lo sucederán”, reflexionaba el antropólogo. El legado de Lévi-Strauss se podría sintetizar, si esto fuera posible en apretadas líneas, en su ponderación de que el saber científico avanza, a paso inseguro, bajo el látigo de la contención y la duda.


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sábado, 31 de octubre de 2009

Entrevista a la escritora cordobesa María Teresa Andruetto





“Todos somos para el otro un desconocido”
En la novela La mujer en cuestión, que acaba de reeditarse, la autora explora el tema de la responsabilidad de la sociedad civil durante la dictadura. Allí elude cualquier enfoque maniqueísta. “Yo quería desplazarme del lugar del testimonio de la víctima”, dice.
Por Silvina Friera

Andruetto ganó la semana pasada el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil.María Teresa Andruetto llega a Aeroparque desde Neuquén, donde estuvo dando un curso y unas charlas. Antes de rumbear para las sierras cordobesas, el lugar en el mundo que eligió para vivir y escribir, tiene cuatro horas de espera. Su sonrisa expansiva como una ráfaga de aire fresco conjura el cansancio del viaje, de estar “en tránsito”. Su tonada cordobesa, mitigada por el ruido ambiente, hace memoria. El disparador del encuentro es la reedición de La mujer en cuestión (DeBolsillo), una novela que va al hueso de la responsabilidad civil de la sociedad argentina durante la última dictadura militar. El lector nunca sabrá quién encarga un informe exhaustivo sobre la vida de Eva Mondino, sobreviviente del campo de La Ribera, uno de los principales centros clandestinos de detención que funcionaron en la provincia de Córdoba. El informante y narrador del texto, metódico y pulcro como un fiscal judicial, entrevista a la mujer en cuestión y a más de treinta personas. Los datos precisos son pocos. Eva estudió en la Escuela de Trabajo Social y luego se pasó a la carrera de Psicopedagogía, obtuvo el título en julio de 1976, año en que dio clases ad honorem en una cooperativa, militó en el centro de estudiantes, “esa manga de comunistas”, según dice una ex amiga de Eva, y comenzó a trabajar en un diario.

También en el ’76, la pareja de Eva, Aldo Benegas, ingresó como conscripto en la Marina y a ella la echaron del diario. El resto de la información, la desaparición de su pareja, el secuestro de Eva, su embarazo (no se sabe quién es el padre) y si el bebé murió pocos días después de haber nacido o fue apropiado ilegalmente por un alto funcionario de las Fuerzas Armadas, está sujeto al mosaico de versiones de los hechos, a lo que cada persona recuerda. A pesar de no poder establecer a ciencia cierta lo que pasó, el informante opta por los relatos que le parece se ajustan mejor a la realidad.

Andruetto publicó La mujer en cuestión en 2003. “El punto de partida tuvo que ver con una amiga que se había muerto y de la cual yo me iba enterando zonas de su vida que desconocía. Este detonante agitó algo que siempre estuvo en mi percepción: la idea de que hay mucho más mundo del que uno puede conocer en cada persona; que en el fondo todos somos para el otro un desconocido”, dice la escritora en la entrevista con Página/12. Desde que tuvo la punta del ovillo de esta novela supo que la palabra la tendrían los otros en vez de la víctima. “La dictadura me atraviesa de modos diversos y ha parecido de manera sesgada en mi narrativa. Cuando escribí la novela, ubiqué al personaje con un par de años más de los que yo tenía. Entonces la vi joven y vi también mis años jóvenes. Cuando encontré al informante, encontré la novela”, plantea la escritora.

–Todas las voces que van refiriendo distintos aspectos de la vida de Eva permiten dar cuenta de que se sabía lo que estaba pasando durante la dictadura. ¿Escribió la novela a contrapelo del “yo no sabía nada”?

–Me interesaba que las voces de lo social entraran a actuar en la novela. Más que Eva en sí, quería que se vieran los matices del cuerpo social y una idea que persiste en mí: la dictadura es algo que construimos entre todos. Más allá de que haya responsables, una buena parte de la población, y me incluyo porque no quiero salir del cuerpo social que generó la dictadura, fue haciendo caso omiso de la situación, repitiendo lo que otros decían. Diría que hubo una suerte de inercia social que acríticamente apoyó la dictadura. Aún hoy estamos todo el tiempo negando situaciones sociales difíciles o reproduciendo acríticamente ciertos conceptos.

La reedición de la novela incluye dos trabajos críticos de Pampa Arán y Pablo Dema. “Si los altos jefes militares tuvieron una responsabilidad criminal y los políticos y sindicalistas que ocuparon cargos burocráticos durante el gobierno una responsabilidad política, al resto de la ‘gente común y corriente’ se le puede adjudicar una responsabilidad moral. Esta última sería la categoría en la que entran los familiares y conocidos de Eva según sus actitudes –plantea Dema en Literatura, represión y sociedad–. En general no aparecen personajes que ignoraban lo que estaba sucediendo, la mayoría estaba al tanto y, por temor a ser detenidos o por afinidad ideológica con el gobierno, ofreció algún tipo de colaboración al aparato represor estatal.”

–¿Por qué uno de los aspectos que más se cuestionan, entre quienes estuvieron detenidos en un campo de concentración, es la colaboración?

–Ya la palabra misma es un eufemismo; colaborar está puesto en un contexto de necesidad de sobrevivencia, más allá de los matices humanos que hay entre la colaboración de los presos y las presas, y sobre en todo en el caso de las presas, donde aparece el tema de lo sexual como un elemento más de la colaboración. También hay colaboraciones que han ido más allá de la necesidad. Me interesa explorar esta cuestión, no tanto en el caso de Eva, pero sí del personaje de un cuento que escribí, “Los rastros de lo que era”, sobre una mujer que regresa del exilio y se encuentra con el represor con el que tuvo una relación apasionada. Son las zonas oscuras de lo humano que me interesa mirar, que de un modo atenuado todos las tenemos. Lo que he mirado en los personajes ha sido una manera de mirarme; uno utiliza su propio reservorio, sus emociones, como una especie de bodega o de sótano al que acude. Como hacen los actores, que tratan de buscar en ellos algo para darle al personaje. La traición era el grado más extremo de la sumisión a la que se vieron sometidos los presos.

–Cuando hay que narrar situaciones extremas, complejas y dolorosas como la dictadura, usted sugiere desde La mujer en cuestión que la víctima no tiene que tener voz. ¿En el plano de la ficción sólo es posible trabajar con las voces y las miradas de los otros?

–Yo quería desplazarme del lugar del testimonio de la víctima. En la ficción, la víctima tiene que tener una voz nula o bien esa voz se tiene que mezclar en igualdad de condiciones con lo que otros dicen de ella; que lo que ella tenga que decir valga tan poco como lo que dicen los otros. Pero también descubrí bastante después de la escritura de La mujer en cuestión, que en varias novelas vinculadas con la dictadura el horror no está directo, no está en la voz de la víctima sino que está mediado por otras voces. El horror es tan grande, finalmente, que cualquier cosa que se diga es menos que eso que sucedió. En las novelas que exploran la dictadura hubo una etapa del testimonio, de la primera persona, una etapa de un relato maniqueísta entre los buenos y los malos, pero La mujer en cuestión entra en una etapa en la que se pasa al cuerpo social. Yo fui buscando un equilibrio entre las voces.

–¿Cómo explica la evolución de Eva, que pasa del compromiso político a estar encerrada en su huerta, viviendo del trueque?

–He visto mucha gente que ha tenido grandes compromisos sociales y en algún momento se quebró o terminó en una vida que huye un poco hacia lo new age, una especie de confusión ideológica donde todo se mezcla, o gente que consideró que ha sufrido demasiado. Yo no quería que Eva fuera una heroína, no la quería una mujer totalmente consecuente todo el tiempo sino más bien necesitaba que fuera una mujer que hizo lo que pudo; cómo para vivir se va tambaleando de aquí para allá, pasando de acierto a error y de error a acierto, sobre todo cuando se trata de un vivir que es casi un sobrevivir. Una Eva coherente no me hubiera permitido ver lo que le ha sucedido a mi generación. No tengo una mirada idealizada ni de la militancia ni de los ’70. Si bien valoro muchos aspectos de esa época, también sé que hay muchas cosas que no hemos hecho bien. A mí me gusta ese lugar de quien escribe y mira lo que ve, lo que hay. La escritura, como el título de la novela, es el lugar en cuestión. La escritura es el mejor camino de conocimiento que he encontrado hasta el momento.



La ficha
María Teresa Andruetto nació el 26 de enero de 1954 en Arroyo Cabral, hija de un piamontés que había adherido al movimiento partisano y llegó a Argentina en 1948 y de una descendiente de piamonteses afincados en la llanura. Se crió en Oliva, en el corazón de la Córdoba cerealera, un pueblo marcado por la existencia de un asilo de enfermos mentales que, en tiempos de su infancia, era considerado el más grande de Sudamérica. En los años ’70 estudió Letras en la Universidad Nacional de Córdoba y militó en una fracción maoísta del Partido Comunista Revolucionario. “Yo tenía una necesidad de lo social, provengo de estratos sociales económicamente bajos, pero con mucha conciencia del lugar social que uno ocupa”, advierte la escritora. “Eugenio Montale dice que hacen falta muchos hombres para hacer un hombre; nos construyen muchas personas, aunque a veces no sabemos cuánto están presentes los que estuvieron antes.” Es autora de las novelas Tama (Premio Municipal Luis de Tejeda), Palabras al Rescoldo, El Anillo Encantado, Misterio en la Patagonia, Stefano, Veladuras y Lengua Madre; del libro de cuentos Todo movimiento es cacería; de los poemarios Kodak, Pavese y otros poemas y Beatriz y de varios de los libros para jóvenes lectores, como Huellas en la arena, El árbol de lilas, Benjamino, Dale Campeón, La mujer vampiro, El país de Juan, El caballo de Chuang Tzu, entre otros.

Sábado, 31 de octubre de 2009


Las razones de un premio




Andruetto tiene razones para celebrar en estos días. La semana pasada ganó el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, dotado de 30 mil dólares, que se entregará el 1º de diciembre próximo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El jurado sentenció que Andruetto se hizo acreedora de esta distinción “por la totalidad de su obra literaria, donde equilibra el lenguaje narrativo y poético, aborda temas y géneros diversos, propone diferentes planos de lectura y trata de manera innovadora los géneros tradicionales”. La escritora compitió entre 35 candidatos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, México, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela. En el mismo certamen, el colombiano Evelio José Rosero Diago obtuvo una mención especial. El Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil se puso en marcha en 2005 con motivo del Año Iberoamericano de la Lectura, dentro del Plan Iberoamericano de Lectura (Ilimita), programa de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la región.



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La fiesta invisible




Por Sandra Russo
Hay un país a la vista que tiene la piel irritada. Ese país, ese lado del país, ese costado, es el de exhibición permanente. La parte por el todo, metonimia. No a todos los sectores ni a todas las interpretaciones del país se las cuelga de la misma cantidad de ventanas. Hay una banda de sonido permanente en los medios, música funcional, que refuerza la idea de que la que cantamos es una mala canción.

Los grandes medios, después de la promulgación de la ley, han perdido todo decoro. El relato alcanza niveles de ficción tan fuertes que a Mauricio Macri no le parece disparatado sugerir que fue Kirchner el que mandó a pinchar los teléfonos. Hay dirigentes de la oposición que denuncian que están entrando armas a Ciudad Oculta y al día siguiente, después de haberlo amplificado hasta el hartazgo, el coro trágico se pone a hablar de otra cosa.

Todo pasa, todo pasa, viajamos en un tiempo que es una calesita, giramos por los insultos más fuertes que se hayan escuchado en democracia, por las acusaciones más canallas que después se olvidan, bebemos la bilis de los oradores, la danza de los fantasmas, la queja perenne, la distorsión maníaca. El debate político se presenta como un combate con vencedores y vencidos. Es imperioso sembrar la desconfianza. Elisa Carrió también dice que el poder está “usurpado”. Todo se escucha como lluvia: somos quien oye llover.

Los periodistas hemos quedado a los dos lados del río y llueven los cascotazos. Es difícil soportarse, entre unos y otros, y a uno mismo. La vida se volvió incómoda. Está plagada de ráfagas de indignación. Quizá por suerte seamos muy poco corporativos y no hayamos entrado en la Danza de los Colegas cuando llegó el momento de tomar posición. Nunca fuimos neutrales, después de todo. No tenemos manera. Estamos condenados, como todos, a las perspectivas.

Dicen que hay mucha gente que tiene mucho miedo, que los mozos y las mucamas se han vuelto sospechosos. El público de Mirtha Legrand lo cree. Ella se manifiesta así. Y por qué no habría que creerle. Hay mucha gente asustada. Pero no se entiende muy bien qué les da miedo. Cuál es el objeto de su revulsión.

Y sin embargo, en el medio de este tole tole que nos tiene a todos unidos por el agotamiento, pasan cosas sorprendentes. Cinco millones de niños hijos de desocupados o trabajadores informales tendrán un ingreso mínimo. Lo que vale una camisa en un negocio del Alto Palermo. Una tajadita. Una bienvenida a la vida, reconociéndoles lo que hoy no se les reconoce: que son personas. Las más débiles. Las que hoy mismo, como antes sus padres y sus madres, no tienen mucha conciencia del avasallamiento del que son víctimas constantes. El hambre es un crimen, sostienen los Niños del Pueblo de la CTA y las organizaciones sociales. Y qué hay con las organizaciones sociales, que algunos están descubriendo ahora, después de varios años sin piquetes. Ellas son las que más han hecho por los pobres que nos dejó el menemato. Ellas son los mismos pobres organizados. Algo de eso es lo que tiene alteradas a las señoras. Porque una cosa es ayudar a los pobres y otra que a los grasitas se les ocurra disputar poder. Las señoras no se lo plantean en estos términos. El antiperonismo tiene un fuerte carácter esteticista. Lo negro en general espanta. La política se vuelve estomacal: lo blanco no traga a lo negro.

Los spots contra la ley de medios siguen tronando en la pantalla y ahora vendrá la SIP a darles la razón a los ofendidos, y muchos insistirán en que en la Argentina no hay libertad de prensa, mientras siguen con su relato de Guerra Fría. El Estado totalitario que oprime la libertad de expresión. Esta semana me llegó por correo el libro de Pascual Serrano Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Tiene prólogo de Ignacio Ramonet. El punto de vista es muy interesante. Tanto Ramonet como Serrano se preguntan cómo funciona la censura en democracia. Me permito introducir este gran tema, el primero que ocultan los medios. No es ninguna casualidad que todavía mantengamos tan obstinadamente en la cabeza un fantasma más compatible con la ex Europa del Este que con la actual América latina. ¿Cómo funciona la censura en democracia?

En todo el mundo, los medios están viviendo un fenomenal proceso de concentración. El poder que disputan no es tan mal visto como el que disputan los grasitas. Los propios medios se encargan de que su causa y su inercia, que es la concentración, sea una causa humanista. En nombre de la libertad de expresión la Fox quiere convencer a los norteamericanos de que Obama quiere alinearse con Chávez.

“Es obvio que la censura ya no funciona por restricción, o por amputación, o por supresión, como lo hace en países donde se mata o se encarcela a los periodistas o se cierra un periódico”, dice Ramonet. Y vuelve a preguntarse lo mismo que Serrano: ¿Cómo funciona la censura en democracia? El libro entero es un intento de respuesta. Pero admite Ramonet que “lo que sí ocurre es que hay mucha información que no circula, porque hay sobreinformación. Hay tanta, que la misma información nos impide –como un biombo o una barrera– acceder a la información que nos interesa”.

Puede que cada tanto nos embargue la sensación de que estamos viviendo momentos de una intensidad impensada, y que esa sensación se alimente con las sensaciones de otros. No había pasado antes que la pobreza fuera utilizada como una chicana más, como la perenne y evidente prueba de un fracaso. Tampoco había pasado que un guante como ése fuera recogido tan pronto, y que de esta coreografía estúpida que baila la oposición de derecha finalmente salieran los primeros pasos de millones de niños hacia el horizonte de su propia ciudadanía.

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martes, 4 de agosto de 2009

Exposición antológica de Aída Carballo





Vida y obra como trama y revés
La muestra, que resume 40 años de trayectoria, la reafirma como una gran grabadora pero también subraya su calidad de dibujante. Locura, ciudad, erotismo, de la vida a la obra.
Por Fabián Lebenglik

Boceto a lápiz de un autorretrato, 1964, de Aída Carballo.“No acepto que nadie diga que descendí a los infiernos. Simplemente conocí otra ciudad, la de los locos, que es un arrabal, apenas, del infierno.” Así lo dijo la artista, según el libro Aída Carballo. Arte y locura, que publicó Alberto Perrone en 1995, cuando se había cumplido una década de la muerte de la artista. La locura es dato central en la vida y la obra de A.C., del mismo modo que lo es la autorreferencialidad, casi un hilo conductor en la obra de Carballo, que a lo largo de su vida padeció varias internaciones psiquiátricas. Otros temas de su obra: la ensoñación, el amor en pareja, la vida cotidiana, la ciudad. “Pienso que lo que hago es soñar despierta –decía–, una especie de desdoblamiento de la imaginación sobre el papel.” La palabra desdoblamiento resulta reveladora, porque si por una parte se asocia inmediatamente con el material (el papel), la artista está hablando de lo que hace, y en este sentido la mención de un “desdoblamiento” también es una forma de nombrar en clave la locura. Pero para seguir con la vertiente onírica, en estos días la Fundación Osde presenta Entre el sueño y la realidad, una muestra antológica de Aída Carballo (1916-1985), curada por Gabriela Vicente Irrazábal.

La muestra, que abarca cuatro décadas de trayectoria, desde los años cuarenta hasta su muerte, incluye grabados, pinturas, dibujos, bocetos, objetos de cerámica, material audiovisual y documentación sobre la artista.

La exposición se estructura alrededor de las series que A. C. fue realizando la artista: la serie de los locos, los amantes, los levitantes, los colectivos, las muñecas, los gatos. También da cuenta de su larga tarea como ilustradora de libros y en el suplemento literario del diario La Nación (entre 1974 y 1984).

Según escribe la curadora, “El deseo de Aída es hacernos partícipes de su vida. Casi como una corresponsal o una cronista, ella va dejando un registro preciso y precioso de sus pasos”. Por eso la exposición se abre con el grabado Autorretrato con autobiografía, de 1973. Allí se ve la cabeza de la artista de perfil, levantando y mostrando la palma de su mano abierta. Mientras el rostro muestra sólo unas pocas arrugas en la frente, el entrecejo y los ojos, que son más bien líneas expresivas, la mano está profusa y profundamente surcada por arrugas, líneas y grietas, como si fuera un mapa de las marcas que le fue dejando la vida. Por detrás, manuscrita, se lee una breve autobiografía: “Y, bien, soy porteña. Nací a mediodía, a fines de julio en familia honesta, sobre piernas sólidas posé mi insolencia, alegre en los juegos, mechón despeinado, las manos pequeñas, la mirada negra. Transcurría el tiempo del viejo Yrigoyen, papá diputado socialista, De la Torre, Justo, el lío Vasena, Repetto, la Internacional. Había una casa...” Allí comienza a trazar el itinerario en el que se entrecruzan la propia vida y el contexto.

Para el grabado Autorretrato con narices, de 1964, hizo un boceto en lápiz donde se puede apreciar, entre muchos otras obras, su calidad de dibujante. “Dibujar es escribir las formas –decía la artista–, es la manera más pura y abstracta de la plástica, directamente ligada al lenguaje de los sueños.” Ese ida y vuelta (entre sueño, locura, amor, cotidianidad) marca una compleja relación dialógica consigo y el contexto.

En la serie de los locos, el registro de las situaciones revela por momentos una sordidez y al mismo tiempo una sensibilidad conmovedoras. Se trata de dos series, de los años cincuenta y luego de los sesenta, donde se ven dibujos a lápiz y a tinta y litografías.

En el libro citado de Perrone, se ahonda sobre sus internaciones con testimonios de la artista. “Primero fue un diagnóstico de la Clínica Modelo, de la calle Montes de Oca: amnesia nominal, delirio polimorfo, alucinación auditiva. Mientras estuve en los sanatorios privados puedo decir que eran una suerte de hoteles especiales: tenía tranquilidad y silencio. Yo había ganado buen dinero con mis actividades, pero durante esos años, impedida de trabajar, llegué a tocar fondo. Estaba permanentemente confusa y a la vez tenía una lucidez extrema. Me negué a pagar más cuentas, que en esos lugares son siempre abultadas y no había más opción que ir al Vieytes. La primera noche fue un auténtico pavor. Aquello difería sensiblemente de lo que yo conocía.” En su diario de internación, A.C. consigna: “Lunes. Sensación de opresión. Grito. Muchas locas. Me ponen el chaleco. Noche monstruosa, día dopada. Nuevo médico atiende mi relato confuso. Lugar horrendo (...) Vinieron dos nuevos médicos. Me escucharon. Conté y relaté todo lo sucedido, entrecortada. Si supieran lo extraordinaria fuerza de voluntad que hago para sobrevivir. Todo es hostil. Siempre me mienten o casi siempre. Las locas son realmente extraordinarias, dicen cosas que a veces no sé qué pensar por lo ajustadas al mundo que me rodea... Me siento sin esperanza, tal vez por años. Sabe, quien dirige esto, cómo matar el arte”.

En la serie de los amantes –que originalmente la artista presentó con un poema de Macedonio Fernández–, las obras exhiben parejas abrazadas, besándose, vestidas o desnudas, en las que la incomodidad de las posiciones revela siempre una urgencia apasionada en la búsqueda del cuerpo del otro. La artista propone el disfrute del amor y señala que por parte de la sociedad “el error fue ponerle al amor una plataforma moral”.

“Lo mágico de esta serie –según escribe Gabriela Vicente Irrazábal– es la realización del entorno: la naturaleza, la terraza, la noche. El dibujo minucioso de Aída Carballo contextualiza la escena: el detalle de cada planta o de cada piedra o del agua o de la noche, junto a la elección del blanco y negro para estas estampas y el buen manejo de la luz, hacen que esta serie consiga la trascendencia de la pasión.”

En la serie de los levitantes, las técnicas se abren en abanico: grabados, acuarelas, dibujos, un óleo. Las escenas de esta serie tienen un notorio clima surrealista y fantástico. En La sospecha, mientras la figura del detective asciende desde un sótano a una habitación que está en segundo plano, el criminal levita en primer plano ante la mirada sorprendida de un gato. Como en el juego de las diferencias, sobre esta obra terminada (una xilografía de 1969) se ofrece también el boceto a lápiz, en donde pueden rastrearse ciertos detalles, luego omitidos en el grabado. La levitación en esta serie se presenta en algunas obras como algo extraordinario y en otras como un ejercicio casi rutinario, lo que le confiere a la serie múltiples aproximaciones e interpretaciones.

* En la Fundación Osde, Suipacha 658, hasta el 22 de agosto.
Publicado por Página 12, el 3 de agosto de 2009

La poesía como una fusión amorosa - Hebe Solves



A los 73 años, falleció la poeta Hebe Solves


Ajena a grupos literarios y fóbica de las presentaciones públicas, Solves generó una leyenda de invisibilidad que sin embargo desmienten sus libros, sintetizados en su Antología personal, en la que deja sus indómitos poemas cocinados a fuego lento.
Por Silvina Friera

Con humildad, Solves mencionaba que Olga Orozco y Enrique Molina habían leído sus poemas.Después de un largo deambular jalonado por tropiezos y caídas silenciosas, el sábado a la noche murió a los 73 años la poeta Hebe Solves, “la vecina del río” que creía, siguiendo a Alejandra Pizarnik, que “es posible ver el mundo desde una alcantarilla”. Fóbica confesa que optó por el camino de la invisibilidad, distante de cualquier movimiento poético que la enjaulara, la poeta que se ganó la vida trabajando como maestra y dando talleres literarios decía hace dos años, en una entrevista con Página/12 con motivo de la publicación de su Antología personal (Ediciones del Dock), que se identificaba más con el ama de casa porque es lo que perdura. “El poema puede estar muy bien, pero después, al día siguiente, vas a comprar el pan y ahí no importa si sos una poeta experimental o neobarroca. No es que pretenda reducir la existencia a la vida doméstica, sino que muestro la contradicción, la superposición y la transparencia también de planos”, explicaba Solves por qué, como señalaba en uno de sus poemas, prefirió ser “una más, oscura, pensando cosas mientras se quema la comida”, cuando podría haber sido una poeta profesional, confesional, neobarroca, experimental, existencial o espiritual.

Esta mujer de abundante pelo blanco, que enmarcaba su rostro revistiéndolo de una tierna serenidad, nació el 10 de septiembre de 1935 en Vicente López (Buenos Aires). Le gustaba afirmar que el ama de casa que irrumpía en escena en muchos de sus poemas era un homenaje a las muchísimas ollas que había quemado en su vida. Mientras picaba cebollas y ajo y mezclaba ideas en bata de dormir, fue escribiendo sus poemas en los que pulsó todas las teclas que tuvo a mano: la social, la metafísica, la impronta maldita. Casi no hubo estéticas, adobadas por su experiencia vital, que faltaran en la cocina de su obra: El ama de casa y la locura (1975), En lugar del piano (1977), Sombra ajena (1981), Fruta de invierno (1984), Desalojados (1989), El fiel de la memoria (1995) y Pentagrama (2005), entre otros. “La poesía es una ocasión de fusión amorosa y también de distanciamiento crítico”, planteaba la poeta que fue maestra rural, narradora y escritora de literatura y canciones infantiles, muchas de ellas musicalizadas por María Teresa Corral.

Sobre el motivo de la locura, que aparecía especialmente en uno de sus poemarios, Solves aclaraba que “cuando el lenguaje, los códigos y la manera de vivir son muy rígidos, la locura es una liberación y al mismo tiempo una soledad, un aislamiento”. La poeta no le escapaba al meollo que implicaba repasar sus experiencias. “La irrupción de la palabra surge como la libertad en situaciones difíciles. Vivimos en una época de transición, una época en que las mujeres aparecemos con muchas contradicciones. Aparecemos y también nos escondemos. La poesía es mi tierra, ese país que me fui haciendo, más allá de todos los avatares de la existencia. Nunca llegué a estar internada, pero seguramente aún hay gente que puede pensar que estoy loca”, bromeaba. “Tuve tratamientos psicoanalíticos y terapias muy interesantes. Nunca me sentí loca, pero los locos no se sienten locos. Sí tuve conductas difíciles de aceptar para el resto de la gente, en una época muy diferente –recordaba–. Yo estoy varias veces separada y vuelta a casar, soy pobre, siempre fui pobre, excepto en una época en que tuve un marido que tenía una buena posición económica. Hubo una serie de cosas que hizo que mi existencia sea invisible, pero tuve esa tierra mía de la poesía. Pensaba que ‘si al mundo no lo puedo cambiar, por lo menos le voy a decir todo lo que pueda’. Nunca me sentí loca, pero no acepté los límites de la sexualidad y rompí con el matrimonio y su rutina.”

En su tono no había reproches ni quejas por haber roto las amarras del matrimonio y su rutina. Lo decía más bien con una inflexión informativa, para que su interlocutora comprendiera el contexto y por qué para muchos sus rupturas merodeaban por el andarivel de la “rareza” o de la “locura”. Desde 1975 coordinó su taller literario de poesía y narrativa y como educadora recibió la Mención Especial en los Premios Nacionales de Ciencias de la Educación por su libro Taller Literario, una alternativa de aprendizaje creador (1986). También publicó El caracol mochilero (2005), Avioncitos de papel (1977), El tío Pancho en persona (1994) y La isla de los pájaros (1999), entre otros libros para chicos. La poesía fue siempre para Solves un juego con las palabras. Pero a ese juego iniciático se fue agregando la nostalgia y el dolor de la muerte de su padre en la pubertad y esos enamoramientos que siempre fueron su manera de ser y de estar en el mundo. Aunque no se promovió como poeta, que haya elegido la invisibilidad no significó que no asumiera su lugar en el mundo de la poesía. Con humildad, como si el pudor cincelara una estela de autocensura, mencionaba que Olga Orozco y Enrique Molina habían leído sus poemas. “En la poesía hay más bien un prestigio y un tipo de relación que depende de las escuelas, de las actitudes poéticas y, en ese sentido, no he podido identificarme con ninguna actitud poética como para pertenecer a un grupo y aparecer con ellos en público”, señalaba Solves.

Cuando presentó su Antología personal en octubre de 2007 en la Biblioteca Nacional, Santiago Sylvester definió su obra como “poesía de pensamiento”. En su blog, Solves contaba que leyó poemas de diferentes épocas y que hizo una lectura improvisada de fragmentos del poema “La vecina del río”, dedicado a la pintora Viky Linares. “El día de la presentación, Viky trajo flores de su jardín. Soy tímida, estaba conmovida (flores, hay flores silvestres, todavía), y casi cantaba. ¿O leía? No sé, pero me sentí una cantante lírica. Mejor aún: de tango, a lo Rosita Quiroga. Pero es verdad lo que dice Santiago: soy una mujer que piensa, reflexiona... ¿un oxímoron, diría más de uno? Lo cierto es que para el escenario me faltó percha y, para la vida doméstica, docilidad. Y escribo como si cantara o bailara y pienso como si estuviera cocinando el mundo en un fueguito de leña.” Solves deja sus indómitos poemas cocinados a fuego lento.

Publicado en Página 12 el 3 de agosto de 2009

Comunicación para el proyecto nacional

Documento elaborado por un grupo de profesionales y técnicos durante un encuentro en Buenos Aires.


1.- Discusión política.

EL ESCENARIO ACTUAL

A partir de la década de los 90 se profundizó la instauración del neoliberalismo con la privatización de los medios y la reducción de la comunicación social a meras políticas de mercado. Ese dispositivo multimedia, que expresa la voz de unos pocos grupos económicos, es el que vuelve ahora a empujar a la Argentina hacia la restauración conservadora.

El modelo de desarrollo democrático con inclusión social y participación federal de todos sus habitantes no es viable si no cambia el mapa que concentra en un par de empresas porteñas la agenda política, económica y cultural de los argentinos. Esa agenda que intimida, despolitiza y desinforma para incidir en la construcción de un perfil de opinión pública que acepte la vuelta atrás.

La gestión iniciada por Néstor Kirchner en 2003 avanzó en la reparación histórica de la gravísima herencia de impunidad, destrucción del Estado y del sentido de lo público, la pobreza y exclusión que dejó el autoritarismo de mercado en los 90. Luego Cristina Fernández de Kirchner impulsó mecanismos para la redistribución del ingreso y fortaleció el compromiso latinoamericano de la Argentina, despertando una feroz reacción en los grupos de poder.

Desde los primeros días de la gestión de Cristina, la agenda mediática vino instalando en la sociedad la idea de que las carencias en materia de seguridad, calidad institucional, justicia social, redistribución del ingreso y gestión pública se resuelven volviendo al mercado y no profundizando la transformación del Estado. La campaña preelectoral y la lectura sobre los resultados del 28 J avanzan en la construcción de un escenario sin la opción del kirchnerismo y despreciando otros aportes como los provenientes de actores sociales, otros partidos populares o expresiones del pensamiento nacional.

La democratización de los medios y del acceso social a ellos constituye desde 1983 un requisito pendiente de la democracia. Ello se hizo particularmente visible a partir de la reacción conservadora encabezada por las patronales del campo en 2008. Ese año Cristina decidió poner en debate el tema a través de un proyecto de ley que recogió las iniciativas populares de los últimos años.

POLÍTICA Y COMUNICACIÓN
En los tiempos de la telepolítica, cuando la comunicación de las estrategias y de las políticas públicas no tiene manera de llegar a la sociedad y depende de la trama multimedia del mercado, es muy difícil construir el sujeto social que se movilice y defienda los cambios que favorecen sus intereses.

Nuestra convocatoria surge de la necesidad de promover acciones y propuestas que aporten al desarrollo de todas las herramientas para construir desde la comunicación ese sujeto social comprometido con un proceso de transformaciones a favor del interés nacional y popular.

La agenda de este tiempo está en disputa. El ejemplo del golpe en Honduras muestra que la restauración conservadora no habrá de reparar en las formalidades de la democracia. En la Argentina los grupos económicos resignifican el “diálogo” pervirtiendo su esencia al plantearlo, de modo unilateral, sólo desde la consideración de sus intereses sectoriales que disfrazan de nacionales.

En ese marco resaltamos la necesidad de considerar que la acción política es un hecho comunicacional y que no hay comunicación sin política. La propuesta de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual constituye un paso fundamental para la democratización y transformación del mapa de medios de la Argentina, así como para garantizar el efectivo ejercicio del derecho a la información y la libertad de expresión. Corresponde ahora, en consecuencia, su pronto envío al Congreso de la Nación para su tratamiento y aprobación.

COHERENCIA Y PARTICIPACIÓN

Esa bandera es parte de la movilización social que desde el retorno de la democracia ha bregado por instalar el debate de la comunicación y los medios como un elemento inseparable de la reparación de los derechos más esenciales de nuestro pueblo. Hemos sostenido que si unos pocos controlan la información no es posible la democracia.

La construcción de la propuesta de ley de servicios audiovisuales a partir de los 21 Puntos surgidos de la convocatoria y participación de actores sociales, políticos, universitarios, de la cultura y de los medios en la Coalición por una Radiodifusión Democrática también muestra un modelo de acumulación social necesario para disputar la agenda.

2.- Modelo organizativo

RECUPERAR NUESTRA HISTORIA

Somos parte de un amplio colectivo que desde la tarea periodística, la comunicación institucional o popular, la investigación y el análisis sobre la escena mediática, la gestión pública y el compromiso político diario ha venido sumando aportes a la construcción de herramientas organizativas y conceptuales para fortalecer el camino.

Una buena caracterización es necesaria para saber qué somos y adonde vamos. Somos una corriente de compañeros provenientes del campo de la comunicación y de diversos compromisos sociales y políticos a favor de un proyecto nacional, democrático con inclusión social y participación federal.

Pensamos a la política como una herramienta de gestión y transformación, pero no la reducimos a su expresión electoral, porque este es solamente un campo -y muchas veces no el principal- de la disputa por el modelo.

ESPACIO DE ARTICULACIÓN TRANSVERSAL

Proponemos un espacio de articulación transversal de las políticas de comunicación del campo nacional y popular para construir herramientas que promuevan un nuevo relato cultural y político para el proyecto transformador.

No somos una interna que disputa espacios coyunturales sino un colectivo para sumar opciones en las cuestiones de fondo.

PROBLEMAS Y REIVINDICACIONES A RESOLVER

Queremos desarrollar políticas, ideas e insumos técnicos para los espacios partidarios, sociales o gremiales que comparten el camino, queremos hacer gestión para que avancen las propuestas, producir conocimientos para darle eficacia a los cambios, promover medios del campo popular y de los empresarios nacionales a partir de una política pública que además tenga en cuenta la sustentabilidad económica y de gestión de los proyectos.

Queremos aportar al desarrollo y construcción de una política pública de comunicación que articule los espacios del ámbito público y de los sectores populares, recuperando el rol integrador y promotor del Estado.

Queremos transmitir a los compañeros más jóvenes el legado de una historia política hecha en la militancia social y popular, en la resistencia y en la coherencia. Queremos aportar los conocimientos y la experiencia para la capacitación y la formación de nuevos luchadores que disputen el futuro haciendo comunicación desde la política y política desde la comunicación.

NUEVAS HERRAMIENTAS

Una tarea nueva requiere de formas y prácticas nuevas. Primero formas que respondan a objetivos y objetivos que sinteticen las tareas principales. Es central entonces señalar que la comunicación no es un asunto técnico o de eficacia operativa sino una construcción social y política.

La comunicación es el campo central de las grandes batallas, pero no entendida como solo difusión, sino como forma de construcción de identidades en la disputa del poder.

Una razón de la organización es además el sentido de pertenencia a un espacio que contenga ese debate. También la necesidad de otorgarle visibilidad en los ámbitos de construcción de decisiones políticas, sociales o sindicales. La organización debe incluir entonces metodologías de participación y de conducción que reflejen tanto la diversidad como los niveles de síntesis necesarios.

SECTORES Y REIVINDICACIONES

No sólo debe contener compañeros y tareas, debe además incluir sectores y reivindicaciones. Debe recuperar las mejores prácticas de organización y desarrollo de los actores sociales, de los comunicadores nacionales o de los medios populares que aportaron nuevas voces a la democracia. Ámbito político pero también reivindicativo entonces. Que además haga visibles a los medios locales –gráficos, radiales, etc.-, la televisión barrial o comunitaria, la lucha de los empresarios PYMES por el papel o la publicidad, de las radios populares por su licencia y reconocimiento, de los medios públicos comunales o provinciales para ser reconocidos como actores de la comunicación, de las cooperativas del sector, entre otros.

Organización que también pueda dar cuenta de los nuevos debates en el campo de las teorías de la comunicación y del desarrollo y empleo de las nuevas tecnologías como elementos de impacto en el campo social, económico y político. Organización que pueda debatir y opinar. En síntesis, que referencie, que contenga, que exprese e intervenga en la disputa del sentido global.

UN ESPACIO PLURAL Y FEDERAL

Una herramienta posible sería una Asociación Civil de carácter nacional –con personerías provinciales que podrían gestionar los compañeros en sus territorios- capaz de procesar un amplio debate, producir ideas y documentos, pero también de albergar la problemática de los medios del campo nacional y popular para luchar por sus reivindicaciones. El protagonismo de las provincias debe garantizar el contenido federal de le nueva organización.

Esa Asociación debería tener tantas comisiones como tareas. Una estructura que tenga la capacidad de sintetizar los modelos de organización que surgen de las últimas experiencias: la pirámide y la red. La red puede constituirse a partir de las sedes locales que pueda generar la Asociación y también de la réplica de sus comisiones en todo el país. La pirámide deberá invertirse para expresar a todos en la base y convertirse en uno para la realización de cada tarea.


3.- Tareas inmediatas.

A partir de la organización deberá asumirse un conjunto de acciones que permitan ordenar la agenda temática, establecer mecanismos de convocatoria y participación y producir la difusión de las principales conclusiones.

• Difundir las conclusiones del Plenario.

• Producir, en el corto plazo, una publicación electrónica que ponga en circulación una agenda de temas y tareas.

• Implementar o acompañar acciones de promoción del debate de la nueva ley de servicios audiovisuales en el Congreso Nacional.

• Realizar encuentros y actividades en las provincias.

• Iniciar el trabajo de edición de una publicación que integre artículos de los compañeros para contar con un material de debate y difusión.

PROPUESTA DE COMISIONES

• Trabajadores de la comunicación
• Pymes y medios locales
• Medios comunitarios
• Cooperativas y medios de la economía social
• Políticas públicas de comunicación
• Investigación y capacitación
• Comunicación (incluye intercambio de contenidos)
• Planificación estratégica de contenidos
• Juventud, política y comunicación.

COMISION POLÍTICA

Encargada de articular el desarrollo global y coordinar una agenda programática.
Realiza el mapa de recursos humanos y comunicacionales del espacio.
Convoca a tareas a los compañeros que quieran participar de:

-Relaciones Institucionales
-Administración y Recursos
-Organización y federalismo.


Buenos Aires, 27 de Julio de 2009.-

lunes, 22 de junio de 2009

Política e ingenuidad

Respuesta del filósofo Ricardo Forster al cineasta Fernando Pino Solanas, a propósito de un debate sobre propuestas para el Congreso Nacional.

por Ricardo Forster


Mientras el miércoles por la noche miraba el debate de los candidatos a diputados por la Capital Federal no podía dejar de preguntarme, por un lado, si existe la ingenuidad en política y, por otro lado, si todavía persiste entre nosotros la profunda desideologización de los años 90, época, como todos recordarán, en que se anunció a los cuatro vientos una doble muerte: la de la historia y la de las ideologías, con lo que se habían vuelto vetustas y anacrónicas las referencias a derechas e izquierdas. En el tiempo dominado por la lógica del mercado y la estetización posmoderna de todo, ningún anclaje significativo podía ofrecer nada relevante, ninguna memoria política podía perturbar el juego de equivalencias que borraban historias, posicionamientos, conflictos, herencias político-culturales, resistencias, derrotas, hegemonismos, explotaciones, clases sociales, violencias (y la lista es demasiado extensa como para continuarla). Una nueva forma de lenguaje pasteurizado, construido con los retazos del marketing, la publicidad y la reingeniería impresarial se ocupó de darle rienda suelta a la neutralización de la política, a su sometimiento a las gramáticas audiovisuales y a los designios de la industria del espectáculo.
Clausurado, por inactual, el tiempo de las derechas y las izquierdas, lo que reinó durante aquella década y hasta el 2003 fue una suerte de naturalización de las construcciones neoliberales. Naturalización del mercado como referente primero y último de todas las relaciones sociales; naturalización de una estructura de valores que proyectó a escena al ciudadano-consumidor, ese mismo que concibió la vida social y democrática como si fuera un paseo de compras por un shopping center que, eso sí, tenía que venir con satisfacción garantizada; naturalización de una forma extrema de individualismo asentada sobre la fragmentación social y la profundización de la brecha entre ricos y pobres; naturalización, también, de la pobreza que se equiparaba a la lluvia, a un fenómeno de la naturaleza y que sólo podía ser tratado desde la perspectiva de la filantropía; naturalización del periodismo y de las corporaciones mediáticas como reaseguro de la misma democracia silenciando los intereses defendidos por esas mismas corporaciones; naturalización de la reducción de la política y de los políticos a las demandas de las nuevas estéticas televisivas. Todas estas naturalizaciones venían a esconder un sistema de dominación que a lo largo de varias décadas llevó, hasta alcanzar dimensiones escandalosas, a la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y a vaciar la relación entre democracia, política y litigio por la igualdad.
Mientras que en el debate televisivo Carlos Heller fue el único que intentó, con diversa suerte, regresar sobre los núcleos ideológicos que se estaban poniendo en juego, los otros tres candidatos se dedicaron mancomunadamente a descargar casi todas sus baterías sobre el kirchnerismo. No sorprende que esa haya sido la estrategia de Michetti y de Prat Gay, ambos son deudores directos e indisimulados de una derecha que no se nombra como tal escondiéndose en la retórica del fin de las ideologías; sorprende que alguien como Pino Solanas que dice expresar una posición nacional y popular se haya dedicado todo el programa a bombardear a un gobierno que tiene como principal contrincante precisamente a la derecha neoliberal entramada en la alquimia de corporaciones económico-mediáticas y de partidos que simplemente se han transformado en correas de transmisión de esos intereses concentrados.
Pino Solanas eligió la estrategia de horadar la candidatura de Heller desconociendo lo realizado en estos últimos años jugando, sin disimulos, el juego de la derecha que lo trata como a una niña bonita que viene a legitimar lo que en la boca del macrismo o del gorilismo neorradical sería imposible de lograr. Pino colocó su prestigio, aquel que viene de una película como “La hora de los hornos”, para acabar favoreciendo a la única alternativa real de poder, la derecha restauracionista y privatizadora, que puede venir a sustituir al kirchnerismo en esta etapa histórica. No hubo, en prácticamente todas sus intervenciones, una denuncia de esa alianza neoliberal que viene, desde el año pasado, avanzando como una amenaza poderosa sobre los aciertos, y no sobre los errores, primero del gobierno de Néstor Kirchner y ahora de Cristina Fernández; no hubo junto a un denuncismo antigubernamental efectista algo equivalente dirigido contra aquellos que no sólo vienen por todo en la Argentina sino que buscarán también desestabilizar al resto de los proyectos populares que vienen desplegándose en Sudamérica y de los cuales este gobierno ha sido una parte fundamental. Poco o nada parece importarle a Pino Solanas el destino de Bolivia, de Ecuador, de Paraguay; poco o nada le preocupa el regreso de la derecha al poder porque él y los suyos se imaginan como los herederos de la caída del kirchnerismo.
Así como el diputado Lozano votó junto con toda la derecha contra la resolución 125 e hizo lobby para que los senadores de Tierra del Fuego hicieran lo propio, el miércoles pasado, en el debate televisivo, Solanas se dedicó a criticar con saña y sin ninguna mediación posible a un gobierno que, más allá de deficiencias y errores, ha hecho girar el tiempo argentino hacia una perspectiva reparadora de lo popular. Nuevamente termina por elegir quedarse junto a aquellos que desguazaron al Estado, que brutalizaron la política, que naturalizaron la pobreza y la desigualdad social y lo hace recurriendo a un arsenal supuestamente progresista y popular, algo semejante a lo que su aliado de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, viene haciendo desde el 11 de marzo de 2008 habilitando a la Sociedad rural a través de los recursos simbólicos de una federación que se pasó con armas y bagaje al campo de sus antiguos enemigos.
Quisiera imaginar, amigo lector, que es posible que exista la ingenuidad en política, que lo de Solanas fue simplemente una estrategia, muy mezquina, para restarle algún voto a Heller y ganarlo para su lista en esa apuesta por convertirse en el nuevo referente de una alternativa popular; quisiera creer en esa ingenuidad o en esa pequeñez pero algo de lo impropio, algo que no nació en el debate televisivo de los candidatos sino que se viene expresando desde hace más de un año, me hace dudar, ahora, de mi propia ingenuidad a la hora de preguntarme por qué ese silencio de piedra para criticar a la derecha restauracionista mientras se descargan todas las granadas sobre un gobierno acosado por esas mismas corporaciones de las que nada dicen realmente Pino Solanas y Claudio Lozano o que, en el momento de la verdad, terminan por defender como lo hicieron durante el debate por la 125. Nada más difícil que disputar efectivamente la renta y no, como otros, que sólo lo han hecho de forma retórica; nada más claro que ver cómo actúan las corporaciones y a quién quieren desbancar para entender si estamos ante una ficción, como dicen Pino Solanas y los suyos, o ante una compleja lucha política, económica y cultural. ¿Ha sido acaso una ficción la disputa por la renta agraria extraordinaria o la que se abrió con la renta financiera a partir de la reestatización del sistema jubilatorio o la que se avecina en la disputa por la renta simbólica a través de la nueva ley de medios audiovisuales? La derecha, estimado Pino Solanas, sabe cuando algunas cosas van en serio o cuando otras son mera cháchara testimonial.
Muy diferente ha sido y es la actitud tomada por Martín Sabbatella que, aunque no coincidamos en su decisión de presentar en estas elecciones una candidatura propia y diferenciada, lo ha hecho sin desconocer los méritos de lo realizado por el gobierno y sin apelar a la lógica de la impostura y de la denuncia espectacular ni, mucho menos, dejando de criticar centralmente a la derecha. Lo ha hecho y lo hace con honestidad y sin plegar sus banderas y sus ideas. Lo de Pino Solanas ha sido de otro orden, ha tenido una virulencia verbal que sólo se podría conjugar y corresponder si su oponente fuera esa derecha restauracionista que espera paciente su turno para volver a ser la dueña de los destinos del país. Pero no, él y su partido han elegido como enemigo al gobierno sin importarle nada o casi nada la recuperación del sistema jubilatorio, la reestatización de Aerolíneas Argentinas, el saneamiento de la Corte Suprema, la política de derechos humanos, la defensa del trabajo y del salario en un contexto mundial de crisis y de políticas atentatorias contra los intereses de los trabajadores en la mayor parte de los países centrales, la construcción de un espacio latinoamericano atravesado por lo democrático, lo popular y lo emancipatorio que, entre otras cosas, contribuyó a frenar a la derecha fascista y separatista de la Media Luna boliviana, que le otorgó a 1800000 ciudadanos sin ninguna cobertura el derecho a jubilarse, que viene mejorando ostensiblemente la inversión en educación e investigación… han preferido el si… pero como forma de desconocer el giro histórico que se dio en nuestro país desde el 25 de mayo de 2003; han preferido el discurso de la impostura y de la ficción como si nada hubiera sucedido realmente y todo fuera apenas un engaño que no hace otra cosa que encerrar la continuidad del menemismo.
Mucho queda por hacer y por profundizar; muchos son los flancos débiles y las deudas con los que menos tienen; mucho queda por resolver en relación a los recursos naturales, a la protección de los glaciares, a la verdadera reconstrucción de un Estado desvastado, a la imperiosa necesidad de llevar al congreso una nueva ley de medios audiovisuales y a profundizar la redistribución de la riqueza; también mucho y decisivo queda por hacer a la hora de construir nuevas formas políticas de participación popular. Seguramente el 29 de junio estaremos discutiendo todo esto y más, sabiendo que un mismo espíritu emancipatorio debería reunirnos a todos aquellos que seguimos imaginando un país más justo, igualitario y libre y sabiendo, también, dónde está el peligro allí donde la amenaza de una restauración conservadora insiste sobre nuestro tiempo argentino.