por Gerardo Burton
La lectura de la Biblia recuerda cuando Virginia Woolf hablaba de la biblioteca de su padre lord Stephen y decía que allí sólo estaba la mitad de la historia de la literatura porque no había ninguna mujer. Cuando se habla de mujeres estériles, es muy probable que muchas de ellas hayan sido madres de niñas, no de varones. Las niñas no contaban en los registros de población -orales, por cierto- de esas épocas.
Sin embargo, hay otros ejemplos del escamoteo de la presencia de mujeres en la Biblia. Están prácticamente ausentes de las genealogías, ya que sólo los varones, desde la época de los patriarcas -del 1500 aC aproximadamente en adelante-, aseguran la descendencia y la pertenencia a una determinada familia, comunidad, tribu o pueblo. Los varones eran casi los únicos depositarios de los derechos civiles y sociales; poseían bienes y hacienda, ejercían la patria potestad -aunque no se había inventado todavía este concepto- y eran la única autoridad constituida en las comunidades tribales o semitribales de la etapa nómade. Eran jueces, sacerdotes, médicos reconocidos institucionalmente mientras las mujeres quedaban confinadas a los márgenes en cada una de esas áreas.