La Argentina está acostumbrada a los fascismos de baja densidad.
Desde 1955, el país vivió una democracia controlada,tutelada que obvió la participación de las mayorías. El punto culminante de esos ejercicios pseudodemocráticos fue el demócrata radical Arturo Illia, que obtuvo el 23 por ciento de los votos con la proscripción del peronismo.
Hoy en día, hay dos versiones de ese fascismo blando: el de la oracular Elisa Carrió, a todas luces descartable y prescindible, y el más peligroso de los medios de comunicación y el establishment.
En este punto tenemos que focalizarnos: como herencia de las jornadas de 2001, la autoridad que tenía el papel impreso de los diarios, ahora la autoridad moral es de las organizaciones no gubernamentales, rebautizadas de "la sociedad civil" para que no tengan ningún punto de contacto ni deuda con la política.
La realidad es que están vaciando -o queriendo vaciar- la política de contenido. Allá ellos. Hay que responder con Eva: no dejar ni un ladrillo que no sea peronista.
lunes, 22 de abril de 2013
lunes, 15 de abril de 2013
Un tanguero en el desierto
Entrevista de Mauricio Bertuzzi publicada en el blog de la revista Ruleta China
http://revistaruletachina.blogspot.com.ar/2013/03/entrevista-gerardo-burton-un-tanguero.html?spref=fb
Gerardo Burton en los estudios de radio UNC-CALF
http://revistaruletachina.blogspot.com.ar/2013/03/entrevista-gerardo-burton-un-tanguero.html?spref=fb
Escribir, pese a los malos entendidos
Reflexiones sobre el acto de escribir. Aportes para una discusión.
http://rionegro.com.ar/diario/gerardo-burton-malos-entendidos-1140017-9544-nota.aspx
jueves, 4 de abril de 2013
Notas sobre poesía
por Gerardo Burton
Calímaco dice que hay tres notas para la creación poética: esfuerzo en la producción; delicadeza en la selección y brevedad en la concreción final. Agrego una cuarta: revelación, epifanía.
Decir mucho en pocas palabras, quizás una. El adjetivo, cuando no da vida, mata (Huidobro). Entonces, dos ejes principales: sustantivo y verbo. O sea: esencia y movimiento; sustancia y acto.
Desbrozar de a poco las imágenes, de manera que la voz sea clara y sugerente. Adjetivo: es un arma de doble filo.
Que la verdad aparezca naturalmente, ligada a lo dicho. Experiencia más que sentimiento.
Que la sonoridad venga luego. Evitar la verborragia para limpiar la mirada poética de apariencias. Crear en quien lee la conciencia de re-creador de la realidad. Asistir a los mundos nuevos con la serenidad y la pasión de un dios: el poeta como demiurgo. (Aclaración: Hoy, a más de veinticinco años de haber escrito estas notas, no estoy tan seguro de que sea así).
Valorar los silencios y espacios blancos tanto como los versos, sílabas y acentos. Dibujar el poema en la hoja en blanco.
Distribuir los sentidos y los oídos, llenar de voz los rincones y hacer surgir, casi de la nada, los objetos y los ideales.
Doble polo de paz y guerra: paz en lo escrito y guerra contra uno mismo y la materia. Entrar profundamente en lo polvoriento, lo usado, lo lleno de naturaleza.
Dominar el voluntarismo y el racionalismo. Primero vaya gloriosa la intuición, y luego el goce lúdico. Más adelante, el esfuerzo productivo y el principio de organización. Ojo: que el orden no aniquile la intuición. Que el espíritu no sea menos que la letra.
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Yo es otro, a propósito de "Rayuela"
En ocasión de recordarse la publicación de la novela de Julio Cortázar en los años sesenta.
por Gerardo Burton
Una rayuela es el ascenso de la tierra al cielo realizado a
la intemperie. O del infierno al cielo, y la intemperie está atemperada por un
laberinto. Pero se llega al cielo. Un premio pobre, si se quiere, un Grial
devaluado al que el caballero andante accede mediante el deliberado desorden de
los sentidos que lo acompaña todo el itinerario. Es “la oscura necesidad de
evadir el estado de homo sapiens hacia… ¿qué homo?”
Pero en “Rayuela”, Julio Cortázar inicia también un descenso
que supone abandonar las seguridades burguesas y las firmezas del pensamiento
del “sapiens”, abre la posibilidad de desdoblarse en un otro que alienta la
busca incesante y desmonta con una paciencia metafísica los mecanismos de
hipocresía a fuerza de arte y surrealismo. Vencer al dragón, conquistar la dama
y encontrar esa vida que “está en otra parte”.
Este descenso implica una épica, esa épica del perdedor a
sabiendas que mira, desde Heráclito y desde los pensadores del margen que
quedaron a la intemperie, las alturas a que ha llegado la civilización
occidental de la década del sesenta.
Hay un estrecho vínculo entre la ruptura de la novela
tradicional, el lenguaje dislocado y la metafísica occidental que estalla en
pedazos a partir de “Rayuela”. El rescate de las esquirlas como indicios de lo
nuevo y de lo otro en tanto totalmente otro tiene dos articulaciones: la
palabra y el erotismo, y a veces sólo este último, y la música, el jazz que es
el paisaje sonoro más importante del texto.
Lo fragmentario anticipa la posmodernidad de fin de siglo,
la caída de las metafísicas ya flexibilización de las religiones. Además, la
intemperie como lugar en el mundo cumple la profecía con que años después
Cortázar saludará a los estudiantes de París: “ustedes son la guerrilla contra
la muerte climatizada que se les quiere vender como porvenir”.
La única respuesta está en el otro y en la ironía como
método de conocimiento y de re-conocimiento en la intemperie. Cortázar en
“Rayuela” llevó al límite los postulados de Rimbaud pero, en lugar de traficar
armas en Etiopía, desmontó el sujeto de la modernidad y de la razón y sus
monstruos.
En ambos –Rimbaud y Cortázar- la vida está en juego, sin
retorno. Nada hay más desolador que el agua de la lluvia metiéndose por el
cuello de la canadiense de Oliveira cuando el viaje por París termina y él
queda como un Ulises de utilería, sin Itaca ni Penélope. Sólo vuelve la
pregunta inicial, que se repite como un mantra: “¿Encontraría a la Maga?”
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