lunes, 17 de agosto de 2020

40TENA SELECCIÓN DE POEMAS & OTROS TEXTOS (XI)

 Una nueva entrega, que será la penúltima de esta tanda. Ya la cuarentena finalizó, sigue la pandemia. Ojo al piojo. Salute

Gerardo Burton (selección)

geburt@gmail.com


 Hoy el día es exactamente igual

al de ayer

y al de antes de ayer

y así para atrás.

Lo único diferente fue la noche.

Soñó fuerte.

Seguro que habló en sueños.

Influencia de horas de televisión

tan poco fructíferas

como todo en este tiempo.

Soñó que tenía un tatuaje

letras

que formaban unas palabras

que no se podían leer

porque se movían.

El lugar donde aparecía

era su brazo.

Le ardía

le picaba de color rojo.

Como un calor brotaba

de las líneas

las letras eran esas góticas

que asocia con los presos.

No sabe bien

de dónde le salen esas comparaciones.

Pero las marcas en el cuerpo

son algo que no sabe apreciar.

La peste debe dejar marcas.

El sol se hace rogar,

la casa huele a humedad

el satélite no aporta buenas nuevas

el jardín es un desastre

y ella misma

se mira al espejo

y ve a una mujer

que le pregunta

quién es.

Liliana Campazzo en fbk


 Agapanto


Entonces vos dijiste

opaco o sol o río

o ramaje

entonces el fervor

de aquella tarde

con dos picaflores

posándose

en su celeridad

en el agapanto

escondido

en los pliegues

del verano

es decir de un Enero

inolvidable

picoteando el pasto

recién cortado.




                           Jorge Isaías


Amanece 

y la luna todavía está detrás de las puntas de los álamos.

Baja,

se achica.


¿Dónde está?

Acá está.

Parece que juega a esconderse

la luna niña 

la lengua llena

y no vuelve a salir,

aunque está acá o allí.


¿Dónde está?

Acá no está.

Acá no,

dicen. 

Como esté,

pide, 

entreguen a mi hijo como esté,

que van pasando las lunas de cien días y ellos esconden las piedras y las manos 

y miramos a un costado 

pobres

como si Facundo no fuera un poco también cada uno de nuestros hijos que salen y no vuelven y acá no están,

dónde están.

Silvia Mellado



Cuando la cuarentena

No comeré más del vidrio
que deja pasar almíbar
la luz del incrédulo diálogo
entre mi variante y yo.

El vidrio al sol prende fuego
mi lengua subasta las últimas
úlceras que dieron de comer
a ese número infinito
de veces que dije basta.

Eugenia Cavallín



Día 138 cuarentena por Coronavirus

como todos los años hay aromos en el medio del invierno y las ansias que termine son grandes y se ven las flores amarillas pardas que salen así, se asoman. queremos que finalice esta estación hoy en el medio de ella, pero hay quienes quieren que se suspenda toda ella así por mucho tiempo con la nieve copiosa que cae y cae sin cesar en un invierno como no hacía 20 años. me acuerdo cuando era chica las heladas que caían en la ciudad y después los inviernos del medio cuando íbamos a los bares con campera de jean y fumando

hay una disputa con el tiempo. no vamos a volver a las escuelas, sí en septiembre volvemos a las escuelas. me queda aún abierto el pasaje ida y vuelta para verte, pero es sólo por un año, en marzo será un año. los plazos y anuncios cada quince días tienen ritmo de intervalo, un hiato en donde los padres nos cuidan y después a patear la lata, a esperarnos

en los huecos no conviene meter de golpe otra cosa, otra sustancia de la que estaba hecho ese espacio, mejor que se vaya llenando con la contingencia como cuando corre el vientito de santa rosa en agosto y se llena de hojitas y alguna flor nacida, las plumas del hornero. hablamos de esto el otro día y se le cuelan los huecos de los que le hablan y está espantado de cómo nos llenamos jugando en línea todo el salario, mirando porno y nos descubren, tomando todo y fumando mucho, esquivos, ruinosos los huecos al analista lo están alarmando

fin de julio del año 2020. 

Vero Padín



El pájaro del agua

En lo más alto de la rama
estaba
pecho entreverado con el agua.

Agua que vive en lo más alto de la rama
y que no canta
para escuchar el murmullo de tu voz alzada
subo hasta lo oscuro.

Hebe Solves, en “El lugar del piano”


A partir de ese momento, se puede decir que la peste fue nuestro único asunto. Hasta entonces, a pesar de la sorpresa y la inquietud que habían causado aquellos acontecimientos singulares, cada uno de nuestros conciudadanos había continuado sus ocupaciones, como había podido, en su puesto habitual. Y, sin duda, esto debía continuar. Pero una vez cerradas las puertas, se dieron cuenta de que estaban, y el narrador también, atrapados en la misma red y que había que arreglárselas. Así fue que, por ejemplo, un sentimiento tan individual como es el de la separación de un ser querido se convirtió de pronto, desde las primeras semanas, mezclado a aquel miedo, en el sufrimiento principal de todo un pueblo durante aquel largo exilio.

Albert Camus, en La peste (fragmento)






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