Texto leído por Victorio
Veronese en la Biblioteca Nacional, Buenos Aires, el 17 de junio de 2014, en la
presentación del libro “tranvía 4”, de Gerardo Burton.
Cuando empecé a leer TRANVÍA 4 me
dije: este viaje me llevará por grandes espacios abiertos, a recorrer inmensas
distancias, a fijar mi mirada en el horizonte.
Fue más que eso, mucho más, porque me encontré
con cortes y quebradas.
Entre cortes y quebradas aparece una
historia única, personal, y también nuestra historia, la de la Patria; la primera es la de los antepasados de Gerardo:
el viejo
john, que vivió del otro lado del río, en
colonia y por uno de esos azares del destino, un mal negocio, terminó poblando la tierra de mujeres, hijas, y de un varón, para ser más preciso, un varoncito tardío.
Pero no empezó en Colonia, antes hubo naves
que cruzaron océanos de malditos
horizontes.
Y aquí hubo quienes se comieron a
juan díaz y a don pedro de mendoza lo
venció una sed infinita y un incendio.
Como no puede ser de otra manera la
historia personal, única, se confunde con la de la Patria, esa Patria que es un dolor que se lleva en el costado: los
fusilados de josé león suárez, el pozo de banfield, el bombardeo a Plaza de
Mayo –aquí también vinieron por el cielo
a matar niños, y por las calles la sangre de los niños corría simplemente como
sangre de niños- trelew.
Aquí, TRANVÍA 4, se detiene en la
primera parada. Porque TRANVÍA 4, este libro de Gerardo Burton que hoy nos
reúne aquí, está dividido en cuatro partes, esta primera se titula fundaciones.
Después de esta pausa, de esta breve pausa, los invito a continuar
viaje, este viaje lleva por título historias.
Aquí empezamos por encontrarnos con
una mujer que inventaba sombreros y vestidos y vivía entre gasas y sedas, pero
quería ser pianista, pero el padre le vendió el piano, le prohibió milonguitas
y tangos, y le dijo que sólo saldría de esa casa, para casarse.
En estas historias también se habla
de los talleres vasena: el título del poema es: enero, 1919, y el primer verso pregunta:
¿qué estaban haciendo cuando reventaron talleres vasena?
El poema termina diciéndonos: el
terror invadió barracas, una caravana de ataúdes avanza por sus calles, en la
mayoría iban obreros y extranjeros.
Otro poema lleva por título: 1930 ¿Qué nos pasó a los argentinos en
1930? Nos volvieron a dejar cesantes:
Sin pan y sin trabajo. Quemaron el
cuadro del peludo, nos quemaron el
cuadro del peludo, del que hizo maridaje
con la chusma, ¡lindo título!
Maridaje con la chusma, para ellos el pueblo es eso, la chusma, para la tilinguearía porteña, y a veces no tan porteña,
fuimos y somos la chusma, el aluvión
zoológico.
Maridaje
con la chusma, ése era uno de los
constructivos títulos de uno de los grandes diarios porteños, al referirse a la
muerte de Hipólito Yrigoyen. Así eran y así son los conservadores, en fin, los gorilas.
En el poema abuelo guillermo, Gerardo nos cuenta que el abuelo perdió la huelga
contra la telefónica y las mujeres de la familia nunca le perdonaron su
socialismo.
Tiempo donde Lugones versifico la
espada.
Como vemos, la narración está
construida entre cortes y quebradas, el
relato no es lineal, avanza y retrocede como la memoria, esa memoria que
reconstruye nuestro pasado para que podamos comprender nuestro aquí y ahora.
Mientras Tita nos canta se dice de mí, nos enfrentamos con un
recuerdo para marcelino pan y vino y
con las joyas y los trajes de Evita, la memoria no respeta el orden, ejerce su
libre albedrío.
Aquí volvemos a detenernos, aquí
termina el viaje entre las estaciones fundaciones e historias, a partir de
ahora recorremos los barrios porteños de núñez,
liniers, flores.
¿Qué huellas indelebles de esos
barrios quedaron grabadas en la memoria de Gerardo?
El abuelo adolfo, el recuerdo
del olor a trementina en el aire y de un caballete con pinceles y una hija que
espía y que los descamisados debajo de la lluvia despedían a Evita presos de
dolor y que había tíos que no la querían y que Evita si viviera querríamos que
fuese… y que el cáncer y las torturas y no había que dejar ni un ladrillo que
no sea… porque había en el país guaridas asquerosas de oligarcas y que maría
maggi de magistris y que el brujo y los gorilas y la muerte…
… y
esas ganas tremendas de llorar…
Las siestas en el barrio de flores y
el aro en la vereda y la revista el hogar y los carnavales en núñez y en
liniers, y siguen los cortes y las quebradas, y los enfrentamientos entre
hermanas mientras las historias familiares conviven con las tragedias del país:
revueltas, dictaduras, campos de concentración…
¿es la memoria que selecciona
nuestros recuerdos o son los recuerdos que se imponen a ella?
El potrero, los barcos de papel, el
fútbol: ¡calamares para todo el mundo!
platense…
Y no podía faltar en la lista de
recuerdos la pulpo de goma y venía la cana y la secuestraba como después
secuestrarían a la gente.
Aquí nos volvemos a detener, para
volver a partir inmediatamente, ¿hacia a dónde? Digamos… de moldes al sur…
Con qué personajes, con qué escenarios,
con qué hechos, nos enfrentaremos este tramo final de TRANVIA 4:
con los adoquines de urquiza, con la
sonrisa del anciano, con los techos, con la línea quebrada de los techos, con
deudas impagas y besos que se oxidan en la sombras donde nadie habita
… decí por dios… qué me has dao… ni el pucho en la oreja… malevo y feroz …
ya ni sé…
Como vemos, nuestra pequeña patria,
Buenos Aires, también es un dolor en el costado y en ella, los amores
verdaderos están hechos a puro tango: hubo ojos que vieron un amor, una pasión
y ya no.
Y aquí, en moldes al sur, la memoria vuelve al mismo lugar donde ya estuvo en
fundaciones y nos lleva de nuevo a trelew, al crimen de trelew: gritos en
la madrugada, fogonazos en la noche, la mandíbula destrozada de maría antonia.
Y después ezeiza. ezeiza. Pero fue
después.
Y a pesar de todo ella volvió una
tarde y él confiesa que no sabía que la esperaba, más, al final del poema
repite:
Y yo que no sabía
la esperaba.
Y en diciembre del setenta y cinco la
derrota estaba cantada. Trampa. Muerte. Desolación. ¿Y el Templo? El Templo
estaba cerrado. ¿Y el mundo?... y al
mundo nada le importa yira, yira… Ni la carne torturada ni los excrementos
ni el olor de la carne ni de los excrementos…
… Entonces, entonces irse lejos,
lejos, al sur, al sur…
… una vez más la vida es un juego perverso…:
Y el fútbol y camisetas naranjas y
banderas celestes y blancas mientras la pelota yira y yira a pocas cuadras de
la esma… Sí, la pelota yiraba y yiraba a pocas cuadras de la esma…
Como vemos este viaje que nos propone
Gerardo Burton con TRANVÍA 4, si bien
nace en historias familiares, barriales, personales, no no se amuralla detrás de ellas, no, busca el
compromiso social, tiene necesidad de construir una sociedad menos desigual,
tiene necesidad de una Patria más justa, donde los saqueadores, los
depredadores de siempre, no impongan sus privilegios sobre los derechos de las
mayorías. Por todo eso, pienso que el verso de Leopoldo Marechal es el que
mejor define este viaje que nos propone Gerardo Burton: La Patria es un dolor que se lleva en el costado.
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