sábado, 24 de mayo de 2025

Viajes. México 2. Xochimilco

Relatos breves de un itinerario que abarcó parte del Distrito Federal y ciudades y pueblos de la península de Yucatán entre Cancún y Campeche. Una aproximación a un país exuberante en su historia, su cultura, su geografía y su pueblo.(Publicada originalmente en www.vaconfirma.com.ar)

Gerardo Burton (geburt@gmail.com)




Xochimilco, los jardines flotantes. Se trata de adivinar, siempre, qué hay debajo, como apelando a un esfuerzo metafísico. Debajo de las catedrales construidas con las piedras arrancadas a las pirámides demolidas, cuyas ruinas y cimientos quedaron sepultadas por los edificios de la conquista. Este canal forma parte de un antiguo sistema lacustre, es un sobreviviente de las capas de “civilización” posterior a la azteca.

Unas barcas chatas, con toldos, tripuladas por jóvenes (varones y mujeres) que las conducen con postes delgados y largos circulan masivamente y configuran una fiesta (otra más) sobre el agua. Son las trajineras multicolores, algunas con conjuntos de mariachis que animan el cauce de orilla a orilla; otras van con familias que festejan la salida; hay quienes se están casando o vienen de la ceremonia y siguen la fiesta; en otras suben jóvenes con heladeras portátiles repletas de cerveza, ron, tequila, mezcal y parlantes que atruenan y compiten con los mariachis.



Como todo en México, el color se despliega en una cantidad de tonos y paletas donde predominan azules, amarillos, rojos y verdes por encima de los sepias o tierras que acostumbramos los habitantes de pampas o patagonias. La fiesta no deja de esconder un asomo de tristeza, un sesgo de dolor. La naturaleza mantiene el deseo. El deseo mantiene la pasión, que mantiene el dolor que huye al deseo que vence la tristeza que abre a la angustia. Una cadena suave, terrible pero no menos real.

No hay horario para no comer. Los puestos callejeros están siempre abarrotados. Los olores (carnes asadas y fritas, picantes, verduras, frutas, especias) siguen la fiesta del color y cada caminante interrumpe, como si no pasara nada, su andar para comer.


Eso ocurre todo el día. En puestos, restoranes, cafés, taquerías. Mezclas de olores, sabores y colores en una especie de mosaico multicultural. O un amate que pinta la vida del barrio. Quizás el ser plural sea la principal característica de México. Plural en todo: historia, cultura, gastronomía, religión. Hasta la muerte es plural. El pueblo es plural e integrado (sincretismo, acota el guía), aunque asomen las exclusiones del neoliberalismo. Las poblaciones tienen muros contra el colonialismo, muros involuntarios que bloquean las medidas contra la migración a los Estados Unidos.












Viajes. México 1. Desde el aeropuerto

 



Relatos breves de un itinerario que abarcó parte del Distrito Federal y ciudades y pueblos de la península de Yucatán entre Cancún y Campeche. Una aproximación a un país exuberante en su historia, su cultura, su geografía y su pueblo.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

Desde el aeropuerto Benito Juárez al hotel Gillow hay un trayecto de treinta minutos por barrios obreros. En plazas, fuentes, plazoletas, gente sin casa estableció campamentos con todos sus enseres. Son una especie de adelantados. Son en su mayoría varones, aunque hay mujeres con niños. Parecen señalar cómo será el futuro de muchos: en carros de supermercado o enormes bolsas de plástico o en carritos adosados a sus bicicletas llevan sus mercaderías, ropas, alimentos, vajilla. Ya acumulan objetos en los portales, en los cajeros automáticos, en los huecos que dejan los edificios. Sus ropas anticipan cómo se va a generalizar la indumentaria. Apenas remedos de los colores originales. Tinturas azules ahora desteñidas; rojos casi naranjas; negros arratonados. Todo marcha hacia el gris uniforme, al marrón cromático. Un gris sucio, triste. Carros de supermercado, ropa gris, suciedad acumulada, piel percudida. Allá vamos, ellos son nuestra vanguardia, personajes de Cormac McCarthy.

Coyotes: están en los costados de las avenidas, apenas un poco más allá de los semáforos. Son muchachos que ofrecen dinero en efectivo, contante y sonante, por los vehículos (autos, camionetas, furgones pequeños). Los desesperados venden sin demasiadas vueltas. Unas cuadras después, están los estacionamientos donde esos mismos vehículos se venden a un precio más alto. La ganancia es para los coyotes y, por supuesto, para los dueños de los autoparques.

viernes, 23 de mayo de 2025

Viajes: Núñez, Buenos Aires

 

Relatos breves de un itinerario que comenzó en Buenos Aires y luego, en México, abarcó parte del Distrito Federal y ciudades y pueblos de la península de Yucatán entre Cancún y Campeche. Una aproximación a un país exuberante en su historia, su cultura, su geografía y su pueblo.

Gerardo Burton (geburt@gmail.com)


Vuelta al barrio de la infancia y la adolescencia. Núñez. Las casas parecen haber avanzado sobre las veredas. Las casas que quedan de antes, rodeadas de edificios altos, comercios, estaciones de servicio, escuelas privadas. Tránsito infernal, gente que duerme en los umbrales.

Andar lento por estas calles que siempre fueron un paisaje, un escenario donde había que correr hasta la parada del colectivo, siempre tarde yo. En el rabillo del ojo quedan las imágenes de entonces, una esquina, el letrero de un almacén, árboles crecidos, inmensos hoy, el vacío dejado por los locales que no están, los dos conventillos aplastados por departamentos, la escuela diferencial luego geriátrico, el balcón de la calle Moldes con una escultura de mi madre adherida al muro, dos caras que miran al centro de la ciudad.