Este texto pertenece a Haydée Leguizamón, integrante del taller "Romero y Laurel", que coordina Lilí Muñoz, una incansable maestra de lectura y escritura de Neuquén y la región patagónica. Se reproduce aquí por gentileza de su autora. Lo compartimos con nuestros lectores por su calidad y su originalidad. Las fotografías ilustran cómo las mujeres afganas recitan los landays, forma poética tradicional que aborda temas de amor, dolor, guerra, patria y consiste en dos versos, de nueve sílabas en la primera línea y trece en la segunda.
En días de invierno cuando el viento golpea las ventanas y silba soledades, me cubro con poemas encontrados en Oriente.
Hay algo con aquellos espacios de velos, desiertos, camellos y misterios que llaman a mi puerta. Hay un hilo interior que me lleva al encuentro de poemas persas, sufíes y landays
Entre cadenas montañosas de un país patriarcal, hay ciudades o aldeas donde circulan versos dichos en voz baja y lejos de los hombres que someten. “Los pequeños horribles”. Así los llaman ellas.
Afganistán. Tierra de guerreros descendientes de Gengis Khan.
Entre invasiones extranjeras, guerras civiles y tradiciones primitivas, las mujeres quedaron invisibles y presas detrás del burka enrejado.
Una frase afgana sintetiza la concepción de la mujer.
Naqis-ul-aqal
Dotadas de facultades limitadas.
Históricamente sometidas por padres, hermanos o maridos.
Niñas vendidas a viejos. Casamientos arreglados.
Toda sociedad resiste ante la opresión.
Y es así que las mujeres afganas de la etnia pastún crearon los landays. Surgieron en los campos de refugiados. Espacios de promiscuidad, violaciones y castigos.
La fortaleza surge de la palabra. El lenguaje construye sentido.
Desde la oralidad como cantos de libertad aparecieron versos breves sobre el amor, la guerra, el castigo, la lucha, el sometimiento.
Mujeres campesinas, universitarias, periodistas o alumnas decidieron escribirlos para que permanezcan en el tiempo y la memoria.
Detrás de los velos gasas, el horror.
Castigos de viejos a esposas niñas. La sumisión es una cualidad que se debe respetar. Se puede cortar la nariz, las orejas, o quemarlas.
“Me vendiste a un hombre viejo, padre/ Que Dios destruya tu casa, yo era tu hija”.
“Gentes crueles, veis que un viejo me arrastra a su lecho/ ¿Y preguntáis por qué lloro y me arranco los cabellos?”
Las poetas tomaron recaudos ante el peligro a ser descubiertas.
Compartieron sus versos y descubrieron a James Joyce, Balzac, Tolstoi, Dostoievski en centros de costura y bordado.
El amor y el desamor se escribe. El goce amoroso espera debajo de una almohada.
“Brillante luna, por el amor de Dios/no ciegues a dos amantes con una luz tan desnuda”.
“Amor mío salta mi techo y no temas nada/si se rompe, el pequeño horrible está ahí para repararlo”.
La libertad buscada en la escritura no siempre se logró. Nadia Anjuman poeta y periodista luchó por los derechos de las mujeres afganas. Fue asesinada a golpes por su esposo.
Zarmina, poeta quemada a lo bonzo. Ante la prohibición de salir, decía sus poemas por teléfono.
Memoria, justicia, tributo.
¿Y en Occidente? ¿En América Latina? ¿En Argentina? ¿Qué ocurre con algunas mujeres?
¿Se podría construir un landay que vindique a una mujer en el siglo XXI?
Creo que un landay espera para la mujer que simbólicamente es lapidada, acusada, denigrada, insultada.
El lenguaje permanecerá a través del tiempo. La historia lo escribirá.
8 comentarios:
Excelente texto que tiene una hermosa poesía urdida con impactante espíritu vindicatorio! Gracias por traernos con tanta maestría un tema tan vigente como triste... Felicitaciones Haydeé!
Excelente texto de Haydée Leguizamón, que logra describir tanto sufrimiento y dolor con palabras de honda poesía, interpelándonos también por lo que pasa en estas tierras.
Impactante realidad poetizada con maestría por Haydee Leguizamón. Visibilizar un tema lacerante que se repite y se repite no sólo con las mujeres pashtun. Nombrar las cosas, nombrar los horrores, es una forma de sublimarlos.
Excelente texto por el lenguaje poético tan bien cuidado y por la denuncia de injusticias que cometen los "pequeños horribles" no solamente en Afganistán. Gracias, Haydeé Leguizamón por compartirlo.
Voces en el desierto es de una belleza inenarrable, desde su título hasta el final en que nos sacude para interpelar a nuestra sociedad sobre todos los landais que necesitamos.
Gracias por mencionar al Taller de Escritura Romero y Laurel, Haydeé Leguizamón. Gracias Gerardo Burton por publicar en el blog que administras el comentario reflexivo y lírico de Haydée. El mérito de su escritura de profundidad y a la vez levedad y síntesis de lenguaje es todo suyo, sin desestimar los aportes que en todo intercambio grupal se genera desde los y las participantes con puntos de vista múltiples y diversos. Así vamos creciendo en vida y escritura. Es lo que opino.
Haydee tu decir poético y enigmático permite hacer audible ésas voces que delatan opresión. Gracias por crearlo.
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