Durante la reciente edición del
Festival Cuba Poesía, en La Habana, participó el poeta
norteamericano Jack Hirschman, compañero de generación y amigo de
Karl Shapiro, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. Sus posiciones
de izquierda y antisistema, en especial por su militancia contra la
guerra de Vietnam, le valieron la expulsión de la Universidad de Los
Ángeles.
Por Gerardo Burton
geburt@gmail.com
La tarde es calurosa en el barrio del
este de La Habana, donde uno de los vecinos que cuida la casa de la
hija de Alex Pausides riega las plantas del jardín, aplastadas por
el bochorno del verano cubano. Este hombre es veterano de guerra, fue
oficial del ejército cubano y tiene como segundo -o primer- oficio
el contar épicas historias de su participación en la revolución y
en su defensa. Ahora trabaja como chofer, custodio y jardinero de
Pausides, el poeta que dirige la sección literatura de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba, Uneac.
Es la despedida del XV Festival Cuba
Poesía que reunió durante una semana a unos cincuenta poetas de las
Américas -Brasil, México, El Salvador, Estados Unidos, Colombia,
Argentina y, por supuesto, Cuba- en un intenso intercambio de
estéticas, maneras de decir y hacer la poesía según geografías,
ideologías, luchas y esperanzas muchas veces distintas pero más
veces todavía, comunes.
En dos de esos inmensos automóviles de
finales de los años cincuenta, brillantes y majestuosos como
transatlánticos recién pintados con colores que desafían al arco
iris -los famosos “almendrones”- los poetas van llegando a la
casa del encuentro. Allí, entre tragos de ron, vodka y otros
alcoholes acompañados por agua, gaseosas y tamales, aceitunas, jamón
y queso, culmina el festival.
La casa parece deshabitada o apenas
preparada como albergue de transitorios pasajeros. Es así: Jack
Hirschman, un octogenario poeta norteamericano socialista
perteneciente a la generación beat, pasó aquí el festival. Alto,
con una sonrisa socarrona techada por un bigotazo y enmarcada por una
larga cabellera canosa, se sienta a beber de un vaso un líquido que
parece agua y que luego se descubrirá que había sido vodka.
La charla comienza como quien no quiere
la cosa: dice que nació en el Bronx, en Nueva York, hace más de 80
años -en realidad, en este mayo suma 82-, exclama con orgullo que es
“el único poeta comunista de los Estados Unidos. Editó una
cantidad enorme de libros y plaquetas en ediciones alternativas,
tradujo y analizó la obra de poetas de todos los tiempos y países y
vive en tres ciudades de dos continentes, contando esa en la que
nació. Editó en City Lights, la editorial de Lawrence Ferlinghetti
y, como parte de esa generación, fue amigo de Allen Ginsberg “y de
los otros”.
En noviembre de 1953, Hirschman fue a
una de las lecturas que Dylan Thomas tenía programadas en Nueva
York. Prescinde de la pregunta ya convertida en un lugar común sobre
los 18 whiskies y afirma que Thomas “era un gran lector, un
excelente lector de poesía. Decía los textos de una manera
admirable, con cadencia, con música. Había sido invitado a Nueva
York por el éxito que había tenido con sus programas en la BBC en
Londres”. Cierto: como había sido rechazado para sumarse al
ejército británico en la guerra contra Alemania y los países del
eje, Thomas buscó empleo en la empresa estatal de radio para hacer
propaganda a favor de la causa aliada y programas de poesía y
narrativa. Y desde esa época fue uno de las principales fuentes de
trabajo del galés.
En la lectura que menciona Hirschman,
Dylan Thomas “leyó poemas de Yeats y de Eliot. Fue fantástico.
Entonces, le pregunté por qué no leía poemas suyos y se
sorprendió: 'Ah, pero usted conoce mi poesía', dijo, y entonces
recitó de memoria 'En mi oficio o arte sombrío'”.
Niega veracidad a la -ahora legendaria
borrachera de los 18 whiskies que supuestamente mataron a Thomas: él
“padecía diabetes, y su muerte fue a partir de un coma apresurado
por el alcohol, pues en realidad bebía mucho”.
Luego la charla se dirige hacia Allen
Ginsberg y su importancia en la poesía norteamericana y occidental y
sobre el verso de Walt Whitman y la renovación que introdujo en la
poesía anglosajona. Coincide en que los poetas actuales somos
herederos de Whitman y Baudelaire y que a partir de ellos
escribimos.
Hirschman cuenta que tradujo el
Finnegan's Wake, de Joyce, al italiano, y afirma que esa obra, que es
“la mejor del irlandés”, junto con El sonido y la furia y
Absalón, Absalón, de William Faulkner, “cambiaron la literatura
moderna”,
Sin embargo, no coincide “para nada”
en la valoración de Virginia Woolf, cuyas novelas Las olas o Mrs.
Dalloway han sido equiparadas a las que mencionó antes.
Hirschman, que es uno de los
traductores de Neruda al inglés y ha seguido la obra del chileno en
sus distintas etapas, se pregunta por qué en la Argentina se
publicaron póstumamente siete libros. Quizás se deba a que Neruda
cruzó los Andes al exilio durante la dictadura de González Videla,
quizás a su largo matrimonio con Delia del Carril, la pintora que
perteneció a una familia de la oligarquía porteña ligada al
negocio editorial.
San Francisco, Nueva York y Londres son
las ciudades de residencia de Hirschman, que se alternan según los
diagramas laborales y familiares. Tiene que ver con los viajes de su
mujer, Agnetta -Aggie- Falk, pintora y también poeta. Ella reside en
Suecia con sus hijos pero comparte con Hirschman numerosas
actividades -recitales, distribución y lectura callejera de poemas,
participación en el Movimiento Poético Mundial, entre otras
organizaciones de poetas.
Sus padres, cuenta, eran judíos de
Bielorrusia y emigraron a Italia, donde se instalaron
transitoriamente hasta radicarse en forma definitiva en los Estados
Unidos. Allí, dice, conoció a los mejores poetas de la generación
beat, con quienes comenzó su trayectoria como poeta con una
conciencia muy sólida acerca de la estrecha relación entre la
creación artística y la política, la transformación de la
sociedad en marcha al socialismo. De ahí su “buenísima, excelente
relación con Cuba y los cubanos, porque son un pueblo que ha
resistido un bloqueo que es casi una guerra declarada durante más de
medio siglo”.
Contradice a Mallarmé: asegura que “un
golpe de dados sí puede abolir el azar”, y añade que hay, en la
poesía, un alto componente de azar, que, en este caso, no puede
abolirse.
Sus poemas circularon siempre en libros
o plaquetas de tiradas reducidas, en ediciones artesanales o impresos
en editoriales alternativas, como City Lights o New Directions.
Dice que la poesía es la lucha contra
la sociedad de consumo y por eso circula con prescindencia de los
mecanismos habituales del mercado. No tiene necesidad de los rigores
y oropeles de la academia, asegura, porque la poesía está “más
en la calle que en las librerías y en las aulas”, acaso recordando
que fue expulsado de la universidad de Los Ángeles por sus
posiciones antisistema y por militar activamente contra la guerra de
Vietnam.
Hirschman compone una poesía
decididamente política, que expresa una posición tomada frente a la
historia y apela a imágenes cargadas y a veces muy retóricas. Su
presencia y sus lecturas enfervorizaron a los chicos en las escuelas
primarias y secundarias que recorrió durante el festival, junto con
su compatriota Dorothy Payne. Quizás sus poemas tengan ese
componente agitador, revolucionario, con consignas e imágenes duras
sobre las realidades históricas y entonces esa combinación resulte
muy atractiva para su público.
También su manera de leer los textos,
la vehemencia de su voz y su gesto histriónico, la fuerte retórica
socialista y las consignas, aparentemente fuera de tiempo, le
merecieron los elogios y homenajes que recibió.
El festival (subtítulo o recuadro)
Hacia finales de mayo, Jorge Fornet,
director de Casa de las Américas recibió, de una delegación de
seis poetas patagónicos, la donación de 175 libros de poesía
editados en la región. Fornet recordó que en 2010, el jurado del
premio de poesía le informó que se había elegido a un argentino y
que pensó entonces que no era novedad. Cuando le dijeron que era de
la Patagonia consideró que sería el único en esa región.
Se trataba de Bruno Di Benedetto, el
poeta residente en Puerto Madryn, que había sido premiado por su
Crónica de muertes dudosas.
Di Benedetto, con Liliana Campazzo y
Silvia Castro, de Río Negro y Sergio Sarachu, Raúl Mansilla y
Gerardo Burton de Neuquén, participó a finales de mayo de la décimo
quinta edición del Festival Internacional Cuba Poesía en La Habana.
Durante su realización, además de conformarse la biblioteca de
poesía patagónica en Casa de las Américas, se realizaron lecturas
en la sede de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC), en
librerías, escuelas primarias y secundarias y en el patio arbolado
de la Fragua Martiana.
También participaron además poetas de
Estados Unidos, Colombia, Brasil, México, El Salvador y los propios
cubanos.
Además, Di Benedetto expuso su
reciente libro Cámara de Niebla; Campazzo su “A boca de pájaro;
Castro, Isondú, mientras que Sarachu, Mansilla y Burton presentaron
el libro “Poetas de Neuquén en La Habana”, que incluye textos de
la recientemente fallecida Macky Corbalán.
Además, la historia del maestro Carlos
Fuentealba, que murió baleado por un policía durante una
manifestación en 2007 en Arroyito, a pocos kilómetros de la capital
neuquina, será incluido en la cátedra de Maestros Luchadores de
América Latina por la Escuela Pedagógica Fulgencio Oroz Gómez, de
la ciudad de La Habana, Cuba. La institución cubana, una de las más
tradicionales en la formación de alfabetizadores y maestros de la
isla, envió una serie de libros que forman parte del contenido
pedagógico y recibirá próximamente la visita de educadores
neuquinos.
La gestión, realizada por los poetas
Sarachu, Mansilla y Burton en su reciente visita a Cuba, fue parte de
un compromiso realizado con la Asociación de Trabajadores de la
Educación de Neuquén (ATEN).
Según indicaron los escritores
neuquinos “mantuvimos un encuentro con las vicedirectoras de la
institución, Tamara Díaz y María Luisa Martínez; la
bibliotecaria, Nora Cruz y la docente Bárbara Vázquez; y luego se
sumó la directora de la Escuela, quien venía de una reunión sobre
Educación entre ese país y Estados Unidos. Precisamente en ese
encuentro, una educadora argentina de la UBA, había mencionado el
legado pedagógico y el testimonio de lucha de Carlos”.
Datos biográficos (subtítulo o
recuadro)
Jack Hirschman nació en Nueva York en
1933 y es considerado por la crítica norteamericana a la vez como
sobreviviente de la generación beat y como un radical poeta
socialista, casi único en su género en los Estados Unidos. Es un
habitante de las dos costas y ocasionalmente también residente en
Italia -su mujer vive en Suecia, con sus hijos, y se reúnen por
temporadas en la península-.
Fue estudiante y luego profesor
universitario pero su compromiso fundamental fue con la poesía y con
la política. Integró la Unión de Poetas Callejeros, que tenían la
costumbre de difundir sus textos en panfletos, y, en San Francisco,
constituyó con otros colegas la Unión de Escritores de Izquierda de
esa ciudad, que lo ungió como poeta laureado en 2006.
Es un prolífico poeta, publica en
pequeñas tiradas de no más de 150 ejemplares en editoriales
alternativas, muchas veces artesanales o caseras y distribuye sus
publicaciones fuera de cualquier circuito comercial. También tradujo
al inglés a Vladimir Maiakovski, Stéphane Mallarmé, Jean Cocteau,
Pablo Neruda, Roque Dalton, César Vallejo y otros, y es autor de
ensayos sobre literatura y poesía.
Entre sus publicaciones figuran Una
correspondencia de norteamericanos, con prólogo de Karl Shapiro,
Lyripol -un juego de palabras entre lírica y política-; Líneas del
frente: poemas elegidos, Todo es izquierda; Los arcanos -considerado
por la crítica su obra maestra-, que se publicó en 2006. Este
último se trata de un texto escrito a lo largo de décadas, a la
manera de las Hojas de hierba de Walt Whitman y “describe el
progreso de una conciencia individual a través de los paisajes
atestados con la horrible gloria de la vida moderna”, según Alan
Kaufman.
Dos poemas
Nunca más
Ellos fueron gaseados, quemados por
millones
por el simple hecho de existir.
Aquellos que sobrevivieron dijeron:
¡Nunca más!
Se les pidió que vinieran a Hanoi
y continuaran la revolución
socialista.
Contestaron: ¡Nunca más!
Nunca más confiaremos en ningún
gobierno.
Haremos nuestro hogar en Palestina,
venceremos a los árabes allí, los
dispersaremos o
los dejaremos vivir como sombras
irregulares
en los campos de nuestra ocupación.
Viviremos en y entre la capital de
América,
como Israel, por nombre, como la nación
Judía,
y nunca más sufriremos holocaustos
por el simple crimen de existir.
Pero aunque Israel creció y prosperó,
aquellos a quienes desplazó y arrestó
estaban susurrando: ¡Nunca más!
Pobres y desterrados, construyen su
resistencia
y luchas y pierden una y otra vez
ante la armada sionista de armas
americanas.
El lenguaje del socialismo, de la
fraternidad
y la armonía de los pueblos de
diferentes culturas
murió de agotamiento en el Medio
Oeste, por
el dinero. Ofertas. Estúpidas comidas.
Ominosas mulas.
Mudas moles. Porciones de momia*. La
Estrella
de David desenrollada sobre la tierra,
pero los verdaderos David estaban en
las calles
arrojando piedras al Goliat.
Oh filistea ironía y reverso del
hebreo.
Aquellos que son más pobres y sin
estado,
que han convertido su odio a la
sumisión
a la esclavitud en mártires brigadas
de humanas
armas suicidas, y han llamado a su
linaje
a unirse a su ataque sobre la feroz
colonia
de los Estados Unidos de la
Explotación;
ellos, los más pobres y desarraigados,
para quienes
la única solución aún respira, la
única
solución que no es el genocidio ni el
fratricidio
ni una solución final ella misma,
donde apretones de mano
y palabras pueden aún abrir las
puertas al
lenguaje del futuro socialismo de una
Nueva
Israel y una Nueva Palestina,
---donde ¡nunca más!
estará el llanto unido
de ambos, apuntando
a la tierra del fraude
y la casa de la codicia.
* N.T. Juegos de palabras y sonidos:
"Dunny - Doomy - Dummy - Mummy" y "meals - mules -
moles - doles" de imposible reproducción en español.
* * *
Los niños
Por doquier se recordarán
sus brazos, sus piernas,
los espacios amputados
serán Nada contramarcada
en sus pequeñas almas,
para nunca olvidar, Israel,
tú destrozaste sus navíos
con tu cañón, cagaste en
la palabra, le dijiste jódete
al feto en el vientre.
Tú y no ellos orinaste
tu propio tetragrámaton
totalmente profano, sus letras
un fraude y una farsa.
Quisiera poder alimentarte con
granadas de mano en tu tazón,
quisiera rellenar con niños muertos
tus ojos, amantes de aprender
mentiras.
Pueda la Selah romperse
en tu boca, pueda el amén
no encontrar capítulo ni versículo,
pueda tu comida convertirse
en las extremidades gangrenosas
de los niños que derribaste,
esos pequeños árboles de chispas.
Has matado a David una
y otra vez, tú, estrella de muerte.
¡Oh Aliyah, cuán bajo!
¡Oh victoria de frustración!
¡Oh que crecen en
el apretón de puños
enfurecidos,
contra ti
cascabel de huesos!
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