martes, 28 de junio de 2011

La salida del callejón - 3 poetas 3



Esta selección incluye a tres poetas que, desde Neuquén, constituyen voces originales de la Patagonia, y así son reconocidos fuera de las fronteras de la región. Macky Corbalán, Raúl Mansilla y Ricardo Costa tienen trayectorias confluyentes y divergentes a la vez con la común convicción del poder de la palabra. (Publicado en Suplemento Tinta China, Trelew, Chubut, 12 de junio de 2011)


Gerardo Burton
geburt@gmail.com

NEUQUÉN.- Tres poetas, tres. Son quienes, a partir de la obra de Irma Cuña, que cierra la etapa regionalista y expande la poesía escrita en esta provincia, encuentran la salida del callejón. En el último tramo del siglo pasado se produce un salto que no pasa inadvertido: lo rural se entremezcla con lo urbano; lo ciudadano todavía no adquiere el ambiente de gran urbe, pero tiene sus problemas y conflictos; los personajes y los mitos se transforman, y la historia pierde su sentido estrictamente épico para centrarse en aspectos más críticos acerca de los procesos de ocupación e institucionalización de la Patagonia.
Es una descripción que no agota el universo en que se escribe hoy poesía en Neuquén; sin embargo se trata de un camino de casi tres décadas, que arranca en las postrimerías de la dictadura cívico-militar, precisamente a partir de la Guerra de Malvinas.
Con trayectorias confluyentes y divergentes a la vez, con poéticas diferenciadas y, en común, la búsqueda del verso y la convicción del poder de la palabra, Macky Corbalán y Raúl Mansilla compartieron, en la primera mitad de la década de 1980, las actividades del Centro de Escritores Patagónicos y la Revista Coirón, su medio de difusión, que no pudo con el maleficio del tercer número.
Posteriormente, ambos (y también Ricardo Costa) integraron el grupo Poesía en Trámite a partir de 1989 hasta avanzada la década posterior. Luego integraron la fugaz delegación local de la Casa Nacional de la Poesía. El posterior grupo Celebrios –un homenaje al poeta ecuatoriano Edwin Madrid- encuentra a Mansilla como fundador e inspirador de manifiestos.
Dos son patagónicos (Corbalán de Cutral Co; Mansilla de Comodoro Rivadavia y desde la adolescencia en Neuquén) y Costa es de Buenos Aires. Los tres desarrollan una labor incansable en la creación poética y, aun cuando sus estéticas son diferentes, coinciden en tres rasgos: la calidad, la originalidad y la doble cara de su poesía: lo universal y lo regional se intercambian, se interconectan, se complementan y se potencian.
Corbalán es una de las voces más características de la poesía hecha por mujeres, en la Patagonia y en el país. Mansilla aparece como maestro de poetas con un acento especial en la búsqueda de nuevas formas y ritmos que otorgan a sus textos una musicalidad y un color de imagen característicos.
Por fin, Costa se dedica a la labor del orfebre en la poesía: mide cada palabra, la sopesa, las imágenes establecen una tensión entre sí que confieren rigor y racionalidad extremos al poema.

En Corbalán el texto constituye ese espacio epifánico donde el ser se de(s)vela. Por eso, más que hablar de inspiración, ella prefiere referirse al trabajo, el arduo trabajo que concluye en el fuego sagrado, en ese placer único que inicia la fiesta.
Asegura que existe, para todo poeta, una obligación: leer y reflexionar sobre poesía y lenguaje, y así sus textos son un resultado de ese proceso de búsqueda y encuentro.
Encuentro de una nueva dialéctica que rompe el modo patriarcal en la poesía occidental e inaugura una tradición otra. En ella hay un desarrollo paralelo, esforzado, de más de dos décadas, del pensamiento lesbiano-feminista y de la poesía como sitio privilegiado de aparición del ser, como espacio seguro de epifanías, de alteridades, de projimidades.
Dice de su poesía que no tiene temas, sólo un desarrollo del pensamiento poético, “algo que es más lábil y en consecuencia más difícil”. Lo cierto es que permanece el compromiso ético con la palabra.
Es, también en su voz, “pensar la poesía, pensar en poesía”. Su tarea, según el modo de Denise Levertov, en el corte del verso produce el efecto del cincelado de la pasión poética, de una materia que a veces, y sólo a veces, parece informe. Hay un modelado de la materia, un limado de aristas a veces exagerado (por caso, en el poema inédito presentado en esta selección: luz entrando de pronto en la habitación/cerrada.)adjetivos extremos que por momentos pasan al otro lado de lo real (por ejemplo, en ... hormiga particular,/mi obsesivo insecto,/mi fruta firme, ácida
manzanita?).
Es un barroco al revés, es las antípodas del barroco, el núcleo duro, raigal, sin imágenes, del poema. Otro ejemplo: desde “La pasajera de la arena”, Corbalán marca un territorio: el de un erotismo ascético, austero, despojado pues sólo así demuestra de manera más precisa el componente trágico, siempre inminente, siempre presente: Ahora interpone su cuerpo/entre la lámpara/y esto que la mira,/entonces la luz es una forma,/una delicada ondulación de la carne,/un eclipse presentido/y esperado por siglos.
O, de regreso a esas antípodas del barroco que se señalaban, y también en la descripción “objetiva” de la pasión, que por eso parece que conmueve más: esta otra piel/que arde sin sol que la toque.


En cambio, Mansilla es el poeta adánico. O quizás prometeico, para no caer en tradiciones judeocristianas. El poema crea su propio mundo, su propia historia. Fluye el ritmo y este gran constructor de mitos (así, justamente, se titula uno de sus primeros libros) y luego vuelve sobre sí mismo.
En cuanto a los recursos, utiliza la catalogación, las enumeraciones, la mención de marcas comerciales e industriales como detritus de la sociedad de consumo, elementos provenientes de la publicidad, la filosofía, las religiones, las cosmovisiones de los pueblos originarios, los erotismos, las adicciones, las ideas y los pensamientos crudos: Esto fue una carpintería, ahora, de noche, las cajas son decenas de ojos de cartón/(o sólo son cajas con nombres cortos y contundentes?)//Saladix, Presto Pronta, Natura, Cocinero, Cif, Bagley, Fargo.//.../Ya no sé quién vive en mi cuerpo: el espejo de Dorian Gray, Dr. Jekill y Mr. Hyde, el Yin y el Yang. O sólo el hombre que de la casa al trabajo y del trabajo a su casa construyó esa pequeña cruz de madera clavada en la puerta.
O, por caso, en el último poema de esta selección (“Lo que se conoce”), que establece una enumeración temporal de sucesos que demuestran la permeabilidad de la conciencia. No es posible distinguir, en el ritmo del verso, quién enumera, o si el poeta es el enumerado, el que es visto por los objetos y los acontecimientos. Por momentos, parece el verso expandido al estilo de Allen Ginsberg y también de Walt Whitman.
Sus búsquedas tienen que ver con cierto exteriorismo al estilo de Ezra Pound pero combinadas con un profundo sentido lírico. El erotismo, los mitos, la vida en las grandes ciudades, la historia y sus finales abiertos.
El proceso de creación define al poema: no hay distancia, no hay distinción, pues el poema “está involucrado en su propia existencia”, como decía su maestro Wallace Stevens.
El rigor poético de Mansilla se aplica en una conciencia amplia de la creación: el proceso excede el acto de escribir o de leer. Abarca otros medios, otros formatos, otros soportes. Sigue con la experimentación verbal por otros medios.


El caso de Costa es también original: heredero inconfeso de Alberto Girri, de los poetas italianos contemporáneos que frecuenta y traduce, comparte con todos ellos la escasa exuberancia, la precisión en los términos, la máxima expresión con los recursos exactos. Quizás buscador de “le mot juste”, Costa es un clásico a su manera: en él es importante la reflexión sobre el acto creador y específicamente sobre el acto de creación poética.
Es el de menor componente regional de los tres, aunque su poesía es indudable e innegablemente patagónica. Sus textos se entroncan con la tradición iniciada en la región sur del país por Olga Orozco desde La Pampa y Buenos Aires e Irma Cuña desde Neuquén, Bahía Blanca, Buenos Aires y Neuquén de nuevo.
Costa no es surrealista, y tampoco es un lírico a secas. Su trabajo sobre la palabra lo acerca a Joaquín Gianuzzi, al ya mencionado Girri, a Juan Gelman, a César Vallejo y, como se dijo, también a los italianos.
Su indagación recuerda las preguntas de Roberto Juarroz: ese cuestionarse en torno de objetos en el espacio, la misma interrogación que proponen los objetos y las posibles respuestas. Por caso, en “Puntos”, concluye en que ese es el punto: flotar abrazados a la idea de la nada/mientras los cuerpos se mueven y la fundación se convierte/en un acto de amor junto al vacío.
Lo otro es la intervención de los órganos, de lo físico en la construcción del poema, en el hecho poético en sí. No se habla de corazón, por ejemplo, en el sentido psicológico o simbólico sino, justamente en su carácter de órgano integrante de un sistema en el que también, por azar, juega una naranja y ambos, en algún momento, tienen una correspondencia: En cambio, un corazón se pudre si no se lo corta/en el momento preciso./Queda dudando lejos, cavado en una ruina oscura,/a treinta y cinco centímetros por debajo/de la boca.

También las palabras adquieren esa calidad de vísceras. Sirven para sobrevivir, para iluminar, para despejar mundos. Mundos que permanecen entre dos, mundos íntimos, universos desplegados, como explica Costa: Entonces, el sólo hecho de haber sobrevivido de palabras/será suficiente para iluminar el mundo, otro. El que de noche/va de tus ojos a los míos y hace que la sombra de las preguntas/se hunda en la tibieza de tu boca.





MACKY CORBALÁN (Cutral Co, 1963). Es periodista, licenciada en servicio social. Una de las voces más originales al sur del río Colorado y cultivadora de una poética que ya trasciende la región. Se define como “poeta, lesbiana, feminista”. Como tal, participó activamente del grupo Fugitivas del Desierto (http://lesbianasfugitivas.blogspot.com).
Cada libro de Corbalán es una sorpresa, una agradable sorpresa que significa un aporte novedoso a la poesía.
Libros publicados: La pasajera de arena, 1992; Inferno, 1999 y Como mil flores, 2007).
Antologías: Poesía en la Fisura, por Daniel Freidemberg, 1995; Antología de Poetas de la Patagonia, 2006, Poetas Argentinas (1961-1980), 2008 y Antología Poesía del siglo XX en Argentina, 2010.

Selección:

Acaricio su rostro con el pie.
Su piel es fresca,
aun cuando afuera
puede oírse el alarido del aire
incendiándose.
Ahora interpone su cuerpo
entre la lámpara
y esto que la mira,
entonces la luz es una forma,
una delicada ondulación de la carne,
un eclipse presentido
y esperado por siglos.

(De "La Pasajera de Arena", Tierra Firme, 1992)


Los lamentos, las sirenas,
los disparos,
son el sudor de esta
noche ardiente.
Los lamentos.
Las sirenas.
Los disparos.
Dios respira con dificultad
en la cama de mis padres.

(De "Inferno", Tierra Firme, 1999)


FRUTAS E INSECTOS

1
Muerdo el aire en que estuvo
tu boca, el vacío me devuelve
el aliento zumbón de los
muebles que miran, piadosos
el abrazo asfixiante
del rechazo, esta otra piel
que arde sin sol que la toque.

2
¿Te dije o imaginé
decirte: abríme, horadame,
grabá tu nombre en
el revés de la piel?
¿Te dije o soñé decirte:
sé mi hormiga particular,
mi obsesivo insecto,
mi fruta firme, ácida
manzanita?

3
Esperé de vos y de mí
ser una. Contra todos
los augurios y consejos,
que la vida y la muerte
nos tejiera con hilos
de transparente,
indisoluble unidad.

Únicas. Una. Ambas.

No éstas, dos que cruzan la
calle para no saludar.

(De "Como mil flores", Hipólita, 2007)




Dame fuerzas, Tú, quien
quiera que seas: cielo diáfano,
coirón ardiendo en la pampa
helada, sola luz,
luz entrando de pronto en la habitación
cerrada.

(Inédito, 2009)




RICARDO COSTA (Buenos Aires, 1958) es docente y reside en la ciudad de Neuquén.
Obras publicadas: Árbol de tres copas (1988); Casa mordaza (1990); Homo dixit(1993); Teatro teorema(1996); Danza curva(1999); Veda negra(2001); Mundo crudo: Patagonia satori(2005) y Un referente fundacional-Las Letras neuquinas (1981-2005) y su (in)transferencia al campo educativo (2007).
Fauna terca (novela) será publicada durante 2011.
Algunos reconocimientos: Bienal Argentina de Poesía 1991: Concurso Premio Plural, México 1992; Fundación Antorchas. Becas y Subsidios a la Creación Artística 1995; Premio Fondo Nacional de las Artes 1998; Tercer Premio Conc. Iberoamericano de Poesía Neruda, Chile 2000, Conc. Poesía en Tierra. Fondo de Cultura Económica-Centro Cultural de España 2004 y Premio Internacional para Obra Publicada Macedonio Palomino, México 2008.

PUNTOS DE VISTA


La forma más sencilla de celebrar una fundación
es marcar un punto junto al vacío.
Un punto es una partícula del todo imponiéndose
sobre la nada.
Un punto establece el origen de todas las formas
que caben en el universo, y el universo se mueve
sobre una sucesión de puntos encadenados
en el espacio.
Sobre uno de estos puntos estamos nosotros,
abrazándonos y girando en un vacío que nos mantiene
flotando sobre un silencio absoluto.
Pero lo mejor de esto no es el silencio ni lo absoluto.
Lo mejor de esto es que nadie sabe que flotamos
porque obedecemos una ley fundamental.
Creo que ese es el punto: flotar abrazados a la idea de la nada
mientras los cuerpos se mueven y la fundación se convierte
en un acto de amor junto al vacío.

de Veda negra, 2001. Ediciones del Dock




UNA NARANJA

EL cuchillo recorta circularmente la naranja
bajo su cáscara.
Hace correr el jugo entre el filo y la pulpa,
marcando el cauce de un camino líquido
que rodea a la fruta para venirse a tu mano.
Viéndote ejecutar esa maniobra, pienso que
algo terrible ocurriría con mi corazón
si tu apetito cayera en desgracia.
Ese movimiento giratorio, ese descascarar
en crudo para llegar al brillo de la pulpa,
daría con la parte más débil de un hombre
y la desnudez de su sangre brotaría hasta
manchar sus ojos de la manera más vergonzosa.
La diferencia la marcaría el ángel que mueve
tus manos.
Porque la fruta gira entre tus dedos para que
su carne se abra por entero a la luz.
En cambio, un corazón se pudre si no se lo corta
en el momento preciso.
Queda dudando lejos, cavado en una ruina oscura,
a treinta y cinco centímetros por debajo
de la boca.

De Mundo crudo: Patagonia satori, 2005. Limón



FENÓMENO NATURAL

El viento aniquila la luz en esta parte del mundo.
Cada vez que sopla contra la casa, nada parece merecer
la más mínima contemplación.
Yo pensaba que una familia entera estaría abrazándose
ahora mismo bajo las cobijas y rogando por la clavadura
de las chapas contra el techo.
Ruedan botellas en el patio.
Se desgaja la ropa colgada.
Un pollo escapa y resiste bajo el piletón de lavar.
Todo el aliento muerto de la miseria parece ahogarse
contra esas cuatro paredes.
Sin embargo, en apoyo oblicuo contra el viento,
la hija sale de la casa, se acurruca junto al pollo
y comienza a cantarle suave.
A pesar del temporal, ella cree que el amor es un fenómeno natural
que habita en lo más pequeño de la estepa.
Por eso abraza al animal y se convence de que la brutalidad del aire
es un mundo vacío que va muriéndose de a poco.

De Fauna cruda (inédito, 2011)

NOCHE PERFECTA

Bajamos del auto para ver el atardecer.
En verdad que el peso del cielo parece apretar la última lámina
del día hasta doblarla por detrás del planeta.
Nosotros, tu pueblo, la buena memoria, todo permanecerá cautivo
mientras la noche nos eleve por sobre los límites del tiempo.
No de otro modo la naturaleza agradece la insignificancia
de nuestra presencia, así, con un corazón junto a otro;
algo que nadie sabe que sobrevivirá a la revelación del día.
Cuando todo termine, lo que quede del universo será pasado.
Nada más que eso.
Entonces, el sólo hecho de haber sobrevivido de palabras
será suficiente para iluminar el mundo, otro. El que de noche
va de tus ojos a los míos y hace que la sombra de las preguntas
se hunda en la tibieza de tu boca.

De Fauna cruda (inédito, 2011)









RAÚL MANSILLA nació en Comodoro Rivadavia, Chubut, en 1959. Desde joven reside en Neuquén. La poesía de Mansilla es una de las más originales en la región patagónica.
Ha publicado: Mariaísmo, 1984; De la Construcción de mitos y otros sucesos, 1988; Las estaciones de la sed, 1992; El héroe del líquido, 1999; No era un viajero inglés, 2004, y Ojos rojos, 2005.

La Carpintería
Toda la luz que hay en esta mesa pertenece al recuerdo de tus ojos sobre la botella de plástico retornable aquel verano.
Hablar es difícil, decir es difícil, escribir es difícil.
Esto fue una carpintería, ahora, de noche, las cajas son decenas de ojos de cartón
(o sólo son cajas con nombres cortos y contundentes?)

Saladix, Presto Pronta, Natura, Cocinero, Cif, Bagley, Fargo.

El horizonte quedó siempre ahí
y el plato corta la mesa y la mesa corta el suelo y la ruta come todo lo que hay en mis ojos y mis ojos se comen los ojos de las cajas
con nombres cortos y contundentes.

Ya no sé quién vive en mi cuerpo: el espejo de Dorian Gray, Dr. Jekill y Mr. Hyde, el Yin y el Yang. O sólo el hombre que de la casa al trabajo y del trabajo a su casa construyó esa pequeña cruz de madera clavada en la puerta.

Mi padre hizo una cruz de madera para su amigo que murió de cirrosis a los treinta y seis años. Yo era pequeño y vi la secuencia del serrucho del cepillo de la cola.
Hacer esa cruz fue tan difícil como la represa del Chocón.

De ese lugar salieron placares, sillas, sillitas, sillones, mesas, estantes, y el tremendo delirio del delirium tremens en el valle de los carpinteros; Keops, Kefren y Juan Mansilla.

Me voy pala villa a verlo a Mansilla, chiqui chic, chiqui, chic, chiqui, chic chiqui chic.

Y no da, no de para ser maldito, quizás explotando las puntas, los laterales, las chapas de zinc ostrilión, el piso de cemento alisado y las cajas de cartón que me persiguen desde niño.

Este era el paraíso de la madera, acá la viruta era en serio.

Tres por cuatro, cuatro por tres las arañas con sus telas cubren el techo y no dejan crecer mas cajas de cartón sobre la cama. Nadie pierde el tiempo, todos demarcan territorio, mean, son meadas oscilando en el techo con la excusa de atrapar insectos.

Todo precario, en cajas, listo para rajar, tomarse el palo. Las valijas y los bolsos cerca, todo dentro de una caja de cartón. Ellas mandan, ellas vuelven recicladas a morder tu sueño bueno. En cambio nosotros nos vamos escapando de esas cruces de mierda, de ese serrucho, de esa lija, de esa parca con ojos de cartón.








UN LUGAR DONDE CAERSE MUERTO
a Silvia Martínez

Podés caer tranquilo en este lugar arrugado, lleno de tierra, patio trasero de las arañas que no pasan la escoba hace meses.
A pocos metros, en la casa grande, no tan grande como en las películas, gime de dolor tu madre. La vida sigue estando ahí y el común lugar del pájaro cantando es la representación del mismo pájaro que canta hace doce mil años para tomar conciencia de que hasta que no se pare el corazón la cosa sigue: déle que te déle sobre el árbol.

Este pozo extraño es tu último lugar, donde podés caerte muerto, tranquilo en la gloria de las dos banderas argentinas que cruzan la vieja foto con los escritores famosos de la feria y la península valdés que señala al torturador que todavía sonríe atado a la sombra de sus perseguidores.

La roldana en el techo sostiene el peso de la historia en el abrigo del que fue rey en la foto, con las chicas, los amigos sonrientes, el globo terráqueo girando alrededor de la
botella de whisky de tres litros que trajo la vieja de la casa del patrón.
Quedan unos perfumes, desodorantes, jabones de otra vida, las fotos de sergio lavetti vivo muy vivo, cosas que no sirven pero que están como almanaques del pasado y libros, muchos libros quemándose en las pestañas del niño que prensa el cartón y separa la paja del trigo de los que saltan cantando que son las chicas del Folies Bergère.

Un lugar donde caerse muerto en el martes del calendario occidental y cristiano, el que te tocó, por defecto, el fondo de todos tus días, ladrillo más ladrillo techos multiplicados geométricamente en los ojos de las pelotas de fútbol del domingo donde el club de tus amores no era solo un club, lejos, lejos porque es martes y es el único lugar que tenés para caer el muerto que sos mientras vas por el agua mineral de la vieja y los fideos que come, tu viejo, ya sin dientes.

Tenés donde caerte muerto ahora mientras tu madre muere y te duele que el techo no esté más alto ni la morfina alcance para vencer el dolor de la verdadera compañera de tus días.

Tres por cuatro es tu concepto de espacio ahora en que creés que te las sabés todas porque aprendiste unidades de medidas cursis y exóticas y leíste vaya a saber qué secreto de tal pueblo originario en las cenizas que todavía no sos pero que podés ser si no salís a ver el sol que cae en ngullumapu (*) y tu cabeza posicionada para tal o cual lugar, vaya a saber querido conejo de las indias occidentales y América, querido perdedor victorioso porque tenés donde caer cuando la parca merodea el patio con tu vieja pidiendo sin lágrimas que se la lleven, porque tenés, la suerte de poder sacar palabras de la última manga del último houdini que no tuvo un lugar donde caerse muerto.
(*) En Mapudungun: Este. Tierra del Este. Pueblo del Este. Chile.





VERANITO DE SAN JUAN


No nombro esta noche por la santa madre de los nombres
que genera el año nuevo Mapuche
ni como el espejo de ese otro en el que creía mi padre y que yo también,
ahora que lo pienso equivocado por el veranito de san Juan, persignándote por cualquier cosa, teniendo miedo de decir las cosas como son o de enfrentar al almacenero que le vendía vino cuando estaba muy enfermo.

O

O, que daba la posibilidad de otra cosa, de que sea otra cosa distinta de lo que pensaba, que éramos hijos del fragmento que el siglo veinte había sido demasiado fuerte
Débiles del siglo veintiuno contando como siempre con los dedos.

La ballena que está a mi lado no es diminuta porque no razone ni tenga sentimientos
Es pequeña porque es un cenicero o un recuerdo de madera que te traje de Madryn, te acordás? Quizás ahí estábamos mejor, más en el centro, no tan en los extremos, es que el equilibrio es difícil, lejano, no para cualquiera.

Quisiera no escuchar ese tema porque me recuerda al otro que pensaba que el hondo suspirar era una herramienta de socavar las estructuras de aquella mirada tierna y que luego fue fiera, descomunal garra rasgando los vestidos de un año o más ya no sé, por otro lado qué importa si nunca más tendré cuarenta y tres, si nunca más mi barba será totalmente negra.

El día termina y está por comenzar otro, falta un minuto. Pero cambia algo?
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. Estos puntos suspendidos marcan un minuto en la vida, en la divisoria de aguas entre un día y otro, 12,00 dice la máquina, que puede estar en el correcto uso horario. Sin embargo los números siguen siendo tan poco inocentes al demarcar territorio, están tan acostumbrados a definir nuestros actos, representan tanto los 666 los 999
como las 1000 y una noches de este veranito de San Juan.




HABLAR EN EL ESTANQUE
A Juanse

Hablar se está poniendo anticuado.
Yo hago cosas correctas pero mi cabecita va para otro lado,
atenta contra el status quo imperante en la pieza de 3 x 4.
.
En mi cuerpo se libran batallas que termina perdiendo el que madruga.
Por eso, equivocado, el peso de la tradición no golpea mi puerta.

Cuando estoy de aliado a mi cuerpo miro el techo
contando los días las horas los minutos en que será mi enemigo, nuevamente.

Miro al techo porque hablar se está poniendo viejo.

Se rompió el vaso y estoy descalzo, los vidrios son pequeños espejos donde la culpa se peina en mi cumpleaños.

Quizás nunca supe apretar el botón correcto
Hablar ya es algo en desuso.

Ningún sapo del estanque quiere ser hitler todavía
porque con croar no alcanza.

Hablar se está poniendo anticuado.




LO QUE SE CONOCE

Son las cinco y veintiséis de lo que se conoce como mañana.

Lo que se conoce como historia va en sentido de las flechas del reloj con el rostro de Jesús en un viernes que pudo haber sido santo en un viernes doblegado en un sobre con nosotros en la cama de una plaza, adentro de lo que se conoce como abrazo.

Perhaps, perhaps, perhaps, en las cinco y treinta y cinco de lo que se conoce como vida. Lo que duró que se conoce como mar para pensar el ir y venir en misma marea. El mar para pensar esa enorme cantidad de gotas juntas para decir AZUL o estaremos alguna vez acá, juntos sentados parados en cuclillas observando la línea perfecta de lo que se conoce como amor.

Son las cinco cuarenta y uno de lo que se conoce como desamparo, de lo que aparece ante los hombres en peste, en cabeza, en las calles donde solo pasan algunos autos con gente ebria y taxis amarillos con bajadas de bandera digital, en la ciudad que dejó el miedo de la gente que vuelve de perder lo que se conoce como dignidad.

Me gustaría verte me gustaría verte me gustaría verte me gustaría verte me gustaría escucharte me gustaría escucharte me gustaría escucharte en un breve chasquido en el tiempo en la flecha en la misma punta donde viajan nuestras dos certezas que conocemos en secreto de la cual no hablaremos y que se conoce como milagro o lo que dispongan los evangelios o lo que crea conveniente la acumulación de saberes amontonados sobre nuestros cuerpos en lo que se conoce como soledad.

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