Roberto Arlt inventó un género dentro del periodismo: las aguafuertes, que serán porteñas, españolas, cariocas, africanas, patagónicas. De esas viñetas de la vida cotidiana, se reproduce “El buen periodista”, en recuerdo de su autor, que murió el 26 de julio de 1942.
Gerardo Burton
geburt@gmail.com
Es la noche del 26 de julio de 1942. Luego de presenciar un ensayo de su obra El desierto entra a la ciudad en el Teatro del Pueblo, el autor se dirige a votar al Círculo de la Prensa, sin imaginar que volverá al día siguiente para asistir a su propio velorio. De regreso a su cuarto de pensión, Arlt se acuesta, acaso dolorido en el costado izquierdo de su pecho, e ingresa en un sueño del que no despertará.
Ya no sabrá que su fracaso como inventor le valió haber fundado la novela moderna en este sur del mundo; tampoco conocerá que su obra teatral será estudiada y representada una y otra vez y menos le llegará ese nuevo periodismo que conservará, por décadas, la sonrisa irónica y la contumaz prepotencia del marginado que pelea su lugar en la literatura dominada por la clase pudiente. Será el abanderado de una utopía desgarrada que profetizará con la solidez de los ladrillos con que crece ante sus ojos la ciudad que ama y que desnuda en sus novelas, consideradas la verdadera vanguardia por la crítica de la segunda mitad del siglo XX.
Describirá a la nueva Babilonia en obra, que no lo tiene ni en los boedos del realismo socialista ni en los floridas de estéticas europeas. Arlt será más que eso, era será mejor ()http://vaconfirma.com.ar/index.php?articulos_seccion_719/id_8061/peron-arlt-y-la-patagonia. Y cuando le reprueben su incorrección estilística o su ignorancia del argot porteño, responderá, desde su desordenado escritorio: “es que yo tengo que trabajar, no puedo dedicarme a estudiar lunfardo”.
Va a crear un género dentro del periodismo: las aguafuertes, que serán porteñas, españolas, cariocas, africanas, patagónicas (http://vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_719/id_11169/roberto-arlt-en-el-pais-del-viento-). En esos pequeños textos, viñetas de la vida cotidiana y del pensador que está solo y espera, se extrae “El buen periodista”, publicada en el diario El Mundo el 31 de diciembre de 1929:
EL BUEN PERIODISTA
Por Roberto Arlt
Después lo atenderé a usted que me pide la fórmula para ser periodista; pero antes, permítame que le conteste tres líneas a un muchacho que firma una carta con el nombre de Emilio.
Amigo Emilio: Usted está por hacer el disparate más grande de su vida y que más tarde le va a costar lágrimas de sangre. Déjese de macanas; aguante o váyase al Chaco. Con toda seriedad. Es lo que le puedo decir, respondiendo a su sincerísima carta. ¡Ah! Otra cosa. Cartas así no se escriben nunca a un desconocido, como el que soy yo para usted. Usted es sencillamente una criatura.
Y ahora, volvamos a usted señor que quiere ser periodista y que cree que son suficientes algunos conocimientos de "sociología y dos años de Nacional".
PARA SER PERIODISTA
No me refiero a los buenos periodistas, que son escasos; a las condiciones que se necesitan para improvisarse un mal periodista como los que abundan, por desgracia, en nuestro país.
1° condición: Ser un perfecto desvergonzado.
2° condición: Saber apenas leer y escribir.
3° condición: Una audacia a toda prueba y una incompetencia asombrosa. Eso le permite ocuparse de cualquier asunto, aunque no lo conozca ni por las tapas.
Satisfechas estas condiciones, usted puede triunfar, es decir, convertirse en uno de esos perdularios de cara patibularia que lleva a la cola un fotógrafo desencuadernado y que, en cuanto suceso ocurre en la calle, hacen acto de presencia entre la admiración de la gente que cree que los periodistas se lavan la cara y "son personas preparadas".
De más está decirle, estimado consultor, que la sociología no sirve absolutamente para nada en la profesión de mal periodista. Ni tampoco los dos años de Nacional. Ya ve usted que yo no pude pasar de tercer grado...
LO QUE USTED QUIERE ES UN EMPLEO
Usted no quiere ser periodista; lo que pretende es un empleo en un diario, y tiene razón en poseer esas ambiciones, porque en la mayoría de los diarios abundan como las moscas negras los empleados, y escasean como las moscas blancas, los periodistas. Dedicarse al periodismo por vocación y porque, en realidad, se poseen cualidades para ello, está bien, pero muy bien. Mas es el caso que el gran porcentaje de la gente empleada en los diarios está en ellos por la necesidad de ganarse unos pesos; nada más. Así llegan al periodismo infinidad de individuos que no tienen cabida en otra parte ni sirven para nada. Cuando un individuo se da cuenta de su insuficiencia para toda actividad, exclama con un tupé desconcertante: "¡Me voy a dedicar al periodismo!".
Es fabulosa la cifra o porcentaje de cuadrúpedos que se encuentra en esta profesión.
Uno no sabe si indignarse o reírse, pero de hecho, comienza por admitir que si uno se pudiera convertir en un Mussolini, lo primero que hacía era mandar a la cárcel a cuanto individuo se dijera periodista. ¿Usted se acuerda de la historia del "Buen mozo" de Guy de Maupassant? Es la historia del noventa y cinco por ciento de las personas empleadas en los diarios. Un individuo que se encuentra en la vía y tiene que dedicarse a robar o al asalto en banda, tropieza con un amigo y el amigo se lleva las manos a la cabeza, indignado de ver a un hombre que se ahoga en un vaso de agua. Y exclama:
—Pero ¿por qué no te dedicás al periodismo?
—Pero si no sé escribir —contesta Buen Mozo.
— ¿Quién te ha dicho que para ser periodista hay que saber escribir?
Y Buen Mozo se convierte en periodista.
OFICIO PARA VAGOS
El periodismo, así entendido, es un oficio para vagos y para audaces. Recuerdo (yo he sido periodista) que en la profesión he conocido tipos formidables. Inclasificables. Usted no sabía qué pensar de ellos, si habían cursado un bachillerato especial en la leonera, o de dónde salían. Me acuerdo de uno, que en cuanto crimen se cometía, lo primero que hacía al llegar "al lugar del suceso" era revisarle los bolsillos al muerto. Tenía una habilidad magistral para ese trabajo. He conocido a otro que se hacía seguir de un atorrante de menor cuantía y, lugar adonde llegaba y al cual estaba prohibida la entrada, exclamaba mi tipo al introducirse: "¡Déjelo entrar, es mi secretario!". La gente lo confundía con el juez, y creo que hasta era carterista o lancero de bondi . Más tarde supe que había sufrido persecución de la justicia.
Sin embargo, estos individuos que nos merecen un desprecio cordial son útiles en ciertas formas de las muchas actividades que reviste el periodismo subalterno. Es decir, insustituibles.
EL BUEN PERIODISTA
El buen periodista es un elemento escaso en nuestro país, porque para ser un buen periodista es necesario ser buen escritor. En Europa encontramos que el periodismo cuenta en sus filas con los mejores literatos, políticos, figuras científicas... En fin, si es dado dirigirse al público cuando se han demostrado condiciones de superioridad mental; y no hay ministro de Estado que previamente no se haya dado a conocer como colaborador de algún diario.
Se me argüirá que aquí podría ocurrir lo mismo; pero lo grave está en que casi todos nuestros políticos, apenas si saben leer y escribir; y nuestros escritores... Pero ¡yo soy un individuo sensible! No, no voy a hablar mal; no quiero hablar mal porque no pasa un solo día sin que algunos de los que pretenden conocerme exclame:
— ¡Este tío está cada vez más envenenado!
Y lo curioso es que yo soy un tío cordial y optimista.
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